CAPÍTULO 50
- ¡Lara, bienvenida a nuestro desastre de cena! -exclamé al verla- pasa y siéntate, hemos pedido una pizza -expliqué apartándome de la puerta para dejarla pasar.
Pero me di cuenta que ni ella ni Neira decían nada, así que me dispuse a presentarlas.
-Neira, ella es Lara, mi compañera de trabajo -expuse mirándola, y después dirigiéndome a Lara comenté -Ella es Neira, mi amiga del pueblo.
Ambas se acercaron despacio y se dieron dos besos como saludo, mas su actitud me pareció extraña, me daba la sensación de que estaban tensas.
-¿Os conocíais? -sugerí intrigada.
-No, no nos habíamos visto antes -respondió Lara, que ya había recuperado el habla de nuevo.
Neira en cambio seguía sin moverse, tuve que empujarla con suavidad para que entrase al comedor y se sentase en el sofá. Nos acomodamos las tres, yo justo entre las dos, y comencé una conversación para romper el hielo y la tensión que se notaba en el ambiente.
-¿Qué te trae por aquí? -indagué mirando a mi compañera.
-He salido a dar una vuelta y me he tropezado con tu ex, venía a ver si estabas bien -respondió mirándome con fijeza.
-Sí, estoy bien. Mel ha venido hace un rato y nos ha hecho una visita poco agradable, por suerte estaba Neira conmigo y entre las dos hemos conseguido que se vaya y me deje tranquila.
-¿Todavía está por los alrededores? -inquirió mi amiga, saliendo por fin del estado de sorpresa en el que se encontraba- Le he comentado a Zara que debe llamar a la policía, esto se está convirtiendo en un acoso.
-Estoy de acuerdo con ella, debes dar aviso, este hombre es un peligro -afirmó Lara dándole la razón-. Está merodeando por el barrio, no sabemos de lo que es capaz.
-No me haría daño, es muy pesado e insistente, pero no agresivo -opiné, no muy segura.
En ese momento llamaron de nuevo a la puerta. Nos levantamos las tres de un salto para ver quién era, temiendo por mi parte que fuera de nuevo Mel, aunque era poco probable después de nuestra conversación. Espié por la mirilla para asegurarme y vi que se trataba del repartidor de pizza, así que le abrí y pagué la pizza y los complementos que habíamos pedido. Tenía a mis amigas una a cada lado, como si se trataran de mis guardaespaldas, lo cual me pareció cómico en aquel momento. Cerré la puerta y mirándolas no pude contener mi risa por más tiempo.
-¿De qué te ríes? -comentó Neira con una sonrisa en su cara. Mas yo no podía parar, no les podía explicar mis motivos y ya me dolía la barriga de tanta risa.
-¿Qué le ha dado ahora? -preguntó Lara mirándonos a ambas. Neira se encogió de hombros y ambas rompieron en carcajadas conmigo sin saber el motivo.
Cuando conseguimos calmarnos un poco, la tensión entre ellas dos se había disipado. Aunque todavía podía observar miradas furtivas entre ellas que me tenían intrigada.
-¿Te quedarás a cenar con nosotras, cierto? -sugirió Neira para mi sorpresa.
-¿Te parece bien, Zara? -indagó ella mirándome a los ojos, a lo que yo respondí que no había ningún problema, por supuesto.
¿Os habéis reído alguna vez tanto, que no podíais explicar la razón? Me encanta la complicidad que se establece entre dos personas que tíen juntas...
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