CAPÍTULO 49
-Tiene que haber alguna manera de que no pueda molestarte -insistió Neira- no puede salirse con la suya siempre, algo se podrá hacer.
Sentadas de nuevo en el sofá medité sobre sus palabras. Se me ocurría una idea, pero era tan descabellada como peligrosa. Decidí callar hasta meditarla bien. Era de suponer que Mel esperaría unos días antes de volver a acosarme.
-Vamos a dejar a Mel por ahora, ¿te apetece un helado?-Cambié de tema- . Mañana se unirá a nosotras Lara, mi compañera de trabajo. ¿Te importa si nos acompaña a comer? Si no te apetece la llamo y le doy alguna excusa -dije señalando el móvil.
-Me parece genial, así lo pasaremos bien y te olvidarás de los problemas -respondió, mientras me miraba acusadora, apuntándome con la cuchara del helado-. Pero no creas que me olvido de Mel, estudiaré la manera de que no pueda volver a molestarte.
-Gracias, suerte que os tengo a Lara y a ti en estos momentos. Pero tengo algo en mente, no te preocupes por él ahora.
Nuestra conversación derivó a temas más vanales, como dónde comeríamos o si iríamos a bailar de noche. El tiempo se nos escapó de las manos y se acercaba la hora de cenar, nos levantamos y nos pusimos a cocinar juntas. Neira no sabía mucho de cocina y yo... Pues tampoco.
-¿Hacemos un filete a la plancha y unas patatas?-pregunté mirando el interior de mi nevera.
-Lo que quieras, ahora mismo me comería lo que sea -confesó mirando por encima de mi hombro la nevera.
-No tenemos muchas opciones, ayer no pude ir a comprar -repliqué apenada.
Saqué los filetes de ternera y los introduje en el microondas para descongelarlos, luego comenzamos a pelar las patatas mientras bromeábamos sobre nuestra destreza, más que dudosa, en la cocina.
-¡Creo que estoy cortando más patata que piel! -comenté riendo.
-Pero se supone que esto es fácil. ¿Cuánto tiempo has puesto los filetes para descongelarlos? -inquirió Neira mirando su reloj.
- No sé. Supongo que ya estarán -respondí sacándolos.
Me di cuenta de que se habían cocinado casi por completo y decidí pasarlos por la sartén solo un momento para que se acabaran de hacer. Pero no pensé en freir las patatas primero. Así que entre risas, mientras freíamos patatas, el filete se enfrió y endureció, nos entretuvimos un segundo con un vídeo y las patatas se pusieron de un tono entre marrón oscuro y negro. Y nosotras no podíamos parar de reir.
Tras ver nuestro desastre culinario decidimos pedir una pizza por teléfono.
-¡Somos un desastre, Zara!-exclamó Neira.
-Un pelín despistadas -contesté riendo.
-¡Dejaste la carne quince minutos en el microondas! -gritó empujándome sobre el sofá
Estábamos en plena discusión de amigas por ver quién era más desastre de las dos cuando llamaron a la puerta.
-Voy yo -me advirtió Neira apuntándome con su índice.
-No puede ser Mel otra vez -aseguré sonriendo-. Seguro que es la vecina a quejarse de nuestras risas.
Nos acercamos a la puerta y, al abrir, encontramos a una Lara sorprendida que, para mi sorpresa, se quedó sin palabras al vernos a las dos.
¡
Hola! Hoy noche de chicas en casa de Zara.
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