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CAPÍTULO 39

Tras la primera clase, se sucedieron tres más ese día. Los grupos de trabajo iban funcionando muy bien, los alumnos respondían a las dinámicas con entusiasmo y, tras completar mi jornada, salí del instituto con una buena sensación. Era jueves y esperaba a Neira el viernes por la tarde.
Dejé aparcado el tema de Trevor y su padre, su proposición y todo el asunto del bullying. Necesitaba desconectar de todo y pensar un poco en mis sentimientos. En cuestión de días mi vida se había vuelto del revés y tenía que replantearme muchas cosas, desde mi relación con Mel hasta las reacciones que me provocaba Dylan, pasando por mi trabajo en el instituto. Al salir me encontré, como cada día, a Dylan esperando a su hijo. No me acerqué, lo único que me permití fue un saludo con la mano, y me dirigí hacia el metro con rapidez. Me dio la sensación de que quería acercarse a mí, pero no le di la oportunidad.

Llegué a casa y me preparé una comida ligera, una ensalada y un bistec a la plancha. Mientras comía escogí una película lacrimógena para ver esa tarde.
Me acomodé en el sofá, con el pijama puesto, un tarro de helado, pañuelos de papel y una lata de refresco. Preparada para la catarsis.
Siempre me había funcionado: Una tarde de llanto viendo una película lograba descongestionar mis ideas y hacía que después viese los problemas desde otra perspectiva. Pero esa tarde no me iban a dejar tranquila...

Al principio todo iba bien, pero al cuarto de hora de la película, cuando ya me estaba metiendo en el argumento, comenzando a vivir en la piel de la protagonista, una llamada de teléfono me interrumpió.

-¿Mamá? ¿Ocurre algo? -indagué al descolgar la llamada.

-Zara, cariño, ¿Cómo estás? -me preguntó ella con voz preocupada- Ayer hablé con Neira en la panadería y me contó que habías roto con Mel, ¿porqué no nos has dicho nada?

-Lo siento, mamá, estaba tan dolida que no podía hablar con nadie -me justifiqué, pensando en mi amiga, a la que el fin de semana pediría explicaciones-. Pensaba decíroslo cuando subiera a veros.

-Pero, cariño, ¿por qué lo has dejado? Tantos años juntos y tiras la relación por la borda, seguro que lo podéis arreglar de algún modo - reaccionó ella, sorprendiéndome.

-¡Mamá! me engañó con otra persona, no puedo confiar en él -dije, apretando con fuerza mi helado, con un nudo en la garganta y dos gruesas lágrimas cayendo por mis mejillas.

-No es para tanto, debéis hablar de ello, seguro que ya no lo vuelve a hacer más. Los hombres son así.

-No puedo perdonarlo, quizás más adelante, pero ahora necesito tiempo -Traté de explicarme, intentando que no se notara que estaba llorando. No quería que mis padres se preocuparan.

-Está bien, Zara, pero no te duermas, los hombres no esperan a ninguna mujer por mucho tiempo.

Me despedí de ella y colgué el teléfono, sintiendo que mi madre no me comprendía en absoluto. ¿Cómo podía perdonarle un engaño tan grave? Pero antes de poder volver a poner la película mis pensamientos se vieron interrumpidos por una llamada en la puerta de mi casa...


¿

Quién será, pajarillos? Mañana última actualización hasta el 8 de julio...
¿Os la vais a perder?

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