La conversación derivó hacia otros temas. Sin darnos cuenta pasaron las horas en aquel restaurante, en el que, tras el tenso inicio de la sobremesa, llegamos a reir relajados los cuatro.

Sobre las once de la noche los camareros nos pidieron de forma amable que nos fuéramos porque tenían que cerrar. Dylan estaba tan relajado que incluso palmeó la espalda de Lara y a mí me dio un pequeño apretón en el hombro. Al notar su mano en mi cuerpo fue como si un rayo me atravesara, desde el punto de contacto hasta los pies, dejándome sin habla. La respiración entrecortada y un ligero temblor en mis manos fueron suficientes para que Trevor me mirara con ojos de felino enfadado.

-Creo que debería irme a casa -musité cuando pude recuperar mi voz-. Mañana será un día de muchas explicaciones en clase, necesito prepararme para dar respuesta a todas las dudas de la clase, que serán muchas.

-Es cierto -confirmó Lara, dándole la mano a Dylan para despedirse-. Nos veremos mañana en clase, Trevor -dijo girándose hacia él.

Al ir a despedirme de ellos, un cierto nerviosismo me atacó de pronto. Me acerqué a su hijo primero, pero así como Lara se había despedido de forma natural, para mí resultaba forzado y tenso. Trevor estaba incómodo también. Me miró y sin decir palabra me transmitió un gesto de agradecimiento, opté por la manera más sencilla de hacer las cosas, levanté mi mano y al mismo tiempo le dije hasta mañana, con su padre el gesto fue similar, ganándome una mirada de extrañeza de Lara, que no entendía lo que me estaba ocurriendo.

De hecho yo tampoco lo entendía, ¿qué me hacía sentir tan tensa? ¡no había ocurrido nada entre nosotros! Pero la sensación perduró hasta que nos metimos en el coche para marcharnos.

-Os dejo en casa, ¿podéis darme la dirección? -preguntó Dylan al subir al coche.

Había conseguido colocarme en la parte de atrás con el chico, pese a que Lara intentaba que me sentara delante. Le di mi dirección y traté de distraer mi atención de aquel hombre que, con una sola mirada, conseguía desestabilizarme. Noté que Trevor me observaba pero traté de no hacerle caso. Ya tenía bastantes problemas encima como para preocuparme ahora de aquella mirada que no entendía.

Llegamos a mi edificio enseguida, me despedí de todos y corrí hacia la escalera sin pensar en nada. Subí a casa y me tranquilicé en cuanto cerré la puerta detrás de mí. Aquel era mi pequeño hogar de momento, donde podía encontrar la seguridad. Me quité los zapatos y la ropa para meterme en la ducha. Lo necesitaba. Mientras el agua corría por mi cuerpo, los pensamientos volaban libres por mi mente, pero lejos de aclarar lo que me ocurría, estaba confundiéndome todavía más: ¿Qué me pasaba con Dylan? No podía negar que era atractivo, pero lo conocía desde hacía tan sólo unos días. Todavía pensaba en Mel y en su declaración sincera... Aunque si lo meditaba bien, quizás no era tan sincera, ya me había engañado una vez, ya no podía confiar en él. De pronto recibí una llamada de teléfono y me sobresalté.