Lara me miró alzando los hombros, dejándome a mí la decisión de ir o declinar la oferta. Pensé durante un instante, hasta que vi la cara de Trevor. Parecía querer decirme que no lo dejara solo con su padre, o al menos yo lo interpreté así.

-Está bien, vayamos a comer algo -expresé en voz alta dándome cuenta del casi imperceptible suspiro del chico.

Salimos los cuatro de la comisaría de policía, cansados, hambrientos y con la sensación de que habíamos perdido todo un día de nuestra vida en vano. Dylan tenía el coche en el estacionamiento de un centro comercial. Nos adentramos en él para encontrar un restaurante abierto donde recuperarnos de la experiencia. Dylan caminaba junto a mí, Trevor lo hacía al lado de Lara, justo detrás de nosotros. Íbamos en silencio, cada uno de nosotros sumido en sus propios pensamientos.

-¿Qué os apetece cenar? -preguntó Dylan sobresaltándome-. Conozco una brasería que tienen buena carne y además la cocinan muy bien. Si no os apetece también podemos ir a un restaurante italiano.

Trevor se inclinó por la brasería y Lara le apoyó, por lo que yo también voté por comer allí, pese a que resultaba un restaurante bastante caro.

-¡Vamos! Espero que podamos cenar todavía, este sitio se llena todos lo días y es difícil encontrar sitio.

Al ser las siete de la tarde tuvimos suerte y tenían mesas libres.

Sentada frente a Dylan, con Trevor a mi lado, me sentía incómoda sin saber la razón. Los ojos de aquel hombre escrutaban mi rostro intentando descifrar mi pensamiento, me sentía observada y al mismo tiempo no podía dejar de mirar sus rasgos y el movimiento de sus manos al hablar. Lara dirigía la conversación hacia temas vanales que no pudieran generar conflicto y que nos permitieran comer relajados, pero yo estaba muy tensa y, aunque traté de concentrarme en la comida, no podía dejar de pensar en aquellos ojos azules que no dejaban de mirarme. Tras el postre conseguí relajarme un poco y conversé con Trevor, bajo la atenta mirada de Lara y su padre, que no perdieron detalle de la conversación.

-Trevor, mañana vendrás a clase con normalidad, pero no quiero que te quedes solo con ningún alumno. No podemos permitir que vuelva a suceder algo como esto nunca más.

-De acuerdo, profe, de todas maneras no tengo ningún amigo todavía...

-He decidido crear grupos y parejas de trabajo, te puse con Gina en nuestra próxima clase, espero que te parezca bien, si no crees que funcione puedes decírmelo, en estas circunstancias puedo tomar en cuenta tu opinión para ponerte con alguien con el que te puedas sentir cómodo -expliqué mientras iba observando su reaccción a mis palabras-. Ella creo que será una buena influencia para ti.

-Estoy de acuerdo, Gina me cae bien, creo que podré hacer el trabajo con ella -respondió mientras se miraba las manos, intentando ocultar un ligero rubor que, podía deberse al hecho de que le gustara Gina o al escrutinio que su padre estaba haciendo de sus reacciones.

Buenas, pajarillos, más alpiste para Zara, revolotead por este capítulo.