CAPÍTULO 30
Mientras Trevor entraba a declarar se hizo un tenso silencio entre los tres. Me preocupaba todo lo que había ocurrido, Lara también estaba afectada, pero Dylan, en cambio, permanecía tranquilo en su asiento. Mi expresión cambió en cuanto me di cuenta de que aquel hombre no se había alterado ni una milésima parte de lo que lo estábamos Lara y yo. Era su hijo el que había estado encerrado en un cuarto de limpieza, toda la noche y el día anterior. Yo no tenía ninguno, pero sólo imaginarlo tenía claro que, si fuese mío, ya estaría poniendo el grito en el cielo para que se investigara lo ocurrido y expulsaran al culpable de todo.
Una incontrolable ira se apoderó de mí en aquellos momentos e, incapaz de quedarme quieta, me levanté de mi asiento comenzando a andar de un lado para otro. Lara me miró confundida.
-¿Qué te ocurre, Zara? -preguntó preocupada al verme resoplar y frotarme las manos.
-¡Nada! ¡no me ocurre nada! Sólo estoy preocupada por lo que ha ocurrido. No como otros -Exploté mirando en dirección a Dylan, que en aquel momento alzó la mirada hacia mí.
-No tengo la intención de caer en su provocación -contestó con voz calmada, exasperándome todavía más.
-¡¿Es que no tienes sangre en las venas?! -exclamé fuera de mí. Los nervios contenidos durante todo el día estaban exteriorizándose en forma de ataque indiscriminado contra él.
-Zara, deberías calmarte, cada persona tiene su manera de gestionar la tensión y los problemas -comentó Lara con voz suave, tratando de tranquilizar mis ánimos.
-¡No puedo calmarme! Trevor ha pasado todo el día de ayer encerrado en un cuartucho y su padre está tan tranquilo...
-¡No sabes cómo estoy yo! -Habló, alzando la voz por vez primera- ¡Deja de creer que nos conoces porque no sabes nada de nosotros!
La tensión se podía cortar con un cuchillo cuando lo miré a los ojos de forma directa. Lo que pude observar en ellos me dejó sin aliento, ya que un asomo de culpa aparecía en ellos. Al mismo tiempo podía leerse en su expresión una ira retenida que dejaba traslucir un carácter fuerte y una determinación implacable. Me había equivocado, no es que no tuviera sangre, sino que tenía un autocontrol brutal de sus sentimientos.
El rubor subió a mis mejillas, me quedé sin palabras mirándole y, en última instancia, musité un «lo siento» que sólo mereció un gesto de desprecio por su parte. Se instaló el silencio, sólo roto por el sonido de las máquinas expendedoras y alguna conversación que podía escucharse en la sala contigua.
-Zara, ¿podrías acompañarme fuera por favor? -preguntó Lara, incorporándose y acercándose a mí- Necesito hablar contigo un momento.
La observé y me di cuenta de que la situación entre Dylan y yo había afectado a mi compañera de trabajo. Estaba preocupada y decidí ir con ella para intentar tranquilizarla. Cuando llegamos a un lugar más discreto donde no nos podía escuchar nadie, me preguntó a bocajarro:
-¿Qué es lo que ocurre entre tú y Dylan? En ocasiones diría que os queréis comer con la mirada, pero otras veces, como ahora, os queréis matar...
Pajarillos, esto se pone interesante...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro