CAPÍTULO 26
Mel se giró en mi dirección hablándome a gritos.
—¡Perdóname, Zara, te juro que estoy arrepentido! ¡Te quiero! —exclamó, caminando calle abajo, de espaldas para no dejar de mirarme.
Con la respiración entrecortada, las lágrimas a punto de escapar de mis ojos y temblando como una hoja, lo vi alejarse.
Lara regresó a mi lado tras asegurarse de que Mel desaparecía en dirección al metro. Me abrazó y el caudal de emociones contenidas explotó.
—Estás temblando, ven, te acompaño arriba y me quedo contigo un rato —susurró en mi oído, empujándome con suavidad hacia el interior del edificio.
Una vez dentro de casa toda la tensión acumulada durante el día escapó de mi control. Lloré, abrazada a Lara, que me hablaba en voz baja intentando consolarme.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, quizás una hora, tal vez más.
Cuando conseguí calmarme le expliqué lo sucedido. Me escuchó en silencio, con una taza de café entre las manos. Desgrané los sentimientos que me asolaron al ver a Mel con otra. Eso me ayudó a poner en orden mis ideas, ya que la escena vivida en la calle había despertado la necesidad de tenerle junto a mí.
Me habían llegado al alma sus palabras, porque sonaron sinceras por una vez. Mas la sombra de su infidelidad marcaba un punto y aparte en nuestra relación. No sabía si algún día recuperaría la confianza en él.
—Es muy tarde, vuelve a casa —comenté al ver la hora en el reloj.
—¿Estarás bien? —inquirió preocupada— puedo quedarme un rato más contigo.
—No te preocupes por mí, estoy mejor —la tranquilicé—. A mi me preocupa ahora que andes de noche por la calle, sola —Dije, pensando en una posible solución que surgió de inmediato— ¿Quieres quedarte a dormir en mi casa? Tengo dos camas.
Lara me miró durante unos momentos, como si estuviera evaluando mi proposición, después contestó
—Me quedo, creo que no estás tan bien como quieres aparentar y no me gusta la idea de dejarte aquí sola —y añadió—. Además temo que mañana vuelva tu ex y te persiga y atormente.
En el fondo yo también pensaba que al día siguiente volvería a aparecer Mel. Lo conocía lo suficiente como para saber que no se rendiría tan fácil.
Preparamos la cama para ella y le dejé prestado un pijama. Después, como dos niñas traviesas, nos sentamos a conversar de nuevo, pero esta vez de temas más divertidos.
—¿Tienes pareja, Lara? —pregunté por curiosidad—. Hemos estado hablando todo el tiempo de mí, y no sé nada de ti.
—Tenía pareja hasta hace dos meses. Nos separamos de mutuo acuerdo porque no teníamos proyectos de vida en común y yo tenía metas que mi pareja no estaba dispuesta a aceptar. Supongo que no era la persona adecuada para mí.
—Lo siento —musité arrepentida por mi indiscrección— No quería traerte malos recuerdos.
—No te preocupes, ya lo superé, ella siguió su camino y yo continúo con mi vida —comentó dejándome sorprendida —Espero que mis inclinaciones sexuales no sean un inconveniente para nuestra relación.
¡Un capítulo intenso que nos deja una una duda! ¿Qué opinará Zara sobre su amiga tras la confesión? Mañana saldremos de dudas, pajarillos inquietos.
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