Los brazos de Dylan rodearon mi cintura, provocando un cosquilleo en mi interior. Mientras tanto, alcé mis manos para sujetarme en sus amplios hombros y terminé con ellas en su cuello. Por un momento me arrepentí de haber propuesto ese baile, la balada que sonaba en esos momentos explicaba una ruptura sentimental que, sin poder evitarlo, me recordó a Mel y su traición. No quería llorar, no era el momento ni el lugar y Dylan no era la persona que debía verme así. Para controlar mis emociones desbordadas apoyé mi cabeza en su pecho y de forma instintiva cerré los ojos al notar una ligera caricia en mi espalda.

La calma que sentí en un principio se transformó en seguida en un huracán de sensaciones. Mi cuerpo despertó ante el contacto de sus dedos y al escuchar su corazón acelerado a la par del mío. Otras partes de su anatomía también se hicieron notar, provocando un intenso deseo. Sin embargo estábamos allí por Trevor, así que traté de ignorar los gritos de mi cuerpo.

Hacía más de dos meses desde que Mel y yo habíamos hecho el amor la última vez. La distancia entre nosotros, tanto física como sentimental, nos había ido alejando. Yo me sentía culpable por ello, quizás no valía la pena venir a ejercer de profesora de instituto si había perdido a mi primer amor.

Abrí de golpe los ojos al escuchar la voz ronca de Dylan...

—Ya se dirige hacia la puerta, ¡vamos! —susurró en mi oído, mandando oleadas de deseo a mi cuerpo.

—Vamos —murmuré separándome de su cuerpo e intentando controlar la respiración.

Nuestros ojos se encontraron y mandaron señales que ambos ignoramos. De la mano, para no extraviarnos, fuimos tras el fugitivo. Trevor tenía mucha más facilidad que nosotros para moverse entre tanta gente, pero tras varios empujones y codazos nos abrimos paso. Al salir el frío me tocó de lleno, eran las once de la noche, ya debería estar en mi casa durmiendo y, en cambio, seguía en la calle junto a aquel gigante persiguiendo a su hijo.

—Creo que a partir de aquí ya es cosa tuya —comenté mientras aún me agarraba de la mano.

—Está bien —respondió soltándome—. Te agradezco la ayuda y espero no haberte causado muchas molestias.

—No te preocupes, lo importante es que ya has encontrado a Trevor y ahora tendrás que hablar con él —dije alejándome hacia el metro.

Mientras me marchaba estuve tentada de girarme para verlo una vez más, aunque me resistí a ello.

Cuando logré sentarme en el vagón, mi mente se puso a discurrir sobre lo que había sucedido aquella tarde. Me di cuenta de que había acabado tuteando a Dylan sin darme cuenta. Toda la tensión hasta encontrar a Trevor me acercó a él y la atracción que sentí mientras bailaba conmigo era producto de mi soledad. Me dije que no debía darle vueltas al asunto pues acababa de salir herida de mi primera relación seria. No estaba en condiciones de analizar nada. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, pero ahora no se trataba de ningún hombre, estaba sintiendo cómo me subía la fiebre...

¡Un huracán de sensaciones! ¿Qué debería hacer Zara? la atracción que ha sentido por Dylan quizás se deba a que está sensible y se siente sola... No os perdáis el próximo capítulo, pajarillos.