Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: El traidor y el centro del valle.


Cuando todos estaban en un letargo a medias, Zuleima, debido a que había perdido la sensación de cansancio había permanecido despierta. Mientras veía todo el lugar, pensó en lo extraña que era esta visita. Conocer a autores que había leído o escuchado de ellos en el pasado.

A la par que notaba el cielo oscuro, pensó en La llamada de Cthulhu. Ese cuento, aunque muy conocido, era sumamente fácil de demeritar. Mucha gente que empezaba a leer un poco de terror o cosas del estilo empezaban con Poe, o en el caso de ser mas exquisitos, leían a Lovecraft.

Recuerda cuando leyó cosas como El horror de Dunwich, El que murmura en las tinieblas, En las montañas de la locura y otros tantos más. Después de lo que había visto, probablemente leerlo era una sensación distinta que vivirlo. Sin embargo, eso le causaba más temor.

Todo lo que había empezado a experimentar daba para que una criatura de tales capacidades fuera a manifestarse de forma material sobre su cabeza. La mera idea de una criatura Lovecraftiana que no fuera una metáfora o una fantasía era menos descabellada que esperar sentirse vivo si no se consumía drogas, o al menos, así era en su mundo.

Metida en sus pensamientos, un ruido anormal la alarmó. Miró hacia donde había entrado en el campamento. Se acercó para observar un poco y vio a Dumas hablando con algo que parecía ser un conductor en un carruaje. En realidad, eran dos. Ambos estaban cubiertos con capuchas. Dumas les decía cosas y a cambio, ellos le dieron a Dumas lo que parecía ser un saco con algo de monedas.

Zuleima, con algo de circunstancia y temor, más bien, de precaución, miró como Dumas volvía a donde todos estaban, pensando que nadie lo había visto.

Al llegar, mirando detenidamente a todos, Dumas se dio cuenta que Zuleima lo veía desde las lejanías. Cuando se dio cuenta, se estremeció, pegó un grito, pero nada sirvió.

-Parece que D'Artagnan no es tan noble que digamos, a menos que trabajes para Milady de Winter.

-Por favor – Dijo Dumas – No tengo con que irme al más allá.

-De todas formas, no tendrás que llevarte nada, Dumas – Dijo una voz lúgubre en las sombras; era Howard.

- ¿Quiénes eran a los que les dirigías la palabra?

Dumas y Zuleima, junto a los ya levantados literatos, escucharon un sonido un tanto peculiar, más bien monstruoso y sórdido en las lejanías. No era fácil describir que clase de rugido era, aunque era eso, no se sabía de qué criatura venía. Parecía ser de un elefante bebé en las lejanías, con una distorsión al final y con un poco de dolor en sus quejidos. El melodioso y caótico cantico venido de las zonas más lejanas del bosque se hacía cada vez más mortífero.

-Miren – Dijo Ernest, apuntando hacia arriba y haciendo que todos voltearan. El cielo cambiaba de color y algunas gotas de agua descendían lentamente hacia el campamento en el que se encontraban.

-No nos importa que hayas hecho, Dumas. Solo tienes que venir con nosotros – Dijo John.

-No es eso... fue un trato horrible... en verdad... lo siento...

De la oscuridad, un par de criaturas en lo que parecían ser capuchas emergieron de los arbustos del bosque. En sus túnicas oscuras y trapos viejos que los cubrían cual capa.

Zuleima corrió hacia ellos para poder evitar que hicieran algo, sin embargo una de las criaturas fue un tanto más veloz, dándole un golpe en el rostro que la dejó tendida en el suelo.

En el centro de su cuerpo, como si fuera una aspiradora, había una corriente fuerte de aire que se llevaba a las almas, al igual que Zuleima. Entre todas las almas que se llevó, junto a la de todos los literatos, también estaba la del traidor, Dumas.

Mientras se reponía, Zuleima había perdido varias de las almas de los literatos y David, desesperado, quería escapar.

Intentaron llevarse a David, no obstante, Zuleima lo detuvo, lanzándoles una piedra en la cabeza a ambas criaturas, evitando que ambas, cualquiera de las dos, atacara a David.

-Escapa, David – Dijo Zuleima.

-Pero...

- ¡Escapa, maldita sea! ¡No lo repetiré dos veces!

-Pero no me conoces.

-Con más razón, porque si te conociera, probablemente te dejaría a merced de ellos, ahora largo.

David se fue lentamente de allí, para después emprender un paso más veloz.

En el instante que Zuleima se dio la vuelta, miró a las dos criaturas, sin sus harapos mal logrados. Tenían una cabeza similar a la de un perro, pero sin orejas y con el hocico rojo y lleno de sangre, emergiendo y saliendo de la piel, viéndose desprendido. Sus garras y sus patas también se habían desprendido de su cuerpo y su pecho, que ahora no era si no una recamara con una piel que le colgaba, tenía lo mismo que ella tenía en su pecho, solo que a la intemperie.

Rugiendo como lo había oído antes, una de las criaturas se abalanzó hacia ella. Rápidamente se hizo hacia un lado para evitar ser dañada, cosa que no logró. La criatura la tomó por la pierna y como si fuera un martillo, empezó a golpear los árboles duros y el suelo repleto de troncos con la cabeza de Zuleima. Después de unos cuantos golpes, lanzó a Zuleima al suelo.

- ¿Qu...qu... que son esas cosas?

-Son los mercaderes, Zuleima. Tu fisiología y la de ellos no es tan diferente. Sin embargo, si te interesa volver al mundo humano, deberás pasar sobre ellos y salir del limbo.

-No... no... – Empezó a resurgir del suelo, y tomando impulso Zuleima sacó sus garras de sus dedos, escupiendo un poco de saliva hacia el suelo, dándose cuenta de que las criaturas se habían alejado y la habían visto, con brutalidad bestial – No me lo tienes que repetir.

Las criaturas empezaron a correr hacia ella, ahora en par. Sin embargo Zuleima estaba preparada, o más bien sentía la desesperación de ir hacia el mundo humano y se vio motivada. Corrió hacia las criaturas, con furor, teniendo sus garras a sus lados.

Corría con las manos detrás, y a un instante de chocar con una de las criaturas, tomó impulso y con la mano filosa, rasgó el hocico del primer mercader. El segundo corrió tras de ella, rasgando la espalda de Zuleima, dejando una enorme cicatriz.

-Maldita sea – Dijo Zuleima furiosa – Eso no fue para nada agradable.

La criatura a quien le había rasguñado su hocico se había hecho para atrás y Zuleima aprovechó su debilidad para seguir rasguñando el resto de su cuerpo con la misma fuerza y brutalidad de una fiera. De lado a lado, como si golpeara al aire, Zuleima cortaba, trozo por trozo, el pecho de la criatura, hasta entrar a la cavidad del pecho, donde metió sus manos y de ella, arrancó la boca mórbida que absorbía las almas de los pobres diablos. Dejándolo adolorido y con alaridos, la otra criatura, cuya atención volvió hacia Zuleima, corrió hacia ella para devorarla, sin esperarse que Zuleima iba a tomar a la otra criatura como un escudo.

Cuando la criatura viva corrió y se abalanzó hacia ella, puso el cadáver de la otra criatura y las garras quedaron completamente atascadas en el pecho vacío.

Y viendo lo indefenso de la criatura, que no podía moverse, Zuleima empezó a rasguñar brutalmente a la criatura, lo hacía cada vez más rápido y empezaba a gritar con fervor mientras la carne se iba desprendiendo y volaba de la criatura, la cual empezó a perderse, no sin antes Zuleima tomarlo de la mandíbula y partiendo su cabeza desde allí, arrancando el maxilar superior con su cerebro y dejando su maxilar inferior con su cuello.

Con ambas criaturas muertas y destrozadas, dos almas emergieron de los cadáveres.

-Debes comer – Dijo la voz espectral.

Zuleima abrió la cavidad de su pecho y tan rápido como la boca de allí se abrió, las almas fueron absorbidas por Zuleima.

-Ahora, sigue – Dijo la voz.

- ¿Qué debo hacer?

-Debes de seguir a David, pero evitar que sea llevado por el torbellino.

- ¿Qué ocurre con ello? Las almas de los escritores dijeron que era lo mejor para ellos.

-No es tan simple como crees, Zuleima. Sabemos que es un vórtice hacia arriba. Sin embargo, lo que puede ser una tierra prometida, también puede ser un camino hacia la tortura para los pobres desdichados que tomaron la prematura y algo precoz elección de viajar a su lejanía del mundo espectral; quien niega su realidad, encuentra lugares más aborrecibles.

- ¿Y como puedo convencer a David de que lo que dices es real? – Preguntó Zuleima – Dudo que sea sumamente crédulo.

-No podrá creerle a una voz sin sentido ni razón como la mía, puesto a que tanto él como yo somos de la misma estirpe de criaturas del alma. En cambio, tu eres un poco más cercana a él. Puede creerte más fácilmente.

-Solo me conoce por unos minutos.

-Solo intenta hablar con él, Zuleima. No es complicado.

-Lo intentaré... pero no prometo nada...

Zuleima corrió hacia donde David se había dirigido.

Saliendo del bosque que mantenía ocultos a quienes se mantuvieran allí, sin mostrar una sola pizca del sol emergente.

Cuando se encontró con una pendiente que descendía a lo que parecía ser un montículo de arena, pensó un poco en como podría encontrar a David, el cual misteriosamente pudo notar en las lejanías del bosque, cercano a la montaña de arena.

Junto a otras almas, hacían fila para esperar lo inevitable; la tierra prometida de los espectros.

Zuleima no pudo evitar correr hacia donde estaban las almas, derrapando un poco contra las piedras, no sintiéndolas pero notando que su piel, con un exoesqueleto, se rasguñaba lentamente.

-Maldita sea – Dijo Zuleima al notar los daños de su cuerpo.

-Tranquila... tu cuerpo se regenerará – Dijo la voz espectral.

-Cierto – Zuleima corrió hacia la fila de almas, gritando - ¡David! ¡David!

No pasó mucho tiempo hasta que encontró a David en la fila de las almas.

-Oye, tu no puedes estar aquí – Dijo una de las almas - ¿Piensas devorarnos pobre criatura?

-Oiga, déjela en paz – Dijo David - ¿Qué haces aquí Zuleima?

-Alguien me ha advertido que este es un lugar peligroso.

- ¿Qué? – Preguntó David retóricamente.

-Si, todos ustedes corren un grave peligro. Deben largarse de aquí lo más rápido posible.

- ¿Qué nos asegura que no quieres devorarnos? – Dijo un alma con forma de una anciana, desolada, desamparada y con un rostro horrible.

-Deben de creerme – Dijo Zuleima.

-Largo de aquí, oportunista.

-Deben de irse ¡Ya!

-Miren – Dijo una de las almas, con forma de adulto delgado, llamando la atención de todos – El vórtice se abre.

-Maldita sea – Dijo Zuleima.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro