Capítulo 17: Callejón de mierda.
Pasaron varias horas, todo parecía verse normal hasta ese entonces. Minerva se divertía con Stan, ambos se veían más como una relación entre padre e hija, que le hacía sentir melancolía a Zuleima.
Todavía recuerda aquellos momentos con su padre. No parecía que fueran a desaparecer y no era lo que ella deseara.
Miraba a Minerva, ser cargada por Stan y corriendo por toda la sala. Le recuerda mucho cuando su padre se había quedado en casa, para cuidar de ella, porque él se había enfermado de gripe, al igual que Zuly.
Sin sentir miedo al contagio, ambos empezaron a jugar con figuras de acción, a dibujar personajes y a contar historias.
No lo había visto así; su padre había cuidado más de ella de lo que su madre lo había hecho.
La razón por la que había llegado allí fue por la tristeza de la perdida de su madre; pero ahora esa tristeza, si bien era entendible, no ameritaba ser la causa de todo lo que vivió en aquel sitio de ultratumba.
De todas formas, no todo había sido malo. Conoció a David, tiene contactos con una súcubo y de paso pudo ver como una niña sin piernas era cargada y se veía feliz con un hombre que había sido torturado con la tristeza y melancólica desgracia de su propia mente y pasado.
- ¡Mira Zuly! – Gritaba y reía Minerva - ¡Mira como vuelo!
-Que niña tan linda eres – Dijo Stan atrapándola y girando con ella.
-Hmm – Rio Zuleima.
- ¿Qué ocurre Zuly? – Preguntó Minerva.
-No es nada – Dijo Zuleima con un tembleque en la voz.
De repente, una lagrima se derramó en la mejilla de Zuleima.
- ¿Estás triste? – Preguntó Minerva.
-No – Dijo Zuleima limpiándose la lagrima – Es solo que...
-Zuleima – Dijo una voz. Una voz que Zuleima no había escuchado en varios días, o tal vez minutos. Quien sabe cuánto tiempo.
- ¿Quién dijo eso? – Se preguntó Zuleima.
-Soy yo Zuleima – Dijo la voz de nueva cuenta.
-Has vuelto... ¿Qué ha ocurrido?
-Zuleima – Dijo la voz – Debes de ir rápidamente al circulo de los iracundos. El último circulo.
- ¿Por qué? – Preguntó Zuleima.
-En unas horas, ese circulo no dejará pasar a los de tu especie – Dijo la voz.
- ¿A los de mi especie?
-Has olvidado por completo tu labor como segadora de almas.
- ¿Qué labor tenía yo?
-Solo debes de seguir el camino hacia ese circulo y así podrás entenderme mejor.
-Pero... Está bien... si tu lo dices. Ya nos debemos ir, Minerva.
-No puede ir contigo.
- ¿Qué? – Dijo Zuleima algo asustada - ¿Por qué?
-Ella es un ser débil, frágil y merece cuidado. No puede meterse en nuestros asuntos.
- ¿Por qué?
-Solo tienes que entenderlo. Ve sola.
Zuleima pensó un poco en las palabras que la voz le estaba diciendo, no sintiéndose convencida de ello. No podía dejar a la pequeña Minerva allí, con alguien que apenas había conocido. Sin embargo, no había alguien más a quien encargarle a la pequeña; mucho menos alguien con el cariño que Stan mostraba.
-Está bien – Dijo Zuleima – Minerva.
Zuleima volteó hacia donde estaba Minerva, para poder hablar con ella.
-Escucha Minerva – Dijo Zuleima – Voy a irme por un tiempo.
- ¿Por qué?
-No puedo decirlo... pero prometo que volveré en cuanto termine. Mientras, Stan va a cuidar de ti. No tengas miedo. Estás en buenas manos.
-Pero Zuly – Dijo Minerva.
-Es lo menos que puedo hacer ahora, Minerva.
-Bueno – Dijo Minerva algo triste.
-No estes triste Minerva – Dijo Zuleima – Voy a volver. Lo prometo.
-No estoy triste... ¿Qué pasará contigo?
-No lo sé Minerva – Decía Zuleima, más sinceramente que nunca – No lo sé.
Zuleima se levantó, tomó su bata y miró a los ojos a Stan, quien veía con miedo a Zuleima, aunque era más respeto que otra cosa, que temor sincero.
-Espero volver pronto y encontrarla a salvo. Por cierto ¿Sabes como salir de este círculo?
-Claro – Dijo nervioso Stan – Debes de poner un boleto rojo en el centro de la planicie de metal, de allá afuera.
Zuleima fue hacia la puerta, mientras escuchaba a Stan.
-Gracias por cuidarla – Dijo Zuleima a Stan – Te veré luego, Minerva.
Zuleima salió del castillo y fue hacia el centro de la planicie de plata, la cual tenía partes irregulares. No quería pensar mucho en ello y solamente tomó el boleto y lo puso en el suelo, como lo había hecho antes en el limbo y en el círculo de la lujuria.
Cuando el boleto regresó a ella, desde el suelo, Zuleima vio como un vórtice se abría en el suelo. Este no era como los anteriores, si no que se veía de un tono de color brillante. No era como los vórtices de arena que había visto antes. Este era de una magnitud diferente. Le producía sensaciones indescriptiblemente nuevas.
Dejándose llevar, Zuleima volvió a meterse en el vórtice. No obstante, la reacción fue diferente.
Al momento que su pie tocó aquel portal en el suelo, esta pudo sentir como caía de forma veloz en lo que era un lugar con mucho espacio. Su cuerpo no pudo dejar de notarlo.
No obstante, sus ojos fueron los últimos en ver lo que ocurría. En el preciso instante que el pie de Zuleima tocó el portal, sus ojos fueron cegados por una luz brillante.
Solo pasaron unos segundos hasta que pudo notar que se encontraba en lo que podía llamar un "túnel"
Había demasiada luz en él y caía lentamente mientras objetos de otras características, jamás antes vistos, pasaban a lado de ella.
Era increíble mirar todo desde una vista tan cercana y de algún modo, era mejor al saber que podía tocarlas. No lo intentó, pero era una posibilidad.
De la nada, su mirada volvió a ser deslumbrada por una luz, la cual no pudo controlar. Con inmediatez, cubrió su mirada con sus brazos.
***
Al momento que su mirada pudo verse más exacta, notó que estaba o había caído a un lugar que tenía un hedor repulsivo.
-Oye – Le dijo alguien, a la par que intentaba recuperar la vista - ¿Acaso te vas a perder de esta pelea?
- ¿Qué? – Dijo Zuleima, viendo como un sujeto con barba larga, mirada enfermiza y demencial, con un rostro desfigurado, le llamaba la atención.
Zuleima, desde las sombras, o lo que parecían las sombras, se había encontrado a ella misma en un callejón, con paredes de ladrillo, repletas de moho.
Sentía como su nariz era abrumada por hedores que muy pocas personas eran capaces de poder experimentar. Se mostraba incomoda en lo que era una realidad. Mirando multitud en frente de ella, decidió salir de las tinieblas.
Con asombro, Zuleima se dio cuenta que no había regresado a casa, y mucho menos. O tal vez era una de esas ilusiones en las que creería que había vuelto a casa, como el circulo de la lujuria y los primeros súcubos.
Mirando el cielo, era oscuro, había nubes y las estrellas se veían asediadas por las intensas nubes de humo contaminante que todo el lugar transpiraba.
Sin prestarle mucha atención, continuó con su paso entre la multitud, viendo la euforia más que exhibida en ellos; todos, amantes de lo que era "lo más deseado de la noche".
Parecía estar en un manicomio, en un callejón repleto de los más indeseables horrores del mundo real. No era algo que ella hubiera visto en su mundo, aunque podía sentirse identificada con ello.
Llegando al limite de la muchedumbre, Zuleima vio lo que veía la multitud. Arriba de ella, habían enormes televisores, los cuales mostraban peleas de todo tipo. Sangre, dientes y sudor emergían de cuerpos, que peleaban a muerte o simplemente por algún beneficio.
Mirando a su alrededor, la multitud se había formado en un círculo, el cual era limitado para no caer en un enorme precipicio, donde había más círculos en las paredes de abajo y varias jaulas flotando con cadenas, donde las peleas se llevaban a cabo. Era como ver un enorme pozo, o más bien, un barranco en forma circular, en donde varias criaturas de todos los tipos peleaban y destrozaban su ser por algo que no sabía Zuleima que era.
En una de las pantallas, se veía como una criatura con tentáculos en su cabeza, teniendo un cuerpo humanoide, era destrozado por lo que era un enorme gato, o más bien un lince, que había partido a la criatura en dos.
El publico gritaba, reía, se enojaba, lloraba y se emocionaba por toda la acción que veían.
Las luchas o peleas callejeras eran el reinado en aquel circulo. No se trataba de algo metafórico, o algo místico, si no algo más urbano, sucio e inmundo; algo emergente de la naturaleza humana.
-Oigan – Dijo el mismo enfermo que había llamado la atención de Zuleima – Ella quiere pelear.
- ¡¿Qué?! – Gritó Zuleima.
Toda la multitud había tomado a Zuleima por los brazos, para lanzarla al precipicio y así, ella peleara con lo que fuera que tuviera el placer de destrozarla.
- ¡Nunca quise...!
La multitud gritaba con fuerza "Pelea, pelea, pelea" mientras Zuleima no podía soportar la fuerza de la muchedumbre. Estos fueron más que ella y fue lanzada por la multitud.
Cayendo lentamente, Zuleima terminó estrellándose contra una de las redes de la jaula. Antes de levantarse, notó que la muchedumbre se había quedado con la bata que le había dado Nora.
- ¡Malditos hijos de perra! – Gritó Zuleima, estable encima de una jaula.
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