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Capitulo 13: Los cerberos contra Zuleima.

En el preciso instante en que Zuleima vio que los trillizos no andaban con juegos, sacó sus garras de sus manos.

Los primeros cerberos deformes corrieron hacia Zuleima, con un frenesí carnívoro.

El primero en correr hacia Zuleima fue fulminado por esta al instante, siendo partido a la mitad. Los que le siguieron fueron una enorme jauría. Para Zuleima uno no era un problema, sin embargo, varios sí que eran molestos e insufribles.

Mientras usaba su garra de su mano izquierda, la mano derecha la tenía en su hocico uno de los cerberos, con sus cuatro aperturas maxilares, el cerbero deforme encerró la mano de Zuleima en su hocico.

Tratando de sacarla, uno de los cerberos había mordido en el costado a Zuleima, quedando impregnado en su piel y causando un dolor, algo punzante.

No obstante, Zuleima, tomando al perro que tenía en su mano derecha como escudo, tomó fuerza con su otra mano para arrancar el cerbero de su costado.

La pelea era prácticamente injusta, ya que eran demasiados cerberos y a pesar de las habilidades de Zuleima, no era lo suficientemente rápido para poder actuar de forma instantánea.

En varias ocasiones los cerberos mordieron e intentaron arrancar trozos de la piel de Zuleima.

Cosa que no fue sencilla, Zuleima logró fulminar a la mayoría de los cerberos, aunque su cuerpo estaba lleno de marcas de los cerberos, sus dientes, sus rasguños y sus múltiples ataques. Pese a e todo lo sobrenatural que podía llegar a ser Zuleima, aun conservaba una debilidad humana; agotamiento.

Con algunos cerberos sobrantes y con las piernas tambaleantes, Zuleima no pudo si no ver a los trillizos, quienes reían de forma desmesurada.

- ¿Crees que podrás con nuestro ejercito de cerberos? – Dijo uno de los trillizos con un aire petulante.

-So-son-son-son... son unos... – Y antes de que Zuleima pudiera concretar la frase, sus piernas no pudieron sostenerla más y ella cayó al suelo. Allí, con su cuerpo pegado a la arena dulce, intentó desesperadamente levantarse con sus manos, las cuales eran monstruosamente pesadas para ella.

La carga de su cuerpo y las múltiples heridas, junto a el nulo consumo de almas, fueron algo severo para Zuleima.

- ¿Qué pasa Zuleima? – Preguntó uno de los trillizos - ¿No piensas rendirte tan fácilmente verdad?

-No... no busco hacerlo – Dijo débilmente Zuleima.

- ¿Cómo? – Dijo uno de los trillizos acercándose a ella lentamente - ¿No es que quieres seguir, o sí?

-De... de hecho,

-Vamos – Dijo el trillizo cerca de ella – No pienso dejar que te rindas. Tenemos ejércitos enteros, un pelotón de cerberos, listos para descuartizarte en cualquier momento y como sea necesario. No creas que te será sencillo a ti y a nadie salir de esta. El trabajoso proceso te dejará agobiada y no habrá nada que puedas hacer ¿No eres muy lista, verdad?

-Al parecer tu tampoco – Dijo Zuleima.

- ¿Qué? – El trillizo se mostró confundido, pero solo fueron unos segundos antes de que Zuleima, tomándolo por su pierna, abrió su pecho y dejó que la boca del pecho se comiera a uno de los trillizos. Viendo que había cometido un error, quería escapar, siendo la boca más rápido y devorándolo por completo; los gritos de auxilio y desesperación, se desvanecieron cuando Zuleima cerró su pecho.

Uno de los cascos quedó abandonado y Zuleima, con más fuerzas, se levantó de la arena azucarada y presurosa, con el golpe de su bota, pulverizó el casco.

Los gemelos que quedaban quedaron asombrados, a pesar de lo insoslayable de la situación, no lo habían previsto y se asustaron de ello.

Con más fuerza, Zuleima no tuvo mayor remedio que correr hacia los gemelos.

- ¡Cerberos! – Dijo uno de los dos gemelos.

Una nueva jauría de animales enfurecidos, con mucosidad saliendo de sus cuatro maxilares, fueron desesperadamente hacia Zuleima, de forma apresurada.

Todos ellos estaban controlados por los gemelos quienes no pudieron soportar la muerte de su hermano y fueron furiosos en su ataque, rebasando cualquier lógica de calma y siendo más sensibles que estratégicos.

Zuleima notó esto y decidió usarlo a su favor, insultando de forma cómica, con cierto tinte de humor negro y con pocos escrúpulos, al muerto.

-Oigan – Dijo Zuleima – Su hermano hubiera sido más inteligente de lo que ustedes son ahora.

- ¿Qué te crees tu? – Dijo uno de los gemelos – Pero si lo has matado.

-Bueno, es que era nutritivo – Dijo Zuleima mientras atacaba a un par de cerberos – Además, ustedes que podían ofrecer ¿Eh?

-No puedes burlarte así de nosotros.

-No puedo ¿Puedo de su hermano? – Dijo Zuleima, riendo un poco al final - ¡Oh! No se porqué les pido permiso si eso es a su hermano... Ahhh, está muerto, lo había olvidado.

-Eso no es divertido, Zuleima.

-Pero a tu hermano le hubiera parecido muy gracioso.

-Déjalo en paz.

- ¿Por qué? Ya está muerto, idiotas.

Ambos hermanos enfurecidos, atacaron con todo lo que pudieron a Zuleima. Mientras más su corazón se destrozaba por la muerte de su hermano, más colérico se volvían, no midiendo sus ataques y mandando a toda su camaradería hacia Zuleima.

-Por favor – Dijo Zuleima alejándose de los cerberos - ¿Podrían tener una mejor estrategia?

- ¿Qué demonios intentas ha...?

Antes de que el gemelo terminara la frase, fue arrastrado por la boca del pecho de Zuleima, intentando agarrarse de su hermano, quien no tenía mucha fuerza y lo dejó escaparse.

-Bien – Dijo Zuleima tras comerse al segundo hermano, destrozar el casco con su bota y apuntar al ultimo de los trillizos – Ahora te toca a ti.

- ¡Ay! – Dijo el hermano solitario quitándose el casco y arrodillándose - ¡No me haga nada por favor! Solo hice lo que ellos me dijeron.

-No es tan convincente tu mentira – Dijo Zuleima – No te vi muy a la defensiva después de que se pusieran los cascos.

- ¡En serio! ¡Créeme! – Dijo el hermano solitario.

-Lo siento – Dijo Zuleima abriendo su pecho – No te creo.

El alma sobrante estaba siendo arrastrada por la boca de Zuleima, pero antes de llegar, agarrando algunos cables del casco, los cuales sacaban chispas, puso la corriente eléctrica al contacto con la boca traga almas de Zuleima, haciendo que ella retrocediera.

Tomando su pecho por ambas manos, como si de un dolor del corazón se tratase, se cayó de espaldas y empezó a escupir un liquido negro, parecido a sangre.

-No me creías y pensabas comerme – El alma empezó a pisar y golpear a Zuleima.

Esta escupía, tosiendo, más de ese liquido oscuro.

-No eres capaz de creer en nadie ni en nada – Dijo el alma, asustada y furiosa – Yo no quería hacerte esto. No quería en lo más mínimo ¡No quería, maldita sea!

Siguió golpeando a Zuleima en todo su cuerpo, tembloroso y con sangre en su cuello y boca.

- ¿Qué demonios le ocurre a toda la gente? – Dijo el hermano solitario – Jamás confían en mí, jamás me han dejado florecer. Solo quieren que sea normal, que sea un mediocre que posterga todo para un tiempo que no le sea incomodo a nadie.

Zuleima empezó a tener convulsiones, sus manos, sus piernas y su cabeza temblaban compulsivamente.

- ¿Acaso tu también vas a ser así? – Dijo el hermano.

-N-N-No-no-no-no-no – Dijo Zuleima con un poco de fuerza y temblando -Pe-pe-pe-pero...

Zuleima abrió su pecho, con fuerza, y arrastró al alma hacia ella. Viendo que volvía a ocurrir lo mismo, el gemelo iba a electrocutar de nueva cuenta a Zuleima, quien le quitó el casco de un solo golpe en la cabeza y, quedando indefenso, Zuleima termino de devorar al gemelo.

Con suma furia en su ser y con su pecho adolorido, Zuleima se levantó del suelo y destrozó el casco con su propio pie.

Tras ello, como si se tratase de una conquista, aunque era por el apabullante mal estar en su pecho, Zuleima gritó de victoria y dolor.

Sin fuerzas, Zuleima se dejó caer en la arena dulce. Sintiendo como todo se desvanecía.

***

- ¿Hora de muerte? – Dijo un oficial de policía.

-3:30 am – Respondió otro oficial.

- ¿Causa de la muerte?

-Golpe en la cabeza.

- ¿Sexo de la víctima?

-Femenino.

- ¿Sexo del verdugo?

-Masculino.

- ¿Vínculo entre ambas partes?

-Esposos, padres de familia.

- ¿Dónde están los hijos?

-En realidad es solo una niña.

- ¿Cuántos años?

-Seis años.

- ¿Cuál es su nombre?

El oficial de las respuestas buscó entre sus papeles el archivo con aquel nombre de la pequeña.

-Zuleima Githzel.

- ¿Es latina?

-Solo sus nombres. Ella es estadounidense.

- ¿Qué debemos hacer con ella?

-No tenemos porque preocuparnos. El padre de la iglesia de San Marcos va a venir por ella.

- ¿Cuándo?

-No estoy seguro. Tuvo una pelea con una familia que estaba intentando vender arboles navideños. Quizá sea más tarde.

-Pobre pequeña – Dijo el oficial con sus documentos en mano y acomodándolos para guardarlos.

- ¿Qué ocurre?

-No lo sé, Garrell – Dijo el oficial de los documentos – Vi a la niña y tiene varios golpes en su cara. Sus mejillas están sucias y no parece que haya comido bien en mucho tiempo. Siento algo de pena.

-No te preocupes por ello, Jonathan.

-Debo que... – El oficial salió de su despacho para ir por la niña, quien esperaba en la sala de espera con otras personas.

-Ey – Dijo el oficial – Niña.

Zuleima vio rápidamente al oficial.

- ¿Cómo estás? – Dijo Jonathan.

-Bi-bi-bien – Dijo la pequeña Zuleima.

-Oye. No debería estar aquí – Dijo Jonathan - ¿Qué te parece si vamos a comer algo?

La pequeña Zuleima se asustó un poco por la amabilidad del oficial, quien la veía con ternura.

-Oye – Dijo alguien atrás de él – No asustes a la pequeña, maldito cerdo.

Dándose la vuelta, el oficial se encontró con un hombre, un sujeto familiar.

-Eres tú Charlie – Dijo el oficial riendo y chocando las manos.

-Pasaba por aquí y quería visitar a mi viejo amigo – Dijo Charlie - ¿Y quién es esta pequeña?

-Es una niña que tiene unos padres... complicados...

- ¿En serio? – Preguntó Charlie - ¿En dónde están?

-EL padre está en la celda.

-Ah – Dijo Charlie - La madre también, ¿no?

Jonathan hizo un corte en su cuello con su dedo para decir que había muerto.

-Oh... ¿Fue el marido?

-Si...

-Bueno – Dijo Charlie – Ya que estás en tu descanso, eso creo ¿Por qué no vamos por unas hamburguesas?

-No puedo dejar aquí sola a la niña – Dijo Jonathan.

-No te preocupes. Puedes llevarla con nosotros. Digo. Si no te molesta.

-No es a mi – Dijo Jonathan mirando a Zuleima.

-Bueno – Dijo Charlie acercándose a Zuleima - ¿Cuál es tu nombre pequeña?

-Me-me-me llamo Zu-Zu-Zuleima.

-Zuleima – Dijo Charlie – Es un lindo nombre.

La pequeña Zuleima se cubrió entre sus manos.

-Oye Zuly – Dijo Charlie – ¿No te gustarían unas ricas papas fritas? ¿Un rico dulce de manzana?

Zuleima se empezó a quitar las manos de su rostro.

-Vamos – Dijo Charlie – Te va a gustar. Veo que no has comido nada bueno en mucho tiempo. Anda, no me digas que no o estaré triste.

Charlie hizo una mueca ridícula de tristeza; Zuleima empezó a reírse.

- ¿Me quieres ver triste? – Dijo Charlie con una voz fingida de tristeza.

-No – Dijo Zuleima riendo.

-Entonces acompáñame – Dijo Charlie con esa misma voz.

-Está bien – Dijo riendo la pequeña Zuly.

- ¿Cómo lo haces? – Preguntó Jonathan.

-No lo se – Dijo Charlie – Creo que fue una de las pocas cosas que aprendí con...

-No tienes que mencionarlo – Dijo Jonathan.

-Está bien – Dijo Charlie – De todas formas, sabíamos que no iba a poder nacer.

-Oye – Dijo Jonathan - ¿Vamos a ir por unas hamburguesas o no?

- ¿Qué dices Zuly? – Dijo Charlie.

-Yo quiero eso – Dijo Zuly.

-Vamos entonces – Dijo Charlie, ayudando a Zuleima para que pudiera cargarla en sus hombros.

- ¡Vamos! – Dijo la pequeña Zuly, estando en los hombros de Charlie ysaliendo de la comisaría junto con Jonathan. 

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