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Historia Número 79: Yuri«


Homura, aún acostumbrada a la vida de sigilo, había seguido practicando su capacidad para moverse sin ser detectada. Aunque la guerra entre el Reino de la Ciencia y el Imperio del Poder había terminado, la costumbre de observar sin ser vista nunca la abandonó.

Una noche, mientras rondaba por el pueblo Ishigami, escuchó la suave voz de Ruri narrando una de las Cien Historias a un grupo de niños. Sin quererlo, se encontró espiando desde las sombras.

—"Y así, Yuri y su amada demostraron que el amor no tenía límites, que no importaba si eran del mismo género, porque el amor era amor."

Las palabras llamaron la atención de Homura. Frunció el ceño, sorprendida.

"¿Cómo puede saber sobre eso? Algo así era un tema de nuestra era. Pero... ella nació aquí. ¿Cómo es que en un mundo tan primitivo tienen historias así?"

Intrigada, decidió enfrentarse a su curiosidad. Una vez que los niños se fueron, se acercó a Ruri, quien aún estaba sentada junto al fuego.

—Sacerdotisa, dime... ¿Cuál era esa historia que contaste?

Ruri la miró con calma y le sonrió.

—La historia número 79. Se llama Yuri.

Homura se sentó frente a ella, con los brazos cruzados.

—No esperaba que alguien de esta era hablara de algo así. En nuestro tiempo... algunas personas lo aceptaban, pero no todos.

—Es curioso —dijo Ruri, ladeando la cabeza—, porque esta historia viene de los tiempos antiguos, de nuestros antepasados.

Homura abrió los ojos con sorpresa.

—¿De los astronautas?

Ruri asintió.

—Una de las esposas de los astronautas dejó relatos sobre ello. Decía que no debía olvidarse que el amor era diverso. Que no importaban las épocas, siempre existiría.

Homura se quedó en silencio por un momento. Era extraño escuchar algo tan moderno en labios de una sacerdotisa de un mundo de piedra.

Pero... quizás las historias de la sacerdotisa no eran solo relatos antiguos. Tal vez, eran una prueba de que algunos valores nunca desaparecen.

—Cuéntamela... —dijo al fin, apoyando la barbilla en una mano.

Ruri sonrió, tomó aire antes de comenzar a relatar. Homura permaneció en silencio, con los brazos cruzados y una expresión inescrutable, pero con los oídos atentos.

—Esta es la historia de una mujer llamada Yuri.

Homura alzó levemente la vista al escuchar el nombre.

—Yuri era una guerrera en un mundo que no entendía su corazón. Desde pequeña, fue criada para ser fuerte, para luchar y proteger, pero nunca para amar. A su lado, siempre estuvo una mujer llamada Rei, quien dedicaba su vida a la música y las palabras.

La voz de Ruri era tranquila, pausada, dejando que cada palabra flotara en el aire.

—A pesar de sus diferencias, Yuri y Rei siempre estuvieron juntas. Pero la gente a su alrededor murmuraba. Decían que dos mujeres no podían amarse, que lo que sentían era solo una amistad malinterpretada.

Homura mantuvo su expresión neutra, pero Ruri notó el sutil endurecimiento de su mirada.

—Rei, cansada de los susurros, decidió casarse con un hombre, tratando de ignorar lo que sentía. Yuri la dejó ir sin decir nada, creyendo que eso era lo correcto. Pero con el tiempo, ambas se dieron cuenta de que el amor verdadero no puede ser silenciado.

Ruri hizo una pequeña pausa antes de continuar.

—El día de la boda de Rei, Yuri apareció ante ella. No dijo nada, solo la miró. Rei entendió todo en ese instante. Dejó atrás a la multitud, a su familia, a su prometido... y tomó la mano de Yuri. Juntas, huyeron lejos y vivieron el resto de sus días en un lugar donde nadie les decía cómo debían amar.

El fuego crepitó suavemente entre ellas. Homura no reaccionó de inmediato, solo observó las llamas con expresión pensativa.

—...No me lo esperaba —dijo al cabo de un rato.

Ruri ladeó la cabeza con una leve sonrisa.

—Las historias tienen formas curiosas de perdurar. Esta fue transmitida desde los tiempos antiguos, porque había quienes querían que nunca se olvidara que el amor es amor, sin importar el género.

Homura bajó la mirada. No estaba segura de qué decir. La historia no le resultaba desconocida, pero escucharla en este mundo de piedra, de labios de una sacerdotisa, era extraño.

Finalmente, se puso de pie.

—Voy a pensar en esto.

Ruri asintió con comprensión.

—Cuando quieras escuchar otra historia, estaré aquí.

Homura no respondió, solo se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad de la noche.

Pero al día siguiente, regresó.

No habló mucho. No lo necesitaba. Simplemente se sentó cerca de Ruri mientras ella preparaba hierbas medicinales, observándola en silencio.

Con el tiempo, Homura comenzó a visitarla con más frecuencia. No siempre para escuchar historias. A veces, simplemente se quedaba cerca, disfrutando del silencio compartido. Ruri no la presionaba a hablar. Solo le ofrecía su compañía y, en algunas ocasiones, una historia más.

Así, sin necesidad de muchas palabras, la sacerdotisa y la espía comenzaron a entenderse.

Días despues Ruri observó a Homura a la distancia. La espía estaba apoyada contra un árbol, con los brazos cruzados y la mirada perdida en el horizonte. Como siempre, silenciosa.

Decidió acercarse con calma.

—Homura.

La aludida giró levemente el rostro, pero no dijo nada. Solo la miró con esa expresión impenetrable que siempre llevaba.

Ruri sonrió con suavidad y tomó asiento en una roca cercana.

—La historia de Yuri... la que te conté aquella vez —dijo, sin esperar respuesta—. En realidad, es mucho más larga.

Homura mantuvo su silencio, pero su mirada se enfocó en ella con más atención.

—Las Cien Historias son así. Son relatos extensos, con muchos detalles, pero cuando las cuento a los niños o a alguien que no tiene mucho tiempo, a veces las resumo.

Un leve murmullo de la brisa llenó el silencio entre ambas. Ruri, sin inmutarse, continuó.

—En la versión completa, Yuri y Rei no solo huyen. Tuvieron que enfrentar muchos obstáculos. Personas que intentaron separarlas, momentos en los que dudaron de su amor, incluso de sí mismas. Pero cada vez que todo parecía perdido, recordaban lo que las unía.

Homura no cambió su expresión, pero Ruri notó el ligero movimiento de sus dedos, como si estuviera procesando la información.

—Pensé que tal vez... te gustaría escucharla completa alguna vez —finalizó Ruri, con su tono sereno de siempre.

Por un momento, no hubo respuesta.

Pero luego, Homura inclinó ligeramente la cabeza, en un gesto casi imperceptible. No era un sí, pero tampoco un no.

Ruri sonrió con suavidad.

—Cuando estés lista, dime.

Se levantó con la misma calma con la que había llegado y se alejó.

Homura siguió mirándola mientras se iba.

Y aunque no dijo nada, supo que algún día querría escuchar el resto.

Pasaron algunos días desde aquella conversación.

Ruri no insistió en volver a hablar con Homura. Conocía el ritmo de la espía, su forma de ser. Si ella quería decir algo, lo haría cuando lo considerara necesario.

Y entonces, un atardecer, sucedió.

—Ruri.

La sacerdotisa giró la cabeza con sorpresa. Homura rara vez era quien iniciaba una conversación.

La espía estaba de pie a unos metros de ella, con los brazos cruzados y su expresión neutra de siempre. Pero esta vez, había algo distinto en su mirada.

—¿Sí? —respondió Ruri con su tono suave.

Homura desvió la vista por un momento, como si estuviera eligiendo con cuidado sus palabras.

—Eres extraña.

Ruri rió suavemente.

—¿Eso es algo bueno o algo malo?

—No lo sé —admitió Homura, sin rodeos.

Ruri ladeó la cabeza con curiosidad.

—¿A qué te refieres?

Homura se acercó un poco, con pasos lentos pero seguros.

—Eres... demasiado simple —dijo finalmente—. No en un mal sentido. Solo... te conformas con lo que tienes. No pareces querer nada más.

Ruri la observó con atención.

—¿Eso te parece extraño?

Homura se encogió de hombros.

—No lo entiendo.

Ruri sonrió.

—Tal vez es porque siempre he sabido cuál es mi papel en este mundo. No siento que me falte nada.

Homura la miró en silencio.

—Y eres buena con todos —continuó—. Incluso con la gente que no lo merece.

Ruri negó suavemente con la cabeza.

—No veo las cosas de esa forma. Para mí, cada persona tiene su propia historia. Cada quien tiene razones para ser como es.

Homura no respondió de inmediato. Miró a la sacerdotisa con esa expresión que siempre resultaba difícil de descifrar.

—Eres demasiado tranquila para este mundo.

Ruri sonrió de nuevo.

—Tal vez. Pero este mundo también necesita calma, ¿no crees?

Homura no respondió, pero tampoco apartó la mirada.

Y Ruri entendió que, aunque no lo dijera en palabras, la espía comenzaba a apreciarla.

Desde aquel día, Homura comenzó a aparecer más seguido. No siempre hablaba, pero su presencia se hizo habitual.

Ruri, con su paciencia infinita, la recibía como siempre: con una sonrisa suave y palabras tranquilas, aunque a veces la espía no respondiera.

Pero, con el tiempo, Ruri comenzó a notarlo.

Se daba cuenta de cómo su mirada buscaba a Homura en el campamento sin darse cuenta. De cómo, cuando la espía no estaba cerca, sentía una pequeña punzada de curiosidad.

Y, lo más inquietante de todo, se dio cuenta de que le gustaba su compañía.

Era extraño, pero cierto.

Homura era callada, reservada, alguien que nunca decía más de lo necesario. Pero cuando hablaba, cada palabra tenía peso. No desperdiciaba su voz en frases vacías.

A Ruri le gustaba eso.

Le gustaba la manera en que Homura, aunque no lo admitiera, había comenzado a buscarla por su cuenta. Que se sentara cerca de ella sin decir nada, simplemente observando el fuego o el cielo estrellado.

Una noche, cuando ambas estaban sentadas en la hierba, viendo el reflejo de la luna en el río, Ruri se atrevió a decirlo.

—Me alegra que vengas a verme.

Homura, que estaba con los brazos cruzados y la vista en el agua, giró apenas el rostro hacia ella.

No respondió de inmediato. Solo la observó, como si estuviera midiendo la sinceridad en sus palabras.

Finalmente, desvió la mirada y murmuró:

—No tengo nada mejor que hacer.

Ruri rió suavemente.

—Claro.

Sabía que Homura nunca lo admitiría directamente.

Pero tampoco tenía que hacerlo.

Porque en el silencio compartido, en los momentos en los que Homura simplemente estaba allí, sin necesidad de hablar... Ruri lo entendía todo.

Y no le molestaba en absoluto.

Esto esta desde 23 de abril 2021

Día 14 de: "Vista al pasado"

Más que nada este evento de publicación consta de revivir nuestro primer fandom.

Esperamos que os guste

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