Yusimí era de esas mujeres que cualquier hombre del mundo amaría, tanto por dentro como por fuera.
Además de tener un lindo tono oscuro de piel, cabello afro muy bien cuidado, rostro de facciones delicada y un cuerpo muy sensual; era inteligente divertida, emprendedora, de excelentes sentimientos y carisma.
Su mejor amiga y confidente, Magaly no se quedaba atrás. Era blanca como el interior de un coco. Su pelo lacio y rubio. También era preciosa de cara y resaltaban en ella sus bonitos ojos verdes. Tenía un cuerpo muy lindo que con el embarazo de su hija no varió en lo más mínimo.
A pesar de que eran muy diferentes se habían amado y tolerado como hermanas desde que eran niñas de cuarto años. Incluso, no tenían las misma ideología política ni creencias religiosas; pero eso no eran impedimentos para su amistad. El
Eran vecinas en un barrio de reparto Alcides Pinos, en la oriental ciudad cubana, Holguín.
Ambas trabajaban. Yusi lo hacía en casa y su amiga era económica en una empresa estatal. Sin embargo, planificaban el tiempo necesario para verse y hablar sobre las novedades en sus vidas. Así que cuando Yusimí recibió una notificación que le podía cambiar la vida, su amiga Magaly estuvo ahí siempre. La apoyó, aconsejó y le dijo algunas barbaridades cuando se hizo necesario.