Capítulo 3
Un mes después ya las conversaciones con tal George se habían convertido en una agradable rutina. Yusi salía un rato de casa, cada día, para hablar con él. Todo iba a las mil maravillas.
Magaly estaba algo arisca con la nueva amistad de su mejor amiga. Lo que más le preocupaba era que Yusimí terminara decepcionada o metida en algún embrollo desagradable. Ellas se conocen desde muy niñas y Maga siempre había sido la cabeza y Yusi el corazón. La rubia todo lo pensaba. Era más objetiva. La morena, la de las emociones.
Pero el tiempo pasa, las personas crecen maduran y cambian. Magaly notó en su amiga esas ansias que tienen muchos cubanos: conocer otras tierras. Pensó que quizás, ese sueño le estaba haciendo ver cosas que no eran. Después de todo, no todo lo que brilla es oro.
—Mija, ¿Viste lo que me puso?—El ánimo en la voz de la mulata no desaparecía.
Ambas se encontraban, como de costrumbre, en la casa de Yusimí después de que esta recogiera la mercancía del día. A Magaly le encantaba ir. Le servía como escape del estrés del hogar y del trabajo.
—Sí mija, sí. Ya lo vi.—La rubia se acomodó en el sillón.
—Pero tienes que ayudarme a entenderlo Maga. Tú eres un taco (inteligente) y le sabes al inglés.
—No exageres muchacha.
Yo, simplemente pasé un cursillo de dos años. Me defiendo bien. Pero no como para hablar fluido con un extranjero.
—Pues desde ahora te digo que a mí él me tiene encantada.—Habló Yusi, y su amiga le dirigió una mirada pilla con una ceja alzada—Y antes de que pienses mal, no lo digo por el hecho de que sea yuma.
—¿Ah, no?—Magaly rió levemente.
—Es que es agradable y en este último mes no me ha pedido ninguna foto de las que...ya tú sabes...de esas. Dice que él sabe que soy bonita porque me sigue en Facebook. Ve la fotos que voy subiendo y le da "Me gusta".
—Ah, mira tú. Eso es nuevo. Pocos hacen eso.
—Sí mija. Te pones hermosa. Te tiras tremendo look para subir la foto al Feis y los anormales esos lo que hacen es pedirte fotografías por el privado. Babosos que son.
—Entonces, ¿no le has mandando ninguna exclusiva?
—Sí y él a mí, pero son de lo más sanas. Por ejemplo hace unos días fui con una amiguitas al "Nocturno" . Por cierto me quedaste super mal. No quisiste ir.
—¡Ay, Yusi mi vida! ¿Qué tú quieres que yo haga? Tú no tienes marido, ni suegra, tampoco niños. No tienes ni perrito, ni gatito. Trabajas en casa. Puedes darte el lujo de pasarte la madrugada en clubes nocturnos, en el Melao y eso.
—Pues por eso mismo te lo digo. Necesitas despejar la mente.
—Yo aquí contigo despejo cantidad. Pero, dale, dime ¿qué le mandaste al americano?
—Bueno ese día le mostré una foto mía ya preparada para irme, otra en el espejo enorme ese que hay a la entrada del Cabaret Nocturno y algunas con el piquete (grupo) de amigas.
—!Ah que bien! y... ¿Cuál fue su reacción?
—Se volvió loco conmigo. Dijo que ojalá hubiese estado aquí. Que parecía muy divertido el ambiente. Y que pasaba encerrado el día entero en casa.
—Mija ¿Ese hombre no tiene familia? No sé... hijos, hijas, sobrinos, tataranietos...algo o alguien con quién estar.
—Sí. A ver, por lo que pude entender George tiene un hijo mayor y una hija. El varón tiene una niña de no más de doce años.
—O sea, que ya es abuelo.—Maga alzó las cejas, mas no se había impresionado del todo.
—¿Sí y qué?
—Nada Yumisí ¿Y qué dice de su vida?
—Me contó que se quedó viudo hace como tres años y que pasó años y medio con el trauma. No superaba a la difunta.
—¿Y de los hijos?
—¿Los hijos? Buena pieza son los hijos.—Respondió con bastante sarcasmo —Dejaron a su padre solo en la casa en mitad de la depresión. Porque eso es otra cosa, mi vida...ellos no viven en el mismo estado ¿Sabes?
Magaly llevó sus dedos derechos a la barbilla en postura reflexiva—Entonces el hombre se quedó ahí, en solitario con sus recuerdos. Con razón tardó en recuperarse.
—Pues sí, pero mija el hijo es médico y vive en San Francisco. La hija Seattle Washington porque está casada con un político. Un pincho del gobierno.
—Entonces son personas de renombre. Yusimí ¿tú estás segura de eso? Es decir, los hijos no van a ver bien que su padre...
—Magaly, creo que quieres "poner la carrera delante de lo bueyes" (anticiparse). Él...solo me escribe y hablamos de vez en cuando por videollamada. Tampoco es como que nos vayamos a casar.
—Quizá tengas razón pero yo te lo digo por si acaso. Entonces me estabas contando anteriormente que le mandaste algunas fotos ¿verdad?
—Sí.
—¿Y él a ti?
—¡Ufff un pila! Y tiene un excelente porte. Claro, nada menos se puede esperar de un profesor de universidad.
—¡A ver, a ver!—Magaly reía emocionada—Muéstrame todas esas.
Yusimí le enseñó unas fotografías en el celular.
En aquella pantallana se exhibió un hombre maduro, muy atractivo, rubio y de ojos azules, y barba saliente. Era de cuerpo grueso pero estaba torneado, como de alguien respetuoso a la dieta y al ejercicio físico. Todas estas características lo hacían ver interesante.
—En esta está junto a su carro. Dice que está a punto de venderlo y cambiarlo por otro.—Explicó Yusi.
—¡Ah sí! La gente allá cambia de auto como de calzoncillos.
—Exacto rubia.
—A ver, muéstrame otra.
La chica de piel como cacao pasó a la siguiente,—Aquí está en la casa y de fondo se ve la entrada de la cocina.
—¡Wow! Amiga está enorme. Es una mansión.
—Sí, casi.
—Yusi. Yo me imagino lo triste que debe haber estado: solo y en una casa tan grande.
Su amiga asiente con la cabeza y sus rizos se mueven al compás.
—Magaly, esta no es ni la mitad de la de él y cuando estoy sola se me hace enorme. Si no fuese por ti esta casa sería burrida y agobiante.
—Pero bueno yo ya te leí la cartilla. Mantén la calma y no te tomes al pie de la letra todo lo que te dice. Recuerda que hay mucha gente maliciosa en el mundo. Se encuentran con una cubana así como tú, linda, con tremendo cuerpazo y ya piensan que son putas y que con cuatro fotos que evidencien su fortuna ya te tendrán a sus pies.
—Magui, por eso te dije que en cuanto se ponga de imperfecto lo bloqueo y ya. Además yo no voy a "cambiar la vaca por la chiva". Yo sigo con mi negocio y con mi vida como si nada. Porque los hombres van y vienen, mi corazón. Es una la que tiene que darse su lugar. Yo sé lo que doy y lo que tengo. ¿Él con su dinero y su palacio? Yo tengo la juventud y la energía.
—Eso déjaselo muy claro para que no piense que va a estarte endulzando el oído con cuentos de hada.
—Además fue George el que me empezó a escribir. Yo no lo busqué y es él el que me llama y toda la cosa.
—¿Y cómo va la comunicación?
—De lo más bien. Yo ya estoy entendiendo mejor. Además tú sabes que soy fan de todas las series y películas americanas. Más o menos ya he desarrollado un poco de oído. Y él dice que está aprendiendo español para comunicarse mejor conmigo. ¿No es adorable?—Sonrió ampliamente.
—Sí ya veo. Pero cambiemos de tema que estoy del gringo hasta la coronilla.
—Ya, está bien. Cuéntame de ti. Que cada vez que vienes a esta casa es a estar con la entrevista. Que si George esto, que si George lo otro, que si patatín que si papatán y al final siempre terminamos hablando del tema.
—¡Ay mija, no me culpes! Esa es la novedad. Además el chisme está bueno, no lo puedo negar.
—Lo sé, pero yo también quiero saber de ti, de tu trabajo, la casa, la niña , tu marido, su mamá.
—Ni me digas nada, que estoy que no doy a basto.
—No, si me imagino.
—Yusi, es que es todo. La casa, la escuela de la niña, el trabajo. Menos mal que mi esposo me ayuda cantidad porque si no...
—Mira: yo ahora porque no puedo, todos los días se me llena la casa de gente y termino muerta de cansancio . Pero cuando pueda te caigo por allá y te echo una mano.
—¡Ay, no muchacha! Bastante que me ayudas con tu compañía. Yo dejo todo acotejado en la casa. La niña bañada, comida y acostada, mi suegra se queda enganchada a sus novelas turcas y mi marido se acuesta para levantarse temprano. Yo aprovecho, me doy una escapadita y vengo para conversar y despejar la mente. Créeme cuando te digo que en mi casa no pudiéramos hablar así de cómodas. Y te digo más: Si mi suegra llega a nada más que imaginarse que te estás escribiendo con un extranjero es capaz de regar por el barrio algún comentario feo.
Yusimí suspiró profundamente—¡Ay mija! La verdad es que esa mujer se pasa.
—Es que así son los prejuicios, Yusi. O sea no te ofendas, pero es verdad que cuando las personas se enteran que una muchacha anda escribiéndose con extranjeros los primeros que piensan es que está prostituyéndose.
—¿Jinetera yo? Primero muerta mi amiga. Y no me ofendo, yo sé que tu tienes razón. La gente es muy mal hablada y cuando no tienen de qué comentar te inventan una vida paralela. A ver, no es que yo tenga nada en contra de que una mujer venda su cuerpo. Eso es problema de ella y nadie se puede meter en eso. Pero que va para mí no lo veo. No me siento capaz de hacerlo.
—Bueno pensemos por un momento: En el caso de que ese hombre resuelte ser respetable, Dios quiera y sea así, no seria un cliente, sino tu relación. La persona que te ayuda.
—Ya te dije que no pienso en esas cosas, mija. A ver mi madrina, la vieja bruja como tú le dices, me informó que cualquier duda que yo tenga puedo ir y consultarle a los santos. Y que ella me va a yudar a abrirme los caminos. Le respondí que sí, que si había algún cambio me pasaba por allá. Pero no te pienses que estoy para eso a tiempo completo. Yo tengo que trabajar.
Él está alla con su casonana de tres pisos, su carro, su trabajo. Viviendo la dulce vida. Sin embargo, yo estoy aquí, gracias a Dios y a mis guerreros vivo bien. Mi casita está arreglada, bonita y con sus pequeños lujos. Pero oye, no te creas que es fácil mantener esto así. Ygracias que no tengo hijos porque si no el gasto sería mayor. Además que lo vegigos (niños) son muy imperactivos.
—Eso sí, la mía es una y rinde por cinco. A veces pienso que yo estaba embarazada de quintillozos y se juntaron todos para que apareciera una nada más. Y es todo el día mamá esto, mamá lo otro, mamá tengo hambre, mamá ponme los muñequitos en la televisión... Mamá, mamá, mamá.
—¿Y no busca al padre?
—Muchacha, si ella es adoración con el papá. Vive arriba de él. Lo que claro, cada vez que hace falta algo me busca a mí.
—No es fácil.
—Fíjate: Hace unos días yo estaba trabajando y él no. Eran como las once de la mañana. Pues te cuento que la niña empezó como con diarreas en la escuela y se lo dijo a la profesora. Entonces llamaron al teléfono fijo de la casa y no había nadie, supuestamente. Entonces el otro número que tenían era el de mi celular. Pues mija yo tuve que pedir permiso en el trabajo para salir, fui a buscar a la niña, pasé por el consultorio para que le dieran algo para el estómago y de ahí para la casa. Cuando llegué estaba el padre rendido frente al televisor. Roncando y casi se le salía la baba. A mí me quiso dar una ataque. Lo desperté y le formé un pleito. Yo perdí un día de trabajo porque él no cogió el teléfono.
—Mija pero no fue su culpa. Se quedó dormido.
—Por lo que sea. Lo que te quiero decir es que cuando una tiene niños siempre está con la tensión y la preocupacion. Y por X o por Y motivo yo tuve que enfrentar la situacion a pesar de que mi marido tenía el día libre. A mí no me pesa hacerlo, es mi hija y la adoro; pero la verdad es que son la mayor responsabilidad de la vida.
—Pero nosotras somos jóvenes muchacha. Tú tuviste a la tuya con veinte años. Aún tienes fuerza para aguantar todo eso.
—Tú tienes razón. Tenemos veinticinco mija, somos unas bebés todavía.
—Oye hablando de bebés...¿No has pensado en parir otra vez? Para que tu niña no se quede sola. La vida está muy dura y ella necesita un hermano o hermana para que se apoyen en el futuro.
—Te mentiría si te dijese que no he pensado en eso pero por ahora no quiero tener más hijos. Quiero esperar a que la que tengo cumpla al menos los diez u once años.
—Ah claro, para que te ayude con el más pequeño.
—Y en la casa también. A esa edad me enseñaron a mi a hacer todo en una casa. Y gracias a eso paso menos trabajo.
—Sí tu tienes razón, espera un poco más. La cosa no está fácil y si criar a una es complejo imagínate a dos. ¿Y chiquitos los dos? Sería como para ahocarse.
—Jajaja eso mismo digo yo. Yusi ya me voy mi vida que no quiero acostarme tarde. Además estoy muy cansada y mañana tengo que madrugar.
—Ah, perfecto mi vida. Ven, que te acompaño hasta la puerta.
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