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Ocho meses y Yun quería morirse.
La pareja se encontraba en casa de los Kalahari gracias a una reunión que la omega mayor había hecho para celebrar el compromiso de sus dos personas favoritas, Armando y Yun. Aunque el pelirrojo no estuvo del todo contento con dicha fiesta, por algunos berrinches de su alfa aceptó su desgracia.
―Tu madre fue muy dura contigo. ―Comenzó quien era su madre omega. ―Por más que hablé con ella, decidió tomar sus propias decisiones y no hacerme caso, pero ve el lado positivo, estuviste pasándola bien con tu alfa. ―Las mejillas del pelirrojo se sonrojaron con intensidad, aún le daba pena que los demás se refirieran a Armando como su alfa, estaba tan acostumbrado que solo los llamaran como mejores amigos, pero las cosas ahora eran diferentes.
Aunque a él le entristecía no ir por ahí mostrando a quien pertenecía, le seguía dando pena que otros le dijeran con naturalidad sobre quién era su pareja.
La familia yacía sentada en la sala, todos permanecían rígidos en sus lugares y solamente el ruido que había dentro de la casa, eran de los hijos de Juanjo corriendo por toda la extensión, sin inmutarse ante la fría mirada que la alfa de aquella mansión les daba.
El ambiente estaba algo tenso gracias a los gruñidos que la alfa soltaba, no sabían bien exactamente porqué se estaba comportando de ese modo con todos y tampoco sabían porque tenía una cara de pocos amigos, tal vez le llegaría el celo pronto.
Oh, esperen, ya está muy vieja para eso.
―Deja de gruñir maldita sea. ―Yun tomó el tazón de botanas y bajo la atenta mirada de todos, comenzó a comer. ―Deberíash shaber que me incomoda eso. ―Tragó lo que tenía en la boca y al ver que su madre no le prestaba la mínima atención, decidió seguir. ―Vas a ignorarme como siempre, está bien, métete por donde te quepan esas miradas que no intimidan ni a una pulga. ―Se quejó, con los ojos brillosos y a punto de ponerse a llorar ahí mismo.
Maldita sensibilidad a todo.
Armando, quien no había dicho nada en todo el rato, al ver a su omega a punto de llorar, optó por hablar, aunque le temblara la voz, porque cuando la señora alfa se ponía en ese plan, era mejor callarse a hacerla explotar, pero todo fuera por su amado gatito y sus lindos ojos llorosos.
―Y-yun anda muy sensible últimamente. ―Inmediatamente todos los ojos recayeron en él, incluso los de su omega, poniéndolo nervioso. Se aclaró la garganta y siguió. ―Supongo que lo pondrá aún más sensible si lo trata de ese modo...
Y ahora sí tuvo la mirada que tanto deseó no tener, que Diosito lo ayudara porque nadie más lo haría.
La alfa miró a todos, uno por uno, con el ceño fruncido. Era la versión mujer de Yun y eso hacía que todos se mantuvieran a la raya, porque tenían el mismo carácter y cuando se lo proponían, ambos eran un huracán si querían. ―Tú, cállate. ―Al pobre Armando le temblaban las piernas. ―Sé lo que un omega embarazado tiene, no soy una niñata como ustedes. ―Yun iba a hablar pero fue callado. ―Entiendo que se amen y esas cosas, pero ¿Tenías que marcarlo ahora?
―Cariño, ya siéntate. ―La omega mayor trató de jalar a su esposa, sin éxito alguno.
―Digo, no está mal que quieran enlazarse... ¡Pero toda la casa apesta a Armando! ―El rojo en las mejillas de la alfa no se sabía si eran por el enojo o por lo avergonzada que se encontraba.
―¡Acá no huele a tío nando! ―Los dos niños que corrían alrededor gritaron. ―Aunque si huele a que se quema algo ¡Traigan a los bomberos! ―Dramatizaron, tirándose al suelo. Juanjo no tuvo de otra más que levantarse y correr tras sus hijos para llevarlos a la cocina.
Tzuyu ignoró el griterío, siguiendo en lo suyo. ―Yun sigue siendo mi bebé que tiene otros bebés y un alfa que casi se orina en los pantalones por defenderte. ―La alfa se burló, relajando su semblante cuando a su nariz llegó el aroma de su omega. ―Es difícil ver cuánto has crecido.
"Qué dramática" Pensó Yun, acariciando su vientre tras un tirón que le hizo fruncir sus labios. "Malditos fetos preciosos"
―Ya di qué te tiene así mamá, no te molesta que traiga el olor de Armando, te molesta otra cosa más. ―Yun conocía bien a su madre. ―Podemos hablar en el patio si deseas.
La alfa aceptó, ambos madre e hijo pasando por el estrecho pasillo que los llevaba a la parte trasera de lo que era una mansión. El camino fue relativamente corto, y aunque Yun estaba un poco nervioso, su madre lo abrazó una vez llegaron al patio, recordándole que el gato estaría a salvo en manos de quien lo crio.
Tzuyu no sabía cómo empezar, en parte le atemorizaba que su hijo supiera la verdad, pero si no le decía, podía ponerlo en riesgo. ―Hay algo que Juanjo se negó a decirte por tu bien, porque pensó que tú buscabas ser feliz con tu bebé, pero ahora que ambos lo pensamos, creo que no estuvo bien ocultarte las cosas.
Kalahari menor entró en pánico ¿Se trataba de su melón?
―¿Qué clase de ocultar? Nunca me ocultan cosas... ―Sus ojos brillaban y su gato meneaba la cola de un lado a otro, tratando de tranquilizarse. ―¿Es tan grave?
―Es sobre Armando y Tonet, sé que debimos decírtelo antes, pero Juanjo insistió en que estaba bien así mientras tú fueras feliz. ―La señora Kalahari comenzó, sintiendo sus manos sudar ante el nerviosismo. ―Armando no fue quien mató a Greco...
Yun frunció el ceño, por supuesto que Armando no lo había hecho. ―Claro que no, fue el idiota de Volkov quien lo hizo, lo recuerdo bien. ―El pelirrojo recordó lo sucedido, y un fuerte asco le vino encima, las náuseas no tardaron en llegar. ―El muy cobarde se suicidó por lo que había hecho...
―No hables si no conoces los hechos Yun, Viktor no fue el culpable de la muerte de Greco ni que haya querido abusar de ti mi niño. ―Ahora no entendía, había pruebas de que Volkov había matado a Greco al tratar de defenderlo de un abusador, recuerda bien todo.
―¡Suéltame imbécil! ―Un Yun de veinte años gritaba desde una habitación completamente oscura.
Había ido a una fiesta acompañado de Armando, pero el alfa había ido por unos tragos más y luego alguien entró a la habitación donde estaba, apagando las luces y tomando su cuerpo con brusquedad, queriendo abusar de él.
Gritó todo lo que pudo, pero la música que estaba a todo volumen impedía que cualquier persona fuera de la habitación lo escuchara. Tenía miedo, claro que sí, el cuerpo que lo aprisionaba contra la cama lo lastimaba y besaba su cuello con brusquedad, tratando de dejar una marca de unión, eso hizo a Yun sollozar y desear que Armando llegara pronto.
Greco quien iba saliendo del baño, pasó exactamente en la habitación donde Yun estaba siendo maltratado, escuchó los gritos y alarmado abrió la puerta. Encendió las luces y lo que vio fue tan triste para él que no dudó en abalanzarse hacia el alfa para comenzar a golpearlo.
Volkov era el abusador y eso le partió el corazón. ¿Cómo podía su novio ser un desquiciado?
Yun no quería abrir los ojos, estaba temblando presa del terror. Olió el aroma de Armando y como un niño pequeño corrió hacia él, en busca de refugio.
Grúas no entendía nada, solo vio a un chico salir y a las pareja de su universidad estar peleando sobre algo que le erizó los bellos de su cuerpo. ―¿Qué te hizo Volkov? ―Preguntó al omega que yacía escondido en su cuello, su sangre hervía al escuchar las palabras que Greco soltaba hacia su psicópata novio.
Volkov parecía no estarse defendiendo, negaba todo lo que su omega le decía y por más que quiso decir que todo era un mal entendido, el omega no lo escuchaba, alegando que era un loco de remate. Armando dejó a Yun en brazos de Juanjo para acercarse hacia la pareja, tomando a Volkov del cuello de su camisa y gruñendo como todo el alfa jaguar que era.
―¡Yo no fui, lo juro, por Dios, solo venía a ayudarlo! ―El chico parecía desesperado, pero al parecer Armando ni Greco querían escuchar sus excusas.
―¡Eres un hijo de puta, Viktor! ―Armando parecía estar ya dominado por su alfa y eso no era bueno, al menos no para Volkov.
No saben cómo pasó, solamente que Armando y Volkov forcejeaban entre ellos, no percatándose de que Greco estaba cerca del ventanal y que después de que Grúas empujara al otro alfa, se escuchara un grito desgarrador que les heló la sangre a los dos omegas y a los otros dos alfas.
Greco había caído desde el tercer piso gracias a su novio que sin querer lo había orillado hacia la ventana y empujado.
Todos aseguraban que entre Armando y Volkov eran los homicidas de un chico que solo trataba de divertirse en un fin de semana.
Lo próximo fue llegando una ambulancia, una patrulla y Grúas junto a Volkov siendo arrestados por los cargos que un chico anónimo había hecho hacia ellos.
Viktor Volkov se suicidó antes del juicio, culpándose de una muerte que pudo evitar y lamentándose al perder al amor de su vida. Armando Grúas fue sentenciado a dos años de prisión por homicidio de primer grado, su buen comportamiento le redujo su sentencia a solo un año, así teniendo solamente seis meses de libertad condicional que sin duda salió a la perfección.
Mientras tanto Armando seguía lamentándose por dos muertes, la de Volkov y la de Rodríguez.
―Fue Tonet quien entró a la habitación esa noche, Volkov solo quiso defenderte y tú lo culpaste de abuso. ―La señora Kalahari estaba arrepentida por contribuir en algo que nunca se puso a investigar. ―También fue él el chico anónimo que demandó a Armando y a Volkov, condenándolos a algo que nunca habían hecho.
El pelirrojo no podía procesar todo ¿Por qué Tonet haría algo como eso? ¿Qué ganaba con ser tan desgraciado?
La respuesta estaba muy clara.
no sabía cómo ponerle a la
mamá de yun y justo estaba escuchando
twice, entonces tocó que se
llame como mi bias c:
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