⨟ 22
Oh por Dios.
Toqueteos por aquí y por allá, recordando lo que ya habían tocado dos veces y explorando lo que aún faltaba por descubrir.
Movió las caderas con inquietud, tratando de obtener más de aquella deliciosa fricción y la sensación de estar excitado, y aunque la panza de Yun ya no lo dejaba moverse como quería, hacía lo posible por restregarse en el pene de quien ahora era su alfa.
Sentía su entrada palpitar y chorrear del lubricante que como omega soltaba desde su trasero. Las manos de Armando no se quedaban quietas, colándose por su camisón de dormir y metiendo mano en su parte trasera, tocando livianamente su caliente orificio, mandando espasmos en su excitado cuerpo y resguardándose en su pene por igual.
―A-armando ~ ―Gimió cuando un dedo hizo círculos en su entrada, claramente sin penetrarlo, solamente paseando su dedo por ahí, llevando a la poca cordura que el gato ahora tenía.
Ambos seguían con ropa, dejando que sus prendas se mojaran por lo necesitados que se encontraban, al parecer eso los ponía a un nivel más alto. Armando sonrió lascivo cuando su omega empujó sus caderas hacia atrás, queriendo que el travieso dedo del azabache se clavara en su interior, pero el alfa parecía tener otros planes para él.
Con la ayuda de Armando, el omega consiguió quitarse su camisón, quedando solo en ropa interior y con un gran bulto entre las piernas. Grúas se lamió los labios de manera hambrienta y perversa, lo ponía aún más duro saber que lograba hacer que el gato tuviera reacciones positivas ante sus caricias, se sentía orgulloso de poder satisfacer a un omega de alto rango -según él- como lo era Yun.
Se hallaban en la habitación, donde las cuatro paredes eran testigo de una segunda unión y un sin fin de feromonas que volaban por la grande habitación. ―Quítate el bóxer, siéntate de espaldas hacia mí y abre tus lindas piernas para tu alfa, omega. ―Ordenó, con la voz bastante grave y lujuriosa que estremeció al gato, haciendo que se volviera sumiso y que su esponjosa cola apareciera arriba de su entrada, moviéndose elegante y provocativamente. El chico expuesto era una combinación entre Yun y su animal interior y Grúas lo supo cuando un ronroneo se escuchó y pronto un pequeño maullido.
Con un poco de dificultad, Yun logró ponerse en la posición que Armando le había ordenado, quitándose la última prenda y colocando su espalda en el pecho bien formado del jaguar. Flexionando sus piernas y abriéndolas, se sentó nuevamente en el pene duro del azabache, gimiendo quedito cuando éste rozó sobre su orificio.
La bella imagen que ahora podía admirar Armando era sumamente caliente, así que no lo pensó y azotó las dos mejillas traseras, saboreando el grito que se dejó oír por el menor. Claro que no le gustaba mucho el sadomasoquismo, pero no pudo evitar hacerlo, era algo -por no decir mucho- tentador resistirse al trasero blanquecino, que lo llamaba silenciosamente.
―¡Ngh! ―El omega blanqueó los ojos cuando tres dígitos se adentraron a su cavidad, pues gracias a la lubricación natural del gatito, fue fácil penetrarlo y sin llegar a lastimarlo. ―A-armando, espera... ―Suplicó entre jadeos el mayor, quería solo no ponerse a gritar en esos momentos o descontrolarse hasta que él se penetrara por su cuenta, podía lastimar a sus dos cachorros. Aunque claro, Armando hizo caso omiso y comenzó a sacar y meter, curvar y mover en círculos, llevando al borde al chico pelirrojo quien ahora se encontraba con la cabeza recargada en el hombro del alfa y con la boca abierta, tragándose sus gemidos desvergonzados y llenos de placer. ―N-no tan rápido~
Y como si al azabache le hubieran dicho lo contrario, movió más rápido sus dedos, memorizando cada gesto que el rostro pálido le dejaba ver. Armando observó cómo sus dedos salían y entraban, le pareció demasiado caliente que el sonido húmedo que sus dedos y el interior del omega provocaban, sobre todo ver chorrear el lubricante de Yun sobre su pantalón. Amaba la manera en que sus dedos provocaban eso.
Sacó sus tres dedos del apretado interior, admirando sus dedos llenos de lubricante, sin pensarlo y bajo la atenta mirada de su omega, se metió a la boca sus dedos, saboreando la dulce esencia del amor de su vida. Yun gimió bajito tras ver lo que su alfa había hecho.
―Fóllame, por favor. ―Pidió el menor, retorciéndose cuando los dedos de Armando apretaron su pezón derecho, girándolo mientras el alfa se encargaba de lamer su cuello, justo donde la marca de unión se encontraba. ―Armando ~ ―Gimió el nombre de aquel jaguar que lo tenía lubricando por montones, haciendo que su entrada se contrajera ante la oleada de placer que solo Armando podía darle.
Con ayuda del rubio, Armando pudo sacarse los pantalones y tirarlos al suelo. Estaba a punto de quitarse la camisa blanca que antes había sido bien planchada pero que ahora se encontraba bastante arrugada gracias a las manos inquietas de un pálido omega que no pudo resistirse ante su encanto; Yun negó, no quería que se la quitara, por nada del mundo.
―¿La dejo? ―Preguntó el mayor, dispuesto a obedecer cualquier petición que viniera del omega encima de él. Yun asintió, girándose y protegiendo su abultado vientre. ―Ah~ ―Gimió Grúas cuando el gatito enrolló su pálida y huesuda mano alrededor del falo erecto, masturbando la virilidad de su pareja.
Con su pulgar acarició el glande, haciendo que el alfa inclinara su cabeza hacia atrás, disfrutando la atención que su pene estaba recibiendo. ―Desde la secundaria supe que sería grande, lo juro. ―Dijo el menor, enrollando su mano en el pene contrario para comenzar a subir y bajar, apretando considerablemente y escupiendo un poco para mayor deslizamiento. ―Ya lo necesito dentro, mi interior palpita por tenerte penetrándome. ―Dejó de darle atención a la erección del alfa y se acomodó mejor para alinear el pene. ―Jódeme, por favor.
Esas palabras encendieron más a Armando, dejando que su omega se auto penetrara viendo virar los ojos y abrir la boca por la deliciosa sensación de sentirse lleno. ―Te gusta duro, deseas que te joda y te diga palabras que te hagan lubricar más ¿No es así? ―Se enterró profundo, sacándole un gemido ahogado. Con una mano levantó solo un poco la pierna del omega y con la otra lo tomó de la nuca, atrayéndolo hacia su boca para saborear la lengua resbaladiza que rogaba por comenzar a rozarse con la del azabache. No dejó de penetrarlo, cada vez más duro, profundo y rápido. ―Pequeño minino, ronronea para tu alfa.
Yun estaba perdido, sumergido en un océano de sensaciones desesperantes, buscando liberación para lo que estaba sintiendo. ―¡Armando! ¡Mgh! ―Gimió tan alto como pudo. Su cuerpo recibía la rudeza de ser penetrado con ganas, golpeando sin piedad su próstata y haciendo que sus piernas temblaran ante lo sensible que se estaba poniendo. ―D-duro, más duro. ―Pidió.
La cómoda estaba en un fuerte movimiento, rechinando con cada estocada que el interior del pelirrojo recibía. Yun tenía los ojos cerrados, un hilo de saliva bajando por su barbilla que rápidamente fue limpiada por la boca del azabache y con las manos echas puños encima de los hombros ajenos. Ambos estaban flotando por el espacio de la locura, uniendo sus cuerpos de una manera que solo ellos sabían y compartiendo los mismos sentimientos que su lazo de unión les hacía saber.
Yun tomó entre su mano su duro pene, bombeando de arriba hacia abajo, buscando liberarse. Armando ya no estaba tan lejos de su límite y lo supo cuando el húmedo interior de su omega apretó su virilidad y manchó su abdomen de semen.
Cinco estocadas más y pronto el nudo comenzó a formarse, haciendo que Armando diera un gruñido bastante alto y que pronto llenara el interior del gatito con su esencia.
―Malditas hormonas. ―Comentó Yun, recuperando su respiración y mirando con amor al alfa que tenía por pareja. ―En realidad no veo la diferencia de estar embarazado, de por sí mis hormonas andaban al mil.
Grúas negó con una sonrisa, acariciando la desnuda espalda de su omega y besando su cuello. Según sabía a su gatito le gustaban los mimos después de tener sexo y él con todo gusto cumpliría sus caprichos. ―No sabía que un embarazado se vería tan excitante mientras es fuertemente follado. ―Siguió repartiendo besos, por sus hombros, sus brazos y nuevamente en el pálido cuello.
―Solo porque estoy embarazado, si no me hubieras tenido en cuatro para ver como tu pene desaparecía en mi interior.
Yun era mucho más candente y cachondo de lo que había imaginado y por sorpresa eso le encantaba.
aviso que no subiré capítulo en todo
el fin de semana c:
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