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―Juanjo me dijo que yo soy el padre de tu cachorro.
Lo próximo que escuchó fueron unas fuertes carcajadas y un par de aplausos por parte de Yun ¿Armando siendo el padre de su bebé? Si Grúas quería relajar el ambiente, lo había hecho bastante bien.
Armando hubiera deseado haberse reído junto al menor, pero la situación no lo ameritaba ¿Tan feo era ser el padre del cachorro? Suponía que Yun no lo quisiera de ese modo, pero se había sentido tan mal al ver que su mejor amigo no lo veía como una buena persona, sabía que en un pasado él había sido un completo idiota, pero las cosas habían cambiado, había crecido y la madurez había llegado, pero era algo que al parecer, Yun se negaba a ver.
El omega le sonrió al alfa burlescamente. ―Bien, esa fue una buena broma, yo sería incapaz de acostarme con alguien como tú. ―Esas palabras calaron dentro del corazón del alfa, al parecer Yun se dio cuenta de lo que dijo y carraspeó. ―No lo digo de mala manera.
¿Y si lo que le dijo Juanjo había sido una broma? ¿Y si realmente él no era el padre? Tenía sentido, porque aunque dolieran las palabras del omega, tenía razón, jamás un chico como Yun se acostaría con él, porque el menor se había empeñado en recordarle lo mal alfa que era y que jamás en su vida un omega lo tomaría en serio.
Después de todo, las personas eran más valiosas que él.
―Claro, una broma, espero que te sientas mejor ahora. ―Sus palabras salieron ahogadas, dolía saber lo que el mayor pensaba de él. La felicidad en el alfa se había esfumado. ―Tengo que irme. ―Informó, levantándose y quitando al omega que aún seguía en sus piernas.
Yun se sintió un poco culpable, tal vez no debió decir eso en voz alta. ―¿Me dejarás solo en el celo?
―Creo que no necesitas mi compañía, lo que menos quiero es estar cerca de ti y en ese estado, no quiero que tengas muchas más razones para llamarme un alfa idiota ¿Cierto? ―Las palabras más dolorosas son las que vienen de alguien que te está juzgando y de alguien que te importa mucho.
―No te tomes a pecho todo lo que te digo. ―Bromeó, el gato dentro de él quería salir y disculparse por las palabras tan hirientes que había dicho su humano, pero Yun era tan orgulloso como para aceptar su error. ―No te vas por mí, solo irás a buscar a alguien para bajar tu calentura, como el alfa cualquiera que eres.
Y seguía lastimándolo, porque no quería ver la realidad ni la verdad, porque no quería salir lastimado como todos esos años.
―Tal vez tengas razón, después de todo soy un alfa cualquiera y no perdería la oportunidad de follarme al primer omega que se me cruce.
Yun no podía ser la única persona en herir.
Era de mañana cuando Armando llegó a su taller en el centro de la ciudad y junto a él estaba Gustabo, para ayudarle en lo que sea que le enseñaría a sus alumnos de cuarto semestre. Después de haberse ido del departamento, no llegó esa noche, ni la siguiente y por el resto de un mes, Yun tampoco se dignó en pedirle que regresara al enterarse que estaba pasando las noches en casa de Gustabo.
Hacía como dos semanas que Yun se había cambiado al departamento nuevo con la ayuda de Tonet y aunque deseó haber intervenido, supo que el menor debía actuar como alguien prudente y no por impulso, porque por más que perdonara la mentira que Tonet le dijo, no debía seguir confiando en él.
―Te vez un poco más feo de lo normal. ―Bromeó su compañero y no tuvo de otra que reír ante el mal chiste.
―Es Yun, no sé cómo le esté yendo con el bebé porque no me ha contestado las llamadas y no recuerdo en qué momento discutimos. ―Porque sí, él debía estar molesto por las palabras hirientes que Yun siempre le decía, por juzgarlo por el pasado que tuvo y recordarle cada que podía las feas cosas que hizo. En cambio el molesto era Yun, como si le hubiera dicho algo malo, cuando no fue así. ―A veces yo siempre tengo que pedirle perdón por algo que no hice.
Ambos alfas se sentaron en el suelo y Gus sonrió con ironía.
―Solo tú lo soportas, en mi caso ya lo hubiera mandado a la chingada, no permitiría que alguien me estuviera juzgando por lo que fui o por lo que soy.
Grúas negó, jamás se alejaría de Yun por algo que tal vez era cierto. ―No puedo, realmente nunca le he negado lo que afirma, así que no puedo reclamarle por eso.
―Habiendo miles de omegas, viniste a enamorarte de uno embarazado.
―Soy el padre de aquel cachorro y aunque no lo fuera, yo no elegí a quién amar, simplemente fue mi lobo quien lo eligió y está bien.
―Frunció su entrecejo al ver la mueca de su compañero, él nunca iba a entenderlo. ―Prometí ayudarlo y lo haré, cuando se le pase el coraje o algo.
―Está con Tonet. ―Respondió, lo que quería era que su amigo entrara en razón y no saliera más lastimado. ―Si tanto hubiera necesitado tu ayuda, no hubiera ido tras el imbécil que lo engañó.
Aunque quisiera negarlo, era cierto, Yun prefirió confiar en un completo desconocido que en su propio mejor amigo, porque al menos él sabía de lo que Armando era capaz, pero no de lo que Tonet haría con él. ―Iré a buscarlo, le pediré perdón aunque no haya hecho nada.
―Has lo que quieras, después de todo tú terminarás perdiendo algo que nunca fue tuyo.
―¿Qué más puedo perder? ¿La dignidad? Eso la perdí desde que acepté ser el padre de un cachorro que al principio pensé que no era mío.
No importaba las decisiones que Yun tomara, él lo apoyaría aunque en el proceso sufriera por un amor no correspondido.
Después de todo era Yun Kalahari de quien hablábamos.
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