―No, no te quedarás aquí. ―Armando no quería tener problemas con el dueño del lugar, a duras penas y pudo conseguir ese lugar y su mejor amigo no se quedaría ahí, no.

Yun forcejeó con el mayor, no se iría de ahí, no tenía a donde irse, sus padres lo había rechazado en cuando se enteraron del embarazo y él no pensaba abortar, él si quería un bebé, tal vez no a esa edad, pero no podía rechazarlo tampoco.

―No Armando, enserio necesito tu ayuda, por favor. ―Para ese momento, el alfa había cargado al menor como un costal de papas y estaba a nada de sacarlo de ahí, pero se detuvo, era su mejor amigo ¿En qué pensaba? él debería apoyarlo, no importaba si se metía en problemas.

―Está bien, te ayudaré. ―Grúas bajó al menor de sus hombros y con mucho cuidado lo colocó en el suelo, mirando la gummy smile que se había formado en el rostro del pelirrojo. ―¿Quién es el padre? ―Y la sonrisa se le borró.

¿Ahora cómo le decía? Hace dos semanas habían ido él y Armando a un bar, para pasar el rato y quitarse el estrés que tenían, ambos habían tomado demasiado, recuerda muy poco, solo sabe que un chico más alto que él por unos centímetros, lo había tomado de la cintura y lo había llevado a los baños, realmente no recuerda bien. Al día siguiente despertó en el departamento de Juanjo, su hermano y aunque éste lo había interrogado, él dijo que nada había pasado.

Aunque despertó con un fuerte dolor de caderas y su omega se sentía avergonzado por no recordar siquiera con quién había pasado la noche, sin embargo lo dejó pasar, los días se volvieron cada vez más incómodos, tenía nauseas, antojos muy raros y le dolía mucho el vientre cuando fumaba.

Hasta que decidió visitar un doctor, dándole la impactante noticia de que llevaba dos semanas de gestación. ¡No era posible, no sabía ni quién era el padre o la madre!

Pero ahora estaba ahí, con unos lindos ojos oscuros rojos observándole. ―No lo sé. ―Se encogió de hombros cuando la mirada del alfa se volvió oscura.

―¡Por Dios,Yun Kalahari! ―Armando estaba muy enfadado ¿Por qué su mejor amigo era tan despistado? ―Espero y consigas saberlo, necesita hacerse cargo de esto, Yun, no siempre tendrás el apoyo de todos.

―Fue hace dos semanas ¿Cómo piensas que voy a saber su paradero? ―Yun caminó hasta el sofá, quedándose parado, esperando a que el mayor fuese hasta él. ―¿Puedes venir? Te necesito.

Grúas comenzó a reír. ―Eso sonó muy mal.

―Tú eres el pervertido, melón.

El alfa caminó el poco espacio y se sentó, dejando que el menor se sentara a horcadas en sus piernas, ambos mirándose y sintiéndose bien, tranquilos y cálidos, sin saberlo tenían su lugar seguro.

Kalahari recostó su cabeza en el hombro del mayor, aspirando todo lo que podía, del aroma de Armando, amaba mucho ese aroma, su gato ronroneaba, estaba encantado con las caricias proporcionadas a sus cabellos y espalda, si fuese por él, se transformaría en su animal y se restregaría en el alfa.

Por otro lado, estaba Armando, su tigre adoraba al gatito, trataba de consentirlo lo más que podía, no le negaba nada y por eso estaba enojado, porque no sabía que su gatito tenía pareja, aunque bueno, se alegró de que no fuese así, pero tampoco le agradó la idea de que el omega no supiera quién era él padre.

¿Yun lo aceptaría como padre de su cachorro? No quería arruinar nada, su amistad de años, solamente quería que el mayor lo amara como su tigre lo hacía, aunque claro, Armando estaba en negación con su animal, él no echaría nada a perder por unos estúpidos sentimientos.

―Bien, buscaremos un lugar más grande, pero, iremos a ese bar y preguntaremos a quien sea por el padre de ese bebé ¿Entendido? ―Ojalá no apareciera o todo se vería afectado, sobre todo para Armando, porque para Yun era emocionante conocer al padre de su hijo.

El omega se incorporó, quedando cerca del rostro asustado de Armando. ―Si no llego a tener información de él... ¿Serías el padre de mi cachorro?

Y bueno, era emocionante para el alfa aquella propuesta, y aunque el mayor lo dijera entre amistoso y románticamente, Armando no lo sabía, así que estaba haciéndose ilusiones que no le correspondía, porque él no era el padre y si a aquel alfa se le ocurría buscar a

Yun, él quedaría como novia a punto de casarse, vestida y alborotada.

―Yunnie, sabes que te apoyaré en todo, simplemente me diste una sorpresota, y dios, no puedo decirte que no a nada. ―Mentiría si el alfa dijera que no estaba nervioso con esa cercanía, podría por acortar ese espacio y besarlo, pero no lo haría, todo era culpa de su jaguar.

Tigre estúpido hormonal.

Y Yun no estaba tampoco tan lejos, quería lo mismo que Grúas, pero ninguno de los dos se atrevían, tal vez el embarazo del omega los uniría un poco más, eso emocionaba sin duda a su gato.

Otro gato tonto y confuso.

―¿A nada? ―Yun se acercó un poco más, quería tentar el terreno, le gustaba cuando el mayor se ponía nervioso ante su cercanía.

―A n-nada.

Y el omega se separó, sonriendo con burla cuando el alfa pudo respirar bien.

Un día de éstos el menor mataría de un paro cardiaco al alfa. Armando carraspeó un poco, dispuesto a ignorar la tensión de hace unos segundo, así que poniendo sus manos en el vientre aún no abultado de su mejor amigo, acarició y habló como un loco a la pancita del omega.

Le hacía ilusión ser papá, pero no había encontrado al omega perfecto para tenerlo, tampoco estaba preparado mentalmente y no tenía los recursos para sustentar una familia. Pero en sus deseos, estaba ser un padre y poder hacer lo que todo un buen padre hacía, viajes, juegos, compras, etc. Armando Grúas era un alfa adorable, con sueños algo difíciles de cumplir y con un gran amor romántico por su mejor amigo.

Pero recuerden, todo era culpa de su jaguar hormonal, no, Armando no estaba enamorado, pero su tigre sí.