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Capítulo XXIV

Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. BinWoo.

Moonbin iba a tener un ataque de nervios en ese instante.

De pie, en el pasillo del hospital más cercano donde llevaron a Dongmin, sentía que todo el mundo se le venía encima ante el pensamiento de que le pudo haber ocurrido algo a su omega. A su bebé.

Si lo llegaba a perder, si ocurría cualquier cosa...

Moonbin iba a ponerse a llorar como un niño pequeño.

Youngho, Sanha y Minhyuk estaban en otro cuarto mientras revisaban a Doyoung, en tanto Taeyong permaneció junto a Yujin cuando la policía comenzó con los interrogatorios. Se habían llevado a Hyewon entre gritos, pero a Moonbin no le interesaba. Y su madre…

Bueno, la estaban operando para sacarle la bala. Yujin disparó a ningún órgano mortal, sin embargo...

El doctor salió del cuarto y Moonbin se le acercó.

—¿Cómo está? —preguntó con voz urgida —¿Puedo pasar a verlo? ¿El bebé?

—Está todo bien —dijo el doctor Shin, aliviado —, no hubo aborto. Ha sido sólo el estrés de toda la situación. Su bebé está muy bien.

Moonbin ahora iba a llorar por el alivio.

—Puede pasar a verlo —agregó el doctor — ha estado bastante calmado a pesar de todo, pero lo ideal es que duerma para que su cuerpo se relaje mejor.

Notó la indirecta del hombre: podía estar con Dongmin, pero primero tenía que hacerlo dormir. Para ello, su papel de alfa sobreprotector sería ideal.

Aunque, claro, cuando lo vio acostado en la cama, no dudó en subir sobre ella para abrazar al omega y restregar su rostro contra el pecho del más alto como si fuera un bebé, queriendo quedar impregnado en su olor.

—Ow, Moonbin…

—Casi te pierdo otra vez ―gimoteó, con la voz temblando—. Soy el peor alfa del mundo...

—¿Qué estás diciendo? —regañó Dongmin, acariciándole el cabello a Moonbin—. Eres mi bebé grande.

—Debería haberte protegido, y mira dónde estamos...

―Oye, no me ha pasado nada grave — Dongmin liberó feromonas para tranquilizar al alfa, que seguía algo alterado —. Nuestro cachorro sigue bien, mira...

Tomó la mano de Moonbin, llevándola a su vientre algo abultado, lo que llamó bastante la atención del doctor porque recién iba a cumplir dos meses. Había comentado la necesidad de hacer exámenes, pero Dongmin le dijo que no se lo comentara a Moonbin, pues iba a preocuparlo más.

—¿Ves? —Moonbin parecía fascinado mientras le acariciaba—. Cachorrito está bien.

El alfa asintió, estirando sus labios, y Dongmin se rió para darle un beso pequeño, calmado por el toque dulce del alfa sobre su piel.

—Tienes al peor papá del mundo, cachorro — lloriqueó Moonbin.

Dongmin rodó los ojos.

—Deja de llorar, tonto ― le regañó —. Lo importante es que estamos bien, estamos juntos, y esto se ha acabado, ¿cierto? — su expresión cambió — ¿Tu mamá...?

Moonbin frunció el ceño.

—Está viva — contestó, sin soltarlo un poco de su agarre —, aunque...

—Hierba mala nunca muere — murmuró Dongmin.

—Al parecer — prosiguió el alfa cuidadosamente —, va a quedar inválida. El impacto de la bala fue en la columna vertebral.

Dongmin parpadeó, observando el rostro tranquilo de Moonbin, y no se molestó en fingir que aquello le afectaba, ya que sería mentir. Si ella vivía, si moría, le daba lo mismo, lo único dejara en paz. que deseaba era que le

—¿Y Hyewon? ¿Mi padre? —prosiguió. — Los han llevado detenidos. La policía está en espera de que estabilicen a mi madre para interrogarla también. Muy probablemente tengamos un juicio por la herida de bala. Además... — Moonbin acarició su cintura —, voy a demandarlas por secuestro, agresión e intento de homicidio. Haré que se pudran en la cárcel, Dongminie. Ellas ya no van a hacernos daño alguno.

Dongmin lo abrazó, olisqueando su cuello, con alivio y calma al sentir el alfa de Moonbin, su olor varonil relajándolo. Moonbin se movió sobre él, empujándolo a acostarse, y el omega se dejó manipular como un bebé, riéndose cuando los labios del mayor acariciaron la piel de su mejilla.

Todo había acabado por fin, todo había terminado.

—Moonbin...— se rió —, estamos en un hospital, en un lugar público...

—No estoy haciendo nada malo — dijo Moonbin, sin alejarse, con su voz ronca —, sólo hago feliz a mi omega. Además, ¿no me debías una mamada?

—Eso era si volvías, no si yo iba a rescatarte...

El menor suspiró, jadeando por los dientes de Moonbin mordisqueando la piel de su cuello, separando sus piernas y…

—¡No jodan, son lo peor!

Moonbin se cayó de la cama cuando Dongmin lo empujó, siendo un déjà vu de la primera vez que Taeyong, siendo bebé, los vio juntos también.

Ahora, el chico estaba de pie bajo el umbral de la puerta, con las mejillas coloradas y una mirada atormentada por la situación.

Pero Dongmin no le sonrió.

Taeyong bajó la vista, avergonzado, e incluso Moonbin sólo se puso de pie, sin reclamar y notando el aire cargado de feromonas molestas.

El alfa tosió.

—Bueno, iré a ver a Yujin — dijo Moonbin, dándole un beso a Dongmin —, no seas duro con él — agregó en voz baja.

Dongmin soltó un bufido y Moonbin casi salió corriendo, cerrando la puerta detrás de él.

—Mamá...— murmuró Taeyong.

—¿Qué te dije, Taeyong? —le preguntó, con su voz grave y seria, su mandíbula apretada y sus ojos sin dejar de mirarlo.

El muchacho se crispó.

—Pero... yo quería...

—Qué. Te. Dije.

Taeyong quiso ponerse a llorar al escuchar su tono bajo y enfurecido, pero se forzó a mantenerse entero, a no derrumbarse y hacerse bolita en una esquina.

—Que no fuerab— dijo con la voz temblando —, que me quedara con Youngho en su departamento.

—Entonces — prosiguió Dongmin, sin amedrentarse por la visión de su hijo mirando el suelo, los ojos llorosos y expresión sufrida —, ¿por qué fuiste a esa casa?

El muchacho sollozó.

—Quería... a-ayudarte... no pretendía...

—¿Ayudarme? Taeyong, no pensaste que, si te dije que no me acompañarías, ¿fue porque sabía que serías un estorbo? — le dijo, sin dejar esa posición de regaño, su voz helada sin admitir réplica alguna.

Taeyong se encogió en su lugar, herido por sus palabras, pero sin ser capaz de replicarle. Nunca antes le regañaron de esa forma, nunca le afectaron tanto unas palabras como en ese instante.

—Lo... lo si-siento...— farfulló, sin atreverse a levantar la vista.

—No sólo me desobedeciste —continuó Dongmin, con su voz más dura—, sino que también fuiste tan estúpido como para dejar que mi padre te capturara. Me hiciste cambiar todo lo que tenía planeado e improvisar en unos segundos —Taeyong, para ese momento, ya estaba llorando— Y no suficiente con eso, pusiste tu vida en peligro y haces que casi me dé un infarto — en ese momento el tono de Dongmin se quebró―. ¿Qué habría hecho yo si te hubiera pasado algo, Taeyong?

Taeyong lo miró en ese instante, y rompió a llorar como un bebé al ver a Dongmin sollozando también.

Se movió con rapidez, subiéndose a la cama mientras berreaba sin control alguno, acurrucándose en los brazos de su mamá para poder ser consolado por él, hipando y sorbiendo por su nariz.

—Lo... lo la-lamento, mami...— sollozó Taeyong.

Dongmin suspiró, abrazándolo contra su pecho y acariciándole el cabello.

—Sigo enojado contigo y estoy pensando en tu castigo — le dijo Dongmin, aunque su voz ya no estaba tan furiosa

Taeyong gimoteó.

—No me odies, mami — balbuceó.

Dongmin se sintió derretir, pensando brevemente que, si no se hubiera visto obligado a abandonar a su hijo, se habría comportado así a lo largo de su crecimiento para evitar ser castigado.

Pero trató de no pensar en ello, porque eso ya no ocurrió, era el pasado, y ahora estaban juntos. Ahora nadie lo iba a separar de su bebé, de Moonbin, y se iba a asegurar de eso.

—¿Qué dices? — le dijo con dulzura—. Jamás podría odiarte, cariño. Eres mi bebé grande — suspiró, soltando más feromonas maternas―. Mi primer bebé grande. Te amo mucho, Taeyong.

El muchacho suspiró de alivio, aferrándose al abrazo de Dongmin, sintiendo que todo iría bien. Que, por fin, las cosas irían bien.

—Yo también te amo mucho, mamá — contestó, feliz.

Moonbin acarició el cabello de Yujin, que dormía a su lado, contra su pecho, y suspiró por el cansancio. El interrogatorio de la policía acabó minutos atrás y su hija lloró contra su pecho hasta quedarse dormida, pero a Moonbin no le interesaba.

Si bien se habían librado por fin de esas dos mujeres locas, el precio que tuvieron que pagar fue demasiado alto. Ninguno de los dos adultos tuvo que disparar, sino una niña de trece años se hizo cargo de eso, que además fue interrogada hasta el cansancio por los policías. Moonbin estuvo presente en todo el momento, tratando de sostener a su bebé para que no tuviera un colapso, para luego decirle que no fue culpable de nada.

Que todo fue en defensa propia y ellos la iban a seguir queriendo por siempre.

Se puso de pie, arropando a la niña para que no pasara frío en el hospital, y salió del cuarto con algo de agotamiento. Le darían el alta a Yujin al día siguiente, pero no la iba a dejar sola esa noche, no cuando lo necesitaba. Sin embargo, mandó a Dongmin a la casa junto a Taeyong, sabiendo que el omega debería descansar los siguientes días por recomendación del doctor.

Moonbin lo prefería así, no quería que Dongmin estuviera más en ese lugar.

Caminó por el pasillo, yendo a comprar un café, y mientras volvía al cuarto, se desvió hacia otra habitación.

No tocó al entrar, revisando que no hubiera alguien cerca, y entró.

Su madre estaba acostada, pero no durmiendo. La mujer lo miró, pálida, ojerosa, pero Moonbin no se sintió mal, ni triste, ni amedrentado.

—¿Moonbin?— preguntó ella, y el alfa nunca la vio tan frágil como en ese instante.

No se acercó, apoyándose en la pared.

—Supongo que los doctores ya te lo han dicho — comentó —, que no vas a volver a caminar.

Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas.

—Vivir en una silla de ruedas...— murmuró Gahyeon, con su rostro lleno de desdicha —, ¿vas a hacerte cargo de mí?

Moonbin no pudo evitarlo: se rió.

Trató de controlarse, sacudiendo su cabeza en una negativa feroz.

—No, verás — dijo con cuidado —, dentro de unas semanas, cuando mejores lo suficiente, voy a llevarte a juicio por secuestro, extorsión, agresión e intento de asesinato — Gahyeon quiso decir algo, pero Moonbin continuó con mayor fuerza—. Haré lo posible para que te den mucho tiempo en la cárcel, lo suficiente como para que mueras allí.

—¿Qué estás diciendo? — preguntó, su voz temblando —. Soy tu madre, ¿cómo puedes...?

—A Hyewon también la meteré contigo — prosiguió, como si no la hubiera escuchado — ella puede hacerse cargo de ti allí. Yo voy a preocuparme de mi familia porque, bueno... sonrió —, no te lo alcancé a decir, pero Dongmin está esperando un bebé mío. Vas a ser abuela.

—¿Qué? — la mujer parecía en shock, aturdida, sin saber qué decir.

Moonbin bebió el café, tranquilo, sintiéndose mejor que nunca en todo ese tiempo. Sabiendo que las cosas por fin acabaron.

—Por fin vas a tener un nieto de sangre — comentó, regocijándose de su dolor.

—La empresa...

—Oh, las acciones han bajado mucho por todo esto — dijo el alfa, despreocupado —, ya sabes, no es bien visto que hayas raptado a tu hijo, a tu nieto y a otro omega, y que hayas amenazado a mi pareja — se encogió de hombros―, así que la he vendido.

—¡¿Qué?! —la mujer se enderezó, blanca como un papel, luciendo como si fuera a vomitar — ¡¿Qué has hecho qué?!

—La he vendido —repitió, saboreando cada palabra —, barata, producto de estos escándalos, pero de todas formas saqué buen dinero de eso. A Taeyong tampoco le ha hecho mucha gracia, no te preocupes.

—Moonbin, no puedes... debes...

—No, madre —dijo, dándose la vuelta para salir —, no debo hacer nada. Estás condenada, y me encargaré de que te pudras donde sea que te manden — le hizo un gesto de despedida―. Nos vemos en el juicio, Gahyeon.

La mujer balbuceó su nombre, tratando de detenerlo, pero Moonbin simplemente salió del cuarto, sintiendo gran alivio porque ya dijo todo lo que podía decirle a esa mujer. No sentía compasión, ni dolor por todo ello, pues ella nunca fue una verdadera mamá para él. Fue, tristemente, sólo una desconocida.

Moonbin ahora estaba listo para vivir su vida junto a las personas que amaba, sin que nadie se interpusiera entre ellos.

Moonbin tuvo que morder su labio inferior para no soltar un gemido, aunque si era sincero, a esas alturas sus hijos tuvieron que haberse puesto sus audífonos para no seguir escuchando.

Bajó la vista, observando los ojos traviesos de Dongmin mientras le miraba, su boca chupando el glande en tanto su mano acariciaba sus testículos.

—Eres ho-horrible —jadeó, cerrando sus ojos brevemente por el placer.

Dongmin sonrió, alejando su rostro.

—¿No te gusta despertar así?— contestó con inocencia —, puedo dejarte en paz sí...

—No te atrevas—gruñó Moonbin, antes de volver a gemir al sentir como la boca de Dongmin tomaba su pene sin dificultad alguna.

El rostro de Dongmin terminó cubierto de semen y saliva, pero poco le importó cuando se enderezó. Se subió al regazo del alfa, ubicando cada pierna a un lado de su cintura, y comenzando a mover sus caderas para que el pene de Moonbin volviera a endurecerse.

El alfa volvió a gemir.

—Estoy viejo — se quejó, agarrándolo de la cintura —, ya no duro... lo mismo de antes, Dongminie...

Dongmin comenzó a reírse, sin dejar de moverse, sintiendo la erección entre sus nalgas, con su ano lubricando.

—¿No te gusta cómo me veo? —le dijo, enarcando una ceja.

Moonbin lo observó, su cara con restos de semen, sus mejillas coloradas, la expresión sucia en su rostro. Se sentía algo más provocador verlo con su vientre abultado en señal de embarazo, donde el pensamiento de follar a su omega, que cargaba a su cachorro, envió una ola de excitación por todo su cuerpo.

—Me encantas — admitió, antes de gemir cuando el omega se auto penetró solo, su pene abriéndose paso en su agujero apretado y estrecho.

—Mi Alfa...— murmuró Dongmin, besándolo en la boca.

Despertar de esa forma, consideró, no estaba tan mal.

Quince minutos después, estaba anudando en su interior, gruñendo contra su cuello mientras renovaba su marca y Dongmin se derrumbaba en sus brazos.

—Estamos yendo tarde —murmuró Moonbin, mirando la hora brevemente.

Dongmin suspiró, levantando sus ojos, y puso una expresión extraña en su rostro. Moonbin supo que no sería algo bueno lo que vendría a continuación, sintiéndose un poco estúpido ya que los últimos días Dongmin estuvo un poco raro.

Su alfa sintió pánico de pronto.

El omega se removió, sentándose a su lado, con su mano puesta sobre su vientre abultado. Las últimas dos semanas Moonbin se percató de lo notorio que era.

—Pareciera que tengo cuatro meses y no dos — le dijo, su voz suavizándose con algo de pena.

Hubo un instante de tenso silencio, en los que el alfa proceso lo que le estaba diciendo.

—No — murmuró Moonbin, derrotado.

—No le pregunté al doctor porque estábamos preocupados de otras cosas, Moonbin, pero... — vaciló un instante — No lo consideré porque no lo creí posible, pero ahora... Tal vez debamos considerar que sea de Jun. Pasé un celo con él antes de que tú volvieras.

Moonbin puso un brazo sobre su rostro, sin querer mirar el triste rostro de Dongmin, sintiendo su corazón quebrándose ante la noticia. El omega no hizo amago de tocarlo, sin saber qué hacer en ese instante.

—Me dijiste que usaban condón — dijo Moonbin, su voz completamente quebrada, y Dongmin quería romper a llorar.

—La mayoría de las veces sí —admitió, avergonzado. Hubo una pequeña pausa.

—Necesito estar solo un instante—pidió Moonbin.

Dongmin tuvo el débil impulso de negarse, pero sabía que Moonbin estaba a unos segundos de llorar, y sabía que el orgullo del alfa le impedía hacerlo frente a él, menos en esa situación. Vacilante, se puso de pie, tomando su bata, y se envolvió en ella para salir del cuarto.

La vida, al parecer, no iba a dejársela fácil a Moonbin.

Una hora después, los cuatro estaban saliendo de la casa, sentados en el auto de Moonbin, aunque los dos adultos iban en un mortal silencio.

Taeyong observó a Yujin, que le devolvió la mirada, completamente extrañada porque en la mañana esos dos estaban teniendo sexo, y ahora parecía que habían peleado. Sin embargo, no se atrevieron a decir nada, no cuando su papá tenía los ojos enrojecidos y Dongmin parecía culpable.

Se suponía que ese día todo iría bien, ¿por qué se arruinó? Ese día era el juicio contra Hyewon, Gahyeon y Dongyul, pero los dos adultos parecía que iban a un funeral.

En la Corte Suprema evitaron a los periodistas que estaban curiosos por el caso, encontrándose en el interior con la familia Park. Taeyong no tardó en ir con Doyoung y Youngho, en tanto Yujin se acercó a Wonyoung y Jisung. Incluso Sanha y Minhyuk notaron que la pareja no estaba bien, por lo que no quisieron acercarse a entablar alguna conversación.

Dongmin se giró hacia Moonbin, estirando sus manos para arreglar la corbata alrededor de su cuello.

—Me haré exámenes mañana mismo — le dijo con tono apagado —, y no quiero presionarte. Si no quieres hacerte cargo en caso de...

—No pasamos tanta mierda para que esto nos separe — contestó Moonbin, obligándolo a sostener sus ojos —. Te amo a pesar de todo — lo abrazó, y Dongmin quería llorar en su pecho —. Lo vamos a superar. Aún nos quedan muchas oportunidades para tener un hijo de los dos.

El omega asintió, hipando, y minutos después se prepararon para ingresar a la sala de juicios donde se llevaría a cabo la sesión.

Fue un juicio largo, extenso, que duró toda la mañana y gran parte de la tarde, pero Moonbin presionó para que todo se solucionara dentro del día, en lo posible. No quería extender más esa situación, no cuando Yujin y Doyoung tuvieron que testificar, además, explicando todo lo ocurrido, visiblemente afectados por los recuerdos.

Bajo todas esas circunstancias, la decisión del juez fue sencilla: culpables los tres de todos los cargos que se les acusó.

A Moon Gahyeon le dieron veinte años, sin posibilidad alguna de rebaja, por lo que, con toda probabilidad, iba a morir encarcelada.

Lee Hyewon recibió quince años de prisión, con una orden de alejamiento de cualquier miembro de la familia Moon. Si bien Dongmin esperaba más, quedó satisfecho con el hecho de que, si bien tenía un gran riesgo de salir, perdió todos sus privilegios: ya no tenía a Gahyeon para que le protegiera ni un trabajo con el que mantenerse.

Y Lee Dongyul recibió diez años de cárcel, y si no moría dentro de los barrotes, saldría ya demasiado viejo como para hacer algo.

—¡Dongmin! — había gritado Hyewon entre lágrimas mientras se la llevaban, pataleando, siendo arrastrada por los guardias en un intento desesperado de que la soltaran—. ¡Dongmin, por favor! ¡Por favor, no me hagas esto! ¡No a tu hermanita mayor!

Dongmin hizo una mueca de desprecio, poniéndose de pie, y le dio la espalda, caminando lejos de allí. Sintió cómo esas puertas, que tanto dolor le causaron, eran por fin cerradas.

Luego de tanto tiempo, su pasado ya iba a dejar de perseguirle para siempre.

Taeyong, definitivamente, tenía que estar fuera de casa esos últimos días.

Sus papás no le comentaron nada, pero los dos habían adoptado una actitud demasiado extraña, saliendo casi todos los días por asuntos privados y volviendo a casa sin hablar demasiado.

Sin embargo, él no iba a meterse porque la relación era de ellos, y estaba algo feliz, además, de no escuchar gemidos en medio de la noche.

Por otro lado, tenía varias preocupaciones que atender en ese momento.

—Doyoung, bebé, ¿qué pasa? —preguntó Youngho, con aspecto cansado, mientras el omega miraba la televisión con poco interés.

—No pasa nada, ¿por qué preguntas eso? — dijo Doyoung, sonriendo forzadamente.

—No has querido salir en estas últimas tres semanas, Doie — contestó Taeyong, viendo la sonrisa desaparecer. Hasta estás más pálido por eso.

El omega arrugó el ceño con expresión de fastidio.

—Es porque prefiero estar acá en casa — explicó —, ¿para qué voy a salir? Me encargo ordenado... de que todo esté limpio y…

—Hey, hey — se apresuró a interrumpir Youngho —, ¿desde cuándo quieres hacer eso? Siempre te quejas de que no eres un ama de casa — hizo una pequeña pausa —. Tú me habías comentado la otra vez que querías estudiar algo.

La expresión que puso el omega fue de pronto triste y desamparada, y ambos alfas se miraron con evidente preocupación.

—He causado muchos desastres — murmuró Doyoung, con su voz temblando — Los he puesto a los dos en peligro por mis decisiones. Yo no... No quiero causar más problemas, sólo qui-quiero que los tres vivamos en paz...

—Oye, ¿qué estás diciendo, bebé? — dijo Taeyong, sentándose al lado del omega para abrazarlo — No has hecho nada malo.

—Yo realmente pensé en huir con Jinyoung — soltó Doyoung —, y no suficiente con ello, confié en él porque me dio un poco de atención y provoqué que la maldita de Hyewon me tuviera en sus manos.

—No es tu culpa — insistió Taeyong.

—Doyoungie, ellas te habrían llevado como fuera — agregó Youngho, tomándole la mano —, pero de ninguna forma ha sido tu culpa. Y si te hubieras ido con ese idiota…— los alfas volvieron a mirarse —, lo habríamos comprendido, porque te queremos. Y queremos que tú seas feliz — hizo una pequeña mueca—. Después de todo, si tú lo hubieras querido y pedido, nosotros habríamos marcado a otros omegas para liberarte a ti de nosotros.

Doyoung rompió a llorar ahora, dejando que ambos chicos lo abrazaran y llenaran de amor, el aroma alfa a su alrededor provocando que se volviera un bebé.

No quería que le soltaran, le dejaran nunca, se dio cuenta en ese instante, demasiado lleno de cariño y ternura.

—Ah, no nos hagas esto, conejito — murmuró Youngho —, si tú lloras, harás llorar a Taeyong...

—¡No estoy llorando! —sollozó Taeyong.

—Y si Taeyong llora, ¡yo voy a llorar! — terminó de decir Youngho con lágrimas en los ojos.

Los tres se mantuvieron en ese abrazo por varios segundos, arrimándose entre sí y dándose besos pequeños y cortos, lo suficiente para calmarse y tratar de recuperar la poca dignidad que les quedaba.

—Y no bromeábamos cuando te decíamos si quieres estudiar algo — dijo Taeyong, acariciándole la mejilla húmeda por las lágrimas —. Si tú quieres estudiar alguna cosa, o entrar a trabajar, sólo tienes que decirnos para que te apoyemos.

—¿Puede ser cualquier cosa? —preguntó Doyoung con timidez.

—Lo que quieras —prometieron los dos.

—Los amo — admitió Doyoung, dándole un beso a cada uno ―. De verdad que los amo. Lamento haberme dado cuenta tan tarde y hacer tantas cosas tontas.

—Hey, todos hemos hecho cosas tontas — dijo Youngho —. Por ejemplo, Taeyong hoy se acabó tu leche de plátano.

—¡¿QUÉ ÉL HIZO QUÉ?!

—¡YOUNGHO!

Taeyong sabía que las cosas iban a ir bien.

O al menos, eso creía hasta que llegó a su casa después del colegio junto a Yujin, dos días después, y encontraron a su papá llorando en el sillón a lágrima viva. Las únicas veces que lo vieron llorar era cuando llegaba borracho, gimoteando el nombre de Dongmin, y ellos no entendían qué ocurría.

Sus alarmas se activaron, dejando las mochilas en el suelo.

—¿Papá? —preguntó Yujin, asustada—. ¿Qué pasó, papá?

Pero Moonbin hipó, incapaz de hablar.

Taeyong levantó la mirada cuando sintió una presencia conocida, y Dongmin salió de la cocina, llevando un vaso con agua, con una expresión cansada pintando su rostro.

—¿Mamá? — balbuceó Taeyong —. ¿Qué está ocurriendo?

Dongmin se sentó al lado de Moonbin, ofreciéndole el vaso, y el alfa no dudó en agarrarlo para beber. Dongmin le tomó la mano a Moonbin.

—Bueno, necesitamos conversar seriamente con ustedes —dijo, hablando con cuidado.

Taeyong iba a vomitar.

—¿Le ha pasado algo al bebé? —preguntó Yujin.

—El... el bebé...— farfulló Moonbin antes de volver a beber agua.

Dongmin suspiró, sacudiendo la cabeza.

—Con papá fuimos a hacernos exámenes, pues nos llamó la atención algo del embarazo — comenzó a explicar Dongmin —. Mi vientre no luce como si tuviera dos meses, es más, parezco tener por lo menos cuatro meses.

Taeyong palideció, mientras Yujin puso una expresión desconcertada.

—Espera…— musitó Taeyong — ¿el bebé puede ser... uh...?

—Quisimos verificar también que todo estuviera bien — le interrumpió Dongmin a Taeyong —, y el doctor nos dijo, al final de todo, que...

—¡Son tres! — chilló Moonbin, histérico ―. ¡No un bebé! ¡Son tres!

Taeyong se atoró con su saliva, en tanto Yujin abría la boca por la sorpresa.

Dongmin parecía exasperado.

—Tienen los dos meses correspondientes — aclaró Dongmin cuando Moonbin terminó de beber el agua —, pero el doctor hizo varios exámenes para comprobar cuántos bebés eran. Apenas lo tuvo todo claro, nos avisó, y tuve que venir conduciendo yo porque tu pobre papá apenas podía decir algo. A mitad del viaje se puso a llorar como desquiciado.
Moonbin volvió a llorar.

—¡Seré... seré papá! — dijo con la voz temblando por el nervio — ¡De tres... tres bebés! ¡Tres por... por uno!

Dongmin soltó un ruido por la incredulidad.

—Bueno... ¡felicitaciones! — dijo Yujin, todavía desconcertada.

Taeyong arrugó el ceño.

—Pero no lo entiendo—dijo algo confundido — ¿Por qué lloras, papá?

Dongmin se puso de pie.

—Tal vez tu papá quería sólo un bebé y no tres — dijo el omega, con su tono borde.

Moonbin dejó de llorar, observando a Dongmin cruzarse de brazos.

—¿Qué estás diciendo? —dijo Moonbin — Estoy llorando porque no creí que mi semen fuera tan potente.

—¡PAPÁ!

—¡OH POR DIOS, NO HAY CASO CON USTEDES!

Los dos adolescentes salieron corriendo de allí cuando Dongmin se subió al regazo de Moonbin, comenzando a llorar por la felicidad repentinamente, con su corazón latiendo sin control alguno.

—Tres bebés — murmuró Moonbin, deslizando sus labios por las mejillas del omega —, tres cachorros, Dongminie. Todos míos... Mis cachorritos...

—Todos tuyos — prometió Dongmin, dándole un beso en la boca, su omega revoloteando por la felicidad, y se rió al sentir de pronto besos en su cuello —. Los niños están arriba — agregó, sonriendo mientras le besaba, las manos del alfa deslizándose por debajo de su camisa.

—Bueno, ¿qué importa si quedan más traumados? — preguntó Moonbin, girando y acostando a Dongmin sobre el sofá, tratando de quitarle los pantalones —. Esto hay que celebrarlo.

—Oh, ¿ahora ya no estás viejo para follar? — ronroneó Dongmin, quedando desnudo en unos segundos y separando sus piernas ―. Porque... Oh... Mmm...

Moonbin amaba la sensación de penetrar el ano de Dongmin, sintiendo como su agujero le recibía sin dificultad, y sonrió contra sus labios, jadeando por el placer.

—Mi omega...— suspiró, moviendo sus caderas para llegar más profundo, observando el rostro agitado de Dongmin, la expresión de placer en su rostro —, mis cachorros...

—Tuyo, tuyo, tuyo por siempre — prometió Dongmin, tomándole la mano y dándole un apretón ―. Te amo. Te amo, Moonbin.

Moonbin le devolvió la sonrisa, volviendo a besarlo con los ojos llenos de lágrimas, riendo por la emoción.

Dongmin creyó durante mucho tiempo que era un omega con mala suerte, pero ahora, se dio cuenta de que la fortuna iba a sonreírle. Y él lo iba a disfrutar para siempre.

Holaaaaa, aquí la actu de hoy

Cambié mi celular y ahora todo eso de adaptar es más difícil jaja pero por fin busqué una forma de hacerlo más rápido.

El siguiente capítulo será publicado mañana, porque.... sorpresaa el siguiente es el epílogo.

Muchas gracias por su paciencia, sus votos y comentarios, los aprecio con todo el corazón.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

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