Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXI

Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. BinWoo.

Dongmin se sentó en el sofá con una expresión helada, como si fuera el rey de la casa, y Taeyong se ubicó a su lado en una posición protectora, sin quitarle los ojos de encima a Hyewon.

Moonbin, por otro lado, sonrió ferozmente, acariciandole el cabello a Yujin.

—¿Realmente creías que yo iba a permitir que lo mataran, mamá? —preguntó en un gruñido feroz—. Luego de todo lo que pasamos, ¿creías que iba a descuidarme así?

Dongmin se rió en voz baja.

—Me pilló por sorpresa—le dijo Dongmin con aire indiferente—, pero ya sabemos de sus jueguitos, Hyewon. Ahora —se volteó hacia Moonbin, como si estuvieran hablando del clima —, ¿está listo el divorcio, cariño?

Moonbin ladeó la cabeza, mientras su madre y Hyewon permanecían en silencio, descolocadas todavía.

—Está en trámite — dijo Moonbin—, necesitamos firmar sólo unos papeles y estará todo listo.

—No lo haré—habló Hyewon por primera vez—, no creas que lo haré, Moonbin, no pretendo...

—Firmarás todos esos papeles, Hyewon—gruñó Moonbin, con la gracia desapareciendo de su voz, y Hyewon se tensó, sus hombros crispándose —, vas a darme el divorcio sin reclamar.

—¡Moonbin! —gritó su madre — ¿Quién te crees que eres? ¡No creas que…!

—No me manejarás más, Gahyeon —escupió Moonbin—, esto se acabó, ¿no lo entiendes, acaso? ¿Qué sigues pretendiendo? —Moonbin alzó su barbilla — Taeyong ya es grande, ¿crees que al Gobierno le importará que esté vivo a estas alturas? A ellos les importará más saber que los Moon les hayan ocultado todo esto, con lo que respetan las tradiciones, supuestamente, y si nos quieren quitar la empresa... Bueno, me importa una mierda. Nunca la he querido.

—Bueno, yo si la quiero—reclamó Taeyong.

—Por dios, tú cállate bebé gordo—espetó Moonbin.

Dongmin abrazó a Taeyong para que dejara de balbucear cosas, indignado.

Hyewon apretó su boca un instante, con sus ojos llenos de lágrimas, pero dejó de mirar a Moonbin para enfocar su vista en Dongmin, el odio brillando en su rostro.

—¿Estás feliz ahora, bastardo? —le escupió con ira— ¿Estás feliz por todo lo que has hecho?!

Dongmin se rió.

—Deja el show, Hyewon—habló, sin borrar la sonrisa —, no eres una víctima aquí. Pero respondiendo... Estoy increíblemente feliz— echó a un lado la cabeza, mostrando su marca. — Catorce años, y no pudiste lograr que Moonbin te marcara. No pudiste conseguirlo, pero yo...— soltó una risa más fuerte, un patético omega que fue usado, lo consiguió antes que tú. ¿No es eso divertido, Hyewon?

Hyewon se movió con rapidez, gritando por el odio y lanzándose para golpearlo, pero Taeyong también reaccionó con velocidad para impedir alguna pelea, agarrando a su tía por la cintura.

—¡Te mataré!—gritó Hyewon, en tanto Dongmin permanecía impasible, sin amedrentarse. — ¡Voy a matarte, cabrón!

El omega enarcó una ceja.

—Ya no te tengo miedo — dijo.

Y era cierto. Dongmin antes tenía pánico de hacer algo contra Hyewon, de provocarla tanto que ella le hiciera daño, pero pasó por tanta mierda que ya no iba a dejarse amedrentar más por su hermana.

Gahyeon permanecía en helado silencio.

Moonbin elevó su barbilla.

—No vas a atentar más contra la vida de Dongmin —gruñó Moonbin en una orden furiosa, sus palabras impregnadas en tono alfa, y Gahyeon se estremeció, pues nunca antes fue usado contra ella—. Le vas a dejar en paz. No le harás daño, ni tú, ni ninguna otra persona—el alfa hizo una mueca—. Tuve que haber hecho esto desde un inicio, pero supongo que tenía la esperanza de que cambiaras. De que realmente quisieras a tu propio hijo lo suficiente para querer verlo feliz.

Gahyeon escupió al suelo.

—Siempre he querido lo mejor para ti, pero nunca lo has sabido apreciarlo, Moonbin—dijo ella —, y este patético omega...

—Es la persona que he escogido para mí —replicó Moonbin, poniéndose de pie — Hemos acabado, no queremos saber nada de ti, ni de Hyewon. Tu imperio se ha acabado. No heredaré tu compañía, ni pienso meter a Taeyong en ello.

Taeyong parecía indignado, pero al menos, se mantuvo callado.

Hyewon dio un paso.

—Suelta a Yujin—dijo la omega—, es mi hija...

Yujin se aferró a él, desesperada.

—No—Moonbin sonrió —. Nos dejarás en paz también, Hyewon. No te acercarás más a nosotros.

—¡Es mi hija! —gritó ella, desquiciada — ¡Es mía!

—Es mi hija también, después de todo, ¿no lleva el apellido Moon? —Moonbin ladeó la cabeza — ¿Cómo fue que dijiste hace catorce años, Hyewon?

Quiero a Taeyong, ahora es mío y de nadie más—repitió Dongmin, sin gracia en su voz—. Recuerdo muy bien esas palabras, Hyewon —Dongmin se puso de pie —. Pensé en matarte, ¿sabes? En ahorcarte e incluso sacarte los ojos, pero prefiero esto — el omega se acercó, agarrándola de las mejillas, con frialdad en su mirada —. Prefiero que veas como todo lo que creíste conseguir te lo arrebato, así tal y como hiciste tú —la chica se estremeció —. Vas a jodidamente dejarme en paz, dejar de meterte en mi camino, y si vuelves a hacerlo, voy a matarte —sonrió, exultante —. No voy a dudar en hacerlo, Hyewon, después de todo, en China tuve que matar a un par de personas que se interpusieron en mi camino.

La soltó, haciendo un gesto, y Taeyong lo abrazó por el costado, observando sin expresión a su tía. Hyewon quiso agarrarle el brazo para detenerlo, pero Taeyong sólo gruñó en voz baja, aunque una parte suya dolió porque, a pesar de todo lo que se enteró, la mujer frente a él le crió.

Por mucho que no lo quisiera, fue su mamá por catorce años.

Moonbin acarició el cabello de Yujin, que seguía algo aterrada a su lado.

—Espero que haya quedado todo claro—dijo, con su tono desdeñoso, caminando hacia la salida detrás de Dongmin — Vuelvo a verlas en la vida, y esas cicatrices que tienes, Hyewon, serán lo más inocente que te haré.

Ninguna de las dos mujeres habló, derrotadas por completo.

Salieron de la casa, con el ambiente todavía cargado de tensión, pero algo de alivio sintieron cuando vieron que no había ninguno de los guardias de Gahyeon, con toda probabilidad todos con órdenes de no detenerlos.

Con calma, se marcharon caminando, sintiendo como un peso de los hombros desaparecía a medida que se alejaban de ese horrible lugar.

—Este jardín es horrible.

Moonbin levantó la mirada de los muebles llenos de polvo, observando a Dongmin de espaldas, contemplando el patio trasero, mientras Taeyong y Yujin permanecían sentados en el sofá.

—No tenía tiempo para cuidarlo —se defendió Moonbin.

—Tardé semanas en ponerlo bonito —siguió hablando Dongmin, como si no lo hubiera escuchado — ¿te das cuenta de lo horrible que está?

Moonbin refunfuñó por lo bajo, en tanto Dongmin  se giraba.

—Nos vamos a mudar, supongo — comentó al aire.

Moonbin lo miró. Taeyong observó a su hermana, que dejó de sollozar.

—¿Eh? —preguntó Taeyong.

—Eso—Dongmin  hizo un gesto de desagrado. —Esta casa...— suspiró — tiene muchos malos recuerdos, saben. Incluso... al entrar, se siente la loca presencia de mi hermana.

Moonbin asintió.

—Sí, en realidad, deberíamos mudarnos —concedió el alfa—, y cambiar la cama en donde dormía con Hyewon.

—Eso es asqueroso, Moonbin —Dongmin hizo un gesto de asco, pero después ambos se sonrieron.

—Ustedes son asquerosos— reclamó Taeyong — Um, Yujin, ¿tía Hyewon no te hizo nada?

—No, ella no — barboteó Yujin, sonando su nariz, y Dongmin se sentó al lado de la chica. Moonbin se inclinó, preocupado —. Pero la abuela sí. Cuando me resistí, ella me golpeó y usó su voz alfa para que me calmara— sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas —. No quiero verlas más, ellas querían que... que me marcaran a esta edad, y no importaba cuánto yo no quisiera, me iban a forzar...

—No se acercarán más a ti—prometió Moonbin con rabia en su voz—, ellas no van a hacerte más daño.

—Vamos a protegerte, cariño — agregó Dongmin, llamando su atención —, sé que tú y yo no nos conocemos, que nunca hemos hablado en la vida, pero, aún así, eres la hija de Moonbin —el omega le acarició la mejilla—, y sólo con eso, significa que voy a protegerte, sobre todo de mi hermana— Yujin comenzó a sollozar otra vez — No pienso reemplazar a tu mamá, sé que eso es imposible, pero Yujin... quiero que sepas que yo estaré aquí para ti. Ahora somos una familia.

Moonbin no pudo evitarlo, y sonrió ante esas palabras, aliviado de ver la forma en la que Dongmin estaba tratando a su hija. Aliviado de no ver celos ni odio, sólo potencial cariño, y que su omega fuera tan amable, tan dulce, con ella.

Ellos serían una familia, por lo que Moonbin la cuidaría como fuera.

—Comenzaré a buscar una nueva casa —dijo Moonbin, llamando la atención de los tres—, con muchos cuartos, para todos los bebés que vamos a tener.

Dongmin soltó un bufido.

—¿Bebés?—balbuceo Yujin — ¿Tío Dongminie está embarazado?

—¡Ves! —Moonbin se puso de pie—. ¡Yujin entendió enseguida, pero el idiota de Taeyong no!

—¡Papá!

Yujin y Dongmin se rieron mientras los dos hombres comenzaban a discutir, con la paz instalándose en el lugar.

Paz que duró hasta la noche, cuando Moonbin y Dongmin discutieron.

¿El motivo? Bueno...

—Puedo hacerle daño al bebé —dijo Moonbin con poca paciencia.

—¡Moonbin, el bebé no tiene ni siquiera un mes! —exclamó Dongmin, exasperado.

—¡Peor aún, no está formado!

—¡Por dios, eres médico, Moonbin, lo que me estás diciendo es... estúpido! —Dongmin le lanzó la almohada, enfurecido — ¡Quiero tener sexo!

—¡Pues yo no quiero! —replicó Moonbin—. ¡Tienes dedos y una almohada!——Moonbin le lanzó el cojín de vuelta.

Dongmin soltó un chillido, enojado, lanzándole ahora sus pantuflas.

—¡Eres lo peor!

Moonbin esquivó las pantuflas, aunque luego Dongmin agarró sus zapatos, y uno le llegó a la cabeza. Cuando vio que Dongmin agarró un cepillo para el pelo, sus alarmas se activaron.

—¡Estás siendo irracional! —Moonbin se apuró, acercándose para agarrarlo de las muñecas, y ambos forcejearon—. ¡Puedes matarme con eso!

—¡Me conseguiré a otro alfa que sí me folle!

Cayeron a la cama sin dejar de forcejear, y Moonbin gruñó en señal de advertencia. Dongmin gimoteó, necesitado, sonriendo cuando el alfa se acomodó entre sus piernas abiertas, soltándolo.

—Me estás chupando el alma—se quejó Moonbin, quitándole el pijama.

—En realidad lo que te chupo es... Oh… Ah...

Dongmin no necesitaba preparación, pues su cuerpo lubricaba automáticamente. Su ano, en tanto, se soltaba un poco, por lo que recibir a Moonbin no dolió; además, estaba tan caliente que lo quería dentro enseguida,

Moonbin gimoteó contra su boca, embistiendo con lentitud al omega, viendo sus expresiones de completo placer.

Le tomó la mano, dándole un apretón.

—Eres tan bonito —alabó Moonbin con la voz ronca, con los ojos llorosos y ruborizado...

Dongmin le dio un golpe en el culo con la pierna, provocando que fuera más profundo y dejando salir ahora un gemido sonoro.

Moonbin se rió entre dientes, comenzando a darle besos pequeños en los labios.

—Mmm... Sí... A—ahí...— guió Dongmin, su cuerpo tembloroso, moviendo sus caderas al ritmo de las penetradas.

—Estoy... se-seguro que nuestros... gritos, provocaron el suicidio de Taeyong...— se rió Moonbin contra su boca.

El omega soltó una risa entrecortada, su lado más animal revoloteando por la felicidad.

—No importa—balbuceó Dongmin —, voy a hacerle sentir tan avergonzado para recuperar el tiempo... Oh... Mmm...

—¿Tú puedes hacerlo sentir... avergonzado, pero yo no...?

—Oh dios, no podemos estar hablando de nuestro hijo mientras me follas— farfulló Dongmin con algo de indignación.

Moonbin volvió a reírse, saliendo del interior de Dongmin y escuchando su protesta furiosa por lo ocurrido. Sin embargo, antes de que el omega pudiera darle un golpe en la cabeza, lo agarró de la cintura, girándolo boca abajo, con sus manos amasando su culo.

Se adelantó otra vez a los reclamos de Dongmin: separó sus nalgas, escupiendo en su entrada y oyendo su jadeo, mientras levantaba sus caderas.

—Eres muy sucio—regañó Moonbin con tono divertido —, te conviertes en un desastre sólo por... por querer que te folle, Dongminie...

Dongmin gimió al sentirlo entrar, recibiéndolo con total gusto, su omega demasiado contento.

—Mmm...—aprobó Dongmin, cerrando los ojos como un gatito recibiendo mimos — es que... lo haces tan... Oh... tan bien...

Minutos después terminó soltando un chillido al sentir dientes en su marca, y Moonbin se derrumbó sobre él, jadeando contra su oído.

—Quítate—regañó Dongmin.

—No —se quejó Moonbin—, me gusta pensar en mi semen llenándote, Dongminie.

Dongmin lo golpeó en el costado.

—¡Eso es repulsivo!

—¡Mi semen llenándote te dejó preñado!

Moonbin fue empujado fuera de la cama.

Dongmin murmuró por lo bajo, escuchando los quejidos del alfa, pero poco le importó al ponerse una bata, sintiendo sus piernas algo pegajosas, y caminó al baño para limpiarse. Pasados unos minutos, salió más limpio, pero no caminó a la cama donde Moonbin estaba acostado, sino que a la puerta que daba al pasillo.

—¿A dónde vas?—preguntó Moonbin—. ¡Vuelve aquí, es hora de dormir!

—Veré a los niños, estúpido—replicó Dongmin, saliendo antes de que Moonbin pudiera decirle algo por la incredulidad.

Aún así, volvió a reírse por lo que acababa de ocurrir, todo su ser increíblemente alegre, pues nunca tuvo tantas cosas por las que ser feliz. Moonbin estaba con él, estaba esperando un bebé, Taeyong se hallaba a su lado...

Nunca habría podido creer que las cosas hubieran salido tan, tan bien…

Se asomó al cuarto de Yujin, admirando el bonito rostro de la omega durmiendo. Se parecía un poco a su hermana, eso era innegable, e incluso al principio se sintió incómodo por ello: se recordaba cuando niño, yendo detrás de ella por su atención, con Hyewon acariciándole el cabello de forma distraída.

Pero Yujin no era Hyewon, y Moonbin la quería mucho. Dongmin no iba a ser una persona horrible, no iba a ser su hermana y hacer que Moonbin tuviera que elegir.

Caminó hacia el cuarto de Taeyong, entrando y viéndolo despierto. El chico lo miró con mala cara.

—¿Terminaron de follar y hacer un escándalo?—preguntó, y Dongmin se rió — Por dios, parecen dos niños...

—Tu padre me hace más joven —dijo Dongmin, sin dejar de reír—. Vamos, no fue tan terrible, ¿o sí?

—No me hagas contestar eso, por favor, mamá…

—¿Y qué haces despierto a esta hora, además? —Dongmin  le pellizcó la nariz—. Necesitas tus horas mínimas de sueño, cariño.

—No puedo dormir—se quejó Taeyong — Doyoung no quiere responder mis mensajes, y Youngho me ha dicho que sigue molesto...

—¿Quieres que te lea un cuento?

—¡Mamá!

—Es broma, es broma —el mayor se sentó a su lado —. Dale su espacio, Taeyong, la forma en la que actuaron no estuvo bien. Tampoco la forma en la que Doyoung se comportó, pero imponerse a él...

—Pero lo extraño— se quejó Taeyong —, a él y a Youngho. Quiero que estén aquí ahora...

Dongmin rodó los ojos ante el tono lastimero de Taeyong, dándole un coscorrón para llamar su atención.

—Pues vas a tener que controlarte, bolita de arroz—le regañó —, te recuerdo que sólo tienes quince años, Taeyong, y una escuela que terminar.

—¡Tú tenías trece años cuando dejaste el colegio!—acusó Taeyong, pero no había molestia ni dobles intenciones en su tono de voz.

Su mamá volvió a pellizcarle la nariz, sólo que ahora sin delicadeza.

—¿Desde cuándo eres tan malcriado? —Dongmin  lo cubrió con una manta, poniéndose de pie — No, no respondas eso. Me acusarás a mí de malcriarte.

Taeyong bufo, enfurruñado todavia, pero dejó que su mamá se inclinara a besarle la mejilla en señal de despedida, satisfecho de sentir feromonas dulces y tiernas en el aire que le estaban ayudando a sentir sueño.

Agarró la mano de Dongmin .

—Estoy feliz—le dijo con voz tímida, algo vacilante —, porque ahora estás aquí, mamá.

Dongmin sonrió ampliamente, contento de escucharlo decir eso, y volvió a darle un beso en la frente.

—Estaremos juntos por siempre ——le susurró― Buenas noches, cariño.
Segundos después, Dongmin volvió al cuarto, sintiendo satisfacción cuando vio a Moonbin boca arriba, durmiendo como un bebé, y se acostó a su lado, dándole un abrazo. El alfa se movió, con su nariz olisqueando su cuello, sacándole un poco de cosquillas.

—Te amo — murmuró Moonbin.

Dongmin se sentía feliz, feliz, tan lleno de amor que no podía contenerlo.

—Yo también te amo.

Sanha sentía que le daría pronto un dolor de cabeza, con sus dos hijos mayores sentados frente a él, ambos con los brazos cruzados y sin mirarse.

Minhyuk suspiró, agotado y exasperado.

—Bueno, ¿qué pasó aquí? —preguntó su marido, y Sanha no pudo evitar admirarlo de que estuviera tan tranquilo cuando él quería darles un golpe con la varilla, como hacían cuando eran pequeños.

Minhyuk era la voz de la razón, mientras que Sanha era la voz de los chistes.

Doyoung soltó un resoplido.

—De verdad, ¿por qué tenemos que hablar de nuestra relación con ustedes? —se quejó Doyoung.

Sanha apretó su mandíbula.

—No nos faltes el respeto, Doyoung—le advirtió, sin gracia en su voz.

Youngho se enderezó.

—Me impuse ante Doyoung —explicó, su tono grave —, y a él no le ha parecido divertido.

Doyoung se sobresaltó.

—¡Tú y Taeyong son unos idiotas! —espetó Doyoung —¡Me tratan como si fuera un niño tonto!

—¡No pongas palabras en nuestras bocas, Doyoung!—regañó Youngho.

—¡Usas esa maldita voz, porque es la única forma que tienes para ganar una discusión!

—¡Basta!—chistó Minhyuk, y ambos chicos obedecieron inmediatamente —. O bajan la voz, o prometo dejar de pagarles el departamento y tendrán que volver a vivir con nosotros.

El omega volvió a cruzarse de brazos, enfurecido, pero obedeció. Youngho bebió del café que se preparó con anterioridad.

Sanha se puso de pie.

—Youngho, qué te dijimos cuando te revelaste como alfa—no era una pregunta, sino una orden, y a pesar de que Sanha fuera sólo un beta, era aterrador en ese instante.

Youngho soltó un quejido, como un niño siendo regañado.

—Que la voz alfa era en sólo casos de emergencia —dijo, bajando la vista.

—Cuáles casos de emergencia.

—Sólo si la vida de Doyoung se veía amenazada—murmuró, antes de levantar la voz —¡Por eso lo hice, porque Doyoung quería salir sabiendo que era peligroso!

—¡Vete a la mierda!—Doyoung se puso de pie, lleno de rabia, y camino hacia la puerta — ¡Puedo salir sin tu maldito permiso, ¿entendido?!

Antes de que Youngho o sus padres pudieran hablar, salió de la casa con paso apresurado, corriendo lejos de allí. Quería estar solo en ese instante, sin nadie a su alrededor que le estuviera dando órdenes, o tratándole como ese omega tonto y patético que era en sus celos.

Doyoung se odiaba, realmente se odiaba, pues era un imbécil que necesitaba atención y mimos, que dejaba que Youngho le tratara como un cachorrito y se contentaba con caricias.

Doyoung no quería ser omega, lo detestaba por completo, porque eso lo volvía torpe y vulnerable y tímido, lleno de olores para cualquier situación, sin poder tener algo de privacidad: ¿estaba triste? Su olor le delataba. ¿Estaba feliz? Su olor cambiaba. ¿Sentía deseo? Las feromonas se volvían más potentes.

Peor aún eran sus celos, cuando los sufría, y todo dentro de él quemaba, con su omega tomando el control de sus emociones. Odiaba su lubricación natural, sus piernas húmedas, y ese insaciable apetito sexual que sentía. Odiaba volverse un cachorro que buscaba que todo el mundo le mirara en señal de aprobación.

Y recordar la forma en la que Taeyong y Youngho le trataron...

Bueno, se portaron bien, satisfaciendo su ansia, su deseo, su necesidad, pero parecían portarse como si fueran superiores a él, como si Doyoung fuera sólo su puta personal, dándoles órdenes para su propio placer.

Doyoung, ponte boca abajo. Doyoung, abre tus piernas. Doyoung, salta sobre nosotros.

Órdenes, órdenes, órdenes. Doyoung las odiaba demasiado.

Sus dos marcas ardieron en señal de necesidad, pero ignoró el tirón, así como ignoró las constantes vibraciones de su móvil. Sabía que debían ser Taeyong y Youngho, sin embargo, no quería verlos en ese instante. No los quería cerca.

Él los quería, pero... pero... ¿Por qué no le veían como un igual?

Antes, cuando eran niños, antes de que se revelaran como omega y alfa, él y Youngho se llevaban muy bien, congeniaban en todo y hacían travesuras como iguales. Antes eran sólo dos niños que se divertían, sin diferencia alguna (aunque Doyoung siempre fue más sensible, en tanto Youngho era más brusco en los juegos), e incluso el omega solía tener mejores promedios en los colegios.

¿Qué cambió tanto?

Y ahora era un simple omega que tenía que contentarse con su posición, viendo como dos alfas le dominaban. Sólo cuando Youngho folló a Taeyong se sintió algo mejor, viéndolos juguetear entre ellos, pero luego Taeyong no quiso que lo hicieran otra vez así, centrando su atención en Doyoung, y aunque su omega quedó satisfecho, había una sensación amarga por debajo que le afectó los siguientes días.

¿Cómo lo hacía tío Dongmin? Luchó tanto tiempo para librarse por el control de los alfas, pero apareció tío Moonbin, y el omega se rindió a él como un perro se rinde a su dueño.

¿Eso no lo convertía en un hipócrita? Hablando de la libertad omega, pero dejando que un alfa le dominara, le sometiera, le marcara.

Doyoung no sabía cómo sentirse, demasiado confundido y asustado de sus propias emociones.

—Hey, amigo, se te cayó la billetera.

Se giró con una expresión de disgusto, tratando de relajar su ceño cuando se dio cuenta de que la persona que le hablaba era un omega.

—Gracias—murmuró, agarrando el objeto.

—No es nada — el desconocido rascó su nuca—. Um, deberías tranquilizarte un poco, no te ves demasiado bien.

—He tenido días mejores—respondió Doyoung, sorprendiéndose porque no se sentía tan tímido en ese instante.

El muchacho, que parecía tener su edad, titubeó un instante.

—Eh, ¿no quieres ir a beber algo? —preguntó con voz cuidadosa. — No te ves muy bien—aclaró su garganta—. Soy Jinyoung.

Doyoung vaciló un instante, tomando la mano del omega.

—Soy Doyoung—se presentó — Um, ¿no estás muy ocupado?

—Qué va — el chico hizo un gesto despectivo. — Iba para casa, pero si te soy sincero, no quiero llegar—se encogió de hombros — ¿Qué dices?

Volvió a titubear, pero al sentir su móvil vibrando otra vez, decidió aceptar. Estaba confundido, mareado, y necesitaba hablar con alguien que no fuera su familia. Necesitaba... necesitaba un amigo.

Doyoung no era bueno para hacer amigos, así que, ¿por qué no hacer alguna amistad en ese instante?

Además, ¿qué podía salir mal?

—Está bien—concedió, siguiendo a Jinyoung y dejando que el chico le animara de alguna forma.

Cuando Dongmin supuso que cumplió el mes, Moonbin llegó del trabajo diciendo que compró una nueva casa fuera de la ciudad.

—¿Y cómo la pagaste? —preguntó Dongmin, incrédulo.

Moonbin hizo un ruido de desdén.

—Todos estos años he ahorrado el dinero que ganaba en la empresa.

Así que ese día se hallaba en la oficina de Moonbin, arrodillado frente al escritorio, y cientos de cajas a su alrededor para guardar las cosas.

—Papá no nos dejaba entrar aquí sin su permiso— se quejaba Taeyong a su lado, ayudándole luego de llegar del colegio —. Pensé que tenía documentos importantes, pero no era así.

Dongmin sonrió con algo de nostalgia cuando sacó un álbum de fotografías.

—Mira, éste es... Oh— sacudió la cabeza—. De las pocas fotografías que tuve con tu padre.

Taeyong se sentó a su lado, observando a Dongmin abrirlo. En la primera fotografía observó a dos personas: su mamá con un traje sobrio de bodas, del brazo con un alfa alto, guapo y un poco parecido a él.

—Sangyeon era muy hermoso— suspiró Dongmin, acariciando la foto—. Es de nuestra triste boda. A Sanggie no le gustaban las grandes celebraciones.

Taeyong quiso encontrarle lo bonito a la fotografía, pero sólo se estremeció al pensar en lo joven que se veía mamá. Parecía... Parecía...

Su estómago se contrajo.

Parecía un niño.

—¿Tú lo quisiste?—preguntó Taeyong—. ¿Él te quiso?

Dongmin pasó la página. Otra foto del matrimonio, ambos firmando el acta.

—Amor...— saboreó Dongmin —, no, nunca lo sentí por Sanggie. Tal vez le quise, y hubo cariño obligado. Mi omega lo buscaba por necesidad. Y si él me quiso... Él me deseaba. A él le gustaba mi olor. De vez en cuando me encontraba bonito.

Taeyong observó otra fotografía: el matrimonio fuera del registro civil. Ese año se cumplían cinco años desde que las bodas con omegas menores de edad se prohibieron. Antes, sólo marcar a uno aseguraba un casamiento joven si el alfa lo deseaba. No tenía que preguntar si su padre le consultó a Dongmin de la boda, pues era bastante obvia la respuesta.

—Eso significa que yo no fui deseado —aventuró Taeyong con tono triste —, ni que tú me querías.

Dongmin frunció el ceño, sin decir nada, pasando la fotografía.

—Bueno, ¿puedo ser sincero? —aventuró con tono tranquilo, observando otra foto del matrimonio en el patio de la casa. Taeyong asintió, titubeante —. No es que al inicio no te haya querido, mi vida, sino que... los primeros meses me fuiste indiferente.

Taeyong pensó que le dolería, que se sentiría mal por ello, pero no hubo nada. Sólo entendimiento, pues sabía que su mamá no la tuvo fácil.

Dongmin pasó página, sonriendo cuando ahora, en la foto, estaba solo él, inclinado en el jardín, con un pequeño estómago sobresaliente.

—Acá tenías cuatro meses— dijo feliz — Bueno, y como te decía, tú eras sólo el motivo por el que Sanggie suavizó su toque conmigo. Él quería un bebé, así que yo iba a dárselo, aunque no quisiera —Dongmin le besó la frente —. Pero cuando diste tus primeras patadas, fue que comencé a amarte. Cuando me di cuenta de que tú y yo teníamos un lazo que nadie lo iba a romper.

Taeyong observó otra fotografía: el matrimonio dentro de la casa, sentados en un sofá, con su padre acariciando el estómago enorme de mamá.

—Tenías seis meses— dijo Dongmin —, y tu padre y yo estábamos felices, a pesar de que él no lo demostrara mucho. Te quería, a pesar de todo.

—Me quería porque era su trofeo —replicó Taeyong —, porque era una prueba de que tú le pertenecías. Si él no hubiera muerto…

—Nos habríamos mudado a China — contestó Dongmin —, no habría conocido a Moonbin. Probablemente, hubiéramos tenido más bebés. Tú habrías crecido conmigo — su expresión se llenó de tristeza.

Taeyong quería decir algo, pero en ese momento, se sentía incapaz de hacerlo, ya que a veces no sabía si ese futuro era mejor o no. Si esa opción hubiera entregado un futuro mejor.

—Habría crecido viendo como Sangyeon te agredía constantemente —dijo Taeyong de forma repentina —, y yo habría asumido que eso estaba bien. Entonces habría marcado a un omega, y el ciclo se hubiera repetido.

Dongmin sonrió, revolviéndole el cabello y cerrando el pequeño álbum. Luego, agarró otro, abriéndolo con expresión más alegre.

—Este es tu álbum de bebé —dijo Dongmin, apuntando a la primera fotografía, donde...

—¡Mamá, qué asco! —gritó Taeyong al ver fotos del parto.

Dongmin lo contempló con incredulidad.

—¿Eres tú naciendo, Yongie! —Taeyong cerró los ojos al ver sangre — Además, fue un parto por cesárea, no hay ningún...

—¡No quiero oírlo!

Dongmin soltó un resoplido, pasando las fotografías, y se detuvo en otra donde estaba acostado en la camilla, sosteniendo un bulto contra su pecho.

—Fue dos días luego de que naciste, la tomó Sanggie —dijo Dongmin —, llorabas un montón y sólo te calmabas si yo te sostenía.

—Bueno, es que hueles muy bien —respondió Taeyong —, cuando me abrazas, es como si todo a mi alrededor fuera mejor.

Dongmin se rió, pasando varias fotos.

—Acá fue cuando cumpliste el año— dijo Dongmin.

Taeyong se miró a sí mismo.

—Vaya—murmuró —, era muy gordo, mamá.

Dongmin le contempló, ofendido.

—No eras gordo, estabas relleno de amor — contestó su mamá.

—Estoy seguro de que tenía sobrepeso —replicó Taeyong.

—¡Eres un exagerado!

—Ahora entiendo el bullying de papá.

—¡Todo lo que me pedías, yo te lo daba!

Taeyong sacudió su cabeza, sin poder dejar de observarse a sí mismo, sonriendo cuando miró otra donde mamá le sostenía entre sus brazos y él se reía.

—Esta fue la última foto que sacó Sangyeon de nosotros —dijo Dongmin —, poco después murió.

—¿Yo lo lloré?

—No — Dongmin pasó las fotografías —. No lo veías mucho, tú preferías que yo te sostuviera y te atendiera. A él no le importaba, decía que era mi trabajo después de todo. Empezaste a notar su falta meses después, cuando veías a Doyoung y Youngho interactuar con sus padres— frunció el ceño — Luego conociste a Moonbin y no se te ocurrió nada mejor que llamarlo papá.

—Es que era idiota — se excusó Taeyong.

Dongmin se rió, encantado, para comenzar a guardar los álbumes en las cajas junto a los libros que Moonbin tenía.

—A todo esto — comentó —, ¿qué ha pasado con Doyoung y Youngho?

—Pues nada —la actitud de Taeyong cambió por completo—. Doyoung nos está ignorando y Youngho dice que le demos su espacio, pero ya han pasado unas semanas, y no parece que vaya a cambiar de actitud.

Dongmin suspiró, entendiendo el desánimo que su hijo estaba sintiendo. Después de todo, Taeyong todavía trataba de entender sus propios sentimientos, y probablemente veía todo eso como un fracaso.

—Pues van a tener que obligarle a hablar — señaló Dongmin, llamando su atención —, pero no me refiero a que usen la voz alfa. Debieran hacerle una arrinconada y así hablar.

—¿Pero si empieza a gritar?

—Deben actuar maduramente y tratar de no dejarse llevar por sus instintos. Le diría a Moonbin que te aconseje, pero a veces actúa de forma irracional también — Dongmin le dio un pequeño golpe —. Ustedes, los alfas, son tan volátiles y enojones.

Taeyong volvió a refunfuñar, poniéndose de pie para limpiar sus rodillas, y segundos después Yujin entró al cuarto con expresión tímida.

—Ya terminé de ordenar mis cosas, tío Dongminie —dijo la chica — ¿Lo puedo ayudar aquí?

—¿Por qué no puedes ser como Yujin, Taeyong?— bromeó Dongmin —. Ella ordena sus cosas y no pierde el tiempo como tú.

—Es que oppa es muy flojo— respondió Yujin, comenzando a sacar los libros de los estantes.

—¿Qué es esto? ¿Una confabulación contra mí? —dijo Taeyong en tono de broma, porque a pesar de todo, se sentía muy contento.

En esas semanas se sintió más feliz que nunca en la vida.

Se sobresaltó cuando su móvil sonó, y atendió la llamada de Youngho.

—Hey, ¿qué ocurre? —preguntó, saliendo del cuarto donde su mamá y Yujin se pusieron a conversar.

—Doyoung dice que quiere hablar con nosotros, así que ¿puedes venir al departamento? — preguntó Youngho—. La verdad es que también te extraño un poco.

Taeyong se sintió algo mejor al escucharlo decir eso, ya que temía un poco que Youngho se estuviera arrepintiendo de haberlo dejado marcar a Doyoung. Que Youngho ya no lo quería a su alrededor.

—Voy enseguida — respondió, suavizando su voz―. Luego podríamos ir a comer un helado.

Youngho se rió.

—Sólo si me invitas — bromeó Youngho—. Nos vemos.

—Adiós.

Cortó la llamada y fue a avisarle a Dongmin que iría a casa de Youngho, ganándose un regaño y advertencia de que las cosas en su cuarto debían estar guardadas a más tardar mañana para la mudanza. Taeyong asintió con rapidez, saliendo del hogar casi corriendo, y agarró el primer bus que vio para poder llegar con rapidez al departamento de Youngho.

Media hora después estaba tocando la puerta, ansioso, y suspiró con alivio cuando el alfa abrió, tirando de él en un beso posesivo.

Se alejó unos centímetros, sonriendo, para después morder el labio inferior de Youngho.

—No nos pongamos rudos—advirtió Youngho.

Taeyong le dio un golpe suave, asomándose al comedor y encontrándose con la molesta mirada de Doyoung sobre ellos. Se sintió un poco intimidado, sin embargo, trató de mantener su expresión tranquila.

—Doyoungie— avanzó, inclinándose a darle un beso, pero el omega le hizo el quite —. Vamos, bebé...

—Al parecer, Youngho y tú se llevan muy bien —ironizó Doyoung—, y soy yo el que sobra aquí.

—Oh dios—Youngho hizo una mueca—, ¿de qué mierda hablas, Doyoung?

—¿Ustedes me quieren porque soy Doyoung— preguntó el chico con resentimiento —, o porque soy el omega?

Ambos alfas se quedaron quietos, atónitos por la pregunta que les hicieron, y se miraron mientras parpadeaban.

Doyoung se puso de pie, con sus manos jugueteando nerviosamente.
—Tú me marcaste en mi celo, Youngho —siguió Doyoung, su voz temblorosa—, lo hiciste porque fue la única opción que viste en ese momento, y sé que actuaste para protegerme, para cuidar de mí, pero... — el omega bajó la vista —, pero yo recuerdo que te gustaba Yeri en esos años, aunque me prometías mil veces que seguías pensando en Taeyong.

Youngho apretó su mandíbula, pero no dijo nada, a pesar de que permaneció con una expresión tranquila.

Doyoung retrocedió un paso.

—Y tú, Taeyong... Tú ni siquiera nos conocías— balbuceo Doyoung —, y llegamos a tu vida de golpe, diciéndote que éramos amigos, que nos gustabas, y ni siquiera te dimos opción. Te abrumamos— el chico tomó aire —. Yo te abrumé con mis olores, con mi actitud —su tono se quebró―. Ustedes se miran como iguales porque son alfas, pero a mí me miran en menos porque soy omega, y no sé qué...

—Estás hablando pura mierda—soltó Taeyong, callándolo.

Todos estaban sorprendidos por sus palabras, incluso el mismo Taeyong.

El menor pensó que, ya que habló, entonces sería mejor seguir haciéndolo antes de que Doyoung montara en cólera:

—Los escogí a los dos — continuó Taeyong —, no a uno. No solo a Youngho. No solo a ti, Doyoung. A los dos — dio un paso— Perdóname. Perdóname de verdad, Dodo. Lo que hice no estuvo bien. me arrepiento mucho por ello, y sé que tú eres una persona libre. No te miro sólo como un omega, te miro como Doyoung, el chico que me gusta.

Doyoung permaneció en silencio, sin moverse, y Youngho lo aprovechó también:

—Lamento también lo ocurrido, Doyoungie— dijo con voz suave —, sé que no estuvo bien, no fue la forma correcta de actuar, y me arrepiento de ello— el alfa también caminó un poco, acercándose —. Sobre nuestra marca... Sé que fue obligada, Doyoung, sé que ambos no lo quisimos, no realmente, pero no me arrepiento de ella. Tú eres... —humedeció sus labios—, tú eres mi bebé, aunque no lo quieras.

El color pintó el rostro de Doyoung ante sus palabras, sin saber qué decir en ese instante porque no se lo esperaba. No pensaba que fueran a actuar así.

—Te hemos descuidado—agregó Taeyong —, hemos asumido que te sentías bien con nosotros, pero no te lo hemos preguntado—le tomó la mano — ¿Hay algo que podamos hacer, Doyoungie?

Dejó que Youngho lo abrazara por la espalda, mientras que Taeyong seguía mirándole con ojos suaves, llenos de cariño, y volvió a odiar a su omega por volverlo tan débil ante ellos. Por permitir que una mirada, un toque dulce, unas palabras amorosas, lo derritieran con tanta facilidad.

—Quiero helado — murmuró, cediendo a su instinto —, mucho helado.

Ambos alfas se sonrieron mutuamente, abrazando al muchacho, la calma instalándose a su alrededor.

Doyoung permitió que le mimaran, aunque sus dudas permanecieran allí.
Pero las iba a solucionar. En otro momento, no ahora, no cuando sólo quería que le sostuvieran un instante.

Dongmin colgó el teléfono, recostado en el respaldo de la cama y acariciando el cabello de Moonbin, que estaba apoyado contra él, refunfuñando, con sus manos en el estómago de Dongmin.

—Taeyong no vendrá a comer —dijo, frunciendo el ceño —. Ha dicho que se quedará en casa de Youngho y Doyoung... otra vez.

—Desde que se arreglaron que se la ha pasado allí metido—masculló Moonbin—, un día de estos, aparecerá con una prueba de embarazo positiva y la noticia de que seremos abuelos— Dongmin sacudió la cabeza, negando con la cabeza —. ¿Por qué nuestro cachorro no crece más rápido? Ya quiero que salga.

El omega bufó.

—Dios, Moonbin, no tiene ni siquiera dos meses — regañó amorosamente.

—Pero no es justo―siguió quejándose como un niño pequeño —, Taeyong tenía casi dos años cuando lo adopté. —Ahora entiendo por qué Taeyong es un idiota.

Moonbin soltó un quejido, pellizcándole el costado a Dongmin y haciéndolo reír.

—Gahyeon me ha llamado hoy al trabajo.

Dongmin se tensó inmediatamente ante la mención de la madre de Moonbin, y el alfa se enderezó un poco, su expresión seria.

Gracias a los contactos que Moonbin tenía, logró que le contrataran en una clínica privada, así que el alfa solía llegar a casa cuando sus turnos terminaran. Por otro lado, en ese casi mes y medio desde que no hablaron nunca más con Hyewon ni con Gahyeon. Lograron enterarse, gracias a las noticias, que la madre de Moonbin asumió el cargo de directora en la empresa exportadora de los Moon, pero ambos no sabían cuánto duraría aquello.

Una vez que muriera, por derecho la empresa le pertenecía a Moonbin, pero…

—Quiere hablar sobre el futuro de la herencia—dijo Moonbin con calma —, dice que debo hacerme cargo de la empresa, por el bien de nuestra familia. Que le importa una mierda mi vida amorosa, pero que necesito asumir mi deber como un Moon.

—Deben tener otros familiares—replicó Dongmin con el ceño fruncido.

—No— suspiró Moonbin—, tenemos tíos y primos en segundo grado, pero no han sido criados con una mente empresarial. Aunque no lo quiera, yo sé dirigir esas cosas, y Taeyong...

—No te atrevas a meterlo en sus asuntos —le advirtió Dongmin —, Taeyong está fuera de lo que esa mujer quiera. Yujin y él no tienen nada que hacer allí.

Moonbin estrechó sus ojos, arrugando sus labios ante las palabras del omega, pero Dongmin no se dejó amedrentar. Los últimos años se los pasó discutiendo con todo el mundo, así que la expresión de Moonbin no le iba a intimidar.

Aquel pensamiento hizo que algo doliera porque extrañaba mucho a sus amigos. Sobre todo a Jun.

Dentro de tres semanas, además, se celebrarían las primeras elecciones democráticas y parlamentarias en China. YuQi estaba postulando a la presidencia, lo que marcaría un hito no sólo por ser las primeras elecciones donde omegas podrían votar, sino donde se presentaba una candidatura de omega para el alto mando.

—Me ha citado la siguiente semana a la casa— dijo Moonbin —, ¿qué opinas tú?

—Pues que si quiere, vamos— contestó Dongmin —, pero sólo los dos, nadie...

—No, Dongmin ―le interrumpió el alfa—. Sólo yo. Ella no quiere verte. Dice que es sólo un asunto de madre e hijo. Y yo tampoco te quiero cerca de ella.

Dongmin se enderezó, frunciendo su ceño, con sus labios haciendo una mueca que en cualquier otro momento Moonbin encontraría tierna, pero ahora sabía que sólo significaba que iban a discutir.
Sin embargo, Moonbin no iba a ceder con ello, de ninguna maldita forma.

—Tienes que estar bromeando, Moonbin —dijo el omega.

—Sí, es la mejor broma del universo, ¿no crees? —ironizó mordazmente Moonbin.

Dongmin le dio un empujón suave.

—Te acompañaré— contestó —, y esta discusión se acaba.

—Claro que no se acaba—replicó Moonbin —. No irás. Ahora se acaba la discusión.

—¡Moonbin!

Moonbin sostuvo la muñeca de Dongmin antes de que el omega pudiera golpearlo, y apoyó su mano en el estómago del menor.

—Nuestro cachorro dice que me hagas caso — murmuró Moonbin.

—Nuestro cachorro dice que puedes irte al diablo— replicó Dongmin, tomando aire para calmarse —. Bin, no va a pasar nada malo.

—Podrías estresarte— señaló Moonbin—, y tener un aborto espontáneo. O peor aún: esa loca podría hacerte daño— Moonbin se enderezó, dándole un beso corto—. Y si te hacen daño, yo no podría soportarlo, Dongminie.

Dongmin suspiró, entendiendo el temor de Moonbin, pero no iba a permitir que se alejara más de él. No otra vez.

—No me harán daño— contestó Dongmin contra los labios del alfa—, ya no soy ese omega cobarde de antes, Moonbin. Ya no le tengo miedo a tu madre. Ni siquiera le tengo miedo a mi hermana.

Moonbin le sonrió con algo de orgullo ante ello, sin embargo, no parecía dispuesto a cambiar de opinión. No, ese encuentro sería sólo entre su madre y él, nadie más, Dongmin iba a permanecer lejos de ella, pues sabía que todavía podía hacerle daño. Eso no lo iba a permitir de ninguna forma.

—Por favor, Dongminie...— pidió con voz suave.

Dongmin soltó un quejido al recibir otro beso, con las manos del alfa deslizándose por su cintura, poniendo su piel de gallina. Podía sentir su entrada húmeda, así que no tenía que tocarse para saber que estaba lubricando, y dejó salir otro quejido al sentir la nariz de Moonbin olisqueando su cuello.

—Haré lo que quieras...— prosiguió Moonbin con tono seductor.

Estaba algo mareado en ese instante, soltando feromonas sexuales, con Moonbin sobre él, y permitió que le quitara el pijama, acomodándose entre sus piernas, su pene duro, húmedo por el líquido preseminal.

Los dedos de Moonbin empezaron a hacer maravillas en su entrada, con una sonrisa burlona en el rostro del alfa, así que lo golpeó en el estómago con suavidad, ganándose una risa de su parte.

—¿Puedo... um... oh... fo—follarte...? —jadeó, sus ojos llorosos al sentir tres dedos en su ano.

Moonbin se rió, besándolo mientras se deslizaba en su interior en unos instantes, gimiendo contra su boca.

—Ah... Voy a... a pensarlo...— cedió Moonbin, moviendo sus caderas y follándolo con suavidad, sosteniéndolo sin dejar de besarlo.

A Dongmin le fascinaba eso, le encantaba que Moonbin le hiciera tocar el cielo cada noche, sus labios sobre su piel enviando escalofríos por todo su cuerpo, su omega reaccionando ante los toques. Todo su ser parecía rendirse ante el alfa, pero no de una forma mala, sino en... en señal de confianza. En señal de darle el poder a Moonbin, sabiendo que él nunca le haría daño. Nunca le trataría mal, abusaría de él, le hiciera sentir como si no valiera.

Moonbin le miraba con tanta adoración que le provocaba miles de mariposas en el estómago.

¿Cuál fue esa palabra que aprendió?

Kilig. Kilig.

Dongmin sentía... sentía kilig cada vez que el alfa le tocaba, le miraba.

Cuando Moonbin anudó en él, su marca ardiendo en su cuello, y se acurrucó a su lado, recordó otra cosa.

Se rió.

—Moonbin, ¿conoces la leyenda del hilo rojo del destino?— le dijo, cubierto de sudor, oliendo a sexo y semen, pero poco le importó, acostado sobre el pecho del alfa, todavía sintiéndolo en su interior.

Moonbin parecía tener sueño, luchando por mantenerse despierto.

—Un hilo rojo que conecta las almas gemelas hasta que se encuentren —contestó Moonbin.

Dongmin lo besó.

—Hay una palabra china que se refiere a la predestinación— prosiguió Dongmin —. Yuanfen. Yuan es... es el destino que nos hizo conocernos —Moonbin le dio otro beso —. No fue coincidencia que Sanggie muriera meses antes de que tú aparecieras en ese horrible patio, Moonbin, lo estuve pensando mucho.

—Nunca vas a olvidar mis escasas habilidades de jardinería, ¿cierto?—se quejó Moonbin.

Lo volvió a besar, acomodándose sobre el regazo del alfa y comenzando a mover sus caderas, sintiendo el miembro endureciéndose en su interior.

—No fue coincidencia que me persiguieras como un idiota ni que Taeyong te llamara papá.

Moonbin gimió.

Yuan estuvo sobre nosotros siempre —gruñó el alfa, dejando que el omega le montara.

Dongmin no podía dejar de besarlo, embriagado por el toque del alfa.

Fen es resolución—prosiguió Dongmin, jadeando, temblando—, es nosotros luchando por nuestro destino. Por nuestra relación— le tomó la mano —. No dimos suficiente antes, Moonbin. No luchamos demasiado —más besos en su piel. — Pero ya no más. Ya no…

—Forjaremos Fen mejor—concedió Moonbin—, ahora vamos a seguir juntos, aunque el mundo no lo quiera—mordió su labio inferior, asintiendo. — Te amo, te amo...

—Yo también te amo—respondió Dongmin —, ahora, lléname de amor, cariño.

Moonbin cumplió sin duda alguna.

Doyoung se recostó contra Jinyoung, ambos riendo mientras veían las últimas escenas de la película en el cine, y se sentía algo feliz por ello.

Doyoung no conservó demasiado a sus antiguos amigos de la secundaria. La mayoría de ellos se casaron apenas cumplieron la mayoría de edad debido a las pocas expectativas de trabajo que tenían, e incluso algunos ya tuvieron a sus primeros hijos o estaban en espera de ellos, así que olvidó por completo la sensación de tener a un compañero con el que divertirse.
Salieron todavía entre risas, bromeando por la película de terror que acabaron de ver, pero no dio ni un poco de miedo, al menos no a ellos dos.

—Era patética—dijo Jinyoung, sacudiendo su cabeza—. ¿La escena donde la rubia tetona tropezó y se enterró un palo en el estómago? ¡Exagerado!

—¡Oye, fue mejor que la del nerd siendo decapitado en la bañera! —replicó Doyoung — ¿Quién demonios se va a bañar con un ventilador?

Se sentía feliz, porque Youngho y Taeyong además estaban cambiando su comportamiento con él, sin ser tan posesivos y sobreprotectores. Incluso vio a Taeyong follando a Youngho, sin participar, sólo observándolos, ¡lo que le encantó mucho! Aunque tuvo que llenar el rostro de Youngho con besos cuando se quejó al día siguiente por el dolor, pero no le importaba.

Ni siquiera le ponían reparos en que saliera al cine por la noche con su nuevo amigo, sólo le pidieron que les avisara cuando fuera camino a casa.
Sacó su móvil, enviándole un mensaje a Taeyong para decirle que estaría en el departamento en media hora, y Taeyong le contestó con un emoji de beso.

Miró a Jinyoung, que estaba frunciendo el ceño.

—¿Todo bien, Jin? —preguntó, usando el apodo de Jinyoung para que se relajara, y envolvió su brazo con el del chico.

Jinyoung fue un buen amigo, a pesar de que no se conocieron en las mejores condiciones. El omega se preocupó mucho por él, e incluso los siguientes días le estuvo preguntando cómo estaban las cosas, aconsejándole para que hablara con los alfas y solucionar todo.

Aunque, si era honesto, Jinyoung tampoco parecía demasiado feliz de ver que se había arreglado todo.

—No, no es nada — contestó Jinyoung, sacudiendo su cabeza en una negativa.

—Vamos, puedes decirme todo, somos amigos— contestó Doyoung, tirando de él mientras empezaban a caminar.
Se sintió un poco culpable, pues sabía que Jinyoung tampoco tenía una vida fácil. No tenía un alfa, teniendo veinte años, y en su familia ya le estaban considerando un deshonor por ello, pero el omega le confesó a Doyoung que estaba más interesado en estudiar, tener un título y conseguir trabajo, antes que convertirse en esposo de un o una alfa.

Así que el omega se la pasaba discutiendo con sus padres, y Doyoung quería devolverle todo el apoyo que Jinyoung le dio al inicio.

—Mis padres han estado hablando de comprometerme a la fuerza —suspiró Jinyoung —, así que probablemente huya de casa. Ya no lo soporto más.

—Oh, Jinyoung...

Doyoung lo abrazó, tratando de transmitirle todo su apoyo con esa caricia, y permitió que el omega le abrazara también, olisqueando su cuello.

—Sabes que…— comenzó a decir Doyoung, antes de ser interrumpido:
—Y la verdad es que yo... Um... — Jinyoung se alejó unos centímetros, mirándole —, pensé en preguntarte si querías huir conmigo. Si querías dejar a esos alfas y estar conmigo, Doyoungie.

Doyoung levantó su vista, sorprendido, pero antes de poder decir algo, su voz quedó ahogada en su boca.

Jinyoung le besó.

Rina comeback luego de un episodio largo de inestabilidad, una disculpa. Igual me piqué con ao3 y recientemente fui al concierto de nct, así que anduve algo distraída...

No faltan muchos caps, igual la universidad me trata súper mal como la vida en general así que les pido una inmensa disculpa y PACIENCIA.

Ando medio enferma así que... plis díganme si ven algún error con toda confianza, amo leer sus comentarios <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro