Capítulo XX
Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. BinWoo.
Dongmin se sentó en el suelo, importándole poco si sus rodillas quedaban sucias, y miró en silencio las flores que decoraban la tumba, todas vivas y brillantes.
Le recordaron mucho a Jun en sus mejores días, antes de que Minghao fuera a la cárcel, sonriendo sin preocupación alguna, y se prometió que lo iba a recordar así. Lo iba a recordar como el alfa amable, preocupado y de buen corazón que fue su amigo cuando estaba solo en ese lugar, sin nadie que le hiciera compañía alguna.
—Gracias— dijo en voz baja, aferrándose al ramo de claveles que llevó —, por salvar a Moonbin. Por... Por ser mi amigo —su voz se quebró—. Lo siento tanto, Wen...
Comenzó a llorar, pero agradeció que ni Moonbin ni Taeyong le hubieran acompañado, porque necesitaba hacer eso sin nadie allí. Porque necesitaba despedirse a solas de Jun. Porque necesitaba llorar sin que nadie le mirara.
—Lamento todas las cosas que dije — se disculpó, mirando el retrato de Jun, donde sostenía a Chenle entre sus brazos, sonriendo por la felicidad — sólo... yo estaba tan herido y triste, tan... tan solo, y tú lo único que querías era ayudarme...— frotó sus ojos, tratando de calmarse — Si yo no... Si yo no hubiera amado tanto a Moonbin, y tú no hubieras amado tanto a Minghao, de seguro habríamos sido pareja, ¿no es así, Wen?
Comenzó a ubicar el ramo de flores entre el resto de las coronas alrededor de la tumba, teniendo especial cuidado de no dañar ninguna.
—Perdón también por las últimas peleas — le dijo con voz suave —, no tuvimos que habernos comportado así — suspiró, agotado —. Eso es lo que más me duele, Wen, de todo lo que pasó, que hayamos estado peleando como niños pequeños cuando antes nos entendíamos muy bien — limpió sus mejillas —. Ambos merecíamos cosas mejores.
Se forzó a tomar aire para calmarse, para no dejar que la pena y el dolor le invadieran. No quería convertirse en alguien triste por la pérdida de su mejor amigo, no quería recordar a Jun de esa forma, así que respiró con profundidad.
—Gracias por amarme, por ser mi amigo — continuó, poniéndose de pie — gracias por salvar a Moonbin y permitirme ser feliz, Jun. Voy a preocuparme de Chenle y encargarme de que nunca te olvide —sonrió débilmente―. Te has convertido en un héroe, ¿no, Jun?
Sorbió por su nariz, envolviéndose en su abrigo ya que los días se estaban tornando más fríos.
—Vendré a visitarte otra vez —prometió —, no voy a olvidarte —tragó saliva — Hasta... hasta pronto, Jun.
Limpió sus ojos, observando también las otras tumbas que visitó antes, dejando la de su amigo para el final: Xiaoting, Yiren...
En todas dejó un ramo de flores, pues todos fueron sus compañeros, y aunque a algunos los conocía más, a otros menos, los apreció a cada uno por haber sido partícipes de esa lucha. Por haber sido parte de su vida.
Por eso mismo, no debía permitir que la tristeza lo consumiera, que el dolor en su interior fuera tan grande hasta el punto de hacerlo miserable. No ahora que las cosas parecían ir bien, que Moonbin estaba con él, que Taeyong volvió a sus brazos. Si ellos murieron, debía recordarlos entonces con una sonrisa y amor por todo lo que hicieron.
Dongmin los recordaría con todo el cariño del mundo.
Salió del cementerio, subiendo al auto donde YuQi ya le estaba esperando, y la mujer le dio un abrazo con una mirada triste, pero tranquila, en sus ojos. Dongmin sabía lo mucho que le dolía a ella todo lo ocurrido, en especial por la pérdida de Jun y Yiren.
YuQi perdió a Yifei meses atrás, su principal compañera con quien levantaron todo ese movimiento. Jun llegó después, y luego Yiren. Además, Dongmin sabía de lo mucho que YuQi quiso a Yiren, a pesar de que ambas fueran omegas.
YuQi adoró con toda su alma a Yiren, y perderla tenía que ser doloroso, como un cuchillo enterrándose en su corazón, porque YuQi sufrió mucho antes.
Abrazó a YuQi, dejando que las feromonas de la mujer lo envolvieran, y la omega le acarició el cabello.
—Voy a extrañarte— le dijo ella con voz suave, y Dongmin quería llorar, porque no deseaba dejarla sola. YuQi fue su mamá en todo ese tiempo, y él realmente la quería mucho.
—Nos encontraremos otra vez— le contestó — nos volveremos a ver.
Pudo sentir la sonrisa de YuQi.
—Por supuesto que sí — concedió ella —, no permitiré que hagas una revolución en Corea sin mi ayuda.
Se rió, con sus ojos picando por las lágrimas que trataba de contener.
—Tal vez no debería dejarte sola — murmuró, enderezándose —, no luego de todo lo que pasamos, no...
—No digas eso— contestó YuQi —, no estaré sola. LuHan estará conmigo, y Xiaojun, y Yukhei, y Yixing —le pellizcó la mejilla—. Tú tienes cosas que hacer allá en Corea, Dongminie. Tú lugar es allá.
—Pero...
—Ya has dado demasiado por nosotros — YuQi le dio un beso en la frente —, es momento de que ahora pienses en ti mismo, y en tu felicidad.
Asintió, sorbiendo por su nariz, y volvió a acurrucarse contra ella, pensando que tenía razón. Que llegó el momento de preocuparse de sí mismo, y buscar su propia felicidad.
Taeyong miró el techo, medio dormido, y Doyoung subió a la cama, acurrucándose a su lado. El alfa le hizo un pequeño espacio, inhalando el aroma a loción de bebé que el omega soltaba con facilidad.
Estaban los dos solos, puesto que Youngho fue por algo de comida, así que se quedaron en silencio unos segundos.
—Lamento haberte mordido en el celo— murmuró de forma repentina Doyoung, con las mejillas coloradas.
Taeyong levantó su cabeza, mirándole.
—¿Qué dices? —preguntó, algo confundido —. Está bien, Dodo. Entiendo que fue tu lado omega.
Doyoung ocultó su rostro en el cuello del alfa, tímido y avergonzado.
—Y lamento insistir por lo de los bebés — prosiguió en voz baja —, y por pelear por no querer la pastilla.
El menor le acarició el cabello, algo distraído, dejando que el olor suave del chico le relajara.
—No importa — respondió Taeyong —, lo importante es que no hay bebés en camino. Suficiente tendré con el parásito que mamá va a tener.
Doyoung le dio un pellizco en el costado en señal de regaño.
—No digas esas cosas ―retó, pero Taeyong hizo una mueca.— Taeyong, ¿tú quieres bebés más adelante?
—Doyoung— Taeyong le miró con poca paciencia — ¿realmente me estás preguntando eso? Tengo quince años.
La expresión de Doyoung se deformó, y Taeyong sintió enseguida que los ánimos cambiaron por las hormonas que soltó el omega.
—Pero no ahora— insistió Doyoung —, más adelante. Cuando... um...— Doyoung hizo un gesto extraño —. Cuando ya seamos adultos. A mí me gustan los bebés —sus ojos se iluminaron —, me gustan mucho. Con Youngho lo hemos hablado, a él también le gustan, y pensamos en quizás tres bebés...
—Espera, ¿qué? —Taeyong se enderezó, soltándolo— Doyoung, detente — el omega enmudeció, y Taeyong pensó que quizás tenía que decirlo con delicadeza, pero no podía hacerlo en ese instante, ya que se sentía algo crispado, algo alterado —. No me gustan los bebés. No quiero que hablemos de esto.
Doyoung parpadeó, sorprendido, y Taeyong desvió la vista, debido a que estaba sintiendo demasiadas cosas en ese instante, y no sabía cómo manejarlas.
Antes, cuando lo único que quería era hacer sentir orgullosos a sus padres, se habría limitado a asentir, sonriendo de forma correcta, y obedecer en todo lo que su abuela le dijera. Pero desde que todo se dio vuelta, desde que mamá estaba con él, que las emociones parecían desbordarlo con facilidad. Se sentía como un niño pequeño en ese instante, queriendo correr a los brazos de Dongmin y permanecer allí todo el día.
El omega acarició la marca de Taeyong en su cuello.
—¿Qué dices?— Doyoung negó la cabeza, algo desorientado —. Eres mi alfa. Yo quiero llevar a tus bebés.
Taeyong se crispó un poco más, percibiendo que Doyoung estaba actuando así porque acababa de salir de su celo sólo unos días atrás, y estuvo demasiado pegajoso con ellos.
—Dodo, hablemos esto después— le dijo suavemente.
—No —Doyoung le dio un pequeño golpe en el hombro — ¿Por qué dices esas cosas? Desde que tío Dongmin te dijo que estaba esperando un bebé que has estado arisco y enojado con todo el mundo — el omega levantó su barbilla—¿No estás feliz por tus padres?
—Doyoung...
—¿Es eso? ¿Estás celoso?— Doyoung le volvió a dar un golpe acusador — Es tu hermano, Taeyong , ¿realmente no lo quieres?
—Basta.
—Es que no lo entiendo, tus padres estuvieron separados más de diez años, cada uno siendo miserable, y ahora que están juntos, que pueden tener un bebé, tú...
—¡Por dios, Doyoung, cállate!
No quiso hacerlo. No quiso usarla. Pero su voz alfa salió sin poder evitarlo.
Doyoung cerró su boca, abriendo sus ojos de golpe, sus pupilas dilatándose por el repentino miedo, y las feromonas se llenaron de susto.
Se arrepintió enseguida, y tragó saliva.
—¿Qué está pasando aquí?
Taeyong se volteó hacia la puerta de la habitación, donde Youngho estaba de pie con el ceño fruncido en confusión, y quería hacerse pequeñito, desaparecer.
Los ojos preocupados de Youngho se movieron hacia Taeyong, y luego a Doyoung, parpadeando.
—Dodo, bebé, ¿qué ocurre? —preguntó Youngho.
Taeyong se fijó en el omega, viendo sus ojos llorosos, y la culpa lo carcomió.
—Lo siento, Dodo —se disculpó inmediatamente —, no quise... Lo lamento mucho...— extendió un brazo para acariciarlo, sin embargo, Doyoung se echó hacia atrás, limpiando sus ojos con furia.
—Eres despreciable— escupió el omega, poniéndose de pie, ya no triste sino enojado — Usando tu voz alfa…
—Vamos, vamos, ¿por qué no nos calmamos?— se apresuró a hablar Youngho con tono conciliador — Venga, Dodo, siéntate...
—¡Deja de tratarme como un niño pequeño, Youngho! —gritó Doyoung, más enojado ahora — Siempre tan paternalista, tan superior, como si yo fuera un mocoso que necesita de ti...
Youngho lo contempló, atónito y sorprendido, y Taeyong mordió su labio inferior mientras el omega bufaba, agarrando una sudadera.
—¿A dónde vas? —preguntó Taeyong .
—Necesito algo de aire— masculló Doyoung.
—Es tarde —soltó Youngho.
—¿Y eso qué?
—Puede pasarte algo—prosiguió Youngho, ladeando la cabeza con preocupación.
—Sé cuidarme solo, no necesito...
—Doyoung, quédate.
Taeyong se sobresaltó cuando Youngho habló con voz grave y baja, sin una pizca de humor en su rostro.
El omega abrió su boca, conmovido, sin embargo, no salió nada por varios segundos. Hasta que su expresión se enfureció más aún.
—¡Debes estarme jodiendo, Youngho!— le gritó Doyoung, retrocediendo y sin salir, pero sin quedarse quieto — ¡Sabes cuánto odio esa porquería, imbécil, y tú y Taeyong...!— soltó un jadeo—. Son horribles. Son unos alfas horribles y...
—Estás siendo irracional –dijo Youngho con calma —¿Qué ocurre? Llevas días actuando extraño, Dodo, y ahora esto...
—¡Pasa que ustedes, par de imbéciles, son los peores alfas del mundo!— Doyoung se volteó, enojado, y caminó hacia el baño cerrando con un portazo.
Youngho suspiró, agotado, y camino hacia la cama, sentándose al lado de Taeyong, que seguía sorprendido por lo que acababa de ocurrir. Todo comenzó tan bien y ahora…
—Doyoung odia sus celos — murmuró Youngho —. No lo dice, pero es obvio cuando el celo acaba. No le gusta ser tan vulnerable y necesitado, detesta ese lado omega que lo vuelve así, y cuando sale se torna arisco. Es extraño, porque a veces su humor es bueno, pero si le dices algo que no le gusta, cambia y...
—No tuvimos que usar la voz alfa — le interrumpió Taeyong, y Youngho se encogió, culpable —, si él quería salir...
—Le podría pasar algo — se justificó Youngho, y sus ojos se llenaron de lágrimas — Sé que él tiene derechos, que es libre, pero no todo el mundo lo entiende, y si alguien le hace algo, si algún alfa trata de propasarse...
Taeyong lo recordó. Taeyong recordó a su padre contándole sobre su verdadero papá, y lo que hizo con su mamá. Sobre un joven Dongmin de dieciséis años, escondiéndose en un callejón, sin controlar el celo, y siendo encontrado por un alfa que lo deseó.
A veces, Taeyong pensaba en eso. En lo mucho que tuvo que haberle dolido a su mamá, y deseaba que Dongmin nunca hubiera pasado por eso, aunque eso hubiera significado que él no naciera.
Pero no podía soportarlo, no podía soportar el pensamiento de su mamá siendo abusado por alguien que se encaprichó con él.
Doyoung era libre, pero no todo el mundo iba a querer entregarle esa libertad que tanto parecía buscar.
Moonbin estaba orgulloso de considerarse a sí mismo un alfa bastante... racional, en la mayoría de sus acciones. Por supuesto, cometió ciertos errores en el pasado que siempre le iban a pesar (y trataba de no pensar demasiado en ellos, porque sabía que le afectaría demasiado si le daba muchas vueltas a ese asunto), pero por lo demás, sabía controlarse bastante bien gran parte del tiempo.
Después de todo, nunca mató a Hyewon, a pesar de tener que soportarla por largos catorce años.
Sin embargo, en ese instante, la razón podía irse a la mierda, pues definitivamente no iba a dejar que el beta frente a él, llamado LianJie, se saliera con la suya. No luego de haberle hecho daño a Dongmin.
Su puño conectó con la nariz del beta, con un crack resonando en el lugar, y ladeó la cabeza sin inmutarse con el grito de dolor que soltó el hombre, que permanecía atado a una silla.
LuHan, detrás de él, suspiró.
—De verdad, Moonbin, ¿no deberías matarlo y listo? — preguntó LuHan con algo de exasperación.
—Muy sencillo — respondió Moonbin, y levantó su mano una vez más.
Sin embargo, se vio interrumpido cuando la puerta se abrió, y Dongmin se asomó con una expresión de disgusto. Detrás, YuQi lucía algo curiosa.
—Moonbin, ¿qué haces? — preguntó Dongmin con poca paciencia.
—Encargarme de la basura, bebé —contestó Moonbin
Dongmin comenzó a murmurar por lo bajo, rodando los ojos, y se apoyó en la pared, en tanto YuQi cerraba la puerta.
—Ah, Moonbin, decir esas cosas mientras golpeas a alguien...— el omega negó con la cabeza — Vamos, ya fue, estoy bien y...
—No — la respuesta de Moonbin fue rotunda —, pudo haberte hecho daño, tiene que pagar por eso.
—Dios, Moonbin...
El beta escupió sangre al suelo, su rostro ensangrentado.
—En realidad, podrías dejarlo con vida — comentó LuHan, llamando la atención de todo el mundo —. Después de todo, ustedes van a viajar a Corea, ¿no? — LuHan se encogió de hombros —. Sería muy divertido ver el rostro de tu hermana cuando te vea con vida, creyendo que estás muerto.
Dongmin parpadeó, mientras Moonbin ponía un rostro pensativo.
YuQi arrugó el ceño.
—LuHan, eso es perverso — regañó, para luego sonreír — Me encanta.
El beta soltó un gemido de dolor cuando Moonbin lo agarró del cabello, tirando de su rostro hacia atrás.
—Bueno, ¿qué dices? — preguntó el alfa con ojos helados — ¿Colaborarás por las buenas o por las malas?
—Moonbin, ¿por qué tienes que dar tanto miedo? — se quejó Dongmin.
—No doy miedo — protestó Moonbin — Jamás querría darte miedo.
—Son asquerosamente lindos y empalagosos, me dan asco —suspiró YuQi.
—¿Qué... quieren que haga? —murmuró LianJie.
—Llama a mi madre —dijo Moonbin —, cuéntale que lograste deshacerte de Dongmin — no había humor en la voz del alfa — Dile que todo salió bien.
Dongmin se enderezó, alarmado.
—Moonbin, ¿qué estás haciendo? — preguntó, frunciendo el ceño — Fingir mi muerte...
—Piénsalo, Dongminie — gruñó Moonbin —, ellas no van a calmarse por ahora si saben que estás vivo. Podrían contratar a otra persona, y tu vida correría peligro — LuHan le tendió el móvil de Lianjie, y Moonbin lo agarró — Además, necesito ver la cara de Hyewon cuando te vea con vida.
Dongmin parecía dispuesto a protestar una vez más, sin embargo, desistió inmediatamente, ya que una parte suya pareció darle algo de razón al alfa. Si no hubiera estado esperando un bebé, no se habría preocupado demasiado de ello, sin embargo, era consciente de que debía cuidarse ahora.
Moonbin se aclaró la garganta.
—Llamarás a mi madre —ordenó con voz alfa, grave y dura, sin admitir réplica alguna, e incluso Dongmin se estremeció, aunque aquellas palabras no iban para él —, y les dirás que mataste a Lee Dongmin. Les dirás que te deshiciste de Dongmin, que eso ya está listo, y que no saldrá en las noticias su muerte, porque van a cubrirlo para evitar más desórdenes en la ciudad.
LianJie asintió, su rostro apretado, y Moonbin buscó el número de su madre, marcando inmediatamente y poniendo el altavoz. Esperaron varios segundos.
—LianJie.
Dongmin volvió a estremecerse al reconocer la helada voz de Gahyeon, recordando la última vez que la vio. La mujer tenía una expresión cruel en su rostro, triunfante y feliz por haberlo sacado de en medio.
—Señora Moon —habló LianJie en un torpe coreano —, ya me deshice de Lee Dongmin.
Hubo un pequeño silencio en el lugar, con todos conteniendo la respiración.
—¿Cien por ciento que está muerto?
—Le disparé en la cabeza — contestó LianJie — y luego lo desmembré como me ordenó. Enterré su cuerpo por distintas partes de la ciudad.
¿Era buen momento para tener náuseas?
LuHan tenía una expresión en blanco, mientras YuQi endurecía su rostro, y Moonbin…
Moonbin parecía realmente furioso.
—¿Por qué no ha salido eso en las noticias?— preguntó Gahyeon — Ese imbécil era parte de ese asqueroso movimiento y...
—Lo van a cubrir por ahora — explicó el beta —, tienen que estabilizar el nuevo gobierno de alguna forma, así que ocultarán todo eso por ahora.
Otro silencio.
—Recibirás el resto de tu paga en unos minutos.
Dongmin se sintió mareado al escuchar tanta felicidad proveniente de la voz de esa horrible, odiosa mujer.
—Tú y yo no hemos hablado jamás — prosiguió la mujer, exultante, contenta y casi riéndose — fue un placer hacer negocios contigo, LianJie.
—Lo mismo digo, señora Moon.
Moonbin cortó la llamada antes de lanzar el teléfono contra la pared, y LuHan tuvo que sostenerlo por los brazos para que no se lanzara contra el beta.
—Voy a matarte —gruñó el alfa con rabia en la voz.
—Moonbin, Moonbin...— susurró Dongmin, ubicándose entremedio para impedir que corriera sangre —, vamos fuera, necesitas calmarte.
—No, Dongminie, déjame...
—Si no me haces caso, prometo dejarte sin sexo por dos años.
Moonbin resopló.
—Aguanté catorce años, puedo....
—¡Bueno, fuera los dos! — ordenó YuQi, exasperada.
Moonbin soltó un gruñido, pero se dejó llevar por LuHan fuera del cuarto donde tenían a LianJie, con Dongmin siguiéndolo.
Habían trasladado al beta a la estación de policías más cercana para dejarlo encerrado, con LuHan y sus compañeros encargándose de la seguridad del país mientras trataban de restablecer la situación, así que nadie los iba a molestar en esos instantes.
Dongmin abrazó a Moonbin, soltando feromonas suaves para calmarlo, y LuHan volvió al interior del cuarto.
—Cálmate — le ordenó amorosamente —, no me gusta verte así, Bin...
Moonbin lo agarró de forma posesiva, con sus dientes enterrándose en su marca sin llegar a hacerle daño, sólo dejándose dominar por su alfa en ese instante. Dongmin gimoteó ante el tacto, la leve mordida enviando un escalofrío de placer.
—No te harán más daño —gruñó Moonbin contra su cuello —, voy a matarlas si es necesario.
—No digas esas cosas —regañó Dongmin, suspirando —. No te conviertas en un asesino por ellas, no lo valen.
Los labios de Moonbin fueron subiendo por su piel, y de pronto le estaban dando un beso devorador, cálido y duro, con su lengua jugueteando con la suya. Dongmin se sintió como ese chiquillo de dieciocho años que era tocado por Moonbin, encendido y apasionado, queriendo complacerlo en todo, y sus piernas temblaron.
—Te amo — murmuró Moonbin contra su boca.
Dongmin sonrió.
—Yo también te amo — contestó, antes de darle otro beso.
Observó la puerta destrozada con pesar, y se giró hacia Taeyong , que estuvo en extraño silencio esas últimas horas.
—No fueron ustedes, ¿cierto? — preguntó, tratando de animar el ambiente.
Taeyong negó con la cabeza.
—No, mamá, ya estaba así cuando vinimos — contestó con voz apagada.
Dongmin arrugó el ceño, pero no dijo nada mientras entraba al departamento que Sanggie compró y donde estuvo viviendo, con todo el lugar destrozado y saqueado por las autoridades cuando fueron a buscarlo. Poco le importaba, en realidad, pues nunca fue un verdadero hogar para él, pero igual sentía algo de pesar ya que tenía buenos recuerdos allí. En especial recuerdos con Jun.
Acomodó la gorra sobre sus cabellos, sabiendo que tenía que ocultar en lo posible su rostro para que los medios de comunicación no publicaran su cara en todas partes, y así arruinar esa mentira que Moonbin quería sostener frente a su madre y Hyewon.
Caminó directo hacia su cuarto.
—Ese cuarto de bebé...— aventuró Taeyong, pasando frente a la habitación con una cuna.
—Era para ti — contestó Dongmin con calma —, antes de que tu padre muriera, lo iban a trasladar a China, así que nos mudaríamos aquí. No era el mejor alfa del mundo, pero se preocupaba de que no nos faltara nada.
Taeyong se crispó un poco, sin saber por qué aquello le estaba afectando demasiado. Tal vez porque pensó que él era un alfa horrible por lo que le hizo a Doyoung.
Pero las cosas eran tan complicadas...
—Papá me dijo que él te golpeaba — murmuró en voz baja.
Dongmin entró a su cuarto, caminando hacia el armario donde estaban sus ropas, y sacó una vieja maleta para guardar sus pertenencias.
—Sanggie era temperamental — explicó Dongmin, sabiendo que le debía esa conversación a Taeyong —, como cualquier alfa en la vida. Trataba de no hacerlo enojar, tú sabes, sólo tenía diecisiete años, pero a veces era inevitable discutir — sonrió con amargura — Sabía ponerme en mi lugar con facilidad.
Abrió la maleta para guardar todas sus pertenencias, caminando por el cuarto, con Taeyong permaneciendo de pie con una expresión extraña.
—¿Yo fui producto de sus violaciones? — preguntó con tono ahogado.
Dongmin se quedó quieto frente al armario, algo tenso y apagado.
—Taeyong...
—Es sólo que...— la voz del chico se rompió —, no quiero ser como él, pero... pero siento que estoy arruinando todo con Dodo y...
—¿Qué? — Dongmin se volteó, parpadeando — Taeyong, ¿de qué hablas? — un pensamiento horrible cruzó por su mente — Bebé, ¿lo golpeaste?
—¡No, no!―gritó Taeyong con horror — No mamá, no, no lo hice...
Dongmin permaneció en silencio, y Taeyong lo interpretó como un impulso para seguir hablando.
—Peleamos — balbuceó —, no sé cómo comenzó todo, pero él estaba hablando de bebés, y yo le dije que no quería hijos. Él decía que debíamos tener tres y yo sólo tengo quince años, no me he puesto en ese plan todavía, no sé, entonces empezó a decir que estaba de mal humor desde que... que me enteré de que tú y papá van a tener otro hijo, y eso me sacó de quicio, sólo quería que se callara, así que se lo dije, pero no pensé que usaría la voz alfa, salió sola, yo no...
—Oh, oh, ya, tranquilo cariño...— se apresuró a decir Dongmin al verlo lloriquear, con sus ojos brillantes, sorbiendo por su nariz, y lo llevó a la cama, sentándose a su lado — Vamos, respira y calmémonos un poco, ¿está bien?
Taeyong se acurrucó contra su mamá, respirando su aroma para buscar un ancla en ese momento, y su alfa pareció calmarse cuando Dongmin le acarició el cabello, con sus dedos rozando su nuca, allí donde era vulnerable. Su cuerpo se relajó inmediatamente.
—No hagas eso — gimoteó —, me siento como un perrito al que le rascas el estómago.
Dongmin se rió, sin embargo, no detuvo su toque, calmándolo mucho más.
—Ahora, Taeyong —dijo con cuidado, ¿qué ocurre?
—Usé la voz alfa con Doyoung y le pedí perdón, pero él estaba enojadísimo conmigo — explicó Taeyong, su tono ahogado —, luego llegó Youngho, y Doyoung no quería hablar con nadie, sólo quería salir, se enfureció mucho. Aún así, Youngho no lo dejó salir, dijo que era peligroso, así que... lo obligó a permanecer en el cuarto, y Doyoung nos gritó más — Taeyong ocultó su rostro, sin querer mirarlo — No quiero ser como... como mi padre, mamá. Yo no quiero hacerle daño a Dodo, pero es como si mi alfa fuera otra persona y...
—Taeyongie, pero ¿qué dices? —Dongmin le obligó a levantar el rostro — Jamás vas a ser como Sanggie, cariño, no pienses esas cosas — los ojos del omega se tornaron tristes —. Mira, sé que... que yo no estado catorce años contigo, ¿cierto? — Taeyong asintió, con su garganta apretada, pero tengo claro que papá te ha criado bien, que él te enseñó que los omegas no somos objetos ni cosas que usar y desechar, así como la abuela quería enseñarte — le dio un beso en la mejilla.
—Sí, él... Papá me decía esas cosas, que yo debía respetar a mi omega y entender que era una persona libre — barboteó el menor.
Dongmin le sonrió.
—Usar la voz alfa no está bien, pero es bueno que eso lo sepas — le pellizcó la mejilla —, así que vas a tener que aprender a controlarla. Deja que pasen unos días para que Doyoung se calme, y hablen como personas civilizadas. Y si empiezan a discutir, y sientes el impulso de usarla, sólo debes preguntarte a ti mismo cómo te sentirías si alguien tuviera ese poder sobre ti, ¿entendido?
—Sí, mami — Taeyong lo abrazó, sin querer soltarlo.
Dongmin le devolvió el abrazo, soltando hormonas maternas para relajar más a su hijo, y cerró sus ojos un instante.
—Ahora, Taeyong — volvió a hablar—, ¿tú no quieres un hermanito?
Taeyong se apretujó más contra Dongmin, avergonzado.
—No es eso —dijo algo ahogado —, estoy muy feliz por ustedes, mamá…
—Pero...
—Pero estoy celoso —Taeyong no aguantó más y rompió a llorar como un bebé, rompiendo el corazón de Dongmin, porque se sintió como cuando Taeyong tenía un año y lloriqueaba en busca de abrazos —, es-estoy muy... muy celoso...
Dongmin frotó su barbilla contra el cabello de Taeyong, sosteniéndolo mientras sollozaba ahora en su pecho, sorbiendo por su nariz y desahogándose de sus sentimientos malos. Él lo notó, se dio cuenta de lo mucho que le costaba al alfa expresarse, y no podía evitar culparse por ello.
Como bebé, Taeyong siempre fue expresivo con sus sentimientos: si estaba feliz, se reía mucho; si estaba triste, lloraba sin descanso; si se enojaba, hacía rabietas y lloraba más aún. Sin embargo, cuando lo volvió a ver, cuando por fin estaba con él otra vez, notó lo cohibido, lo cerrado que era para expresarse. Parecía expresarse mejor mediante el cuerpo, con abrazos, caricias, toques, pero con las palabras... parecía trabarse demasiado.
Y el sabía que se debía a que no estuvo con él, que, de forma inconsciente, el abandono quedó grabado en el alfa de Taeyong.
—No voy a quererte menos, Taeyongie — le susurró segundos después, con su voz temblando, tú siempre serás mi príncipe — sus ojos se llenaron de lágrimas —, ¿está bien? Tú siempre vas a ser bebé hermoso. Un hermanito...
—No es eso — Taeyong hipó —, es que... Estoy celoso porque... porque el bebé te... te va a tener como yo no te tuve — sollozó, jadeando —. Y no es justo. No es justo porque nadie me va a devolver todos estos años sin ti, nadie va a retroceder el tiempo para que puedas estar conmigo y hacerme feliz. Y yo... yo quiero mucho eso, ser un niño y que estés allí para mí —Taeyong ahora estaba llorando a lágrima viva y poco le importaba si se veía débil y estúpido, necesitaba llorar en ese instante — Hyewon quiso reemplazarte, pero nunca pudo hacerlo. Nunca lo logró, y la odio mucho por haberme alejado de ti.
—Oh, bebé…
Dongmin lo arrulló más en sus brazos, dejando que se desahogara todo lo que quisiera con él, y tarareando una canción en voz baja para relajarlo, para calmarlo un poco.
—Tú sabes, Yongie...— le susurró Dongmin — Cuando yo llegué acá, estaba muy triste. Lloraba todos los días porque te extrañaba mucho, y cuando logré... logré levantarme, cuando logré salir adelante, te seguía extrañando tanto que llegaba a doler — Dongmin se alejó, poniéndose de pie, y caminó hacia el armario —. Era peor porque, ya sabes, no pude irme con alguna fotografía tuya, porque tuve que dejar mi celular para que no lo rastrearan y no tenía ningún recuerdo de ti — comenzó a hurgar en el lugar, su voz temblando — A ti te gustaban mucho las series de superhéroes, recuerdo, te quedabas mirando la pantalla todo el día, aunque no entendieras nada, porque te llamaban la atención los colores. Incluso, cuando jugabas con Doyoung y Youngho, te gustaba usar capas.
Taeyong no podía recordarlo. No podía recordar otra cosa que no fueran las fiestas de etiqueta, él rehuyendo a otros niños, alejándose de los grupos grandes porque le asustaban, le hacían sentir incómodo. No podía mantener una conversación de más de cinco minutos sin sentir que le estaban juzgando.
Se enderezó cuando su mamá se volteó, mostrándole una pequeña capa que parecía para un niño de cinco años, y Dongmin bajó la vista por la vergüenza.
—Yo quería regalártela —sollozó Dongmin —, quería enviártela, pero costaba demasiado, y no respondías mis cartas. Creía que me odiabas y que no ibas a recibir nada de mi. Yo creí que...
Taeyong le tomó la mano, haciendo que se sentara a su lado, y le limpió las lágrimas con cuidado, dejando que su mamá llorara también.
—Cuando lleguemos — le dijo con voz dulce —, podríamos comprar una capa más grande —sus mejillas se pusieron coloradas — y me enseñarás a andar en bicicleta, porque nunca aprendí.
Dongmin se rió, dejando que Taeyong le abrazara, y se prometió que no lo iba a soltar más. Que no iba a permitir que nadie más alejara a su bebé de él.
Moonbin frunció el ceño cuando su móvil vibró, y levantó la cabeza, sus dedos acariciando el cabello de Dongmin, medio dormido en sus brazos. Al día siguiente iban a viajar a Corea, así que decidieron acostarse temprano, pero no esperaba esa llamada.
Después de todo, habló con Yujin horas atrás, ¿por qué...?
—¿Cariño? — preguntó, contestando el celular.
Escuchó un sorbido de nariz, e inmediatamente su instinto se activó.
—Yujin —dijo, exigiendo una respuesta.
—Pa-papá...— sollozó la chica al otro lado de la línea.
—¿Qué ocurre, princesa? —insistió.
—Es la... Es mamá — balbuceó Yujin—, ella llegó a casa de tío Sannie y tío Hyuk y...
La chica se interrumpió, soltando un grito bajo.
—¿Yujin? ¡Yujin! — gruñó Moonbin, sintiéndose de pronto desesperado de que algo hubiera pasado. De que algo le hubiera ocurrido a Yujin.
Dongmin se despertó, alarmado por los gritos, y permaneció en silencio mientras Moonbin caminaba por el cuarto.
—Moonbin — ronroneó repentinamente una voz al otro lado de la línea.
Dejó de moverse.
—Hyewon —espetó con furia en la voz.
—Me enteré de que vuelves mañana — dijo la mujer con tono meloso —, ¿listo para la fiesta de compromiso y marca de Yujin?
Sintió como si un cubo de agua fría cayera por su espalda.
Dios, oh dios... Hyewon no podía estar hablando en serio. No con Yujin. No con la pequeña niña.
—¡Tiene sólo trece años, Hyewon! —gritó, enfurecido — ¡Es tu hija!
—Tal vez si mañana estás aquí a mediodía — dijo Hyewon como si lo estuviera pensando —, podría cambiar de opinión.
La llamada se cortó.
Un ultimátum, eso le dio Hyewon. Moonbin iba a matarla.
—¿Bin? — preguntó Dongmin con precaución.
Una fiesta de marca, por el amor de dios…
Moonbin creía que Hyewon no sería tan desgraciada, tan bastarda, no con su propia hija. Hacer una fiesta de compromiso a la edad de Yujin, con trece años, y luego permitir una fiesta de marca, donde la omega sería tratada sólo como un objeto bonito para ser entregada a un alfa que la marcaría en la noche... Eso era, definitivamente, algo cruel e inhumano. Esas fiestas fueron prohibidas mucho tiempo atrás, porque atentaban contra la integridad de los omegas niños, pero las familias más ricas solían usarlas todavía para sellar compromisos que trajeran beneficios.
Su mamá trató de hacerlo con él, cuando tenía quince años, comprometiéndolo con una joven muchacha que se reveló como omega sólo un mes atrás: Hwang Eunbi. Pero Moonbin se negó a eso, hasta el punto de arruinar su propia fiesta de compromiso y marca, echando a todo el mundo y haciendo que su mamá le castigara sin compasión alguna.
Moonbin iba a matar a esa maldita.
Dongmin lo abrazó por detrás, olisqueando sus hormonas rabiosas, y besó su hombro.
—Ellas no van a seguir haciéndonos daño — le murmuró Dongmin, acariciándole la cintura para calmarlo un poco.
La puerta de la habitación fue tocada, y ambos se voltearon cuando Youngho, Doyoung y Taeyong ingresaron con expresiones urgidas.
—Tío — balbuceó Youngho —, mis papás me acaban de llamar, ellos...
—¿Están bien? —gruñó Moonbin , tratando de controlar su tono de voz― ¿No les pasó nada malo?
—No, no —barboteó Youngho —, bueno, papá Sannie dijo que lo golpearon cuando quisieron llevarse a Yujin, pero por lo demás están bien. Sólo algo asustados, pero...
—Tienen a Yujin — hipó Taeyong con los ojos llorosos —, la tienen a ella, pero ella no ha hecho nada malo...
—La vamos a salvar —prometió Dongmin, queriendo calmar a los más jóvenes, que estaban bastante alterados —, no le harán daño.
Moonbin apretó su mandíbula, tratando de controlarse y observando a Dongmin abrazando a los chicos para que no entraran en pánico. Llegó a la conclusión de que ese juego del gato y el ratón que Hyewon insistía en jugar alcanzó su fin.
Moonbin iba a acabar con esa vibora, aunque tuviera que manchar sus manos con sangre.
El omega tuvo que sacar un pañuelo mientras Tzuyu se deshacía en lágrimas, con la pobre muchacha lloriqueando en sus brazos, y YuQi le revolvió el cabello a la chica.
—Tzuyu, Dongminie no se irá para siempre — le dijo YuQi con materno amor —Prometió volver para vacaciones.
—¡No es justo! — sollozó la omega — ¡Yo quería ver a Dongminie preñado!
Dongmin se rió, besándole la frente.
—Te enviaré fotos — prometió —, no seas dramática, Tzuyu.
—El dramatismo vive en nosotros — bufó Yukhei —. Ahora, ¿te vas a cuidar? Me ha costado un culo mantenerte con vida, si algo le llega a pasar al bebé o a ti, viajaré exclusivamente a matarte.
Las carcajadas aumentaron por las palabras del beta, y Dongmin lo abrazó también antes de sentir un tirón proveniente de su pantalón.
Bajo la vista, alzando a Chenle y llevándolo a su pecho.
—Te estani-a-ré, tío Dongminie — murmuró.
Dongmin le revolvió el cabello, balanceándolo y tratando de mantenerse entero, pues los ojos de Chenle le recordaban mucho a los de Jun.
—Yo también, Chenle — le contestó, pellizcándole la nariz —, pero volveré para tu cumpleaños. Te voy a traer un enorme regalo.
—¿I-rás done papá? — preguntó Chenle con voz temblando — ¿puedes decile que vueva?
Dongmin se forzó a permanecer con la sonrisa en su rostro, aunque iba a romper a llorar.
Minghao apareció para salvarlo, tomando en brazos a Chenle.
—Ah, mi amor...— dijo Minghao, dejando que Chenle se acurrucara en sus brazos —, papá está en otra parte, él te está cuidando, pero no puedes verlo.
—Pelo...
—Vamos, despídete de tío Dongminie — insistió Minghao para distraerlo —, él se irá a otro lado, pero va a volver.
Dongmin le dio un beso en la frente a Chenle, despidiéndose también de Minghao, y luego hizo lo mismo con YuQi, dejando que la mujer le diera un abrazo fuerte.
—Tú eres fuerte — le susurró YuQi al oído —, tú eres un omega increíble y que merece muchas cosas buenas — ella le agarró las mejillas, besándole la frente — No dejes que nadie pase por encima de ti, Li Dongmin.
Cerró sus ojos un momento, dejando que las palabras de la mujer calaran hondo en su alma, en su cuerpo, que le hicieran sentir calma, aunque sintiera miedo por volver.
Pero ella tenía razón: era fuerte y no permitiría que volvieran a destrozarlo. No iba a dejar que Hyewon, que Gahyeon, lo manejaran a su antojo.
Llegó el momento de cobrar cada golpe, cada herida, que ellas le hicieron.
Se alejó, despidiéndose con los ojos llenos de lágrimas de esa gran familia que tuvo en sus peores momentos, esa familia que le acogió, aunque fuera un desconocido, dispuesto a no dejar que los lazos que creó con ellos se rompieran.
Moonbin y Taeyong eran su hogar, pero esas personas allí también lo eran, y sabía que eso jamás podrían arrebatárselo.
Eso nunca iban a quitárselo.
Sabía que le estaban esperando una vez bajara del avión.
Moonbin levantó la vista cuando reconoció a uno de los guardaespaldas que su mamá tenía, de pie entre las personas, esperándole con una expresión de piedra, y se volteó hacia Taeyong. El chico permanecía tieso, con los ojos endurecidos y una expresión de contenida furia.
—Park —saludó al guardia, sonriendo irónicamente —, supongo que nos llevarás donde mi madre, ¿no es así?
—Por supuesto, señor Moon —contestó el guardia —, sólo los dos — apuntó a Doyoung y Youngho —. Ellos pueden irse.
Doyoung soltó un gruñido, pero Youngho le sostuvo, impidiendo que se lanzara contra el guardia. El omega seguía molesto y enfurecido con ellos, sin embargo, eso no impidió que Doyoung caminara hacia donde estaba Taeyong, dándole un beso en los labios, frotándose brevemente contra él para impregnarlo en su olor.
—Si marcas a otro omega, te cortaré el pene —le advirtió Doyoung.
Taeyong tragó saliva.
Youngho también se inclinó, besándolo, sin una pizca de broma en su rostro.
—Yo te cortaré los testículos —agregó el alfa, agarrando la mano de Doyoung.
Taeyong sentía que se metió con unos psicópatas.
Moonbin lo tomó del brazo, despidiéndose con la cabeza de los menores, sus ojos escaneando entre la multitud. Dongmin no estaba a la vista, pero trató de no mostrar su ansiedad mientras seguían al guardia hacia la salida, donde una limusina ya estaba estacionada. No tardaron en subir, acomodándose con las maletas, quedando los dos solos.
—Papá...—susurró Taeyong .
Moonbin le hizo un gesto negativo, escribiendo algo en su celular.
Puede tener cámaras y micrófonos.
Taeyong apretó sus labios, preocupado también por si eso fuera a salir bien, tratando de controlarse para no estallar en pánico.
Su mamá. Yujin. Su tía. Su abuela.
¿Cómo podía existir gente tan desquiciada en ese mundo?
Media hora después, el auto se estacionó fuera del hogar de su madre, la enorme mansión fría y lejana. Ambos se bajaron, esperando al guardia, y caminaron hacia el interior.
Yujin estaba en el comedor, sentada en una silla, con su rostro lleno de lágrimas.
—¡Papá! —balbuceó la chica, poniéndose de pie para caminar hacia el alfa y abrazándolo de golpe — Papá, papá...
La pobre chica comenzó a llorar contra su pecho, mucho más tranquila ahora que sentía el conocido olor de su papá a su lado.
—Tranquila, princesa —le contestó Moonbin, aliviado de que estuviera bien —, no te pasará nada...
—Déjame darte las condolencias —dijo una fría voz detrás de él —, me enteré de tu omega muerto.
Gruñó mientras se volteaba, encontrándose con el helado rostro de su madre. Detrás, con nuevas cicatrices en su cara, estaba Hyewon.
—Me gusta tu nuevo estilo, Hyewon —se burló, observando la rabia llamear en los ojos de la mujer.
—Vete a la mierda — espetó Hyewon—, haré que pagues por ello, Moonbin —alzó su barbilla, orgullosa — ¿Mi hermanito por fin desapareció de la faz de la tierra? ¿Lograste conocerlo, Taeyong? — el chico soltó un gruñido — ¿Viste lo patético que era?
—Eres un monstruo, tía —soltó Taeyong.
Molestia brilló en el rostro de la omega.
—¿Tía? Fui mamá por catorce años, mocoso insolente — dio un paso, suavizando su voz —. Ahora que estamos aquí, los cuatro, podemos solucionar nuestras diferencias. Volver a lo de antes...
—Estás desquiciada — Moonbin se acercó, observando con placer como la omega retrocedía en un acto reflejo — ¿Lo de antes? Eso era una farsa. Todo esto — apuntó al lugar —, es una mentira. Si he venido, ha sido por Yujin y porque vamos a acabar con esto.
—¿Vamos? — Gahyeon soltó una carcajada mordaz —. Estás loco si crees que nosotras...
—En realidad, él se refería a mí.
Las dos mujeres se congelaron cuando una conocida y despectiva voz habló en el pasillo.
Veloces como un rayo, ambas se voltearon, sus rostros palideciendo cuando observaron a una persona que creyeron muerta durante los últimos días. Cuando vieron a un omega apoyado en la pared.
Lee Dongmin sonrió con frialdad.
—Hola, hermanita —dijo con falsa ternura —, hola suegra. ¿Me extrañaron?
Ojo que este capítulo seguro tendrá MIL ERRORES porque la app no me guarda mis cambios en las actualizaciones odio todooooooo
En fin, espero que les haya gustado, también quería desearles una feliz navidad (algo atrasado), agradezco mucho a cada uno de ustedes por seguir apoyando esta historia y mi cuenta en general, los aprecio con toda el alma.
Nos vemos en el siguiente capítulo.
Muchas gracias por leer^^
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