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Capítulo XV

Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. BinWoo.

Moonbin sabía que Dongmin iba a golpearlo, así que se adelantó y lo empujó contra el suelo, gruñéndole juguetonamente para mantenerlo a raya, y el omega soltó un jadeo de disgusto, luchando para soltarse.

Pero Dongmin volvía a estar dominado por esa otra parte irracional, así que estaba un poco más débil, lo suficiente como para vencerlo en aquella jugada de mordidas.

—Debería ser tu último día —le dijo Moonbin, acomodándose entre las piernas del menor —, y has estado arisco y gruñón, Dongminie.

Dongmin dejó salir ahora un gemido de placer cuando el alfa se adentró en su interior, arqueando su espalda mientras sus manos recién libres se deslizaron por la espalda del mayor, temblando por las sensaciones que le recorrieron.

El omega humedeció sus labios, jadeando, sintiendo los labios de Moonbin en su cuello, chupando, besando, mordiendo...

Bueno, ¿cómo acabaron así?

Dongmin no podía recordarlo bien. Sólo sabía que cuando el peligro pasó, con Taeyong en sus brazos, lloriqueando para no soltarlo, de pronto quería vomitar y Moonbin lo sostuvo para que no cayera al suelo. Antes de darse cuenta, estaba mareado, gruñéndole por el disgusto, el omega otra vez dominándolo, y necesitaba desesperadamente al alfa acariciándolo, besándolo, tomándolo.

Tuvieron que habilitar un cuarto de urgencia para que terminara su celo allí, y ahora Moonbin estaba aprovechándose de él.

Tonto, tonto alfa...

Moonbin le embistió y jadeó, con los labios del alfa sobre los suyos en uno de esos besos que tanto le gustaban: devoradores, húmedos, en una lucha por el control entre los dos.

Por otro lado, Moonbin apenas cabía en sí por la felicidad que estaba sintiendo mientras movía sus caderas, empujando contra Dongmin salvajemente, oyendo los gemidos sonoros del omega a su oído, y sus dientes se deslizaron por su cuello, sintiendo escalofríos, en tanto lo sostenía de la cintura.

Tenerlo entre sus brazos, hecho un desastre, como lo tuvo tanto tiempo atrás, hacía que se sintiera feliz y completo, y lleno de una infinita alegría que hasta podría comenzar a cantar.

Bueno, quizás no tanto, pero la intención era lo que valía.

Mordió en su marca, su enlace vibrando, y hasta casi podía sentir a su alfa moviendo la cola en su interior, dando vueltas por la emoción cuando comenzó a anudar en el interior del omega.

—Uh... uh... te... a-amo... —gimió Dongmin, corriéndose entre sus pechos. Temblaba por el orgasmo, con sus ojos llenos de lágrimas por las sensaciones placenteras que recorrían su cuerpo.

Moonbin gruñó contra su cuello, satisfecho, y observó el rostro sudoroso y agotado de Dongmin. Antes de darse cuenta, comenzó a llenarle la cara de besos, causando que comenzara a protestar.

—¡Bas... ta...!— chilló Dongmin.

—Te amo — le murmuró Moonbin, entre besos —, te amo, te amo...

Y, aun así, esos te amo se sentían insuficientes para lo que verdaderamente sentía por el omega. Se sentían pequeños, no abarcables para los sentimientos que tenía por Dongmin, pero no sabía qué otra palabra usar para explicárselo mejor. Para decirle que él era una parte fundamental de su vida, de su cuerpo, de su alma, y Dongmin era como el oxígeno para él. Para poder estar bien.

Nunca se lo diría porque no quería hacerlo sentir culpable, porque deseaba ahogar todos esos años, pero estar alejado de Dongmin provocó que una parte suya estuviera muerta. Su alfa interior se sentía herido, destrozado, muerto, y cada día era un verdadero suplicio, un sufrimiento eterno, rogando para que acabara pronto y despertara con Dongmin a su lado.

Era un muerto en vida, con el corazón destrozado en miles de pedazos, su alma rota por completo, su enlace casi extinto, y lo único que lo mantenía con vida, que no le hacía perder la razón, era saber que Dongmin conservaba su marca todavía. Que, al otro lado del enlace, Dongmin seguía vivo y latente.

Y cuando lo tuvo en brazos, ahora que lo miraba con el rostro colorado, jadeante por el sexo, con el cabello desordenado, sus labios hinchados por los besos, sólo podía pensar en que valió la pena.

Aunque hubiera dolido, aunque hubieran pasado catorce años, valió la pena cruzar la puerta que separaba su casa de la de Dongmin y verlo arreglando el jardín, tan joven, tan lleno de vida, con un pequeño Taeyong a su lado, y decidir que quería a ese chico como omega.

Cada maldito segundo a su lado valió la pena.

Dongmin humedeció sus labios, y Moonbin se vio tentado de volver a besarlo y comenzar con las embestidas otra vez. Después de todo, todavía no salía de su interior.

—Es... estoy pega... joso...— se quejó Dongmin, pero no hizo amago de alejarlo.

—Puedo llevarte a la ducha y... y nos bañamos juntos —propuso Moonbin jadeante.

—No — Dongmin le besó la mejilla —. Pri... primero debes darme un bebé — los ojos del omega brillaron —. Un bebé, un bebé...

—Dongminie...

—Un bebé...— insistió Dongmin, tarareando —, un bebé, un bebé...

Moonbin suspiró, repartiendo pequeños besos por el cuello del omega, escuchándolo murmurar en voz baja que quería un cachorro de los dos. Pensó que, si el omega estuviera en sus plenas facultades, no estaría diciendo eso tan ligeramente, como si fuera tan fácil.

Como si no existiera la posibilidad de que ellos dos no fueran compatibles en ese aspecto.

Y Moonbin no iba a ser tan idiota como para decírselo cuando estaba inducido en celo, pues era consciente de que aquello podría herir al omega, estando más sensible que de costumbre. Así que se dedicó sólo a volver a besarlo, moviéndose otra vez y escuchando su suspiro de placer.

Después de todo, tenía que aprovechar ese celo, ya que sabía que cuando Dongmin saliera de él, era muy posible que no tuvieran tiempo para los dos.

Oyó el gemido del omega y sonrió antes de comenzar con sus embestidas.

Taeyong se sentó en la fuente que estaba en el patio del palacio imperial, mirando hacia el enorme edificio que estaba sirviendo como refugio, y marcó un número en su celular.

Luego de unos timbres, contestaron.

—¿Oppa?— preguntó la dulce voz de Yujin.

—Hola, princesa —saludó Taeyong, sintiendo algo de alivio al escuchar a su hermana al otro lado de la línea —, ¿estás enojada?

Hubo un pequeño silencio.

—Te extraño — dijo Yujin con tono lastimoso —, a ti y a papá. ¿Cuándo van a volver?

Taeyong mordió su labio inferior, sin saber exactamente qué decirle, ya que no estaba seguro de nada en ese momento. Sabía que no quería alejarse de su mamá, sin embargo, también era consciente de que no podía dejar a Yujin a la deriva. Dejarla abandonada.

Rascó su nuca.

—Pronto —fue lo único que dijo —, ¿cómo han estado las cosas allí? ¿Te llevas bien con Wonyoung?

—Han estado bien —dijo Yujin —, tío Sanha y tío Minhyuk me tratan bien, son amables y cariñosos — un instante sin decir nada —. Yongie, ayer mamá fue a retirarme del colegio.

Sintió su estómago contraerse por la situación, tragando saliva y recordando la mirada de Hyewon sobre él, su toque cariñoso sobre su cabello.

—¿Te trató bien, Yujin?

Sí, el toque cariñoso cuando vio que era alfa. Antes Hyewon le trataba bien, por supuesto, pero no lo tomaba mucho en cuenta creyendo que sería omega, mimando a Yujin y esperando que ella fuera alfa. Pero cuando no fue así, su hermanita menor perdió privilegios, perdió atención, y él ganó todo eso. Los nuevos cariños se sentían bien, por supuesto, pero no podía evitar sentirse culpable cuando Hyewon dejó de mirar dos veces a su propia hija en beneficio de él.

—Sí, oppa — afirmó Yujin —. Fue a retirarme antes de clases y me llevó a comer helado — su voz tembló —. Dijo que... que si te convencía de volver, que si volvías con papá y volvíamos a ser una familia, ella sería... sería buena conmigo y podríamos comenzar de nuevo. Dijo que... que si lo hacían, entonces la abuela no tendría que ser mala otra vez  — Yujin rompió a llorar.

Taeyong apretó su mandíbula, sintiendo odio por no ser capaz de estar al lado de su hermanita menor para protegerla, y sólo la escuchó llorar al otro lado de la línea.

—No te harán daño —prometió —, si lo hacen, Yujin, haré que paguen por ello —tomó aire —. Aléjate de mamá, ¿vale? Ella no está bien. Necesita ayuda.

—Está bien...

—Y no olvides que te quiero, princesa — agregó —. Prometo llamarte más seguido. Cuídate mucho, Yujinie.

—También te quiero, Taeyong.

Cortó la llamada, agotado, pensando en la dificil situación en la que se encontraba, y levantó la vista. Miró el cielo estrellado, pensando en entrar e ir a las habitaciones que funcionaban como cuartos, donde de seguro encontraría a Youngho y Doyoung durmiendo. Sabía que podía dormir entremedio de ellos dos, pero no sentía muchas ganas de estar allí en ese instante.

—Taeyongie.

Se sobresaltó al escuchar la suave voz de Dongmin, y se giró, encontrándoselo de pie detrás de él. Iba envuelto en una bata, con el cabello revuelto y ojos medio dormidos.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Taeyong, poniéndose de pie— Deberías estar con papá, mamá. Estás en celo.

Dongmin hizo un gesto de relajo.

—El celo está pasando — comentó Dongmin —, y necesitaba salir un poco. Moonbin está durmiendo como un muerto, nunca podía despertarlo luego de... eso.

—¡Mamá! —se quejó Taeyong avergonzado, escuchando la risa escandalosa de Dongmin — De verdad, esos detalles...

—Ah, ¿no es mi misión hacerte sentir incómodo? — Dongmin trató de calmarse, apretándole un moflete —. Tus mejillitas siguen tan rechonchas como siempre, bebé — la voz del omega se tornó algo triste, y de pronto Taeyong se sintió terriblemente culpable por la forma en la que actuó las últimas horas.

Tomó la mano de Dongmin, sentándose otra vez en la cerámica de la fuente y Dongmin no tardó en seguirlo, ubicándose a su lado.

Taeyong mordió su labio inferior antes de volver a hablar, con la voz temblorosa:

—No sabía de ti — Dongmin le miró, confundido, y quiso romper a llorar — Yo no... Yo no sabía que tú eres mi mamá hasta hace unos meses.

Dongmin abrió su boca, pero no salió sonido de ella.

—Tus cartas... —cerró sus ojos un momento —, ma... tía Hyewon me las entregó cuando... cuando me enteré de la verdad, no antes — le dio un apretón en la mano —. No te conocía. No sabía quién eras. Para mí tú... tú no existías, mamá.

Pudo sentir el momento exacto en el que el corazón de Dongmin pareció romperse ante sus palabras, viendo cómo su mirada se tornaba destrozada, sus labios temblando, como si quisiera romper a llorar.

—Pero... Moonbin...

—Abuela y tía Hyewon lo obligaron a no decir nada —defendió Taeyong —, él me dijo que quería decirme, pero no... no lo dejaron hacerlo.

—Y tú...

—Me enteré porque me encontré con Youngho y él... él preguntó por ti — tragó saliva —, entonces los escuché discutir y tenía que averiguar quién eras, así que... que revisé las cosas de papá y descubrí todo. Lo siento, mamá, lo siento.

Dongmin comenzó a llorar en silencio, sorbiendo por su nariz, y Taeyong lo abrazó por el cuello. Se acurrucó contra su pecho, escuchando sus hipidos, con los hombros del omega sacudiéndose por el llanto.

—Eso significa que... que estos catorce años...

—Lamento todo — siguió disculpándose Taeyong —, no quiero que pienses que te odiaba, si yo hubiera sabido habría... te habría contestado, no habría dejado que le... le escribieras a la nada...

Dongmin no dijo cosa alguna, siguió sollozando en su hombro, temblando por el dolor de las palabras de Taeyong y pensando en todo ese tiempo perdido. En todos los pensamientos que tuvo a lo largo de los años, siempre creyó que Taeyong no respondió porque lo odiaba, no quería saber nada de él, lo detestaba por abandonarlo, pero...

Pero fue toda una farsa, Taeyong no sabía de él. Creyó todo ese tiempo que Hyewon...

—¿Ella... ella te trataba bien...? —preguntó entre jadeos, sin levantar la vista.

—Tía Hyewon...— Taeyong hizo una pausa —, me trató como un hijo todos estos años, mamá, y decía quererme — le dio un beso en la coronilla al escucharlo hipar — pero yo no me sentía bien. No me sentía cómodo. Había cosas que...— apretó sus labios un segundo —. Papá siempre decía que yo era demasiado... demasiado callado, demasiado frío y que antes no era así, que cuando bebé me reía mucho, pero tía Hyewon le corregía diciendo que lloraba. Que yo lloraba mucho.

—No puedes decirme eso — sollozó Dongmin con la voz rota —, no puedes ser... ser llorón como yo, Taeyongie.

Soltó una risa entrecortada, acariciándole el cabello al mayor y sintiendo como ahora se calmaba de a poco. Rozó su mejilla, quitando el rastro de lágrimas de ellas.

—Lamento todo, mami —le dijo con tono arrullador —, lamento ser un mal hijo y ser grosero y poco comprensivo y no hacerte caso, pero...— le besó la mejilla —, pero cuando supe la verdad, me sentí traicionado pero feliz también, pues algo pareció encajar en mí...— Dongmin sonrió temblorosamente —. Por eso no quiero dejarte, mamá, porque... porque si regreso allá, tengo miedo de no poder verte otra vez. Quiero estar contigo para siempre.

El mayor asintió todavía con lágrimas en las mejillas, sorbiendo por su nariz, para después pellizcarle un moflete.

—No puedo creer que tenga un hijo tan... tan malcriado — dijo Dongmin, haciendo que el menor formara un puchero —. Eres mi bebito, Taeyong, siempre serás mi bebito, aunque creas ser un mal hijo.

Taeyong se rió, dejando que su mamá le llenara el rostro de besos pequeños. Su alfa revoloteaba por el gusto de estar envuelto en un ambiente de amor materno que no estaba acostumbrado a sentir. Se sentía bien que alguien le quisiera a pesar de todo y no dudara en mimarlo.

—¿Dongminie? ¿Yongie?

Se separaron unos centímetros, encontrándose con un somnoliento Moonbin de pie detrás de ellos, frotando sus ojos para tratar de despejarse un poco, y Taeyong hizo una mueca al verlo sólo con la ropa interior.

—Papá, ¿por qué estás desnudo? Esto es incómodo —murmuró Taeyong, cubriendo sus ojos.

Moonbin se encogió de hombros, indiferente.

—Ah, tu padre siempre fue un desvergonzado —dijo Dongmin, poniéndose de pie y sonriendo de forma radiante —. Cuando podía, siempre agarraba su celular y nos grababa mientras nos acostábamos diciendo que–

—¡Mamá! —gritó Taeyong, desesperado.

Dongmin se rió, encantado, antes de soltar un sonido de placer al sentir los brazos de Moonbin agarrándolo de la cintura, apoyando su mejilla en el pecho del omega.

—Volvamos a la cama —rezongó Moonbin, frotando su rostro contra la bata —, la cama se siente vacía y fría sin ti.

Dongmin volvió a reírse, devolviéndole el abrazo por el cuello y besándole la frente a Moonbin que soltó un suspiro de felicidad. A pesar de lo incómodo que se sentía Taeyong ante la escena, podía apreciar que su papá estaba sonriendo como nunca antes lo hizo. Con Hyewon jamás sonrió. Y con ellos.... Hubo sonrisas, pero ¿de felicidad?

No, nunca antes lo vio tan contento y feliz en esos años.

—Al parecer, Taeyong no es el único malcriado —dijo Dongmin, sonriendo cuando Moonbin le sonrió —, tú eres mi otro bebito.

—¿Puedo hacerte un-?

—¡Bueno, me voy a dormir! —Taeyong se puso de pie, decidido a no seguir escuchando aquella conversación que parecía destinada a subir de tono.

No, escuchar a sus padres hablar sobre el sexo estaba definitivamente fuera de sus planes.

Se despidió de los mayores, entrando al pasillo más próximo para buscar los cuartos que servían como dormitorios, y minutos después entró al lugar donde sabía que estarían Youngho y Doyoung.

Doyoung estaba durmiendo, acurrucado contra Youngho, pero el alfa estaba despierto, arropando al omega en su regazo.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Youngho en voz baja.

Taeyong observó al omega, acariciándole el cabello y escuchando el ruido de gusto que hacía con su garganta.

—Lamento haberme portado tan mal —se disculpó —, no entiendo cómo pueden seguir queriéndome.

Youngho se acomodó, haciéndole un pequeño espacio, y Taeyong se sentó a su lado, dejando que Youngho le acariciara la mejilla.

—Te entendemos de alguna forma, Taeyong — contestó Youngho con voz seria —, recordamos muy poco de esos últimos días, pero lo poco que tenemos en mente es un niño muy triste y llorón — Taeyong dejó que los labios del alfa acariciaran su nuca — Estabas demasiado enojado cuando tío Dongminie te dejó y creo que, si es posible, odiabas a todo el mundo. Eras realmente una bolita de odio y llanto.

Taeyong soltó un quejido de disgusto, escuchando la risa suave de Youngho, y levantó su cabeza, el alfa observándolo con una profundidad que lo estremeció.

Antes de darse cuenta, lo estaba besando en los labios, la boca cálida del alfa acoplándose a la suya con naturalidad, y a pesar de que una parte de su instinto se quejó por el beso, la ignoró porque se sentía demasiado bien. Que Youngho le besara de esa forma se sentía correcto.

Se alejó unos milímetros, respirando contra el rostro del alfa.

—Eso no justifica mis acciones —murmuró en voz baja.

Youngho humedeció sus labios, sin dejar de mirarlo.

—Tendrás que pedirle disculpas a Dodo — le dijo —, él ha sido el más herido por todo esto. No te lo dirá jamás porque se cree un adulto fuerte e independiente del resto, pero por dentro no es más que un bebé grande — Youngho se rió, encantado — ¿No es un lindo bebé?

Miró a Doyoung durmiendo con la boca abierta y un hilo de saliva escurriendo de sus labios.

Se rió, sacudiendo la cabeza.

—Le pediré disculpas mañana — aceptó Taeyong, feliz —. Ahora, abrázame y déjame dormir.

Youngho le pellizcó la mejilla, asintiendo, y lo acurrucó a su lado. Pronto, ambos estuvieron durmiendo, cálidos por el toque de sus pieles y cómodos con la presencia del otro.

—Me gustan tus curvas.

Dongmin abrió los ojos, sintiendo las manos de Moonbin agarrándolo de la cintura, y los labios pronto del alfa rozaron su trasero en un toque suave que envió cosquillas por su cuerpo. Estaba boca abajo sobre la cama, así que la posición no le era incómoda, y su omega interior suspiró de felicidad ante los roces delicados que Moonbin le daba.

Estaba bien. Eso se sentía tan, tan bien...

Soltó una risa divertida cuando sintió una leve mordida y quiso voltearse, pero las manos de Moonbin se lo impidieron.

—Debemos levantarnos — dijo Dongmin con pocas ganas —. Mi celo acabó y necesito ir a ver a YuQi y Tzuyu, Bin...

—No — se quejó Moonbin como un niño pequeño —, vuelve a tu celo, Dongminie — los labios de Moonbin comenzaron a besar su espalda, subiendo, subiendo, hasta que sintió el peso del alfa sobre su cuerpo —. Nos podríamos quedar en la cama para siempre.

—Qué cosas dices, tonto —se rió Dongmin —, cómo podría...

—Sólo tienes que murmurar muchas veces alfa y bebés, y pedirme que te folle —le dijo al oído, riéndose —, y yo no podría negarme, claro que no, porque si no me morderías.

—¡Eres terrible! — se quejó Dongmin con las mejillas tornadas de rojo, luchando para quitárselo de encima.

Los dos terminaron en el suelo, gruñéndose de forma juguetona, y Dongmin estaba sobre Moonbin, besándole el cuello con cariño.

---Lamento haber insistido tanto con el tema de los bebés —dijo de forma repentina el omega en medio del silencio —, sé que eso te pone triste, Bin.

El mayor cerró sus ojos un momento, sin querer negarlo porque estaría mintiendo vilmente. Trató también de controlarse para no ponerse a llorar, ya que él realmente quería tener un bebé con Dongmin.

—Podríamos hacernos exámenes —le dijo, acariciándole la nuca —, buscar alternativas, Dongminie. Pero si no es posible...— Dongmin lo miró, apenado —, podríamos adoptar. No te voy a amar menos por esto, mi amor.

Dongmin asintió, sensible y triste, y se inclinó ahora, dándole un beso profundo, amoroso y dulce en los labios. Se derritió por lo bien que se sentía todo en ese instante, aunque fuera sólo unos minutos.

Una hora después salieron del cuarto, bañados y vestidos, y Dongmin se sentía mucho mejor que nunca en la vida, en especial cuando le dio la mano a Moonbin y el alfa se la tomó sin duda alguna, sonriéndole complacido. Dongmin tuvo que pedir un par de indicaciones para poder llegar a la habitación que habilitaron como enfermería y no terminar perdido por el enorme lugar.

—Tu chino suena natural —comentó Moonbin, siguiéndolo —, ¿cómo aprendiste tan bien, Dongminie?

Dongmin lo miró de reojo, un escalofrío repentino cruzando su cuerpo.

—La embajada coreana —dijo, sin mirarlo —, cuando llegué fui a ella para... para orientarme — Moonbin le dio un apretón en la mano, alentándolo a continuar —. Escogí China porque Sanggie pensó en trasladarse aquí, así que compró un departamento semanas antes de morir, y cuando falleció, quedó a mi nombre. Lo olvidé por completo, nunca tuvo mayor importancia para mí, pero cuando necesitaba escapar, bueno... Pensé que sería una buena oportunidad.

Dongmin recordaba bien esos días: el dolor lacerante en su corazón, en su alma, sus ojos rojos e hinchados por las lágrimas, la sensación de abandono tragándolo cada día un poco más. No sabía bien cómo sobrevivió a eso, porque su único pensamiento durante esos días era el de morir.

Moonbin le estaba observando con una expresión de pena y sufrimiento.

—Así que llegué aquí y fui a la embajada, porque... porque a pesar de que contaba con algo de dinero que te robé y ahorros de Sanggie, iba a necesitar mantenerme. Ellos tenían un programa para aprender chino gratuito, y dijeron que me asignarían un pequeño bono por ser extranjero hasta que pudieran conseguirme trabajo. Me llamaron semanas después diciendo que... que, bueno, podía trabajar en una biblioteca, que no podían ofrecerme nada más porque... porque, ya sabes, Bin, no terminé mis estudios.

Moonbin lo sabía, lo tenía claro, después de todo, ¿no fue por eso por lo que el omega le pidió ir a esas clases nocturnas?

Imaginarse a Dongmin perdido, sin saber a dónde ir, tratando de hacer algo a pesar de que tenía todo en contra, lo estremeció por completo.

Moonbin se aseguraría de que eso nunca más ocurriera. De que Dongmin no volviera a sufrir de esa forma.

Dongmin se encogió de hombros, restándole importancia.

—Pude terminarlos después, una vez manejé bien el chino, me inscribí en una escuela y saqué mis estudios secundarios, pero me quedé en la biblioteca porque ya me acostumbré —hizo una pequeña pausa —. Allí conocí a Jun.

El alfa fue a ese lugar con su hermana menor, que tenía que leer un libro para el colegio, y la acompañó para que no se llevara todos los textos del lugar, pues la chica era una lectora voraz. En ese entonces Jun ya tenía una relación establecida con Minghao, se casaron hace poco, pero el alfa era alguien demasiado hogareño y cariñoso con su familia, y siempre que podía, salía con su hermana menor para mimarla un montón.

Jun bromeó, al verlo, sobre que nunca vio a un omega con un rostro tan amargado, pero Dongmin no lo tomó en cuenta al inicio.

Dongmin, durante esos años, se mantenía lo más lejos posible de todos los alfas que le rodeaban para que así no le dirigieran una segunda mirada.

Se detuvieron delante de las puertas de la enfermería, y Moonbin quiso decirle algo, pero Dongmin le pidió con los ojos que no lo hiciera, que podían mantener esa conversación después, así que Moonbin hizo caso a sus deseos.

El omega entró luego de llamar, ingresando a un iluminado y amplio cuarto, con camillas en el suelo. Había algunas personas, como soldados que resultaron heridos durante el enfrentamiento, y al final...

Tzuyu estaba pálida, demacrada, pero estable, y eso fue alivio suficiente para Dongmin.

Se acercó a su lado, arrodillándose porque no tenían camillas allí, y le tomó la mano dándole un apretón. Tzuyu le sonrió de forma temblorosa, por lo que Dongmin le dio un beso en su frente.

—Dongminie — suspiró Tzuyu —, te ves muy hermoso hoy.

Se rió, acariciándole el cabello y soltando feromonas maternas para así relajarla un poco.

—Qué cosas dices — regañó —, siempre hemos dicho que la omega hermosa del grupo eres tú. Los chicos babean por ti.

Tzuyu se rió levemente, sacudiendo su cabeza, y Dongmin le pellizcó la nariz con cariño.

—Bueno, descansa preciosa —le dijo, poniéndose de pie —, vendré a verte más tarde y a contarte chistes.

—Por favor, no...— gimió Tzuyu.

Volvió a reírse, tomando la mano de Moonbin, y tiró de él para avanzar un poco después de Tzuyu, hacia otro cuarto pequeño y privado donde estaba YuQi siendo revisada por YuKhei y Jun. Su torso estaba desnudo, sin prenda alguna, con una venda cubriendo su hombro y pecho izquierdo.

Dongmin no se inmutó ante la desnudez de YuQi, pero las mejillas de Moonbin se tornaron rojas y desvió la vista.

YuQi enarcó una ceja.

—Vaya, no vi a un alfa avergonzarse cuando ve a un omega desnudo —comentó YuQi con voz débil.

Dongmin observó a Moonbin, pero no había rastro de molestia o celos en sus ojos.

—Bin se hace el fuerte, pero es un gatito en el fondo — respondió Dongmin con algo de diversión en su tono.

El alfa dejó salir un bufido indignado, para después pellizcarle el trasero a Dongmin escuchando su chillido.

—Gatito al que le pides bebés —masculló.

El omega le dio un palmazo suave en la cabeza.

YuQi soltó una risa, encantada, antes de hacer una mueca cuando YuKhei apretó el vendaje.

—La herida en tu muslo no trajo tantas complicaciones como esta — comentó el beta —, Moonbin hizo un buen trabajo en atenderte.

Moonbin hizo una mueca.

—Lo habría hecho mejor si no estuviera tan desgastado.

—Desgastado en la cama y en tu oficio, Bin — suspiró Dongmin.

—Soy un hombre viejo — se defendió Moonbin.

—En realidad — dijo YuQi, interrumpiéndolos —, quería darte las gracias, Moonbin — el alfa miró a la mujer, que arreglaba su camisa, cubriéndose —, por haber ayudado a Dongmin y atenderme a mí. No tenías por qué hacerlo.

Moonbin no dejó de observar a YuQi, parpadeando por sus palabras y sorprendido de que la mujer le estuviera diciendo aquello de improviso. Finalmente, inclinó su cabeza.

—Es mi trabajo —le dijo —, además... No podía dejar morir a la líder de este movimiento. No si no quería que Dongmin me asesinara.

YuQi se rió mientras Dongmin soltaba un bufido, empujando a Moonbin.

—Bueno, no es por interrumpir este maravilloso momento —habló de pronto Jun bruscamente —, pero ¿no deberíamos hablar de lo que haremos a continuación?

Las risas desaparecieron y Dongmin miró a Jun, notando su mandíbula apretada y ojeras bajo el rostro.

Sabía que ambos tenían una conversación pendiente. Sabía que los dos tenían algo qué resolver, sin embargo, no se veía capaz todavía de enfrentarlo. No, primero deseaba hablar con Minghao y luego con Jun, porque por muy frío que sonara aquello, él nunca le dio motivos a Jun para que pensara en ellos como algo más.

Jun sabía que su corazón le pertenecía a Moonbin, a nadie más.

Se volteó hacia Moonbin.

—¿Me esperas? —preguntó Dongmin..

Moonbin pensó en decirle que podía acompañarlo si deseaba, pero por la mirada que el omega le dirigió, supo que prefería enfrentar aquello solo, pues era algo que le pertenecía a él, a nadie más. Dongmin era un líder allí, mientras que él... él debía respetar eso.

Asintió con calma.

—Buscaré a Taeyong — dijo —, tengo cuentas que arreglar con ese mocoso.

Dongmin abrió su boca para protestar, sin embargo, la cerró después de unos segundos.

—No lo tires por la ventana, por favor — fue lo único que dijo.

—Haré lo posible —contestó Moonbin.

Una vez el alfa se marchó, volteó su vista hacia YuQi y Jun, que le esperaban con calma y expresiones decididas.

—Muy bien —empezó a decir YuQi —, comencemos. Yo digo que deberíamos hacer explotar el Congreso.

Dongmin sabía que YuQi no bromeaba.

Si ven algún error ortográfico o de nombre pueden decirme

Nos vemos en el siguiente capítulo

Muchas gracias por leer^^

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