Capítulo XI
Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. BinWoo.
Smut
Dongmin se encogió cuando calor y dolor recorrió su cuerpo, con su omega enloquecido al escuchar la voz grave de Moonbin dirigiéndose a él. Pudo sentir, de forma inmediata, como el celo pareció apoderarse de su cuerpo con una enorme intensidad que no tuvo en los últimos catorce años.
Moonbin gruñó en el instante en que el olor dulce, envolvente y seductor de Dongmin llegó a sus fosas nasales, viendo el rostro colorado del omega. Sus pupilas se dilataron en anticipación, su alfa volviéndose loco para poder tener a Dongmin entre sus brazos y nunca alejarlo.
Dongmin gimió, confundido y necesitado. Taeyong se alejó con una expresión de sorpresa, en tanto Youngho se ponía de pie, despertando a Doyoung.
—A-Alfa... —jadeó Dongmin.
Moonbin volvió a gruñir por el placer que la simple palabra provocó en su ser.
Dio un paso, pero antes de poder seguir avanzando, Taeyong se adelantó y lo empujó, haciéndolo retroceder.
—No —advirtió Taeyong —, ¡sal de aquí!
Dongmin sollozó, descontrolado, su omega gimiendo para poder tener contacto, y Moonbin miró al menor en señal de advertencia, de que se alejara o no se haría responsable de sus acciones.
Pero Taeyong sólo arrugó el ceño.
—¿Qué está ocurrien-? ¡Oh, mierda!
Moonbin le gruñó al alfa que apareció detrás de él, comprendiendo la escena con rapidez, y dio un paso para acercarse a Dongmin. Sin embargo, no dio ni dos pasos cuando Moonbin tiró de él con un nuevo gruñido amenazador.
—No — espetó —, ¡fuera, todos!
Jun miró a Moonbin, parpadeando, y le observó unos segundos antes de dirigir su vista otra vez a Dongmin. Segundos después, sus ojos se desviaron a los tres chicos allí metidos, a Taeyong frente a su mamá.
Volvió a mirar a Moonbin, endureciendo su expresión.
Dongmin gimoteó una vez más, inducido en un profundo celo doloroso que lo estaba enloqueciendo de a poco.
Moonbin dio otro paso, pero Taeyong lo empujó.
—¡Dije que no! — le gritó, enojado.— ¡No lo harás, no así!
—¡Me necesita! — gruñó Moonbin con tono desesperado. — Lo necesito.
Jun lo agarró del hombro, tirando de él hacia atrás.
—No, no lo necesitas, y él tampoco lo hace — dijo con tono serio.— Fuera. Me haré cargo de Dongmin.
Moonbin miró al alfa con una expresión en blanco, sus ojos refulgiendo con ira.
—¿A-alfa...? —lloriqueó Dongmin, levantando la vista, con sus piernas temblando mientras luchaba por ponerse de pie. — Po-por fa-favor...
—Dongminie necesito que- ¡AH, MIERDA!
No fue Moonbin el que mordió a Jun.
Apenas la mano del alfa se estiró para acariciarle el cabello y calmarlo, Dongmin soltó un gruñido agresivo y lo mordió con fuerza, sin ser juguetón, sólo amenazante y salvaje.
—No — jadeó Dongmin, aferrándose al asiento y encogiéndose —. S-sólo A-alfa...
Moonbin quiso volver a acercarse, sin embargo, Taeyong seguía entremedio.
—Taeyong, es la última vez que te lo digo: fuera de aquí — gruñó Moonbin con tono duro.
—¿Qué harás? —soltó Taeyong, furioso. — ¿Lo vas a desnudar y follarás? ¿Luego de catorce años lejos? ¿Sin hablar, sin verse, sin solucionarlo todo? ¡No puedes jodidamente hacer eso, papá!
—¡Lo que ocurra entre Dongmin y yo no es de tu incumbencia!
—¡Vas a tener que disculparme, entonces!
Moonbin parpadeó, pero antes de poder preguntar qué demonios le pasaba, Taeyong apretó su mano en un puño y lo golpeó en el rostro, dejándolo aturdido los segundos suficientes como para que no pudiera defenderse.
—¡Youngho, ayúdame!
No fue necesario que lo repitiera: Youngho sostuvo a Moonbin de las axilas, arrastrando de él y con Taeyong empujándolo.
—¡Mi-mierda, suéltame! — gritó Moonbin, descontrolado y gruñendo.
Jun se movió, sosteniéndolo de una pierna, y Taeyong se volteó hacia Doyoung, que parecía asustado.
—Cuida de mamá —le pidió, mientras agarraba la otra pierna de Moonbin.
Doyoung asintió.
—¡Qué me suelten, idiotas! —rugió Moonbin, desesperado.
—¡A-Alfa! —lloró Dongmin, tratando de ponerse de pie, pero Doyoung lo sostuvo de los hombros, y comenzó a sollozar cuando la puerta del cuarto se cerró.
YuKhei salió de la habitación a donde movieron a Dongmin, una serie de cuartos preparados con camas para los omegas que experimentaran celos dentro del lugar. Todo el mundo esperaba fuera con una expresión cansada, seguido de Doyoung, que lucía agotado.
—¿Se calmó con los supresores? —preguntó Jun, preocupado.
YuKhei sacudió su cabeza mientras Moonbin le gruñía, enfurecido por seguir siendo retenido mientras todo el mundo pasaba a ver a Dongmin al interior del cuarto.
—El estado de Dongmin es frágil — dijo YuKhei con evidente preocupación.— Su celo está... demasiado intenso. Su lado omega no hace caso a supresores ni se calma, está desesperado por volver a sentir a su alfa — YuKhei hizo una mueca —Como amigo, Jun, te diría que no dejes que ningún alfa toque a Dongmin, pero como doctor... — suspiró —. Como doctor, mi única recomendación es que dejes pasar a Moonbin.
—¡No puede hacer eso! — espetó Taeyong. — ¡Ellos no pueden...!
—Taeyong — le interrumpió Jun —, a mí tampoco me agrada esto, ¿bien? Dongmin es mi amigo y sé que esto no le hará mucha gracia cuando se calme, pero... Pero tú no lo has visto el tiempo suficiente y yo he vivido sus últimos celos con él y... Y Dongmin no está conectado con su lado omega. Dongmin ha pasado tanto tiempo sin su alfa que su omega está casi muerto y eso le hace daño, ¿lo entiendes? Cada vez que tenía que ayudarlo porque sus celos ya estaban descontrolados podía notar su mueca de dolor. Se supone que en el celo un omega experimenta placer, pero Dongmin sólo ha sentido dolor los últimos años.
Taeyong apretó sus dientes en una mueca de rabia, mirando a Jun para luego dirigir sus ojos hacia el triste y desesperado rostro de Moonbin. Gruñó en voz baja al recordar la sonrisa de su mamá, sus brazos rodeándolo en todo momento, pero con un halo de tristeza a su alrededor.
Se volteó hacia Doyoung y Youngho, notando sus expresiones apenadas.
Asintió, bajando la vista, pero antes de que alguien dijera algo más, se acercó a su papá.
—Si le haces daño, no te lo perdonaré nunca — le dijo con seriedad.
Moonbin asintió, caminando a tropezones cuando Jun lo soltó. Abrió la puerta de golpe y cerró con llave casi de forma inmediata.
Levantó la vista, y lo vio.
A su Dongmin.
Su alfa aulló en señal de desesperación al verlo echado sobre un costado, llevando sólo una camisa blanca y larga, encogido en una bolita. Liberaba feromonas intensas que lo estaban enloqueciendo, y tragó saliva cuando los ojos afiebrados de Dongmin se enfocaron en él.
—¿Alfa...? — murmuró con tono anhelante Dongmin.
Su primer instinto era alcanzarlo, quitarle la ropa interior, abrir sus pantalones y follarlo, sabiendo que Dongmin no presentaría lucha alguna e incluso lo disfrutaría, pero no pudo hacerlo.
No cuando recordaba el rostro lloroso de Dongmin sobre él, sus ojos llenos de desilusión y desprecio por todo lo que ocurrió entre ellos.
Así que, con todo el esfuerzo del mundo, Moonbin comenzó a quitarse la chaqueta.
—Hola, mi amor — susurró en voz baja, notando los ojos del omega siguiendo cada movimiento que hacía —, hoy estás más precioso que nunca.
Dongmin pareció ronronear ante el cumplido, complacido por la atención, y Moonbin prosiguió con los zapatos.
—Te... te ne-necesito, Alfa... — rogó Dongmin — Du-duele... — los ojos del omega se llenaron de lágrimas —. Aquí, du-duele...
Y llevó sus dos manos a su corazón, sollozando.
Moonbin echó a un lado sus pantalones, quedando sólo con la ropa interior y su camisa, para luego acercarse a la cama, con su corazón desbocado.
—Lo sé, bebé — susurró Moonbin, subiéndose a la cama —, sé que duele — el alfa le observó con ojos llorosos—. A mí también me duele.
Dongmin se arrebujó a su lado, tirando de él boca arriba para subirse sobre su cuerpo, sus caderas moviéndose de forma automática, pero Moonbin lo detuvo.
—No, no cariño — le regañó con tono suave —. No podemos hacerlo.
El omega gimió.
—¿Po-por qué? —preguntó, desesperado.
—Porque tengo que decirte muchas cosas primero — trató de explicarse Moonbin —, ¿vas a escucharme, Dongminie?
Ambos se miraron en silencio, sólo oyéndose sus respiraciones jadeantes.
Moonbin observó, entonces, que a pesar de la mirada acalorada de Dongmin, existía cierto brillo inteligente y astuto en sus ojos, una expresión decidida y tranquila. De seguro, si Dongmin no estuviera inducido en celo, no lo dejaría hablar, se limitaría a esquivarlo, pero bajo esas condiciones, el omega parecía ser consciente de que tenía que oírlo.
Así que Moonbin se recostó y Dongmin no tardó en recostar su cabeza contra su pecho, temblando por el toque del alfa, esa parte desesperada suya en el interior calmándose.
—Te he extrañado mucho — le susurró en voz baja —, no tengo palabras para explicar lo mucho que te he extrañado, mi vida — Moonbin le revolvió el cabello, mordiendo su labio inferior.
—Yo... yo ta-también... — dijo Dongmin contra su cuello —. Extra.... Extraño a Alfa...
Más silencio, tranquilidad invadiendo el cuarto, y Moonbin supo que llegó el momento de decirlo.
—Dongminie — giró su cabeza, observando esos grandes ojos solicitantes —, Hyewon nunca estuvo esperando un hijo mío.
El omega se echó hacia atrás, su expresión cambiando, y pudo notar como una lucha interna iniciaba en su mente, como si esa parte sentimental con una parte lógica estuvieran batallando por tomar el control de sus acciones.
—No — gimió Dongmin —, no, e-eso... No, Al... Alfa, no...
—Shhh, escúchame — suplicó Moonbin, tomando sus manos —, necesito decírtelo — Dongmin apretó sus labios, temblando. — Yo no... no me acosté con ella, Dongmin, te lo prometo. Yujin no es hija mía, Hyewon se acostó con Mingyu y fingió que era mío para atarme, ella misma terminó por confesármelo — Dongmin le observó, aturdido —. Eso no justifica mis acciones, por supuesto, todo lo que te dije, todo lo que hice... Eso no tiene perdón, Dongmin, pero te lo prometo: no te engañé con ella. Ni siquiera, en estos catorce años, me he acostado con ella. Jamás podría hacerlo, mi amor. Jamás...
Su voz se fue apagando al notar las lágrimas silenciosas cayendo por su rostro, y sorbió por su nariz, desesperado, roto por dentro, con el corazón destrozado. Quería explicarle todo lo que sentía, todo lo que estaba pasando.
—Eres todo lo que quiero — lloró Moonbin, hundiendo su rostro en el cuello de Dongmin y respirando a bocanadas por la situación. — Eres todo para mí. Tú... Tú eres más que mi omega, siempre lo has sido, eres... eres mi alma gemela, mi... mi compañero, mi... mi batería, mi pequeño príncipe, lo eres... todo para mí, y... y haré lo que sea para que... para que me perdones, Dongminie, porque eres....
—Eres mío.
Moonbin levantó la vista, chocando con la mirada de Dongmin, con su ceño fruncido en señal de concentración. Se sorprendió cuando los dedos del omega comenzaron a desabrochar los botones de su camisa.
—Alfa mío — dijo pausadamente —, no de... no de Hyewon. Mío — Dongmin gruñó y Moonbin soltó un jadeo de dolor cuando el omega lo mordió en el hombro —. Bin... tú... eres.... mío.
Las manos de Dongmin lo agarraron de los hombros mientras se acomodaba sobre él, sin dejar de gruñir en voz baja, y Moonbin permitió que los dientes del omega lo marcaran en donde quisieran, dejaran marcas por su piel blanca.
—¡Ah! ¡Dongmin! ¡Eso duele! — se quejó como un niño pequeño porque el omega lo mordió en un pezón, sin dejar de gruñir.
Lo agarró de los hombros, obligándolo a levantar la vista, y Moonbin notó que Dongmin le miró con desafío y rabia contenida. Le contestó con un gruñido bajo que Dongmin no tardó en devolver, y de pronto los dos estuvieron rodando por la cama, lanzándose mordiscos y gruñidos, jadeando por el roce de sus pieles.
Cayeron al suelo con un estrepitoso ruido que no sirvió para detenerlos, pero ahora Moonbin quedó sobre el omega con una sonrisa de superioridad. Las manos de Dongmin se deslizaron por su espalda, el omega enfurecido antes de chillar cuando Moonbin lamió su mejilla.
Por supuesto, el triunfo de Moonbin no duró mucho: no al sentir los dedos de Dongmin en su trasero, bajo su ropa interior, un dedo sobre...
—¡Dongmin! — gritó, asustado y alejándose de golpe, poniéndose de pie.
Dongmin respondió con otro gruñido, aunque una sonrisa de triunfo pintó su rostro.
—Malo — espetó Dongmin. — Bin... ha... sido... malo...
—No se te ocurra acercar tu dedo allí — amenazó Moonbin, sintiéndose ridículo cuando Dongmin le sacó la lengua —. ¡Estoy hablando en serio, Dongmin!
—¿O qué? ―el omega le miró groseramente — Yo... renegué... de ti...
Moonbin mordió su labio inferior, notando la mirada triste de Dongmin, y suspiró mientras asentía. Recordó las palabras del omega ese fatídico día en el que todo se fue a la mierda, todo se arruinó,
Hemos roto, Moonbin. No te quiero como alfa. Reniego de ti.
Y a pesar de que ellos después se hubieran acostado otra vez, a pesar de que Moonbin lo hubiera mordido una última vez, eso no significaba que Dongmin todavía lo quisiera como pareja. Haberlo renegado significó para su alfa el rechazo total de su omega, significó que Dongmin ya no le quería a su lado.
—¿Hay alguna forma de reparar lo nuestro? — preguntó, acercándose con cautela.
Dongmin le miró.
—Bebé — gimoteó. — Quiero... un... bebé...
Moonbin se quedó quieto. Dongmin le miró desde la cama.
—No digas esas cosas —dijo con tono tembloroso —. Tú no quieres un bebé, Dongmin. Es tu omega hablando.
—¡No! —Dongmin le tiró la almohada al rostro y Moonbin alcanzó a agarrarla — ¡Bebé!
—¡Dongmin, así no imaginé nuestro reencuentro!
—¡Un... bebé! —Dongmin rompió a llorar y se cubrió con la sábana. — ¡Malo! ¡Eres... eres cruel! ¡Te... te odio! ¡Te odio!
Moonbin sintió como su corazón se quebraba ante las palabras de Dongmin, por lo que se acercó, sin dudar en acostarse sobre él. Lo acurrucó en sus brazos, a pesar de que el omega chillara y pataleara en señal de protesta, pero no le iba a soltar, no en ese instante.
—Está bien — le arrulló con voz suave — está bien, Dongminie, tranquilo, estoy aquí...
—Malo —sollozó Dongmin.— Alfa... malo... Me... me engaña y... y rompe el... el corazón... y... no quiere... no quiere un bebé...
—Sí quiero un bebé contigo, Dongminie — le susurró, acariciándole y suspirando con cansancio.— Me encantaría tener muchos bebés contigo, ¿no sería eso lindo? Nuestros bebés corriendo por la casa mientras los dos los cuidamos, suena perfecto, ¿no es así?
Dongmin sorbió por su nariz, bajando la sábana para mostrar su rostro lloroso, asintiendo con desconfianza.
—Bebé — insistió Dongmin con debilidad.
Moonbin se forzó a seguir calmado, tratando de crear un ambiente de relajación para el omega, notando cómo sus ojos parecían cerrarse por el sueño.
—Un bonito bebé nuestro —continuó Moonbin en voz baja —, sería mi sueño, Dongminie — notó como se quedó dormido, y le besó la mejilla. — Sería el hombre más feliz de la vida con un bebé nuestro, cariño.
Moonbin estaba seguro de eso, no era necesario que nadie más se lo dijera.
Doyoung estaba a punto de morirse de la risa mientras YuKhei terminaba de hablar, echado en el suelo. Taeyong abrió la boca por la incredulidad y Youngho se inclinó hacia el omega, preocupado. Jun mordió su labio inferior, el ceño fruncido en concentración.
—¿Eso significa qué...?
—Dongmin ha pasado estos últimos catorce años sin conectar con su omega —dijo YuKhei —, y ahora que su alfa está aquí, el omega lo va a dominar completamente — hizo una pequeña mueca —. No sólo en el ámbito sexual, por supuesto: Dongmin experimentará unos cambios de humor terribles, se volverá agresivo o una bolita de algodón en sólo segundos, o juguetón y demandante cuando no debería serlo.
Taeyong soltó un bufido.
—¿Y no pudo decirle eso a mi padre porque...?
—Porque me pareció más divertido así — contestó YuKhei como si fuera obvio.
Doyoung volvió a rodar por el suelo, sin poder controlar su risa.
—Dodo... — trató de regañar Youngho.
—¡Es que me lo imagino...! — soltó Doyoung, casi llorando — ¡Me imagino la cara de tío Bin tratando de... de controlar los cambios de humor y... y no puedo...! ¡Hasta tú te... te espantas cuando entro en celo y... y te empiezo a molestar...!
Youngho enrojeció, avergonzado, mientras Taeyong trató de imaginar el panorama que Doyoung planteaba. Terminó por reírse en voz baja también al pensar en su pobre padre, serio y tranquilo, tratando de ser paciente y mantener la cabeza fría en esa situación.
Jun abrió la boca para decir algo, sin embargo, en ese instante apareció en el pasillo Minghao con una expresión de molestia. El alfa se enderezó, tratando de sonreír cuando Minghao se quedó quieto, olisqueando el aire.
—Dios — la cara del omega era un poema. — ¿Dongmin entró en celo?
—Hao... ―comenzó a regañar Jun.
—¿Y qué haces acá? —espetó a Jun — ¿Acaso piensas follártelo otra vez?
La risa de Doyoung murió mientras Youngho desviaba la vista, Taeyong se atragantaba con su saliva y YuKhei parpadeaba con incomodidad.
La cara de Jun estaba en blanco.
—No eres más que un bastardo — gruñó Minghao ante el silencio —. ¡Si tanto quieres a Dongmin, entonces deberías marcarlo!
—Estás hablando estupideces, Minghao — murmuró Jun, agotado.
El omega hizo una mueca de desprecio, girándose y saliendo de allí con su cara deformada por la rabia, pero Jun no lo siguió.
YuKhei se aclaró la garganta.
—Dale su espacio — le dijo con tono suave —, ha sido difícil para él.
Jun le miró de reojo.
—¿Y acaso para mí ha sido fácil? — preguntó con amargura.
YuKhei sacudió la cabeza en una negativa, suspirando, y se marchó diciendo que tenía que revisar a otras personas y le buscaran en caso de emergencia. Pronto quedaron sólo los cuatro allí en un incómodo silencio, que fue roto cuando Doyoung le preguntó a Youngho qué pasó, pues no entendió nada de lo que hablaron, sólo lo que estaba ocurriendo.
—Estás enamorado de mi mamá.
Jun miró a Taeyong, que le observaba con una expresión de piedra. Youngho enmudeció por la sorpresa, en tanto Doyoung pestañeaba.
El mayor lo miró con una mueca de desprecio.
—No hables estupideces — le dijo — Dongmin y yo sólo somos amigos.
Taeyong soltó un gruñido.
—Sí, y eso te duele — soltó bruscamente —, porque le quieres más que eso. Mamá, después de todo, estuvo allí cuando más lo necesitabas, ¿no es así? Y pasaste sus celos con él — su voz se endureció. — ¿Te gustó aprovecharte de su estado? ¿Te gustó follarlo?
Jun empujó a Taeyong contra la pared, enfurecido, mientras Youngho ponía a Doyoung detrás de él automáticamente.
—Dongmin estuvo de acuerdo — escupió Jun —, si pasaba sus celos con él, es porque Dongmin estuvo de acuerdo. No me aproveché de nada.
Taeyong sonrió, a pesar de que Jun hubiera soltado un gruñido.
—Espero estar equivocado, entonces — dijo como si nada —, porque sería una pena que estuvieras enamorado de él ahora que papá lo volverá a marcar.
El mayor tuvo que soltarlo y marcharse de allí con rapidez, ya que estaba seguro de que iba a golpear la estúpida sonrisa del menor por lo que dijo.
Taeyong frotó su cuello, haciendo una mueca, y Doyoung se le acercó con preocupación.
—Te estás ganando enemigos, Taeyongie — le advirtió Youngho, acercándose también.
Lo tenía muy claro, pero no le importaba para nada. Haría lo necesario para proteger como fuera a Dongmin de cualquier persona que quisiera hacerle daño.
Moonbin se puso de pie, su estómago gruñendo por el hambre, y frotó sus ojos con cansancio, Estaba caminando hacia la puerta de salida, queriendo buscar algo que comer, cuando un golpe suave en su cabeza lo detuvo.
Se giró, recogiendo la almohada que Dongmin le lanzó. El omega seguía recostado en la cama, gruñendo amenazadoramente.
—¿Qué pasa, Dongminie? —preguntó, exasperado.
Dongmin volvió a gruñir.
—Te vas — espetó —, me... me abandonas...
—Iré por algo para comer — explicó sin paciencia.
—Puaj — el omega hizo un gesto de desagrado —. No. Aquí. Quédate.
—¿Para qué? ¿Para qué me sigas mordiendo? — Moonbin no necesitaba mirarse para saber que tenía marcas en su piel — ¡Eso duele, Dongminie! ¿Qué tal si voy por algo para comer y te consigo un pollo de hule?
—¡No! ¡No... no quiero...! — Dongmin rompió a llorar — Celo... Quema. Duele. A-alfa...
Moonbin sintió como su lado alfa parecía activarse con el lloriqueo del menor, seguido de sus palabras, anhelantes, suplicantes, y se sintió duro por la situación. En especial cuando Dongmin comenzó a quitarse la ropa interior, echándola a un lado.
El alfa vio el pene duro y erecto del omega, goteante, antes de observar cómo se giraba boca abajo.
—Dongmin, no... — gimió, desesperado.
Pero no sirvió de nada: Dongmin levantó sus caderas, elevando su trasero y separando sus piernas, sus manos dirigiéndose a su culo, separando sus nalgas. Moonbin contempló a Dongmin, su polla endurecida por la situación.
Podía ver cómo se contraía por la necesidad, brillante por la lubricación, y soltó un gemido en el momento en que Dongmin deslizó dos dedos en su interior sin dificultad.
—Aquí...— lloriqueó Dongmin, necesitado —, Bin...
Si Dongmin le hubiera llamado Alfa, se habría negado pues sabía que eso significaba que la parte Omega del menor era la que hablaba. Pero que hubiera usado su nombre le hizo dar unos pasos, titubeante, con sus manos temblando.
En ese instante, Moon Bin se sentía como un torpe adolescente que estaba a punto de tener su primera vez, los nervios atenazando su estómago, sin saber qué hacer a continuación.
Quitó las manos de Dongmin de allí, escuchando su protesta, y se inclinó dando un beso en la espalda baja del omega, sintiéndolo temblar bajo su toque. Luego bajó un poco más, sus manos separando sus nalgas, y sin dudarlo un poco pasó su lengua por allí, el sabor de la lubricación quedándose en su boca, dulce, empalagoso, pero sin molestarle en absoluto.
Dongmin gimió con fuerza, elevando más su trasero, queriendo un contacto profundo. Moonbin se lo concedió: su lengua comenzó a penetrarlo, sus labios chupando su ano, volviéndolo un manojo de nervios, de sudor, de jadeos desesperados por más. El aire pronto se llenó de feromonas sexuales, del olor de celo y el aroma alfa de Moonbin, además de los ruidos que ambos soltaban.
Moonbin alejó su boca, un hilo de saliva en sus labios, y gruñó mientras observaba el húmedo ano de Dongmin, preparado para recibirlo. Sin embargo, aún le quedaba un rastro de cordura: giró al omega, dejándolo boca arriba, y se ubicó entre sus piernas, inclinando su cabeza. Dongmin parpadeó, perdido, con su boca abierta en un jadeo silencioso, sus ojos brillando, su rostro colorado, su pecho subiendo y bajando, y el cabello pegado a su frente por el sudor.
—Dongminie... —murmuró, llamando su atención —, eres hermoso, ¿lo sabes? — el omega ronroneó por el cumplido, aunque sacudió su cabeza en una negativa.
—Cica... trices...— jadeó.
Moonbin bajó la vista, mirando las estrías en su estómago, en sus muslos, marcas de un embarazo joven; la cicatriz por cesárea que le hicieron cuando tuvo a Taeyong; otras pequeñas marcas que no sabía cómo se hizo, pero deseaba averiguar. Cada cicatriz decorando el bello cuerpo de Dongmin, haciéndolo más precioso que nunca.
Sonrió con suavidad, ubicando sus manos a los lados de la cabeza del omega.
—¿Quieres que lo haga? —preguntó en voz baja, temblando por el fuerte olor a celo que había a su alrededor. —¿Quieres que te haga el amor, Dongminie?
Dongmin le devolvió la mirada, sus manos moviéndose, agarrando el rostro de Moonbin a centímetros del suyo.
—Sí, Bin — contestó Dongmin con voz seria —, sí quiero.
Antes de que Moonbin pudiera decirle algo más, Dongmin lo empujó hacia abajo, su boca chocando con los labios entreabiertos del alfa en un beso lento, dulce lleno de sentimientos que no podían poner en palabras exactas, pero que estaban allí.
Gimió contra la boca de Dongmin, una de sus manos bajándose la ropa interior mientras la otra lo sostenía.
Si lo hubiera llamado Alfa, Moonbin no habría cedido. Moonbin simplemente se hubiera alejado por mucho que costara, antes de seguirlo calmando como pudiera, sabiendo que Dongmin sólo lo pedía por necesidad y no por gusto. Pero si el omega le llamaba por su nombre, si lo interpelaba directamente, era porque era consciente de sus acciones y hacía por deseo propio.
Así que, mientras lo besaba, Moonbin comenzó a empujar de forma lenta.
Dongmin rompió el beso, gimiendo con fuerza cuando su ano fue invadido con lentitud, el pene de Moonbin expandiéndolo y penetrándolo con cuidado de no hacerle daño.
Los testículos de Moonbin chocaron contra su culo y el alfa se quedó quieto, jadeando, sintiendo el envolvente calor rodeando su miembro. Fue como si una parte suya dejara de doler por fin y sano, como si ahora todo estuviera bien.
Chocó con la mirada de Dongmin, que le acarició las mejillas.
—No... no llores... Bin... —susurró Dongmin, limpiando su rostro.— Du-duele si... si lloras...
Moonbin sonrió, jadeando, besando los labios del menor en un beso pequeño y dulce.
—Te amo — contestó.
Antes de que Dongmin pudiera responderle, se movió, arrancándole un gemido sonoro cuando presionó contra su próstata, enviando escalofríos por todo su cuerpo.
Dongmin sentía como si estuviera flotando mientras Moonbin, sobre él, sin dejar de besarle todo el rostro, se movía contra su trasero. Penetraba más y más profundo,en tanto el omega, por el placer que sentía, enterraba sus uñas en la espalda del alfa, gimiendo contra su oído, contra su boca, contra su mejilla, enloqueciendo por tener a quién consideraba como su compañero de vida, su otra mitad, por fin entre sus brazos, sosteniéndole en tanto le hacía el amor.
De alguna extraña forma, Dongmin era consciente de sus acciones: el omega lo estaba dominando, sin embargo, si no deseaba algo, era capaz de contenerlo, y supo cuando despertó que era porque por fin eran ahora una sola persona. Ahora ese otro lado que odió tanto tiempo no estaba herido y alejado, sino que ahora ambas partes se aceptaban y reconocían. Tener a Taeyong entre sus brazos, que luego Moonbin lo sostuviera, provocaron que esas heridas que estuvieron tanto tiempo abiertas, sin cicatrizar, ahora se curaran por fin.
Y aunque Moonbin y él tuvieran pendiente una conversación, aunque las cosas no estuvieran bien, Dongmin sabía que eso era lo que necesitaba para que esa etapa de celo natural que estaba viviendo se calmara, para que no siguiera perdiendo la cabeza y pudiera estabilizarse.
Por otro lado...
Por otro lado, Moonbin ni siquiera lo estaba obligando a nada. Ni siquiera se impuso a su llegada, ni siquiera trató de someterlo, a pesar de que Dongmin lo pidiera, tratando siempre de calmarlo y sostenerlo contra su pecho.
¿Cuánto tiempo llevaba desde la última vez que alguien lo sostenía así? Probablemente desde que dejó a Moonbin esa noche de años atrás.
Dongmin no necesitaba a Moonbin como alfa, eso lo aprendió, pero ahora se daba cuenta de que si lo necesitaba como alguien que deseaba a su lado.
La mano de Moonbin se envolvió alrededor de su miembro duro y goteante, y Dongmin echó el cuello hacia atrás por deseo propio, revelando esa marca apagada, casi desaparecida.
—Már... ca.... me...— exigió con voz jadeante, sus ojos llenos de lágrimas.
Moonbin le miró unos segundos antes de obedecer, bajando su cabeza. Sus colmillos acariciaron la piel de su cuello unos segundos antes de enterrarlos con profundidad.
Dongmin gimió fuertemente al correrse contra la mano de Moonbin, su espalda arqueándose, dolor y placer estallando en su cuerpo, y escuchó el gemido del alfa contra su cuello. Entonces, Dongmin sintió el pene de Moonbin en su interior anudando.
El omega no lo creía posible, pero volvió a eyacular al sentir el semen de Moonbin llenándolo.
Un bebé, pensó fugazmente, mientras Moonbin lamía su marca, un cachorrito.
La idea desapareció de su mente cuando Moonbin se enderezó, jadeando, y Dongmin le acarició el pálido rostro sudoroso.
—Has... perdido... ex... experiencia... — murmuró, respirando profundamente.
Moonbin le observó unos segundos, parpadeando. Pasaron unos segundos antes de comenzar a reírse entre dientes, inclinándose y frotando su nariz contra los cabellos del omega, escuchando su gruñido de satisfacción.
—Me encantas — le murmuró Moonbin —, y si he perdido experiencia, ha sido porque llevo catorce años sin ti, Dongminie.
Dongmin parpadeó, algo desorientado, para luego sacudir la cabeza.
—No bromees, Bin — regañó en voz baja —, esas cosas...
El omega se quedó callado cuando el alfa le devolvió la mirada seria.
—Es cierto, Dongmin — contestó, moviéndose sobre él. Lo acomodó en la cama, recostando la cabeza en su pecho y oyendo los latidos de su corazón —, ¿cómo estaría con alguien más? Tú eres... eres el único para mí.
Dongmin no contestó.
Moonbin sintió su estómago apretado.
—Tú...— tragó saliva, oyendo la respiración errática del omega —, ¿estuviste con... con otra persona?
Su hombro se tornó húmedo de pronto y supo que era por las lágrimas de Dongmin.
No volteó su rostro, observando la pared del lugar mientras oía los sollozos de Dongmin, bajos y llenos de culpa y dolor.
—Jun...— susurró Dongmin —, me.... me ayudó en mis... últimos... ce... los... — sintió a Dongmin frotando su mejilla contra su cabello —, pero... pero no lo quiero, Bin. No lo amo. Sólo has sido tú. Nadie más. Sólo tú.
Moonbin sintió su corazón detenerse unos segundos ante las palabras de Dongmin, y su alfa pareciendo revivir ante las palabras dulces del menor. Sus dedos acariciaron la marca en el cuello del omega, calor recorriéndolo cuando la conexión se tornó más fuerte. Dongmin gimoteo en voz baja ante las sensaciones que lo recorrieron.
—Dongmin — el omega lo miró, medio dormido —, anudé en tu interior. Yo sé que quizás no quieres...
—No creo, Bin — Dongmin se acurrucó a su lado —, probablemente sea infértil. Tal vez tú también lo seas. Jun... Una vez lo hicimos sin condón, pero no pasó nada, no hubo respuesta de mi sistema, y... y recordé todas las veces que lo hicimos nosotros.
Moonbin asintió con una expresión lejana, sabiendo que el omega tenía algo de razón, pues él también lo pensó: anudó incansables en su interior y nunca ocurrió nada. Pero, aunque Moonbin quisiera tener bebés con Dongmin, tampoco iba a enloquecer si el omega no podía dárselos. Estaba Taeyong, y Moonbin sabía que Dongmin querría recuperar todo el tiempo perdido con su hijo, y también estaba Yujin, a quien Dongmin querría como una hija, de eso estaba seguro.
—No importa — contestó Moonbin tranquilamente —, con que... con que tú estés a mi lado, entonces todo estará bien.
Dongmin lo observó en silencio.
—Mejor déjame dormir, tonto — regañó Dongmin, apretujándolo contra su pecho.
Moonbin sonrió cuando sintió los labios de Dongmin contra su frente, suaves y dulces.
Sin embargo, algo dolió cuando notó que Dongmin ignoró sus últimas palabras, limitándose a desviar la atención, y supo que las cosas no iban a estar cómodas entre ellos por algún tiempo.
¡Muchas gracias por sus votos y comentarios! Me motiva demasiado leerles y saber sus opiniones sobre lo que pasa en la historia, si hay tiempo más tarde subiré otro capítulo
Nos vemos el siguiente capítulo <3
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