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YEONJUN - 04

No pude quedarme en su habitación por mucho tiempo: No hay nada más doloroso que ver sufrir a alguien a quien amas, y peor, por tu culpa.

Muy dentro de mí sabía que todo eso que me había dicho era producto de la cólera, del sentimiento de traición. Yo sabía que Soobin no me odiaba, Soobin me amaba, y ese era el problema.

Tenía razón en todo: Yo había sido egoísta, y siempre fui consciente de ello, desde que mi corazón empezó a latir más rápido por su presencia hasta celebrar un segundo aniversario juntos, en cada momento, yo siempre supe que estaba haciendo las cosas mal, y que quizás todo tuviera un final parecido, pero un hombre cuando es feliz, verdaderamente feliz, no piensa en lo catastrófico que puede ser el futuro, porque sigue viviendo el momento, el presente.

Me merecía cada una de sus mordaces palabras, eso no era lo que más me dolía, lo era el verlo triste, pero no era como que pudiera ir a darle una abrazo o siquiera palabras de confort, tan solo podía mirar. Lo pensé mucho, si iba a ser así, prefería realmente no tener consciencia alguna, sin uso de razón no hay dolor de por medio. ¿Por qué lo único real en mí tenían que ser los sentimientos, las emociones y pensamientos? Hubiera preferido no existir para nada.

Pero tampoco podía desaparecer, nunca fue mi elección...

En cuanto a Soobin, intenté mantenerme alejado de él, caminé un poco, observé a otras personas tan solo para llenar mi cabeza con otra cosa, pero además de que no funcionó, simplemente no pude resistirme. Quizás no me metería a su cabeza, pero lo observaría, quería verlo, necesitaba saber cómo estaba.

Cuando tuve el valor de volver a su habitación, lo que vi me afectó mucho, más de lo que creí: Habían alrededor de unas quince latas de bebidas energizantes por toda la habitación; tres en el escritorio, una a medio tomar en la mesa de noche y otras tantas en el suelo. Me quedó claro el porqué.

Me tenía miedo, no confiaba en mí, no confiaba en que respetaría su petición. ¿Qué pensaba Soobin de mí? No lo sabía, ojalá hubiera podido leerle los pensamientos también. Probablemente creía que era un monstruo. Y bueno, eso no estaba muy lejos de la verdad.

Siempre fui alguien impulsivo, y cuando siento demasiado, no pienso las cosas antes de hacerlas, por lo que viví atado a millones de arrepentimientos. Todo lo que les acabo de contar es un claro ejemplo, pero la cosa no termina ahí, de hecho acaba de empezar.

Los días siguiente presencié un cambio radical en el comportamiento de Soobin, todavía lloraba de vez en cuando, pero la resiliencia y la fuerza de voluntad que tenía para tragarse sus lágrimas, levantarse y salir de su casa como si nada hubiera pasado, era envidiable.

No me costó mucho deducir: Él quería olvidarme. Soobin estaba poniendo de su parte para borrarme, era claro como el agua que no quería pensar más en mí, porque cada vez que la melancolía lo alcanzaba, Soobin intentaba sacársela de encima como sea, y por lo que veía, a veces funcionaba, o eso creía yo...

Ignorando el dolor, en parte estaba orgulloso de él, el cómo quiso seguir adelante con su vida, el cómo lo intentaba, porque siendo sinceros, no importaba lo mucho que lloraramos él y yo, no había forma de cambiar las cosas. Era algo que estaba destinado a fracasar desde un principio, pero mi estúpido corazón enamorado de todas formas quiso intentar.

La noche que Soobin por fin decidió adaptar ese cambio de actitud, primero recogió todas las latas acumuladas en su habitación, las puso en una bolsa y luego las botó. En algún punto se quedó viendo fijamente justamente donde yo estaba, sentí que sus mirada estaba penetrando mi alma, por un instante creí que podía verme, porque fue raro, que de todos los lugares de su habitación, justo había elegido hacerlo allí, donde mis ojos perdidos se encontraban. Claramente era una coincidencia, porque Soobin no podía verme y jamás podría hacerlo, la estúpida ilusión tan solo me hizo sentir peor la verdad, así que lo detesté.

Después de eso, con serenidad fue a meterse a la cama y por fin escuchó las plegarias de su cuerpo, de dejarlo descansar, por lo que no demoró en caer rendido en los brazos de Morfeo.

Mientras dormía, me senté en la esquina de su cama como haría un siniestro acosador tan solo para apreciarlo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al verlo descansar tal cual ángel, eso era él, un maldito ángel, uno que amaba con locura y sabía siempre lo haría. Esperaba que sus ojeras desaparecieran y que esos ojitos cobraran vida de nuevo, mi único deseo era que su piel dejara de verse tan pálida como una hoja de papel, quería ver esa sonrisa genuina enmarcada por esos labios tan lindos que extrañaría tanto besar... Pedía muchas cosas, pero la principal era tan simple como que él fuera feliz.

Y si para lograr eso, él tenía que odiarme y dejarme en el olvido, pues estaría bien.

Si él iba a seguir adelante, yo también tenía que hacerlo, no sabía cómo, pero quería hacerlo.

Me sequé las lágrimas y dejé un beso en su frente antes de irme a dar un paseo nocturno por las concurridas calles de Seúl.

El mundo no giraba alrededor de un chico, mi chico, pero no lo hacía.

Cuánto me arrepentí la siguiente mañana.

Hiciera lo que hiciera terminaría siguiendo a Soobin, simplemente no podía solo dejarlo y ya, o por lo menos no tan abruptamente, si iba a ir soltando sería gradual y progresivo.

Soobin no pensaba lo mismo al parecer.

Me apoyé en una de las mesas de la clase y escuché lo que les dijo a sus amigos.

"Sigo un poco afectado, pero estoy bien Tengo que estarlo"

"¡Esa es la actitud! Igual sabes que lo que sea que haya pasado puedes decirnos, ¿no? Si te sientes cómodo, claro".

"Lo tendré en cuenta".

Todavía no estaba feliz, pero era reconfortante saber que Soobin estaba dispuesto a recuperar esa felicidad que le quite y no pude darle. Me tenía tranquilo.

Por supuesto que solo un nombre podía mandar todo a la mierda.

"De hecho... Quiero hablar con Heejin antes. ¿Sabes dónde está?"

Odiaba a Heejin, la aborrecía. Lo triste es que la chica no se lo merecía, y lo sabía; ella era tan bella, tan amable e inteligente... Heejin era todo lo que yo no era, real, pero sobre todo, la única con el verdadero poder de quitarme a Soobin.

¿Quitármelo? Pero si nunca fue tuyo, tal vez estén diciendo. Eso es mentira, yo siempre fui suyo y él siempre fue mío, siempre. Yo odié a Heejin desde el principio porque supe que ella siempre amenazaría eso, a nosotros, y bueno, sí lo hizo, de inicio a fin.

Mi pequeño mundo, mi precioso amor...

Soobin podía querer olvidarme, pero yo tenía claro que todavía le dolía pensar en mí, en mi nombre, en lo que habíamos vivido juntos, yo no era el único que estaba intentando vivir sin él otro, éramos los dos contra el mundo, siempre lo fuimos...

Tengo que admitir que una parte mía no quería que Soobin avanzara. Mi parte egoísta y compulsiva quería que me amara por siempre a pesar de que eso solo significara dolor para él, porque solo así sabría con seguridad de que no estaba siendo castigado solo, solo así sabría que seguiríamos juntos aunque sea viviendo un infierno, en pleno dolor.

Ahí diferimos Heejin y yo: Yo jamás dije ser una buena persona, ¿o sí?

Heejin no era una mala chica, de hecho ella era perfecta para él: No era egoísta, no era mentirosa, y era real... Ella era perfecta, claro. No obstante no podía pensar en Soobin amando a alguien más, la ceguera del amor enfermizo me hubiera concedido la potestad de ser una de esas almas malas de las películas, de las que hacen daño, mucho daño. Gracias al cielo que no podía intervenir de esa forma.

La angustia y yo fuimos uno solo cuando la vi entrar.

No le sonrías así, no la mires así.

Estás mintiendo Soobin, lo haces, ¿Por qué te engañas? Nosotros nos amamos. Sabes que estoy aquí mirándote, ¿verdad? Lo sabes, sé que lo sabes y tú me amas, entonces no me hagas esto.

Entonces Soobin dio un paso más hacia ella y mi corazón se hundió, se me bajó la presión y me sentí diminuto, insignificante, inexistente.

"Han sido muchos altibajos contigo. Y creo que ya es momento de ser valientes"

Negué con la cabeza repetidas veces y me acerqué, por lo estúpido que sonara me acerque con la intención de detenerlo.

Una porción minúscula de mi ser creía firmemente que por ser mi destino, quizás Soobin podría verme o sentirme allí, algo, él tenía que escucharme, de alguna forma.

——Soobin, estoy aquí ——Me levanté del sitio y me interpuse entre ellos ——, sí me importas, sé que sabes que estoy aquí, ¿puedes oírme, amor? ¿Verdad? ¿V-Verdad? Amor, por favor detente.

Yo miraba sus ojos apagados, pero él miraba los de ella. Y le sonrió.

——Soobin, no... ——Mi voz se rompió, así como sentí que mi alma estaba siendo fragmentada ——Soobin, por favor, no detente. Sabes que te escucho, que te veo, sabes que no te dejaría solo, estamos juntos en esto. Solo-

"Heejin, siempre has sido tú... ¿Te gustaría ser mi novia?"

——No... Soobin, escúchame, no lo hagas, por favor, escúchame, yo estoy aquí.

Intenté empujarlo, a él, a ella, hacer lo que sea. Empecé a llorar al darme cuenta de que no podía hacer nada y que Soobin tampoco podía escucharme.

——Binnie, por favor no...

Quizá no estábamos destinados después de todo.

"¡Sí!"

Cuando se abrazaron, ambos atravesaron mi cuerpo, e irónicamente al mismo tiempo sentí como si estuviera siendo atravesado por millones de balas.

Creí que había tenido suficiente, me equivoque, porque la besó; ese fue mi fin.

Caí al suelo con el corazón roto.

——¡Soobin!

Grité su nombre como un mantra, muchas veces mientras me abrazaba a mí mismo para intentar calmar los temblores de mi cuerpo.

Daba igual cuántas veces sollozara su nombre, ninguno de mis alaridos hizo que dejara de besarla como tantas veces hizo conmigo en el pasado.

Soobin había hecho eso a drede, quería lastimarme, y bueno, lo hizo como nunca antes, y me lo merecía. Mi rencor con él solo me duró una cuantas horas porque tan solo lo amaba demasiado para mi propio bien, con ella, era una historia diferente.

Heejin no merecía cosas malas.

Pena por ella que en mi etapa más perversa, no creyera lo mismo.









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