14
Sus delgados dedos se sentían fríos contra los míos, marcando un raro pero reconfortante contacto físico que no experimentábamos desde hacía mucho tiempo. No era incómodo ni extraño, en realidad, ella era la única persona con la que me sentía cómodo haciendo esto.
Darnos la mano, preparar sorpresas y guiarla a ciegas hacia donde había planeado.
Finalmente, decidí descartar las sugerencias de mis amigos. No es que fueran malas ideas, pero no eran ni la mitad de significativas que lo que tenía en mente.
––Ay, ¿dónde estamos? ¿Por qué hay tierra suelta aquí? ––Ella podía sentir la textura bajo sus zapatillas.
––No falta mucho ––le aseguré ––. No te quites la venda.
––Choi Soobin, ¿a dónde me estás llevando? —rio.
––Ya estamos ahí.
––¡Pero con cuidado, no tan rápido! Cada paso mío es como diez tuyos, ¡espera!
––Nunca vas a cambiar lo quejona, ¿eh?
––¡Oye!
Molestarla siempre sería uno de mis pasatiempos favoritos.
––Puedes quitarte la venda cuando te sientas lista, cabezota.
Sonaba confiado, pero estaba nervioso... Mi corazón latía a mil por hora. No era de los que hacía regalos frecuentemente, pero cuando lo hacía, siempre me ponía nervioso. No sabía cómo reaccionaría, aunque era algo sencillo, sabía que para Heejin, el significado tenía más valor que el costo. Quería que le gustara, que esa hermosa nostalgia que me invadió cuando tuve la idea en primer lugar, la invadiera también a ella.
No miré directamente a su rostro en ese momento, estaba demasiado ansioso. Observé la sorpresa que había preparado durante días, esperando una reacción positiva. Aunque no quería parecer vanidoso, había hecho un buen trabajo, muy meticuloso, y me sentía orgulloso de ello.
Un jadeo escapó de sus labios en el silencio de aquel parque semiabandonado. Los grillos cantaban en la distancia mientras el río Namchumg fluía a unos metros de nosotros. El cielo se teñía de naranja... La vista de lo simple, combinada con los sonidos familiares, creó una melodía visual con la que estaba felizmente familiarizado: una de mis canciones favoritas de la infancia. Mágicamente, se sentía como si hubiéramos viajado atrás en el tiempo.
El sonido de las aguas del río, los grillos y la brisa, todo formaba una armonía que había extrañado mucho.
––Soobin... ––susurró. Todavía estaba detrás de ella, así que no pude apreciar completamente su reacción. Llevó ambas manos cerca de su boca, probablemente sorprendida; lo único que sabía era que, aunque mi regalo era simple y modesto, definitivamente la había tomado por sorpresa.
––¿Te gusta? ––A pesar de todo, quería escucharlo de sus labios. Era nuestro lugar, y necesitaba su aprobación. Todo esto era por ella.
––No puedo creerlo ––susurró mientras negaba con la cabeza, como si estuviera procesando todo ––. Han pasado años, ¿cómo... tú...
––Aunque no lo creas, estos viejos columpios nunca se fueron de mi mente ––Tomé la cadena de uno de ellos y sonreí cuando sentí la misma textura que cuando era niño ––. Cuando las cosas se ponen difíciles, siempre quiero viajar en el tiempo y volver aquí, cuando éramos niños, ignorantes y felices, sobre todo felices.
Heejin dio dos pasos adelante y luego se giró hacia mí. Guardé silencio por un momento, sin sentir la necesidad de añadir nada más. Aquel lugar tenía un significado especial para ambos, y cuando finalmente regresé después de tanto tiempo, su reacción fue la misma que la mía. Fue reconfortante de alguna manera, saber que compartíamos esos sentimientos.
Ella había sido mi mundo, pero ya no lo era. Reconocer eso fue como despertar de una ilusión y comprender lo abrumadora que podía ser la vida adulta: Todo a nuestro alrededor se había desmoronado, dejando solo los recuerdos.
Aquel columpio, que alguna vez pareció inmenso, ahora se veía pequeño en comparación conmigo. Era una ironía de la vida, avanzaba sin esperar, una lección que aprendí con el tiempo, aunque nunca estuve preparado para aceptar ese destino cruel.
Heejin se giró hacia mí, cubriéndose la boca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, una imagen que apretó mi corazón.
Se acercó a mí y me abrazó, yo correspondí con cariño. Fue un alivio que le gustara.
––Muchas gracias ––susurró en mi oído.
––Por supuesto ––respondí en el mismo tono cariñoso.
Finalmente, ella se separó de mí, riendo y secándose las lágrimas de los ojos. Fueron pocas, pero suficientes para decirme que había hecho la elección correcta al traerla aquí en lugar de cenar en un restaurante lujoso. Había sido la elección perfecta.
Heejin rió delicadamente mientras se acercaba al columpio y tomaba la cadena.
––Están igual que cuando los dejamos, supongo que nunca los quitaron... No creo que hayan permanecido así durante tanto tiempo.
––¿Tú crees? Cuando llegué, estaban cubiertos de óxido y la pintura estaba desgastada. Tuve que hacer una remodelación, comprar un poco de pintura y ponerme manos a la obra. Tomó su tiempo, pero nada como cambiar las cadenas. Oh, eso fue toda una experiencia.
––Ay, Soobin ––Imitó mi acción ––, así que por eso tienes cortes en las manos... No era necesario que cambiaras las cadenas, la pintura bastaba.
––¿Para que nos caigamos trágicamente? No crees que te traería aquí solo para ver de lejos, ¿verdad?
Contemplar los rostros que amas, cobrando vida, siempre será una de las sensaciones más reconfortantes y gratificantes.
––¡Ni siquiera quepo en él! ––rió ––. Oh, y ni siquiera hablamos de ti, ¡mírate!
––Solo es cuestión de doblar un poco las piernas, chica lista. ––Guiñé juguetón.
Su mirada estaba llena de emoción y diversión mientras se acercaba al columpio y tomaba la cadena.
––Entonces, ¿quién llega más lejos, gana?
Vaya, ¿cuánto tiempo había pasado desde entonces?
Pasamos varios minutos disfrutando de lo que alguna vez fue nuestra actividad favorita, riéndonos porque yo apenas cabía en el columpio. Sus quejas surgieron cuando, como siempre, gané. Y pensar que ahora apenas podíamos encajar en esos mismos columpios que en el pasado sostenían nuestros pies en el aire con tanta facilidad... Solía ser la actividad más divertida, aunque también un poco aterradora. En definitiva, dichos años fueron implacables.
Cuando comenzamos a sentir dolor en la espalda y las articulaciones, descendimos entre risas.
Había sido maravilloso revivirlo de esa manera.
--Eso fue asombroso. Me hubiera quedado horas si no me dolieran las rodillas así.
--Es que estamos viejos...
Nos miramos y comenzamos a reír.
--¡Literalmente!
Caminamos juntos hacia el auto que estaba estacionado a escasos pasos de nosotros.
--Yah... Soobin, de verdad muchas gracias por esto, fue un precioso regalo.
--Hmm, ¿quién dice que terminó aquí?
Me miró con sorpresa reflejada en sus ojos mientras yo abría la maletera. Observé su reacción detenidamente, ella ocultando un suspiro de emoción tras la tela de su manga.
Una manta enrollada reposaba en una cesta, y comida, mucha comida, montones de sándwiches, papas fritas, pizza, una caja de donas, refrescos... La idea de la cena no estaba en duda, debía agradecerles a mis amigos.
--Tengo hambre, así que más te vale que comas rápido si no quieres que me lo termine todo yo.
Me miró con enojo fingido, pero desechó su personaje con una sonrisa cariñosa y luego me ayudó a extender la manta sobre el terreno. El suelo debajo no era muy uniforme, pero tampoco era extremadamente incómodo; era soportable. Elegimos cuidadosamente la zona menos embarrada y hundida, y dispusimos uno por uno los alimentos para disfrutarlos.
—Vaya, parece que lo pensaste todo, ¿eh?
—No diré más, pero me preparé decentemente —Serví soda de la lata en las copas—. A tu salud, por un año más de éxitos para la joven abogada.
—¡Salud!
Las copas chocaron y comenzamos a devorar.
—Hmm, ¡alguien tenía hambre! —Me preocupaba terminarlo todo yo, y ella terminó devorando aún más.
—No comí nada en el desayuno porque me levanté tarde —se excusó—. Gracias por la comida, eh.
Sonreí risueño y me levanté para hacer el momento aún más especial.
—¿A dónde vas? —dijo mientras mordía un pedazo de tostada.
—A poner un poco de música desde el carro.
—¿Puedes poner la estación de radio que solíamos escuchar en tu casa? Iría perfecto con la vibra.
Llegando al carro, saqué el pequeño objeto negro del compartimento en el espacio del gabinete.
—Ya no existe esa —Hice un puchero y me giré para que lo viera, ella efectuando uno similar. Era una pena, sin embargo, yo ya lo había pensado todo —, pero mira esto —Le mostré el USB, el cual reconoció de inmediato, incluso después de tantos años.
—¡Oh, Dios mío! ¿Recuerdas cuando descargábamos canciones desde tu vieja laptop?
—Era más pesada que tú —bromeé—. Y claro que lo recuerdo, por eso lo traje; muchas de las canciones que estaban de moda cuando éramos niños están aquí, algunas incluso las había olvidado. —Lo conecté, y comenzó a sonar "Say It Right"—. Lo dejaré ahí, reproducirá todas sola.
Volví a sentarme con Heejin para comer. Como estábamos tan concentrados en la comida, ninguno de nosotros dijo mucho, solo intercambiamos algunas palabras y bromas, estábamos hambrientos.
Todo fue hermoso... hasta que dejó de serlo, como siempre parecía suceder conmigo. En ese momento, oí al universo conspirando en mi contra, de verdad que lo sentí. ¿Por qué la música, una de las cosas que más amaba en el mundo, tenía que arruinarme así?
Permítanme explicar brevemente: en ese USB había guardado más de 500 canciones de esa época, la reproducción era completamente aleatoria, todas las que había guardado eran mis favoritas, así que no me preocupaba tener que cambiar alguna. Sin embargo, había una excepción, y esa, para mi bendita suerte, fue la segunda en reproducirse.
Terminó "Say It Right" y comenzó a sonar "Iris". El primer acorde hizo que quisiera levantarme de nuevo de mi asiento para cambiarla.
—¡Cómo amo esa canción!
Nunca imaginé que una canción pudiera doler tanto. No podía ser ahora, no en este momento, no con ella. Si llegaba al coro, iba a romper en llanto, estaba convencido. Ya me estaba levantando para cambiarla, pero para mi absoluta sorpresa, la canción se cambió sola, sin que yo tocara un solo botón. La canción había cambiado...
—¡Soobin! —se quejó ella— ¿Por qué la cambiaste? A mí me encanta esa.
—Yo no hice nada, s-s se cambió sola.
—Sí, claro, un fantasma la cambió. —Rodó los ojos.
Ella no podía haber dicho eso. Oh, si tan solo supiera. Él estaba riéndose o queriendo asesinarla, no podía saberlo.
El nerviosismo me sacó una risa. Necesitaba cambiar de tema.
—Voy a aprovechar que estás hablando de más para acabarme las donas.
El cambio de tema funcionó. Heejin tenía una atención débil, en comparación con...
—¡En tus sueños! Ya comiste dos, ¡deja algo para mí!
Pasados unos minutos, queriendo dar la impresión de que habíamos terminado, comencé a recoger los restos del picnic. Empecé a recoger los envases vacíos de comida y las copas vacías de soda, mientras Heejin me miraba con una sonrisa agradecida por la comida deliciosa que habíamos compartido.
Justo cuando estaba a punto de decirle que estábamos listos para irnos, hice un gesto exagerado como si hubiera olvidado algo importante. Me metí la mano en el bolsillo y, con una sonrisa traviesa, saqué los dos anillos que había preparado como última parte de la sorpresa. Eran de un metal azul brillante, con un tono azulado que parecía capturar la esencia del cielo despejado en una tarde perfecta.
Heejin no pudo contener su emoción y sorpresa al ver los anillos. Sus ojos se iluminaron y su voz temblorosa expresó: —No me digas... —Cubrió su rostro por la sorpresa.
Con una sonrisa aún más amplia en mi rostro, me encargué de ponernos los anillos, cada uno en nuestros dedos anulares respectivamente. Era un gesto significativo que simbolizaba una promesa de seguir creando momentos hermosos juntos. Fue una forma especial de sellar esa inolvidable tarde, llena de risas, comida y canciones nostálgicas.
Mientras el sol se ponía en el horizonte y la música seguía sonando, ambos disfrutamos de lo simple de la vida, sabiendo que siempre llevaríamos consigo el recuerdo de tantos años de amistad.
Después de habernos colocado los anillos, una melodía suave de guitarra comenzó a sonar desde el auto. Nos sentamos juntos en la manta extendida, justo cuando el sol comenzaba a bajar en el horizonte. Los colores del cielo se tiñeron de tonos cálidos, pintando un paisaje hermoso.
Me quedé mirando ese atardecer, sintiendo como la conexión entre nosotros pasaba de ser una carga a eso que yo tanto había extrañado y valorado años atrás.
—Feliz cumpleaños, Heejin —le dije mirándola a los ojos, con total sinceridad mientras el sol se ocultaba en el horizonte.
Sus ojos pronto se humedecieron, pero ella trató de contener las lágrimas.
—No, no llores, por favor —le dije con ternura.
Pero no pudo evitarlo. Las lágrimas de emoción rodaron por sus mejillas cuando empezó a hablar.
—Esto ha sido maravilloso, Soobin. Nadie había hecho algo así por mí antes. Esta sorpresa ha sido increíble, y ahora es aún más especial porque lo compartimos juntos —Heejin buscó mi mano, la tomó y las entrelazó juntas. Ver esa imagen me hizo sentir tranquilo, sin embargo, no sentí las maripositas en mi estómago —. Quiero que sepas que siempre has significado mucho para mí. Hemos sido amigos durante tantos años... Hemos compartido tantos momentos, risas y recuerdos. Y finalmente, aquí estamos, juntos. Estoy tan feliz de tenerte en mi vida, Soobin. Eres una persona maravillosa, y no puedo esperar para seguir creando hermosos recuerdos juntos, pero esta vez como algo más. —Bajó la mirada, bellamente sonrosada —. Toda mi vida, desde que te conocí por primera vez gracias a nuestros padres, he querido estar contigo de esta manera. Siempre estuve tan enamorada... creyendo que esto solo sería posible en mis sueños más locos. Pero soy la chica más afortunada del mundo porque míranos —Me miró a los ojos, sonriendo con cariño —, mi Binnie... gracias, amor, gracias por todo.
La envolví en un abrazo, tratando de calmar su sutil llanto.
Amor, la palabra sonaba tan extraña en su boca. Hice mi mejor esfuerzo para no pensar en él, pero...
Mi mente ya estaba en otro lugar. Respondí con una sonrisa forzada.
—Te mereces eso y mucho más —Lo dije sinceramente. Heejin merecía a alguien mucho mejor que yo.
—Oh, Soobin, esto ha sido como la cereza en el pastel. Desde la mañana, todo ha sido simplemente hermoso, de hecho desde ayer.
—¿Desde ayer?
Su sonrisa cambió a una más tierna y apacible.
—Anoche, tuve un hermoso sueño con mi abuelo —Me contó, y sus ojos brillaron más —. En el sueño, estábamos en la casa antigüa de mamá. Nos sentamos a la mesa, y las risas y las historias fluyeron como en los viejos tiempos, como si el tiempo no hubiera pasado. Bebimos el chocolate caliente que preparó mi abuelita mientras nevaba afuera y todo era simplemente hermoso, Soo... Mi abuelo me abrazó y, con voz suave, me dijo cuánto me amaba y que estaba muy orgulloso de la mujer en la que me había convertido. Elogió mi cariño, mi compasión, y me instó a seguir cuidando y protegiendo a nuestra familia, tal como él siempre había hecho. Prometió velar por nosotros desde el cielo, que nos cuidaría siempre —Se le quebró la voz y yo solo quise abrazarla de nuevo—. También me deseó feliz cumpleaños... Creo que de todos los años que llevo viva, ese sueño ha sido el regalo más hermoso que la vida me ha podido dar.
Sus labios se curvaron formando una sonrisa cálida, y sus ojos, cristalinos pero sin derramar lágrimas, reflejaron sus sentimientos. Mi sonrisa se volvió un tanto más tímida, finalmente comprendiendo que todos tenían la oportunidad de redimirse.
«Al final no eras un chico tan malo, ¿o sí?»
—Estoy seguro de que está muy orgulloso de ti, Heejin, yo lo estoy.
Entonces, sorprendiéndome, se acercó y me dio un beso en los labios, pero al instante se escondió avergonzada en mi cuello.
—Te amo —susurró.
Y me dolió, me frustró no poder decirle lo mismo: porque no era honesto, porque no sentía lo mismo... y no quise ser un mentiroso, por lo menos ese día. Acaricié su espalda con ternura antes de decir algo que era verdadero y que apostaría mi vida en cumplir.
—Siempre voy a estar aquí para ti. Toda la vida.
Las promesas son fáciles de romper y a las mentiras les gusta disfrazarse de verdad. Sin embargo, el cariño que le tenía, ese sentimiento puro y genuino, sería mi mejor intento de longevidad.
Porque si hablábamos de la eternidad, yo sería siempre, suyo.
Nota:
Amo a heejin, pobre niña.
No sé si me da más pena ella o Yeonjun. Linda semana <3
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