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07

Yeonjun me volvió un maleante.

Bueno no, pero me sentía como si yo fuera la escultura cincelada de un escultor. Obviamente ya sabemos quién es el dichoso escultor.

Me saltaba clases, no cumplía tareas, empecé a beber y fumar con más regularidad...

Puede que todas estas conductas les suene a comportamiento de badboy con altos problemas emocionales, pero yo no me sentía nada más que feliz.

Cualquiera que viera al "Soobin de Yeonjun", jamás podría haber adivinado que yo alguna vez fui un chico estudioso, serio, correcto y asocial. Aunque bueno... lo de asocial se había mantenido; por más que apestara admitirlo, mi mundo se había resumido a Yeonjun, desde el primer día.

De todas formas, jamás tuve un mejor amigo demasiado cercano. Y como toda la vida fui un chico "solitario", cuando Yeonjun llegó abarcándolo todo, no creí que algo más faltara.

Debí haber sospechado algo en ese momento. Quiero decir, literalmente todos desaparecieron de mi entorno, pero bueno, uno estando enamorado pasa por alto muchas cosas. Tienen que experimentarlo para dejar de juzgar a esos que alguna vez estuvimos "ciegos de amor".

Cada día que pasaba con él, caía un poquito más en sus encantos. Me asustaban mis sentimientos, la magnitud de ellos, pero a su vez era emocionante verlos crecer, como si fuera una plantita de la que ambos debíamos cuidar.

La verdad era precioso.

Definitivamente apoyo a la persona que alguna vez dijo: "El tiempo no define nada".

Ese día estaba ligeramente nublado, lo recuerdo. Yeonjun me había pedido subir juntos al techo de las instalaciones de la universidad, evadiendo clases de nuevo. Y por supuesto que yo no me negué, el siempre era el iniciador.

Ya en el techo, pobremente decorado con un par de macetas en cada esquina, Yeonjun bajó un par de gradas y se sentó dándome la espalda.

——Binnie, jamás te pregunté algo de lo que estoy curioso...

——Dime.

——¿Por qué psicología?

No me esperaba esa pregunta, pero la respuesta la tenía clara.

——Mmm... Porque el mundo es injusto y muchos no merecen enfrentar toda esa mierda solos.

Yeonjun siempre era hablador, siempre continuaba la charla hasta que eventualmente hablamos del tema por horas y horas, luego pasando a otro.

Por eso su silencio me desconcertó.

Cuando se callaba de repente, algo siempre pasaba por esa cabecita.

Lo vi prender un cigarrillo y empezó a fumar mirando hacia un costado.

Con el tiempo también había descubierto algo; Yeonjun solo fumaba por dos razones: enojo... o tristeza.

——De verdad la vida es injusta para algunos, ¿no? ——dijo de pronto.

Si no hubiera sido por la repentina oscuridad melancólica que adquirió el ambiente, hubiera bromeado con él; de que cómo podía decirlo alguien como él: millonario, guapo, tan pero tan amado.

Me lo guardé porque sentí que era lo correcto de hacer.

Me acerqué y me senté junto a él, queriendo mirarlo para así tener una idea de qué era lo que pasaba por su cabeza en ese momento.

——¿Pasa algo?

Yeonjun dejó de mirar la caída de gradas y entonces me sonrió, brillante como siempre.

——No, Binnie ——respondió.

No dijimos nada después de eso, su cabeza se recostó en mi hombro, y la canción que tocaba el viento, sabía que de alguna forma, era calmante para ambos.


Yeonjun era millonario, sin embargo, a veces me embelesaba con su humildad. Como si olvidara que lo fuera por completo.

Le gustaba hacer cosas simples, no era un chico nada refinado, y eso era lo más gracioso.

Por otro lado, ¿ya les dije que estaba loco?

——¡Tengo que admitir algo! ——vociferó. Como habíamos adquirido tanta velocidad, cada vez era más difícil escucharlo.

No sé qué diablos estaba haciendo, estábamos haciendo.

La adrenalina se llevó lo mejor de mí, pero de todas formas una parte de mí se sentía aterrado.

Jamás había viajado en moto, me parecía estúpido y peligroso. Pero hacerlo con Yeonjun por primera vez sonaba divertido en mi cabeza, sí.

Un brazo mío se envolvía con fuerza desmedida en su cintura, la otra batallaba con el gigante casco que me quedaba demasiado grande, yo solamente quería ver al frente, gracias; asegurarnos de que no moriríamos, eso considerando que mi rostro estaba literalmente congelado por la velocidad y la ventisca nocturna.

Era una carretera lisa, grande, y estábamos solos, era entre comillas seguro, pero para alguien tan paranoico como yo, es difícil dejar sus costumbres.

Yeonjun aceleraba y desaceleraba como si fuese un juego. Bueno para él lo era, pues se terminaba carcajeando de mis maldiciones y mis gritos de niña.

El sonido motor, su risa y el viento... Fue la mejor parte de todo.

——¡¿Qué?! ——exclamé en respuesta para que me escuché.

——¡Es la primera vez que hago esto! ——rió.

Pálido es poco.

——¡Y-YEONJUN!


Era tierno. Cuando descendíamos por alguna bajada, siempre me aseguraba de quedar detrás de él para ver cómo balanceaba sus pies de un lado a otro, intentando mantener el equilibrio como un niño pequeño.

——¡Vamos a comer algo! ¡Tengo hambre!

¿Ya mencioné que amaba comer?

Nunca me dejaba hacerlas cosas como se supone que debían ser hechas.

——¡Se supone que tenemos que hornear esto antes de las- ——Otro poco de harina me cayó en la cara ——antes de- ——Más harina, luego un pedazo de maza me cayó en la frente, y ahora ya molesto, lo observé esconderse debajo de la mesa y lo escuché reír luego ——. ¡ANTES DE TU SESIÓN DE FOTOS, JODER!

Fui a vengarme de él.

La masa terminó convirtiéndose en balas improvisadas y recargables, la harina en una clase de gas lacrimógeno que me hacía toser cada tres segundos, y bueno, la torta que íbamos a hacer... Esa la compramos juntos en una pastelería después de su sesión de fotos, a la cual obviamente llegamos tarde por su culpa.

Siempre supe que jamás podríamos ser una pareja normal con ese principito.

Yeonjun amaba tres cosas: la ropa, la comida y el cielo.

Hablando de este último, se nos hizo un hábito subir a los techos de donde sea que estuviéramos solamente para admirarlo juntos.

Ese día, estuvimos en un club deportivo, él tenía una sesión de fotos, y como a todas las demás, lo acompañé.

En el lugar había como un bonito mirador, o algo así. Simplemente eran gradas que terminaban en un pedacito techado pequeño. Cuando subimos había una sola silla de plástico y estaba todo empolvado, pero eso sí, la vista era bonita a pesar de que no era tan alto; se veía perfectamente lo verde de los interiores del club y parte de la ciudad, además del cielo un poco cerúleo, cubierto de nubes.

Se apoyó en el barandal con sus manos y le dio una vista al cielo.

——Jamás me voy a cansar de ver esto.

Yo me senté en la única silla y lo observé a él.

Claro que el cielo era bonito, pero su atracción por los cielos se me hacía extraordinaria.

——¿Por qué no le tomas una foto? ——pregunté.

Yeonjun me miró por sobre el hombro, y después negó con la cabeza. Creí que volvería a apreciar la belleza del firmamento, pero en cambio, se giró y vino hacia mí. Se sentó en mi regazo atrapando mis piernas con las suyas y puso sus manos en mis hombros.

——Una foto jamás va a capturar lo que siento al mirarlo de esta forma. Es lo mismo que decir que prefiero ver una foto tuya que verte a los ojos. No tiene sentido, ¿verdad? ——Me acarició la barbilla, yo cerré los ojos sintiendo el frío del viento. Siempre estaba ventoso, donde sea que fuéramos ——. Es mejor aprovechar cada segundo así ——musitó sobre mis labios.

No pudiendo estar más de acuerdo, le dije mi pensar con un beso.

Acaricié sus caderas y él me besó dulce, luego con ímpetu.

Para cuando bajamos, ya era de noche.

Conversamos toda la noche de cualquier tontería que se pasara por nuestras cabezas.

La última conversación la recuerdo bien.

——¿Le dirías a tu madre que estás con un chico? ——me preguntó cuando ya habíamos cambiado de posición. Yo estaba sentado en el suelo, apoyado en el barandal y él apoyado de la misma forma en mi pecho, casi usándome como cama.

——Claro que sí. Ella no es como esas madres de mentalidad cerrada, ¿quieres que le digamos juntos?

Normalmente son esta clase de respuestas las que emocionan a las otras mitades, pero Yeonjun me sorprendió de nuevo, porque de repente lo sentí tenso.

——Estamos bien así.

Yo estaba seguro de mis sentimientos por Yeonjun a pesar de no haber salido por más de cuatro meses. Quise creer que estaba nervioso y que esa era la razón de su desplante.

Algo se sintió mal, pero no dije nada y lo dejé pasar por alto una vez más.

Besé su cabeza y lo abracé por la espalda para sentí su calor, ese que no sentía en mi pecho debido a sus palabras.

——Te quiero ——le dije, besando su oreja.

Pasaron dos latidos, y justo cuando creí que él no respondería y me empezó a doler algo dentro, él habló, pero la respuesta no fue la que esperé, o por lo menos no salió como me lo había imaginado.

Yeonjun apretó con mucha fuerza mis brazos y con la voz casi rota dijo:

——Yo también.

Estábamos en la cama de su habitación, echados uno al lado del otro de manera inversa, mirando al techo. "95" de Saddope sonaba con bajo volumen en la habitación.

——¿Crees en el más allá, Binnie? ——preguntó de pronto.

——¿Te refieres a después de la muerte?

——Ujum...

——No lo sé. Siento que nunca lo sabremos.

——¿No crees que pueda haber personitas del otro lado después de la vida?

——¿Un limbo o algo así? La verdad no, jamás fui creyente de esas cosas espirituales. Me parecen sosas.

——Sosas. ——Segundos después, repitió con un tono extraño.

——Sí, quiero decir. Todos hemos o vamos a vivir una vida, se supone que ahí acaba, ¿verdad?

——Claro.

Acurrucó su cuerpo más al mío y me abrazó. Algo estaba mal.

——¿Junnie?

——Estoy cansado, vayamos a dormir, Binnie.

No tenía sueño, pero eventualmente me fui rindiendo ante sus caricias sedantes.

Tiempo después supe que yo me había quedado dormido, pero Yeonjun no.

Y pensar que los sollozos habían sido parte de mi sueño. Bueno... Lo fueron en parte.

Habían sido ya varios meses juntos, nada exagerado, pero Junnie siempre fue un romántico.

No de la manera tradicional por supuesto.

Esta vez estábamos en mi habitación.

Y quiero declarar esa noche como la mejor de mi vida, aún que puedo.

Tan solo habíamos subido a mi habitación para que yo le mostrara mis cosas, esa se supone que era la razón. Se supone que no iba a tocar nada, porque sabiendo lo maniático del orden que soy, le dejé en claro que si desordenaba mi habitación, era hombre muerto. Aún así, como el niño rebelde que era, se puso a toquetear mis cosas, inspeccionando, preguntando qué era incluso un pedazo arrugado de papel, desordenando mis CD's, moviendo las cosas de lugar y... Lo peor de todo fue que no me di cuenta hasta horas después.

Horas que nos las habíamos pasado charlando de la vida con una botella de vino en mano.

El tiempo tan solo se esfumó ante mis ojos. Lo único que podía hacer, era reírme sintiendo la cabeza pesada por el vino, sentado casi recostado en mi pequeña cama de plaza y media, observando a la persona que más me gustaba, bailar una canción no bailable de manta torpe pero tierna, moviendo sus caderas y brazos coordinadamente, meciéndose con la música, también chocando un mueble que otro por lo alto que era.

Yeonjun disfrutaba de la música que reproducía mi laptop, bailaba con los ojos cerrados y podía notar lo mucho que lo disfrutaba, aunque dudo que lo haya hecho tanto como yo disfrutaba verlo a él.

3/4 del vino habían sido suyos, por lo que su disimulada torpeza y por la forma tan relajada en la que actuaba, no era muy difícil adivinar que estaba un poquito borracho.

Cantaba, bailaba. Bonito, como siempre. Tan hermoso. Su cabello ya había crecido un poco para entonces, ligeramente ondulado casi llegaba a cubrir sus ojos.

De repente, Yeonjun abrió los ojos y me jaló, obligándome pararme.

Me abrazó y empezó a mover nuestros cuerpos juntos, como si estuviéramos bailando. De un pie a otro, nos balanceábamos al compás de la balada que sonaba, una canción que me marcaría por siempre "Iris".

Reía despreocupadamente aferrado a él y a su calidez, reía porque me sentía feliz y porque incluso si yo siempre odié bailar por considerarme un pésimo bailarín, esta vez quise quedarme así para siempre, bailando juntos hasta que mis pies se hicieran polvo.

"And I'd give up forever to touch you
Cause I know that you feel me somehow
You're the closest to heaven that I'll ever be".

Yeonjun empezó a cantar la letra en mi oído sin detener nuestros movimientos. Me sentía atontado, realmente feliz, soltaba una risita que otra de vez en cuando. Yeonjun me seguía cantando la canción con todo el sentimiento posible, su cálido aliento cosquilleaba mi piel, me abrazaba con más fuerza y su melodiosa voz me hizo volar.

"And you can't fight the tears that ain't coming
Or the moment of truth in your lies
When everything feels like the movies
Yeah, you bleed just to know, you're alive".

El coro lo cantó con tanto sentimiento que me hizo reír ligeramente.

"And I don't want the world to see me
'Cause I don't think that they'd understand
When everything's made to be broken
I just want you to know who I am".

Los tambaleos fueron perdiendo equilibrio
hasta que en un parpadeo, su pesado cuerpo cayó sobre el mío en la cama, aplastándome de una manera perfecta.

"I just want you to know who I am" repitió en un susurro ahora mirándome a los ojos con una intensidad que me dejó sin aire.

Yeonjun se me quedó mirando así hasta que la canción cambió a otra. Me vio con ojos de adoración y me dieron ganas de llorar por la fuerza del amor que se iba albergando lentamente en mi cuerpo.

Sonrió y pegó nuestra frente juntas, cerrando los ojos.

Lo escuché inspirar temblorosamente antes de hablar.

——Quédate para siempre, mi amor. Haz que me quede.

Mi cuerpo se estremeció por sus palabras.

Mi amor... Me había llamado de esa forma.

Ninguno jamás le había dicho amor al otro, o lo más importante: jamás un " te amo" había sido pronunciado.

Porque amar es algo grande, algo muy grande, y para qué mentirnos, es también algo aterrador.

——Eres tan perfecto, mi amor ——susurró con la respiración pesada por el vino antes de besar brevemente mis labios -—— Te amo, Soobin.

Sentí como si mi corazón saltara por un precipicio. No pude responderle entonces.
Con palabras no, todavía no.

Quise decirle lo que yo sentía por medio de un beso, así que jalé el cuello de su camiseta y estampé mis labios contra los suyos.

El beso se fue tornando poco a poco a uno intenso, húmedo, que apenas nos dejaba respirar. Con mis manos ansiosas recorría su espalda desnuda por debajo de la tela mientras él se aferraba a la cama.

Sentí a los dedos de Yeonjun jugar con la bragueta de mi pantalón después.

El calor de Yeonjun, sus besos y pequeños gemidos de los cuales yo era autor, me invitaron a ser irresponsable.

Pero incluso estando loco por tocarlo y demasiado ido por la necesidad que tenía de hacerlo mío. No podría ser un irresponsable egoísta, no con él.

Detuve el beso deteniendo también a sus dedos traviesos en mi cinturón.

Yeonjun soltó un pequeño quejido volviendo a unir nuestros labios casi con desesperación, buscando.

Tenía que detenerlo ahora que podía, ahora que todavía me quedaba una rayita de raciocinio.

Hice un esfuerzo sobrehumano para volver a detener el beso, que bien podría ser la peor droga existente del planeta. Lo empujé ligeramente.

——Ahora no, bebé, no estás bien ——susurré dificultosamente.

——Pero quiero hacerlo contigo ——insistió buscando mis ojos con su pucherito impregnando, sus manos apretando dolorosamente la tela de mi camiseta ——¿Tú no?

Tenía que dejar de mirarlo para poder pensar con la cabeza de arriba.

Llamé a mi parte racional una vez más y besé su frente.

——Claro que sí, bonito, pero ahora no es el momento.

Yeonjun se vio decepcionado y acentuó su puchero, el cual sí no pude resistirme a besar un poco.

——¿Por qué tienes que ser tan bueno, lindo y perfecto? Me haces las cosas difíciles, Soobin ——dijo en un bostezo y se bajó de mí por fin.

Mi principito se veía casando, en parte sabía que era por el alcohol, y no había forma que yo estando mejor que él, permitiera que algo más pasara.

Se recostó a mi costado, se acurrucó junto a mí como un bebé cómo siempre le gustaba hacer y se quedó dormido.

Sintiéndome intranquilo, me senté en la cama tan solo para apreciarlo dormir bajo la luz que hacía ver su piel brillante, sus pestañas aún más tupidas y labios carnosos tan malditamente tentadores.

Mientras lo veía dormir como el angelito que era, un nudo en mi garganta se quedó estancado junto a un "yo también te amo".

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