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03

Reminder: No olvides leer con música :D (recomiendo baladas o indie)

Cuando Yeonjun aceptó salir conmigo (como amigos), no creí que nos sentaríamos en las gradas de un estacionamiento subterráneo a menos de dos cuadras de la universidad. Aunque viéndole el lado positivo, por lo menos esta vez no habíamos evadido clases, sino apenas terminaron estas, salimos.

Se supone que íbamos a ir a una cafetería, pero Yeonjun dijo que quería ir a un lugar antes, y la verdad me llevé una buena desilusión cuando me llevó al desolado y oscuro espacio subterráneo, aunque no fuera tan oscura en su totalidad ya que las gradas en las que estábamos sentados, daban hacia la superficie, o sea a las calles iluminadas con la luz de atardecer.

Si echabas la cabeza para atrás desde mi posición, era posible ver el arrebol que se tintaba tan bonito en los días calurosos.

La verdad no hablamos mucho hasta llegar ahí. Al hacerlo, Yeonjun solo se sentó lo más pegado al barandal posible, lejos de mí, ignoró mis preguntas, y con un gesto de mano, me pidió que me callara.

Confundido, me senté en la mima escalera que él, pero en la otra esquina, como si Yeonjun estuviera usando un repelente.

Porque podía ahora ser más blando con el principito, pero mi sentido común seguía en funcionamiento, y por supuesto que me había dado cuenta de que esos últimos dos días, Yeonjun había estado evitándome realmente sin hacerlo.

Seguíamos andado juntos por los pasillos de la universidad, durante las clases y los almuerzos, pero ya no me acompañaba a casa, ya no enroscaba su brazo con el mío hablándome de la vida sin importar a dónde estuviéramos yendo, ya no chocaba su muslo con el mío durante las clases, ya no hablaba tanto como antes, es más, por primera vez el charlatán fui yo. Porque, o Yeonjun no me prestaba atención, o se distraía muy fácilmente, sumiéndose en su propio mundo y pensamientos. Alegaba todo a su apretada agenda como celebridad, pero incluso antes eso no nos había detenido, por lo que estaba seguro algo más había pasado.

No voy a mentir diciéndoles que seguía desagradándome Yeonjun. Porque no, para ese momento hasta ya me había encariñado con él considerando que había sido mi única compañía por un poco más de un mes.

Me preocupaba por él, sí. Pero no podía evitarlo, no podíamos evitar ser mordaces con el otro de vez en cuando considerando nuestros oscuros inicios. Hubiera sido más raro que de la nada empezáramos a tratarnos con cariño o pretender que éramos amigos incondicionales cuando nunca fue así.

Esa chispa áspera y supuestamente indiferente era lo que hacía a nuestra rara "amistad" algo genuino.

Les pongo un ejemplo: Una vez Yeonjun olvidó su billetera y no tenía para comprar el almuerzo, se lo compré yo diciéndole que lo había hecho su manager, cosas así. Yo no podía permitirme recibir sus burlas de que me preocupaba por él, etc; incluso cuando fuera cierto. Porque eso sí, Yeonjun me seguía estresando como la mierda, me frustraba mucho también, pero de manera sana, no sé si me dejo entender.

Obviamente cuando cambió su melosa, pero huraña actitud a una realmente huraña, me desconcertó un poco.

Desde el momento que se zafó de mi agarre esa mañana, parecía desinteresado en todo, como aburrido o indiferente. Y eso era incluso peor. Honestamente prefiero que la gente sea expresiva, porque odio tener que estar adivinando qué pasa por sus cabecitas o si hay algo más, o si yo hice algo.

Bueno, la ansiedad tampoco es como que ayude, pero espero entiendan lo frustrante que es que mucha gente piense que somos adivinos cuando no podemos ni comprender lo que nos pasa a nosotros mismos.

En fin, Yeonjun y yo, sentados en esas escaleras de cemento.

Estando sentados al mismo nivel, la diferencia de altura era mucho más evidente. Se veía pequeño sin realmente serlo.

Y entonces, mientras miraba su camiseta blanca y vieja con estampado retro que exponía sus músculos trabajados, me preguntaba cómo era posible que alguien fuera capaz de inspirar tanta ternura, a la vez poniéndome nervioso.

Adorablemente imponente, por su porte, expresión y labios abultados.

No quise ser discreto con mi mirada porque Yeonjun me enseñó a no serlo, por decirlo así. Muchas veces se me quedaba mirando varios segundos y luego actuaba como si nada hubiera pasado. Al principio me sentía cohibido, pero después de tantos días recibiendo esas raras miradas curiosas, terminé por acostumbrarme, a molestarlo por esa razón y hasta llegando a adaptar ese mismo habito.

Jamás me considere alguien fácilmente influenciable, pero Choi Yeonjun me estaba reconstruyendo destructivamente en poco más de un mes.

Que alguien me ayude.

——Entonces... ——hablé por fin ——¿Ya vas a dejar de ignorarme?

——Nadie te está ignorando, Soobin ——respondió. A la par, sacó de su bolsillo una caja de cigarrillos y un encendedor.

Literalmente, con este chico, terminaría con la mandíbula descuadrada puesto que cada día me tenía con la boca abierta por una distinta razón.

Parecía un mago sacando cosas y cosas de un sombrero.

Posicionó el cigarrillo entre sus labios, y lo encendió, guardándolo todo de vuelta a su bolsillo.

——También fumas ——afirme más para mí mismo, como si tuviera que agregarlo a la lista de: "Cosas de Choi Yeonjun que no sabías hace 5 minutos."

Yeonjun no respondió, en cambio, le dio una profunda calada al cigarrillo, cerrando los ojos.

Por dentro yo estaba renegando. ¿Por qué carajo había aceptado salir conmigo si se iba a poner en ese plan? La idea de la salida era disipar esas incómodas vibras, no acentuarlas.

——Ok, suficiente ——intervine ——¿De qué estás enojado?

Con la misma aura impávida, dio otra calada profunda antes de contestar.

——No estoy molesto.

——Eres buen mentiroso.

——Gracias ——soltó con una casi imperceptible sonrisa ladina, sorprendiéndome, más no mirándome como yo quería.

——¿Eso es un sí?

Yeonjun por fin giró la cabeza hacia mí y me miró con frialdad, relajado.

——¿Quieres? ——preguntó en cambio, ofreciéndome de su cigarrillo con la mano extendida.

Buena forma de desviar el tema, porque lo logró.

Me quedé mirando a sus dedos largos y bonitos adornados de anillos, y como estos sostenían el cigarrillo casi consumido.

——No fumo ——respondí con mi mirada fija en la barrita de nicotina ——. Jamás lo he hecho.

——Esa no fue mi pregunta.

De la boca de Yeonjun salió una gran cantidad de humo en forma de efluvios que eran visibles para mí, tal vez debido a la atención con la que yo miraba.

Me pregunté que se sentiría, su sabor, la textura, quise saberlo.

Siempre me había dado curiosidad probar, pero jamás me había animado a comprar uno yo mismo, no por miedo, sino porque mi curiosidad no eran tanta como para motivar mi capricho y convertirlo en eventuales acciones. Era más como un "algún día..."

Algo dentro de mí me dijo que ese día era hoy.

No había nadie cerca como para que alguien de la prensa atrape a Yeonjun, además que el frío que erizaba mis bellos, más el ambiente melancólico, me instaban a hacerlo.

Yeonjun devolvió su mirada a mí un segundo, y sin pensarlo, asentí con la cabeza.

Una sonrisa socarrona apareció de pronto en su semblante, su lengua tanteaba su propia mejilla. Por alguna razón esa imagen me hizo sentir... extraño.

De alguna forma era cautivador que Yeonjun se comportara como un bebé mimado algunas veces, mientras que otras, como esta, el camaleón se convertía en un adulto maduro y misterioso.

Te habría hecho preguntarte si era la misma persona, como me pasó a mí numerosas veces.

Yeonjun sacó otro cigarrillo de la caja en su bolsillo, lo encendió él mismo y luego me lo entregó.

Él me indicó qué hacer exactamente para no morir en mi primer intento, también dándome una demostración.

Entonces lo hice, le di una calada al cigarrillo, y siguiendo las indicaciones de Yeonjun, hallé lo placentero en lo insano.

Después de inhalar el humo, fue al botarlo que tosí un par de veces.

Cuando el humo se disipó, pude ver con claridad la expresión satisfecha y sardónica de Yeonjun.

——Incluso para ser tu primera vez, lo has hecho muy bien ——halagó ——. Jamas me lo esperé de un chico tan correcto como tú, poupée.

——Lamento no encajar en el estúpido estereotipo de chico estudioso ——dije con ironía.

——Eso lo hace mejor, no te preocupes.

Le di dos caladas más al cigarrillo. De reojo pude ver cómo Yeonjun dejaba caer al suelo el suyo ya terminado.

Aún seguía tosiendo un poco, pero las molestias lo valían. Era una sensación que no podría describirse con palabras. Aun sabiendo que estaba cagando mis pulmones, esta vez prescindí de la lógica y me permití ser un "adolescente rebelde normal", que al fin y al cabo, totalmente ajeno a la presión social, terminó disfrutándolo.

——Dime por qué estás molesto, Yeonjun.

Miró al frente, viéndose realmente relajado.

——¿Qué te hace creer que lo estoy, Soobin?

——No me estás mirando.

——Entonces si no te miro, ¿lo estoy?

——No es solo eso, lo sabes.

——No, no lo sé, Soobin. Dime.

——Ya no me miras al hablar como antes, me evitas fuera de la universidad, te comportas extrañamente frío.

——Hmm... ——Lo interpreté como un "te estoy escuchando, sigue". Yeonjun sacó otro cigarrillo el cual empezó a fumar con la mirada reflexiva fija al frente ——¿Frío cómo?

——Ya sabes, distante. Antes tenía que pedirte por favor que te callaras, estos tres últimos días he tenido que mover montañas para oírte decir palabra alguna.

——¿Qué más? ——Su voz completamente calma, suave.

——Y-ya... Ya no te me mandas encima cuando me ves por las mañanas, tampoco enroscas tu brazo con el mío cuando caminamos de clase en clase, tampoco vas a casa conmigo... Sólo... no sé ——Bajé la cabeza.

Quería decirle cosas que yo no quería que salieran de mis labios.

——¿Por qué me estás diciendo esto justo ahora? ——Por fin volteó hacia mí, sus codos sobre sus rodillas, perezosamente.

Exacto Soobin, ¿por qué?

——Nada, solo que me pareció raro que dejaras de molestarme como siempre lo haces ——carraspeé un poco incómodo.

Ahora era Yeonjun quien buscaba mi mirada mientras yo huía de ella cobardemente.

Él frunció el ceño con ligereza. Pude ver cómo la comisura de su labio se elevó a la par.

——¿Estás diciéndome que me extrañaste?

Claro que no. Jamás le dije eso en sí.

Eso debí decirle, pero en ese momento, por los putos cielos que me puse nervioso. Y balbuceé, me sonrojé, y quise esconder mi cabeza en tierra porque no entendía las reacciones traicioneras de mi cuerpo.

——Yo no dije eso.

Oh sí, eso voz mía, flaquea más y podrías ser vibrador.

Maldita sea.

Odié la forma en la que una sonrisa se construyó gradual y paulatinamente en su bonito rostro, odié la forma en la que Yeonjun sonrió inmensamente, odié la forma en la que se formaron arruguitas en sus ojos, odié la forma en la que sus ojitos se pusieron chinitos. Aunque para ser honestos, había extrañado esa sonrisa de media luna esos días. ¿Extraño? Probablemente, pero no quise cuestionarlo.

Solo logró ponerme más nervioso.

Y fue mucho peor cuando Yeonjun se deslizó desde su esquina hasta la mía, cortando por completo la distancia y desconociendo el espacio personal que últimamente me había arrebatado.

Su muslo chocó con el mío de nuevo, su hombro se presionó contra el mío, y tuve que esforzarme conscientemente para no moverme o para no expresar lo que sentía con mi rostro. Me puse rígido, como una piedra.

Tenía tanto miedo de voltear la cabeza...

Mi corazón latía acelerado cuando el costado de su cuerpo se presionó contra el mío, pero literalmente sentí como todo se detuvo a mi alrededor cuando giró su cuerpo hacia mí y sentí a su barbilla descansar en mi hombro.

Jamás habíamos estado tan cerca, y esta vez era diferente, no solo por la mayor cercanía sino por la forma en la que se acercó a mí.

No era fraternal o amistosa en lo absoluto.

Su quijada perfilada me hacía cosquillas por encima de la tela de la polera, encajaba perfectamente, como si la forma de mi hombro estuviera hecha para él.

Mis manos empezaron a sudar, mi corazón era un cuento risible y mi respiración quedó estancada.

Yeonjun dejó caer de nuevo el cigarrillo que tenía en mano, este apagándose al instante. También apoyó ahora esa mano libre por sobre mi mismo hombro.

Su sonrisa era irritantemente de felicidad pura.

——Hmm... ——gruñó, su dedo índice subió lentamente por mi pecho, reposando allí dando pequeños círculos ——¿Es así? ——Me miró, joder, sentí como me miró con ojos expectantes y oscuros ——¿Me extrañaste, mon petit lapin? ——Incluso usando ese tono más grave de lo normal, casi el ronroneando en mi oreja, denotaba una inocencia genuina, como si de verdad fuera un niño pequeño curioso por saber.

Mi mente era un lío, mi corazón era un caos, y todo yo era un desastre, un desastre molesto consigo mismo por permitirse arruinarse por cosas tan fútiles.

——No.

Bueno, ni yo mismo me hubiera creído eso con lo inestable que se oyó.

Pero es que estaba tan nervioso que hasta tenía problemas para pasar saliva.

A pesar de mi mirada fija en ningún punto específico de frente, pude captar cómo Yeonjun se mordió el labio inferior, probablemente para ocultar la sonrisa que, para su mala suerte, logró escabullirse en sus rojizos labios.

Yeonjun se pegó más, por no decir que me acorraló casi aplastándome contra el barandal.

Ya fue imposible para mí seguir ocultando mi agitación, mi pecho subía y bajaba.

Eso era lo único que podía escuchar; mi respiración jodida y la suya, tranquila, cosquilleando cada vez más cerca de mi oreja.

——¿Me extrañaste, Soobin?

Odié su voz grave y ronca, no era para nada sexy. Sip, para nada.

——No.

Ok, volvió a salir mal.

Con el brazo que ya reposaba en mi hombro, busco con sus dedos mi oreja, y la apretó.

El idiota apretó mi oreja, sí.

Sentí a su índice acariciarme casi con finura. Su mirada pesada en mi rostro parco falaz.

En verdad creí que iba a desmayarme, pero por lo menos estaba sentado.

——¿Extrañaste que te toque, Soobin? ——susurró en mi oído, mandando escalofríos a cada fibra de mi ser.

Tragué duro, incovencido de si saldrían palabras esta vez.

——N-no.

Lo siguiente que supe, o más bien sentí, fueron los firmes dedos de Yeonjun en mi barbilla, obligándome a mirarlo.

Estoy seguro de que el color de mis mejillas habló por sí solo.

Su mirada oscura y dilatada parecía decir todo lo que sus labios no hacían.

Por una fractaria de segundo, estos se desviaron a mis labios, Yeonjun se lamió los suyos.

Luego nuestras miradas conectaron de nuevo. Mis latidos resonaban en todo mi cuerpo. Dios...

——Por supuesto que no lo hiciste ——dijo él con la sonrisa más burlona y atractiva de la vida, alejándose por completo luego.

Mi pecho subía y bajaba por la adrenalina que sentí en un momento tan íntimo.

Bajé la cabeza, mortificado conmigo mismo. ¿Qué carajo me pasaba? ¿Y qué carajos tenía él? ¿Me había intentado seducir o era simplemente yo el loco?

Tuve que relajar conscientemente mis músculos agarrotados. Miré al cigarrillo consumido a la mitad entre mis dedos.

Yeonjun se levantó como si nada hubiera pasado. Yo veía su espalda, preguntándome qué efecto tenía en mí, porque lo que acaba de experimentar no era normal.

Se giró con una gran sonrisa y de forma repentina, dijo muy animadamente:

——¿Vamos a comer helado de chocomenta?

Como si nada, siempre como si nada.

Bipolar.

——No soy fan ——le dije, ya tranquilizándome.

——Pena ——Me extendió la mano para ayudarme a levantarme. Cuando la tomé, fui mil veces más consciente de nuestro contacto, probablemente por lo sucedido minutos atrás.

——Bueno... ——suspiré aceptando ——Déjame apagar esto antes.

Cuando estuve a punto de botar el cigarrillo, la mano de Yeonjun agarró mi muñeca deteniéndome, apretándola casi dolorosamente.

La repentina acción me arrancó un jadeo.

Con mi muñeca reclusa, acercó mi mano entumecida hacia sus labios, y del cigarrillo preso entre mis dedos, dio una profunda calada que lo llevó a cerrar los ojos. Apretó mi mano después, con ambas suyas. La sorpresa haciéndome jadear temblorosamente de nuevo.

Se separó lentamente soltando mi mano, y con una calma envidiable, empujó de mis dedos al cigarrillo al suelo, apagándolo por fin.

——Ahora sí vámonos... Binnie ——Me sonrió.

Debo admitir que incluso si no me gustó el helado de chocomenta, ese fue el mejor helado de chocomenta que haya comido jamás. Porque lo comí con una sonrisa.












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