6 ✭
• ────── ✯ ────── •
Mallory escuchó los golpes en la puerta del departamento, guardó el diario que estaba en su mano en la maleta que llevaría consigo al subir en el avión.
— ¡Mamá!
Jo corrió hacia la puerta alistando su cabello para no causar una pregunta por su estado.
Al abrirla encontró los ojos azules del Capitán America.
— Steve — sonrió Jo al verlo.
El rostro de Jo demostraba la sorpresa que causó en Steve que borrara su sonrisa. Sin duda esa no era la reacción que esperaba o la que Natasha le dijo que tendría, tal vez debía dejar de escuchar sus consejos de amor.
— Creo que llegue en mal momento — se excusó el capitán.
Detrás de Jo se encontraba una maleta de Mallory.
— No — negó la Doctora mirando detrás suyo hacia donde veían los ojos azules del capitán. — Olvide que Mallory se iba el día de hoy, estoy por llevarla al aeropuerto.
— Si quieres podemos cancelar la cita.
Jo negó con la mano.
— Para nada, puedes ir con nosotros. He visto un restaurante donde podríamos ir a comer tiene una bonita vista.
Mallory se acercó hacia donde estaba su madre junto al capitán.
— Por mi no hay problema— sonrió Mallory apareciendo en el campo visual de Steve. — Así mi tía no se queda sola después de que vaya a dejarme y no regresa al hospital.
Jo miro mal a Mallory quien la estaba delatando enfrente del rubio.
— ¿Tienes consultas? — cuestionó Steve pensándose nuevamente en cancelar la cita.
— Es mi día de descanso — murmuro Cavanagh avergonzada. — Mallory, ve por tu chamarra y revisa que no olvides nada. Que grosera soy, Steve pasa, pasa.
— Steve, puedes pasar — hablo Mallory mirando al rubio antes de marcharse a su habitación.
El rubio ingresó al pequeño departamento, aunque a simple vista no era tan pequeño. Vio algunas fotografías de Jo junto a Mallory, alguna de la chica junto a Hill y había otra con Fury.
— ¿Gustas algo de tomar? — cuestionó Jo con una sonrisa.
— Estoy bien.
Sonrió. — Entonces danos unos quince minutos más para salir, el vuelo de Mallory sale en una hora y media.
— ¿Viajará sola?
La doctora asintió.
— Lo ha hecho antes — confesó. — María la estará esperando, siempre se encuentran juntas, es por seguridad de ella principalmente.
— ¿No es más seguro que se quede contigo?
Jo negó, un recuerdo vago de hace unos años apareció en su memoria.
— Me gustaría tenerla conmigo, y es algo que adoraría, pero es peligroso.
Steve no preguntó. Tal vez la respuesta era dolorosa para la mujer y prefería evitar algún recuerdo traumático, aún ni era momento de que sacaran las heridas a flor de piel.
Mallory apareció con una maleta de mano y arrastrando otra maleta.
— Déjame ayudarte — habló Steve acercándose hacia la adolescente.
La menor agradeció, guió a Steve hasta la camioneta de su tía.
Jo miro por encima de su hombro, en dirección hacia el pequeño balcón que tenía en su departamento.
Había tenido una extraña sensación ¿acaso era posible? Negó en repetidas ocasiones. Pensó que unos ojos la estaban mirando fijamente, pero ella había escapado de su pasado, los había dejado atrás y sin mirar por el retrovisor, ellos no sabían en donde se encontraba ella y no podían rastrearla.
Intento ignorar la sensación, calmando la piel que se erizó en su espalda. Dio varias bocanas de aire antes de tomar su bolso e irse del departamento.
Tuvo que hacer una pequeña nota mental para comenzar a buscar un nuevo departamento.
— ¿Segura que no olvidaste nada? ¿Los diarios? ¿Computadora? ¿Chamarra? — cuestionó Jo con cautela.
— Me he llevado todo, tía — aseguró Mallory. — No he dejado nada mío, es como si no hubiera estado allí jamás.
Jo abrazo a su hija, supo que el estar separadas para ambas era una tortura, pero la doctora no quería arriesgarse a que alguien las encontrara, a qué lastimaran a su hija nuevamente.
— Ten cuidado, hija.
— Te avisaré cuando llegue — afirmó la menor. — Saludare a Hill de tu parte. Capitán.
Steve quien estaba a unos pasos de distancia de las mujeres cuidando las maletas, miró en dirección hacia Mallory.
— Puedo pedirte que cuides a mi tía, por favor.
— Intentaré que no se meta en más problemas.
Mallory sonrió, volvió a abrazar a su tía antes de despedirse.
Steve dio un paso para estar cerca de Jo, la mujer se abrazó a sí misma intentando que las lágrimas no se cayeran por sus ojos.
Estuvo mirando el pasillo hasta perder de vista a Mallory.
— ¿Quieres tomar un café? — pregunto Jo mirando al rubio.
— Si no tienes problema con elegir uno por mi.
Jo sonrió. Tomó la mano de Steve para que la siguiera. Un acto inconsciente que logró entrelazar ambas manos.
Steve no tenía el conocimiento de una cita o lo que debía hacer en ellas y Jo había olvidado la última vez que salió con un chico en una cita de manera decente y no un encuentro casual de una sola noche.
El olor de la cafetería los inundó, no solo por los granos de café o el olor a chocolate, también tenían postres.
— Mi recomendación sería una mezcla de café con chocolate y un poco de crema batida — explicó Jo al entrar al lugar mirando el menú.
— Dos entonces.
Jo le pidió a Steve que buscara una mesa donde le agradara la vista. El rubio noto la tranquilidad de la doctora pedía las bebidas.
Busco una pequeña mesa cercana a una ventana donde ambos podían ver la vista.
— Está cafetería solo tiene dos sucursales — comentó Jo llevando consigo las bebidas. — Una está cerca del aeropuerto y la otra está cercana al hospital, por eso la descubrí.
— Entonces, eres de tomar mucho café, doctora Cavanagh.
Jo no pudo evitar sonreír.
— Cada doctor tiene una adición a algo, para unos es los cigarrillos, otros la bebida, el café o el sexo.
Steve casi se ahoga por la ultima palabra que dijo Jo.
— Ahora, me dirás por qué estabas afuera de mi departamento, no recordaba que tuviéramos una cita pendiente.
Era cierto, ambos no se habían visto desde que despidieron a Fury en el cementerio. Pero Natasha se encargó de decirle a Steve que la doctora estaba interesado en el, incluso le consiguió el número de su casa.
— Natasha.
Cavanagh sonrió al escuchar.
— Veo que no soy la única que sus amigos le hacen citas — río la doctora.
— Créeme, ha intentado conseguirme citas desde que nos conocemos.
Jo río, y Steve no pudo evitar sonreír también, la mujer comenzó a contarle sobre ella, algo que Steve agradecía para no decir que sus últimos años fueron en un cubo de hielo debajo del agua, aunque ella ya sabía eso.
Sin embargo, Jo también estuvo algo curiosa al escucharlo, saber cómo era su vida antes de caer congelado o incluso antes del suero.
Querían dejar de ser dos extraños.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro