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Una de las muchas cosas que Jo disfrutaba era ver el sol al salir durante las mañanas. A ella no le importaba si salía de un turno de doce horas, una cirugía de seis o tenía que levantarse temprano, a ella le encantaba las tonalidades que el sol dibujaba en el cielo la hacía recordar a su familia, la hacían recordar su pasado.

Retiro las gafas oscuras de su rostro al tomar asiento en la mesa donde estaba su amiga.

— Te ves más pálida ¿Has estado comiendo bien? ¿Segura que tomas tus vitaminas? — preguntó María con un pequeño tono de burla en su voz.

Jo rodó los ojos al escucharla. — Ja ja ja, no sabía que en Shield les daban cursos de medicina.

— Si, pues, tú eres la que nos ha dado los cursos de supervivencia básica y otros — Hill bebió de su taza de café.

— Fury me pagaba — recordó Cavanagh.

— Mentira, Fury te insistía en pagarte y tú lo rechazabas — recalcó Hill.

El mesero apareció dejando un vaso de naranja enfrente de Jo, para tomarle su orden de lo que iba a consumir.

— La próxima vez ordenaré por ti, tal vez así dejes la cafeína — dijo Jo mientras miraba a Hill quien me guiñó un ojo.

La ex agente dejó su vaso en la mesa. — ¿Y Mallory?

— Fury fue a buscarla desde temprano, dijo que necesitaba tiempo de calidad con su nieta.

— ¿Cuándo fue la última vez que estuvimos los cuatro juntos? Creo que lo he olvidado.

— En la celebración del día de las madres, Mallory nos quería juntos de nuevo, tengo la fotografía todavía.

Un pequeño silencio se formó entre ambas, Jo sintió la nostalgia de ese momento. Extrañaba el sentirse en familia, poder recurrir a alguien en búsqueda de consejos o simplemente poder reunirse con ellos y hablar de sus viejas anécdotas, era una vida que no podía permitirse tener.

— ¿En qué piensas? — la cuestionó Hill al ver que la doctora se había quedado en silencio por mucho tiempo.

— En Mallory...

Hill cruzó sus manos sobre la mesa mirando fijamente a su contraria, tenía tanto tiempo conociéndola que con tan solo una mirada sabia lo que estaba ocurriendo en su mente.

— No — se negó la ex agente.

— Ni siquiera he dicho algo, María — se defendió Jo.

— No necesitas decir nada para saber que estás pensando, te conozco bien Josette — regaño Hill a su amiga quien rodó los ojos al escuchar su nombre completo, ella lo odiaba. — No me llevaré a Mallory, no de nuevo, ella necesita pasar más tiempo contigo y no solo dos semanas.

Jo suspiro sabiendo que esa conversación la tenían cada vez que se veían. — Sabes que si Mallory se queda conmigo corre demasiado peligro.

— Déjame decirte algo Jo, estamos en un siglo diferente, los pecados del los padres ya no se transmiten a tu hija, y ella tiene una tía que la defenderá de quien se atreva a tocarle un cabello.

Jo se acercó un poco hacia adelante sabiendo que esa conversación siempre tenía el mismo resultado.

— Mis enemigos intentarán lastimarla y prometí cuidar de Mallory, jamás me perdonaría si algo le pasara, por favor Maria, en Industrias Stark no va a sucederle nada.

María soltó el aire al mismo tiempo que se frotaba la sien cansada del mismo tema.

— Está bien, pero tienes que prometer que irás a verla.

— Lo prometo. 

El desayuno entre ambas continuó, dejando de lado su pequeño debate sobre qué era mejor para Mallory. A pesar de que Jo quería pasar tiempo con ella, sabía que no siempre tu pasado se queda oculto y que tarde o temprano este regresa para cobrarte una factura razonable.




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Cavanagh marcó la hora de su turno al llegar. Subió en el elevador hasta el último piso para comenzar con sus guardias.

Mientras subía el elevador su cabeza seguía pensando en la conversación que tuvo con María sobre Mallory. Sabía que tenía razón, pero tenía miedo que su pasado familiar arrastrara a Mallory en un caos del cual fuera demasiado tarde sacarla.

Tomó el expediente que estaba afuera del cuarto en el que entró, no sin antes saludar a los guardias de afuera quienes le pidieron su identificación.

Sam Wilson estaba sentado en una silla aparentemente dormido, una melodía sonaba en la habitación que relajaba a la doctora.

— Buenos días Wilson — saludó Jo dejando un café al lado del moreno junto a un sándwich.

El hombre abrió sus ojos mirando a la doctora que estaba revisando los signos vitales de Steve.

— Buenos días.

— ¿Cómo pasó la noche nuestro paciente? — preguntó Jo haciendo unas anotaciones. — Si necesitas descansar puedes irte, nosotros cuidaremos de él.

— Estuvo bien, y gracias doctora, estoy bien, Natasha tendrá una reunión pronto así que no puede venir y María se irá pronto.

Jo asintió dándole la razón al moreno, la conversación no continuó cada uno absorto en sus propios pensamientos. Steve comenzó a removerse en la cama, escuchó la melodía que conocía.

— A tú izquierda — murmuró Steve.

Sam río al escucharlo, Jo sirvió un poco de agua en un vaso para entregárselo al recién despierto.

— Bienvenido, Capitán Rogers.

Steve miró a Jo descubriendo esa amabilidad que mostró desde el primer día, la había juzgado mal todo este tiempo, creyendo que ella sería una infiltrada más de HYDRA. Se permitió detallar su rostro sin parecer un acosador, mejillas levemente sonrojadas cabello castaño y atado en una media coleta, una marca de ojeras en su rostro que debían ser producto de las largas horas de trabajo, sus labios, no eran grandes ni pequeños, tenían un color rosado que lo hizo apartar la vista tras quedarse varios minutos de más observándola.

— Muchas gracias, Jo — agradeció Steve después de que ella terminara de revisarlo.

Una sonrisa apareció en los labios de la doctora. — No hay de que, Capitán Rogers, es mi trabajo, además es un buen día para salvar vidas.

Steve siguió con la mirada los movimientos de Jo, quien sabía de la mirada del ojo azul en ella prefiriendo fingir que no se había dado cuenta en absoluto.

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