1✯
• ────── ✯ ────── •
Los días en urgencias eran una completa locura, gritos y personas corriendo de un lado al otro, no podía quejarse a ella le gustaba estar en el hospital y más cuando era jefa de su área, los días en urgencia eran su distracción hasta que su amiga llegara a la ciudad y pudieran ponerse al corriente de lo días en que no se habían visto.
Jo esperaba que pronto fuera su descanso de media hora, podría tomar un poco de café y comerse la mitad de su sándwich que dejó del almuerzo o incluso compre una barra de la máquina expendedora.
Llevo la mano a su cuello sobando esa área debido al cansancio que estaba sintiendo en su cuerpo, sintió su teléfono vibrar en el bolsillo de su bata se trataba de un mensaje, había estado ignorando durante toda la semana las llamadas de cierto numero, ella deseaba dejar el pasado atrás no tenía casi remover viejas heridas. Tal vez por esa razón no hablaba con sus compañeros para evitar que le preguntaran sobre su pasado.
Sintió el vibrar de su aparato médico en el otro bolsillo de su bata que anunciaba la llegada de una emergencia, se pasó las manos por el rostro preparándose para la urgencia.
Por la puerta entraron paramédicos empujando una camilla rápidamente, Jo pudo visualizar a una mujer rubia que había visto antes por los pasillos que venía de vez en cuando, Sharon Carter.
— ¿Qué tenemos? — preguntó Cavanagh a los paramédicos.
— Heridas de bala, son tres y múltiples fracturas, creemos que sufrió un accidente y no se atendió hasta que recibió las balas, por las lesiones creemos que estas sucedieron hace unas horas atrás — informó el paramedico. — Cuando lo encontramos estaba inconsciente, doctora Cavanagh.
Jo estaba por revisar al hombre sabiendo que era de importancia máxima, pero al verlo su expresión cambió drásticamente, teniendo que cambiarla nuevamente para que no se dieran cuenta.
Se trataba de Nick Fury.
— Llévenlo a un elevador ahora, preparen un quirófano avisen que vamos enseguida y que es urgente.
Ante las órdenes de Cavanagh todos comenzaron a movilizarse, las enfermeras en la parte detrás del escritorio llamaron a quirófanos pidiendo que estuvieran preparados, Jo estaba por correr al ascensor siguiendo a los demás cuando un brazo la detuvo.
— ¿Qué haces aquí? — la voz de la doctora demostraba su sorpresa. — Creí que llegarías el fin de semana, María.
— Sabes que hacer, Jo. Él te lo pediría — Hill sonaba autoritaria ignorando su pregunta, soltó un suspiro antes de continuar. — Ella está a salvo, la he traído conmigo está abajo en la cafetería sabe que es arriesgado que estemos juntas podrían descubrirnos.
Jo no respondió asintiendo al saber que debía hacer, lo habían ensayado en múltiples ocasiones y teniendo demasiadas teorías. María Hill metió una jeringa en la bata de la doctora dejando que ella se marchara para la cirugía.
Ato su cabello para colocarse la cofia, entró a la cirugía lavándose las manos durante un par de minutos, los asistentes le colocaron una bata especial.
Jo se acercó metiendo su mano en su bata sin que los demás se dieran cuenta el contenido de la jeringa que Hill le entregó, vio a la mujer afuera de cabello pelinegro que asentía mientras hablaba por teléfono. Estaban por iniciar la cirugía cuando escuchó que dos personas entraban, una mujer de cabellos rojos y un hombre rubio, sabía quienes eran sus caras habían estado por todas partes tras lo sucedido con los alienígenas.
Estaba concentrada en la operación viendo como cada uno de sus movimientos fueran los correctos sin equivocarse cuando escuchó el pitido de las máquinas anunciando que el ritmo cardiaco disminuía en picada, Jo intentaba hacer de todo para salvar a su paciente, pero nada funcionaba.
— ¡Carro rojo! Necesito un carro rojo ¡Ahora!
Todos se movieron para traer el carro rojo que ordenaba Jo, poniendo el gel frío en la paletas.
— ¡Atrás! — ordenó. — ¡Despeguen!
Nada.
— Una más ¡despeguen! — nada. — Epinefrina, necesita
epinefrina. Una más, una descarga más ¡despeguen!
Una mano se posó en la suya deteniéndola para que dejara de intentarlo sabiendo que el paciente se había ido. Jo se quitó la cofia frustrada mirando a los tres detrás del cristal, negó con la cabeza, declarándolo muerto.
Salió de la cirugía frustrada, nunca le gustó declarar la muerte de un paciente aún cuando sabía que no siempre todas la cosas podían ser salvadas, era un arma de doble filo en su trabajo.
Se armó de valor para entrar a la puerta continua e informar el deceso de su paciente.
— Buenas noches, soy la doctora Cavanagh — se presentó Jo ante los tres presentes. — El paciente llegó grave, con heridas de balas y múltiples fracturas perdió demasiada sangre y debido a la gravedad... — Hill asentía en silencio, la pelirroja lloraba en silencio y el hombre rubio se mantenía con la mandíbula tensa. — El falleció, lo lamento. Una doctora los buscará para que puedan despedirse, nuevamente lamentó su pérdida.
Salió sin decir algo más o dejar que ellos hicieran preguntas, quería escapar lo más rápido que podía de aquella habitación. En uno de los pasillos cuando se dirigía nuevamente a urgencias, alguien la arrastró en una de las habitaciones vacías. María Hill la abrazó dejando que Jo derramara lágrimas sobre su hombro, sabía el secreto que estaban ocultando.
— Nos ayudarás ¿cierto? — preguntó Hill. — Él te lo pediría.
Jo se quitó las lágrimas del rostro para mirar a la agente. — Sabes que lo haré, Hill, nadie lo puede hacer mejor que yo.
Ambas rieron ante el comentario de Cavanagh. Fue turno de Jo de abrazar a Hill, a pesar de que ambas sabían que era una mentira, sintieron como si estuvieran perdiendo a alguien.
La puerta se abrió una vez más revelando a una joven de unos aparentes doce o trece años que entró dispuesta a abrazar a ambas mujeres la primera en extenderle los brazos fue Jo, las tres se fundieron en un abrazo familiar, ahora estaban juntas y a la vez heridas.
A Jo jamás le gusto reunirse con las persona que quería en los peores momentos, pero nunca se cumplía lo que ella deseaba.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro