Historia IV
Número de Palabras: 2079
Sobre la Trama: Tres veces en las que Denki le pide a Hitoshi fingir ser novios y una en la que Hitoshi se lo pide.
[...]
La primera vez que Denki le pidió fingir que eran pareja estaban cerca de cumplir dieciocho años y Hitoshi llevaba un año en la clase 2A, sin embargo todavía lograba sorprenderse con las ocurrencias que Denki compartía con él de vez en cuando.
—¿Qué?
Denki suspiró y volvió a explicarle la situación de forma calmada y con pausas que es como la gente normal suele hablar.
—Habrá un sorteo en Shibuya a finales de mes, el premio es una cena privada con Mt Lady, pero solo pueden participar parejas porque es un evento organizado para San Valentín, así que necesito que finjas ser mi novio para que podamos concursar.
Sonaba raro pero Hitoshi había visto otros promocionales con condiciones más estrictas, en lugar de preguntar por los detalles simplemente dijo.
—¿Por qué no le dices a Kirishima?
—Kirishima ya tiene pareja.
—¿Y? Dile que te lleve.
—Lo siento, no se puede, ya está ocupado.
—Lleva a Sero.
—ehr... lo siento, Sero también está ocupado.
—¿En qué?
—Trabajo y cosas y así. Tu eres mi única opción, Sinshou, por favor.
Y lo peor es que uso la traicionera expresión de "por favor" que incluía manos unidas, ojos grandes y una expresión de cachorro abandonado.
—Ahg, me voy a arrepentir.
—¡YEY!
—¿Y ahora qué?
—¿Estás libre el sábado?
—¿Para qué?
—Bueno para participar en el concurso tienes que enviar una foto de la pareja y un breve resumen de como se conocieron y por qué creen que Mt Lady es la heroína del amor.
—Puedes tomar la foto ahora y listo.
—Aja, lo pensé, pero necesito que se vea más natural. Pensé que sería apropiado salir, ir a comer, un helado tal vez, ir al cine, tomaremos varias fotos y la que se vea mejor es la que enviaré al concurso.
Hitoshi había suspirado.
—Está bien, ¿necesitas-?
—No, tengo todo planeado, tú solo ve a la entrada el sábado a las once.
Fue así como el sábado temprano Hitoshi se encontró en las puertas de la escuela vestido con jeans, la primera camiseta limpia que encontró en su closet y una chaqueta deslavada. No se esperaba que Denki se apareciera vestido adorablemente en un conjunto limpio que incluía unos pantalones que parecían nuevos, una camiseta sin logos, una sudadera blanca y una chaqueta de mezclilla. Complementaba su atuendo con unas zapatillas de tela blanca que no añadían nada a su altura y lo hacían ver encantadoramente pequeño.
—Creo que tengo que ir a cambiarme —fue lo único que Hitoshi alcanzó a decir una vez que su cerebro proceso la imagen que tenía enfrente.
—¿Qué? ¡No! Estás bien. Ahora vamos, tengo planeado todo el día.
Lo arrastro del brazo por la calle hasta la estación del tren sin dejar de parlotear sobre las actividades del día. De cerca Hitoshi podía oler el champú de su cabello combinado con una tenue esencia de algo que parecía colonia.
Era altamente distractor, tanto que no fue hasta que volvieron a casa que se dio cuenta que Denki no había sacado ni una sola foto en todo el día. Interrogado al respecto Denki pareció repentinamente alterado.
—Oh, shut, lo olvide, pero eh... revise la convocatoria y resulta que el envío de las fotos era ayer así que uf... pierde cuidado.
No volvieron a tocar el tema de las fotos pero siguieron yendo a Shibuya dos vez por mes para ver una película y comer chucherías.
hmm
[...]
La segunda vez que Denki le pidió fingir ser pareja se acercaban al final de su tercer año en Yuuei y Hitoshi ya se había acostumbrado a las manías de Denki, pero seguían sorprendiéndolo.
—¿Qué?
Era su pregunta favorita, usualmente tenía que intercalarla un par de veces en sus conversaciones con Denki porque este solía lanzarse a recitar monólogos largos y a veces incomprensibles. Denki nunca se ofendía y siempre se tomaba el tiempo para explicarle la situación las veces que fueran necesarias.
—Dije que necesito tu ayuda para una broma de fin de cursos.
—Esa parte sí la entendí, lo que no entiendo es por qué tenemos que fingir salir juntos.
—Porque así cuando tú "mueras", tendré la excusa perfecta para ir a encerrarme a mi cuarto. Y la broma podrá empezar.
—Sí, ya que mencionas la broma, ¿has pensado en las implicaciones que tendrá encerrar a todos tus compañeros en los dormitorios después de convencerlos de que hay un asesino suelto que en realidad eres tú disfrazado tratando de asustar a la gente?
—¿Qué implicaciones? Es un plan genial.
—Con el pequeño detalle que todos ellos van a graduarse como héroes, antes que asustarse van a terminar matándote.
—Te escucho, te escucho, sí, veo lo que tratas de decir.
Parecía realmente deprimido así que a Hitoshi suspiró y dijo:
—Hay una tienda en Shibuya que vende disfraces, podemos buscar algo que te sirva.
Eso había hecho que Denki se iluminara como una maldita serie navideña. Pura felicidad e inocencia.
—¡Sí!
Y habían ido. Se habían pasado horas en la tienda con Denki haciendo desfile de todos los absurdos disfraces mientras buscaba algo realmente aterrador, por desgracia el efecto se perdía porque se soltaba a reír cada vez que Hitoshi hacía un comentario sarcástico de su atuendo.
Al final Denki no se había decidido por ninguno, en cambio compraron un helado de vuelta a casa y Hitoshi se había despedido esa noche con una pregunta.
—Si quieres celebrar el fin de año, ¿por qué no haces una fiesta?
La respuesta de Denki había sido una sonrisa brillante.
—¿La organizas conmigo?
¿hmm?
[...]
Hitoshi llevaba seis meses en su nueva pasantía cuando Denki le pidió por tercera vez fingir que eran novios.
—Verás —dijo muy serio mientras caminaba a su lado— mi prima se casa, y será una boda inmensa. Ya sabes, adornos, música, baile. Y mi madre insiste en que lleve un acompañante.
—¿No crees que ella quiera que lleves a una chica?
—Si llevo una chica planeará mi boda en menos de seis meses.
—¿Y eso no pasa con un chico?
—Es una posibilidad pero menos probable que con una chica.
—Aún en ese caso no tenemos que fingir ser novios.
—Si te llevo como amigo mi madre te encontrará pareja. Créeme. Si quieres bailar con una chica allá tú, yo solo estoy evitando que te avergüences a ti mismo.
—Me ahorraría la vergüenza si no fuera a la boda.
—Pero te perderías el pastel.
—El pastel no me gusta para empezar.
—Pero este podría gustarte, podría ser el pastel que te haga cambiar de opinión. El pastel que te abra el mundo del dulce.
—Es un pastel.
—¡Shinsou, por favor! Necesito tú ayuda.
No, ni aún después de haber salido de la escuela Hitoshi podía resistirse a esa expresión.
—Muy bien —dijo— pero no bailo.
Fueron a la boda y no estuvo mal. El pastel estaba bueno aunque tampoco cambio su visión sobre ellos. La recepción fue larga, llena de parientes Kaminari que parecían poseer fuentes inagotables de energía pero era divertido escuchar a Denki mientras lo ponía al corriente de los últimos cotilleos.
Y fiel a su palabra Denki no lo hizo bailar, si alguna de las chicas de la fiesta se acercaba para pedírselo, su amigo se materializaba de pronto, lo tomaba de la mano disculpándose con las chicas y después se lo llevaba al otro lado del salón para seguir charlando.
Era curioso eso de sentir la mano de Denki dentro de la suya, más aún aceptar la comida que le daba en la boca. Hitoshi procuro no pensar mucho y se dejo llevar. Saludó cordialmente a toda la gente que Denki le presentaba y aceptó estoicamente los murmullos halagadores que recibía, y nunca era él quien tomaba la iniciativa de soltar la mano de Denki por lo que se pasaron casi toda la boda con las manos unidas.
hum
[...]
Hitoshi cumplió un año en su nuevo trabajo cuando Denki le pidió una vez más fingir ser pareja.
—Conozco a esta chica —dijo— y no importa cuántas veces le diga que no insiste e insiste que quiere salir conmigo. Y la última vez que la vi cometí el error de decirle que ya estaba con alguien. Me pregunto con quién y le dije tu nombre.
—¿Por qué mi nombre?
—Uf, no sé, fuiste el primero en quien pensé.
—Pero pasas más tiempo con Kirishima.
—Si, bueno, no fue su nombre el que se me ocurrió.
—Pero dudo que ella crea que soy tu novio, no es-
—No le dije que fueras mi novio.
—Le dijiste que estabas con alguien.
—Sí —se revuelve nervioso en su lugar y empieza a juguetear con la cuchara del azúcar—. Y ella me dijo que no creía que tuviera una novia porque no había fotos ni menciones de ella. Entonces le dije que no era una ella. Le dije que eras tú. Y ella me dijo que tampoco valía porque no nos había visto juntos en los últimos dos meses. Así que le dije que era secreto. Y bueno, tal vez, es probable, que le hiciera entender que nuestra relación era más seria que eso y que la manteníamos en secreto porque-
—Espera, espera, ¿ella cree que soy tu esposo?
—uh, mmm, ¿mi prometido?
—Ella cree que soy tu prometido.
—Sí, y resulta que su hermana es planeadora de bodas así que me insistió en que fuera a conocerla porque según ella podía ofrecernos un descuento para organizar la nuestra.
—¿Vamos a casarnos?
—¡No! Pero necesito que vengas conmigo y finjas, ya sabes, ser mi prometido frente a la hermana. Le diremos que ya tenemos todo lo necesario y nos iremos. Y entonces me dejará en paz.
Hitoshi estudio la bebida que tenía frente a él en silencio.
Habían pasado tres años desde que la primera vez que Denki le pidiera fingir salir con él para unas fotos que nunca se tomaron. Habían sido casi dos desde que organizaran la fiesta de fin de cursos para todos los chicos de su salón. Y se cumplirían seis meses desde la boda.
Tal vez Hitoshi había estado ciego al principio, algo lógico considerando que nunca habría esperado esa clase de atención de alguien tan brillante, enérgico y completo como era Denki. No es que fuera denso, tan solo no quería buscar un significado oculto en cosas que Denki hacía de la manera más honesta posible, pero suponía que iba a tener que empezar a cuestionarse ciertas cosas antes de que Denki lo convenciera de fingir una boda.
—Lo siento —dijo y se armó de valor— pero no puedo fingir salir contigo.
La sonrisa había desaparecido del rostro de Denki que de pronto fue incapaz de sostenerle la mirada y tuvo que centrar su atención en la taza.
—Lo entiendo, sí, perdóname. No debí-
—No puedo salir contigo porque voy a empezar a salir con alguien más.
La expresión de Denki se había congelado en una expresión de pánico y dolor, había durado dos segundos antes de que el muchacho consiguiera sacudírsela.
—¿En serio? ¡Felicidades!
—No me felicites, todavía no se lo pido.
—uhm, bien, no sabía- quiero decir nunca dijiste- uhm, como sea-
—¿Saldrías conmigo, Denki?
—wow, mira la hora, realmente tengo- espera, ¿qué dijiste?
—¿Saldrías conmigo, Denki?
—¿En plan mentira?
—No, en plan veamos una película el sábado y déjame llevarte a casa.
Lo asombroso de Denki no eran sus planes absurdos y su energía inagotable, eran sus reacciones inesperadas. Como la que tuvo en la mesa de la cafetería después de oír a Hitoshi invitándolo a salir: Se puso rojo desde el cuello hasta las orejas y se le quedo mirando con la misma expresión infantil de aquellos que acaban de presenciar un milagro.
—¿Me estás tomando el pelo? —preguntó al cabo de un momento sonando tremendamente inseguro
—No, te lo estoy pidiendo en serio.
—En ese caso, ¡sí!, quiero decir, claro, por supuesto —y no dejó de repetir lo mismo sin dejar de sonreír— espera, uh, el sábado no puedo, es el cumpleaños de mi madre y mi familia hará una reunión, pero puedes venir, si quieres. A mi abuela le caíste muy bien.
Hitoshi se ríe, se acuerda de la abuela de Denki, se pasó media hora charlando con él repitiéndole lo guapo que era y lo mucho que se parecía a su difunto esposo.
—Iré, pero sigo sin querer bailar.
—No importa, al menos esta vez no tendré que buscar excusas para tomarte de la mano.
Hitoshi vuelve a reírse y Denki se ríe con él.
[...]
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