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Historia I

En conmemoración a los 300 seguidores publico este one shot.

Sobre la Trama: Está historia nació gracias a un prompt que me dio @AlmaVieja-en-WP que decia "Cena Navideña con los suegros", y planeaba publicarla en un libro de historias de navidad, pero de esas solo llevo escritas dos así que mejor las publico separadas.  

         Número de Palabras: 1980

         Pareja: ShinKami


[...]

Denki es un chico de extremos: O le gusta o le disgusta, nunca hay términos intermedios.

Por ejemplo Denki ama muchísimo a su novio Hitoshi, adora su personalidad calmada, su mirada soñadora, su pelo esponjoso. Le gusta que sea inteligente, sarcástico, y que tenga una fascinación secreta por los gatos. Especialmente tiene debilidad por el hecho de que mide diez centímetros más que él, algo que lo convierte en una fuente de abrazos inmensos y cómodos.

En el extremo opuesto de su rango de gustar esta Shota Aizawa, su profesor de física, a él lo odia, lo recontra odia y lo aborrece. No es mal maestro y es tal vez por eso que Denki no puede soportarlo, porque no es malo y Denki no puede usar eso como un argumento contra él.

¿Por qué lo odia? Porque imparte la clase más aburrida de su semestre -Física II-. Lo hace con una cara de hastío tal que Denki siempre tiene ganas de dormirse, y nadie puedo culparlo siendo que la clase es a las siete de la mañana los lunes, miércoles y viernes.

Los viernes son los peores -es horario doble- y Denki siempre está mirando el reloj a la espera de que termine para volver a su dormitorio, echar una siesta y regresar para el quinto periodo de la mañana.

No ayuda que cada viernes el profesor Aizawa deje de tarea un cuadernillo de ejercicios para entregar el lunes. Un cuadernillo de cincuenta problemas que Denki aborrece. Ese cuadernillo es la razón de que Denki no pueda salir de fiesta los viernes ni los sábados. Aprendió de mala manera que no trabajar en el maldito cuadernillo involucra reprobar el examen, no porque el profesor le descuente puntos por no entregarlo sino porque el maldito cuadernillo sirve de repaso para el examen y si lo haces, apruebas.

Es una regla tácita y Denki ha tenido que aprenderla a las malas -Física I es el ejemplo-. En conclusión, Denki aborrece los cuadernillos pero necesita hacerlos para pasar la materia, por lo tanto aborrece al profesor por ser bueno y obligarlo a trabajar en fines de semana.

Así pues existen dos personas en este mundo que orbitan en extremos opuestos de la regla con la que el mide su "amor", y lo que menos habría esperado es tenerlos a ambos sentados en la misma mesa.

Pero ahí esta y se quiere morir.

Se ha querido morir desde que tocó la puerta y la persona que le abrió fue su profesor, pero tal vez debamos rebobinar un poco para ver cómo es que termino en esta situación.

[...]

—¿Cuándo te vas?,—pregunta Hitoshi sentado en la cama mientras Denki rebusca en su armario un suéter para salir.

—¿Irme?,—responde Denki distraídamente revisando la sudadera por si huele feo.

—¿A casa? ¿vacaciones?

—Oh... no iré, mis padres viajan para ver a mi hermana. Pasarán las navidades con ella y volverán para año nuevo.

—¿Te quedarás aquí?

—Mis padres querían que fuera con ellos, pero es viajar más de seis horas y tengo el examen de física el viernes y tarea para las vacaciones. Si me voy no haré nada.

—Oh, bueno, ¿qué te parece si vas a mi casa?

La sonrisa de Denki florece.

—¿Podré quedarme a dormir?

La respuesta de Hitoshi es una sonrisa perezosa antes de arrastrarlo hasta la cama, olvidada la intención de salir.

[...]

Hitoshi se marcha a su casa el jueves y Denki promete alcanzarlo el viernes mismo, pero el examen de Física es tan horrible que al terminar Denki se marcha a su cuarto a dormir con la sensación de tener la cabeza exprimida, los ojos cansados y sin una sola pizca de energía.

Le envía un mensaje a Hitoshi antes de dormirse: 'El examen ha sido horrible y me falta entregar mi proyecto de biología, por suerte tengo hasta mañana. Sé que dije que saldría hoy y que irías a recogerme a la estación de autobuses, pero tal vez tenga que salir hasta el domingo. No estoy seguro. Envíame la dirección y te avisaré en cuanto esté llegando.

[...]

Hitoshi vive a una hora en autobús del campus universitario, así que el mismo sábado por la tarde, después de terminar con sus pendientes, Denki compra un boleto y dormita durante el viaje hasta la terminal.

Una vez ahí hace una parada en el centro para comer y comprar regalos para el tío de Hitoshi y para Hitoshi mismo. Siendo que es la primera vez que visita el hogar de su novio, Denki está decidido a causar una buena impresión. Por lo que sabe los padres de Hitoshi murieron cuando este era muy pequeño y desde entonces ha vivido con su tío.

Denki no lo conoce, sabe que es profesor en la universidad, pero la única vez que Hitoshi intento hablarle de él Denki lo detuvo.

—No, no me lo digas.

—¿Por qué?

—Porque si lo sé y es uno de mis profesores me será imposible mirarlo a la cara sin pensar en todas las cosas que hemos hecho.

—Tampoco hemos hecho tantas cosas.

Denki había sonreído—Habrá que remediarlo—antes de inclinarse a besarlo.

La identidad del tío de Hitoshi había sido puesta en pausa mientras ambos aumentaban la lista de cosas que hacían a Denki fantasear durante las clases de Física.

Que Hitoshi deseara invitarlo a su casa era un pequeño paso que hacía creer a Denki que su fantasía de terminar el colegio y rentar un pequeño apartamento con su novio no era, después de todo, una idea tan descabellada.

Todo parecía perfecto. Idílico.

Hasta esa tarde en que llamó a la puerta del apartamento de Hitoshi y la persona que lo recibió fue su profesor de Física.

[...]

En el futuro Denki recordará ese momento y se reirá. Será una de esas anécdotas que se cuentan con los amigos y la familia, un suceso tan extraordinario e inusual que levantará sonrisas y felicidad.

Pero será en el futuro. En el presente las palabras que Denki tenía cuidadosamente preparadas se le pudren en la boca y del espanto no consigue decir nada.

Peor aún tampoco consigue dejar de mirar. Tiene la vaga -la excéntrica- sensación de que si parpadea la pesadilla desaparecerá. Así que parpadea. Una vez. Y luego otra. Y una más. Hasta que se marea.

Pero la pesadilla sigue ahí. Rostro alargado con la tez pálida de aquellos que no suelen salir al sol, barba de días y ojos rojos, desgastados de tanto leer números. Su mueca es ligeramente irritada como si estuviera desperdiciando valiosísimos segundos de su tiempo en abrir la puerta. Es la misma expresión que tiene cuando hace una pregunta en clase y nadie de sus alumnos alza la mano para contestar.

—¿Hm?

Y su voz sigue siendo ese sonido calmado capaz de paralizarte con una simple palabra. Por reflejo Denki aprieta la botella de vino que tiene en la mano y balbucea, exactamente igual a como lo hace en clase.

Su cerebro piensa 'Me he equivocado, lo siento', pero su boca solo consigue mascullar algo parecido a 'meecoado, losien'. Retrocede y está listo para salir corriendo cuando llega.

—¡Denki!

Hitoshi se materializa frente a él y es su presencia la que evita que Denki se convierta en un charquito de vergüenza frente a su departamento.

Denki casi no presta atención a las presentaciones, le entrega el vino a Hitoshi -o más bien lo suelta cuando siente el tirón en la botella-, saluda -o mejor dicho murmura algo que bien podría ser 'mucho gusto' aunque suena más bien como 'gosto'- y se deja llevar por el apartamento mientras Hitoshi lo interroga sobre su viaje.

Shota Aizawa se aleja hacia la cocina y ellos avanzan en dirección contraria, apenas la puerta del cuarto de Hitoshi se cierra Denki reacciona.

—¿Aizawa?,—es lo primero que consigue articular encarando a su novio—¿Tu tío es Aizawa?

La expresión avergonzada de Hitoshi es adorable, pero el espanto impide que Denki la aprecie en toda su magnitud.

—Quise decírtelo, ¿recuerdas? Pero tú dijiste...

—No importa que haya dicho tú-, oh mierda, todas las veces que he hablado mal de él, oh, ¿por qué nunca has dicho nada?

—Si te sirve de consuelo él sabía que tú no sabías, y era divertido oírte.

—¿Divertido?, ¿crees que pued-?, oh, mierda, ¡mierda!

—¿Qué pasa?

—Lo vio, oh dios, lo vio.

—¿Qué?

—Me gusta escribir tus iniciales en las esquinas de mis cuadernillos, pero a veces me gusta poner tu nombre. Junto a un corazón. ¡No, no, no, nonono! creerá que soy un maniático obsesivo. Creerá-, mierda, mierda. ¿Qué tal si puede leer la mente?, ¿y si sabe que pienso en ti cuando estamos en clase?, ¿podrá oírme pensar? Hay muchos escenarios triple equis en mi cabeza, ¿qué tal si los ha visto?, oh mierda, ¿y si-?

Siempre que Hitoshi se ríe es un espectáculo digno de ser contemplado, su expresión se relaja, sus ojos brillan y el sonido que brota desde su interior es relajado y vibrante. Su risa detiene la espiral de pánico que sigue creciendo en Denki.

Los dedos de Hitoshi están tibios cuando los desliza por su mejilla hasta llegar a su oreja.

—Respira, Denki.

Y Denki obedece porque es como si su cerebro se hubiera apagado y todo lo que ve, oye y siente es el aroma de Hitoshi, su voz haciendo caracolas en sus oídos y su sonrisa volviendo gelatina sus piernas.

Hitoshi tiene muchos tipos de besos, pero el favorito de Denki son los lentos, aquellos que parecen extenderse durante décadas y extienden lenta pero incesantemente el fuego dentro de él.

La lengua de Hitoshi está tibia y Denki la siente recorrer su boca saboreando cada rincón, cuando retrocede la lengua de Denki la sigue hasta ambas que se turnan para explorarse.

Al separarse la mente de Denki está llena de algodón y su cuerpo entero parece de gelatina. Su sonrisa se asemeja a la de un gato que se ha zapado un plato de leche. Satisfacción y deleite.

—¿Mejor?,—pregunta Hitoshi con su sonrisa perezosa

Denki responde con un vago 'hmmm' mientras extiende los brazos-

—Hitoshi, la cena está lista.

Denki se echa para atrás en cuanto la puerta se abre, y aunque intenta poner su cara inocente sabe que el efecto se pierde por culpa de sus mejillas sonrojadas y su pelo despeinado.

Tras una corta inspección Aizawa le extiende lo que lleva en la mano y después se marcha dejando la puerta abierta.

El papel es su examen y en cuanto lo ve la humillación de Denki vuelve con fuerza y tiene que enterrar la cara entre sus manos. La calificación -un 81 enmarcado en un círculo rojo- está justo en el borde superior, escrita en el único espacio disponible, el único espacio que no está lleno con el nombre Hitoshi escrito una y otra vez.

—Bueno—dice Hitoshi a su lado—al menos este será el último semestre que te toque con él, ¿no?

Pero lo veré cuando visitemos tu casa.

Denki no lo dice en voz alta pero el pensamiento lo sacude. Alza el rostro, cuadra los hombros y respira.

—¿Denki?

—Por ti, Hitoshi—le dice con lo que espera sea un tono decidido y seguro. Se arregla el pelo, la chaqueta y avanza con resolución hacia la puerta. Entonces se detiene y se gira—No hay más de mis profesores que sean tus parientes, ¿verdad?

—Pues verás...

En ese momento se oye una puerta que se abre y un saludo a viva voz.

—¡Ya llegué!

La voz es inconfundible; por si acaso Denki sale e intenta no huir cuando se topa cara a cara con un rostro familiar. Rubio, alto, ruidoso.

—Eh, yo te conozco, estás en mi clase de literatura. Me acuerdo de tu poema, lo llamaste Hitoshi, ¿no es así?

Tres pares de ojos lo miran, dos voces se alzan al mismo tiempo.

—¿Escribiste un poema?—dice Hitoshi

—Es algo que hace a menudo, al parecer—dice Aizawa

La única razón por la cual Denki no se deshace en una bola de humillación es porque esta acostumbrado a reírse de si mismo. Casi en un acto reflejo sonríe y dice:

—Cuando me case con Hitoshi recitaré el poema en nuestra boda, por favor no lo volvamos a mencionar.

[...]

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