VI
Agradecería mucho si en los comentarios me avisarais si hay algún error o algo mal escrito. Gracias.
*****
MinHo observó los boletos que su papá le tendía, mirando la fecha en silencio mientras sentía su estómago dando vueltas por lo que eso significa.
Una semana. En una semana estaría en China, más cerca de mamá que nunca antes.
Tragó saliva.
―Papá ―murmuró tomando los boletos mientras JaeBum se sentaba frente a él―, tú... ¿Jackson te habló alguna vez de... de su antiguo alfa?
MinHo no podía decirle papá a ese primer alfa que tuvo Jackson cuando era apenas un chico, ese alfa de rostro desconocido, ajeno totalmente a él.
No, su único papá era Im JaeBum, nadie más, eso era algo que tenía claro.
―No le digas Jackson, es tu mamá ―dijo JaeBum con calma―. Y sí. Jackson me habló mucho de él. Se llamaba Lee JooHeon.
Se removió en su lugar, agradeciendo que HyunJin y JeongIn no estuvieran en el departamento en ese momento: la pareja había salido para tener una conversación sobre su relación, y a pesar de que hubiera cierta tensión romántica y sexual entre los tres, MinHo era consciente de que no tenía que inmiscuirse entre ellos dos.
―Lee MinHo ―masculló.
―Suena mucho mejor que Im MinHo, ¿no crees? ―preguntó JaeBum con una sonrisa irónica―. KyulKyung insistió varias veces en cambiarte el nombre, pero no iba a permitir aquello.
Asintió, mordiendo su labio inferior, sus dedos recorriendo el borde de los boletos.
―¿Ese alfa...? ¿Cómo era? ―volvió a preguntar.
JaeBum le miró con una expresión calculadora, sus ojos llenos de advertencia.
―No creo que te guste la respuesta, MinHo ―le dijo con suavidad.
Sus hombros se crisparon, sintiendo nervios en todo su ser.
―Es sólo curiosidad ―insistió MinHo.
El mayor ladeó la cabeza.
―Esto es lo que me contaba Jackson, ¿está bien? No sé más cosas además de ello ―JaeBum suspiró, acomodándose―. Jacky me contó varias veces que era una relación normal, lo que se esperaba de ellos.
Los ojos de MinHo se oscurecieron.
―¿Le pegaba? ¿Ese alfa le pegaba?
Pudo notar como la expresión de JaeBum se tornaba rabiosa por el enfado, por el disgusto.
―Dijo que el único momento en el que no le pegaba era cuando estaba en cinta de ti ―concedió JaeBum con la voz temblando debido a la ira.
MinHo sintió como el enojo bullía también en su interior por las palabras de JaeBum, enojado por pensar en Jackson siendo agredido por quien se suponía era la persona que debía defenderte y cuidarte.
Pero no es como si fuera algo extraño: el omega era propiedad del alfa, y si el alfa lo estimaba conveniente, entonces podía agredirlo todo lo que quisiera.
―Eso... ¿eso significa que yo fui producto de una violación? ―siguió preguntando en voz baja.
La expresión de JaeBum no cambio.
―Jackson me contó varias veces que Honey lo violaba, pero no me dijo si quedó embarazado en esos encuentros ―dijo con tono cuidadoso―. Sin embargo, MinHo, eso no significa que Jackson te haya amado menos. Tú fuiste, eres y serás su centro siempre, ¿lo sabes?
Su centro. Su pilar. El motivo por el que Jackson seguía viviendo y no había caído en una profunda depresión que pudo haber acabado con su muerte, como había dicho en esa carta que le dejó a JaeBum.
MinHo es lo único bueno que he hecho en esta vida y si él llega a morir, JaeBum, yo también me muero.
―Te ama tanto que pensé varias veces en lanzarte por la ventana para deshacerme de ti y que me ame sólo a mí ―agregó JaeBum como si nada.
MinHo lo miró, parpadeando debido a la incredulidad.
―¿Estás bromeando, papá? ―preguntó.
JaeBum sonrió.
―Por supuesto que no.
Decidió no seguir investigando sobre eso.
―¿Mamá llegó a amarlo?
El rostro de JaeBum se tornó meditabundo.
―No ―dijo con rotundidad―, no creo que haya sentido amor por él. Jackson fue criado para buscar seguridad y sonreír ante un alfa, por eso permitía los golpes y abusos. Incluso, muchas veces conmigo, se comportaba como un omega sumiso y complaciente, porque lo criaron para no tener voz ni voto. Sólo cuando tú estabas realmente amenazado, él parecía reaccionar de otra forma ―hizo una mueca de diversión―. Cuando le propuse matrimonio, se negó al principio porque no iba a sacrificarte, e incluso cuando le prometí que no te haría daño, fue desconfiado y trató de satisfacerme para que yo siempre estuviera feliz.
MinHo trató de imaginárselo, trató de pensar en el mismo rostro que vio en televisión, más joven, forzándose a sobrevivir cuando la vida le había dado tantos golpes, y comprendió entonces el desprecio que sentía Jackson hacía los alfas, el por qué había hablado de ellos con tanto ira en su voz.
Entonces, un pensamiento desagradable entró a su mente.
Si yo soy alfa, ¿él también va a odiarme?
Jackson no sabía que él era alfa. Hasta el momento, todo el mundo lo veía y pensaba que era omega por su aspecto, y sabía que cuando era más pequeño todos esperaban lo mismo de él. Incluso en la carta de su cumpleaños número doce, cuando se reveló como alfa, Jackson le comentaba lo feliz que estaba que ahora fuera omega a pesar de lo difícil que sería su vida.
MinHo no creía poder vivir si su mamá le decía que no lo quería porque era alfa.
―¿Él te amaba, papá? ―preguntó con voz ahogada, recordando los ojos llenos de amor que Jackson tenía en el vídeo.
JaeBum trató de ocultar su mirada llena de dolor.
―Por supuesto que sí ―dijo con voz temblorosa―, me amaba tanto como lo amo yo.
MinHo miró a su papá, siendo consciente de que habló en tiempo pasado, y temió por un instante que, a pesar de que Jackson hablara con tanto amor en sus cartas, puede que las cosas fueran distintas una vez se vieran.
*****
―¡Oppa!
―¡Hyung!
Jinnie se rió mientras tomaba en brazos a Ye Ji en tanto JeongIn rodeaba con un brazo a Felix, revolviéndole el cabello sin dejar de sonreír. Minutos después, YoungJae se asomaba por la puerta de la cocina, feliz de tener a sus dos hijos mayores en casa.
―¿Cómo están? ―preguntó Felix sonriendo, tirando de JeongIn al comedor.
―Pues bien ―contestó―, ¿cómo te ha ido a ti en matemáticas? ¿Sigues reprobando?
Felix hizo un puchero.
―Es que son muy difíciles ―dijo como excusa.
―Si quieres puedo ayudarte ―se ofreció JeongIn.
Su hermanito menor, el pequeño e inocente Felix, lo miró confundido.
―Pero... ¿no reprobaste matemáticas también, JeongInie? ―preguntó sin mala intención.
JeongIn se tensó, pero Felix no lo notó:
―¡No te preocupes! ―dijo como si nada―. Le pediré ayuda a HyunJin ―y sin decir nada más, fue a abrazar a su hermano mayor que seguía haciendo reír a Ye Ji.
JeongIn se recordó a sí mismo a los trece años, sentado en el patio delantero de su casa mientras veía a los niños betas y alfas del barrio donde vivían corriendo por las calles, HyunJin metido entre ellos, riéndose y jugando a la pelota. Por el contrario, las niñas omegas (él era el único niño omega allí) estaban jugando en la casa frente a él a la casita, y lo habían invitado, por supuesto, pero JeongIn no quería jugar con ellas.
JeongIn quería jugar con su hermano y el resto de los niños.
Se puso de pie, limpiando sus pantalones, para luego caImar hacia donde estaban los chicos, acercándose a Jinnie cuando se detuvo por el cansancio.
―¿Jinnie? ―preguntó fingiendo una sonrisa confiada.
―¿Qué ocurre, JeongInie? ―preguntó HyunJin sonriéndole.
―¿Puedo jugar con ustedes? ―dijo balanceándose en sus pies―. He visto que falta un jugador en su equipo, ¡puedo ir incluso al arco si quieren! Estoy seguro de que–
―¡No, el omega no puede jugar con nosotros! ―se apresuró a decir el que había sido su mejor amigo un año atrás, MinSeok, que ahora era alfa―. ¡Se va a caer, llorará y nosotros tendremos la culpa! Además, ¿por qué no va con las omegas? ¡Ese es su lugar!
JeongIn parpadeó hacia MinSeok, ofendido, y frunció los labios en actitud de enojo.
―¡No voy a llorar! ¡Lo prometo! ―insistió con la garganta apretada.
―¡Los omegas no pueden jugar con los alfas, lo dice mi mamá! ―apoyó otro chico, MinKyun.
JeongIn quería llorar de la frustración y la rabia.
―¡Mira, si hasta se pondrá a llorar! ―se burló MinSeok―. ¡No puedes jugar! Ya vete, nos estás molestando.
Los dos chicos se marcharon con burlas, y JeongIn miró a Jinnie, que ya no sonreía y estaba con una expresión congelada en el rostro. El pequeño omega le observó con insistencia, y al final, HyunJin sólo bajó la vista.
―¿Por qué no vas a jugar con SooBinnie y Chaeryeong? ―dijo Jinnie retrocediendo, sonriéndole tensamente―. ¡Nos vemos a la hora de la cena!
Y Jinnie se giró, dejándolo de pie, solo y con los ojos llorosos.
Volvió a la realidad de golpe cuando Jinnie, ahora con casi diecinueve años, se sentó a su lado con esa misma sonrisa cuadrada que ponía siempre.
―¿En qué piensas, JeongInie? ―preguntó.
Se obligó a no dejar que la rabia y el desprecio lo invadieran, porque sabía que eso no llevaría a nada, que ya habían pasado los años, que HyunJin no tenía la culpa de nada.
Porque no la tenía, ¿cierto?
―Felix necesita ayuda en matemáticas ―dijo con calma―, ¿por qué no lo ayudas?
Jinnie soltó un gemido de protesta, pero antes de poder decir algo, YoungJae volvió a asomarse.
―Hola, chicos ―dijo acercándose a darles un beso a cada uno―, supongo que se quedarán a cenar con sus viejos padres.
JeongIn le sonrió a papá YoungJae con disculpa mientras Jinnie sacudió su cabeza.
―No, cenaremos con MinHo y tío JaeBum ―dijo JeongIn.
YoungJae puso una expresión ofendida en su rostro.
―¿Qué? ¡Luego de todo lo que he hecho por ustedes! ―dijo con indignación.
―Papá...
―¡Yo los di a luz!
―¡Somos adoptados, papá!
―¡Es una metáfora!
―¡Papá, estás exagerando!
YoungJae les pegó un manotazo a cada uno, haciendo que se quejaran, y se marchó otra vez a la cocina murmurando maldiciones por lo bajo.
JeongIn soltó un quejido, enfurruñado, y Jinnie comenzó a acariciar su cuello llamando su atención.
―¿Qué ocurre? ―preguntó hoscamente―. En casa de nuestros papás no, Jinnie.
―Soñé contigo anoche ―confesó en voz baja.
JeongIn le miró, enarcando una ceja, y Jinnie suspiró con ojos llenos de pena.
―Soñé cuando estabas llorando porque tus notas eran horribles ―dijo Jinnie en voz baja, sin querer que sus hermanos menores o su papá escucharan―, cuando pasabas noches estudiando para poder tener buenas notas pero seguías fracasando porque no entendías las cosas y no querías aceptar mi ayuda.
JeongIn apretó su mandíbula un instante.
―Me la ofreciste varias veces ―recordó JeongIn―, pero siempre me negué porque quería demostrarte que no te necesitaba.
El alfa asintió.
―Lo lamento por todo ―se disculpó HyunJin con tono serio―, por hacer una diferencia cuando no debería haberla. No soy un buen alfa para ti, JeongIn.
―No ―concedió JeongIn―, pero yo tampoco acepté tu ayuda por orgullo. Yo también lo siento por ser tan malo y cruel contigo a veces.
―No tengo nada que no mereciera ―insistió HyunJin.
―Nadie lo merece ―replicó el omega―, nadie merece crueldad y odio, HyunJin ―hizo una mueca―. Excepto KyulKyung. Esa perra puede irse al infierno.
HyunJin ahogó una risa contra su hombro.
*****
―¿Dónde está JunHui, Lucas? ―preguntó Jackson enderezándose cuando Lucas entró al vagón del tren que servía como enfermería, su pierna envuelta en gasa mientras curaba por la herida de bala que le había llegado.
Lucas no le miró en tanto se sentaba a su lado.
―TzuYu lo está cuidando ―dijo Lucas como si nada―. Ahora, sobre lo que hablamos en la reunión...
―Lucas ―le interrumpió Jackson bruscamente―, quiero ver a JunHui.
El alfa lo miró.
―No eres su mamá ―le dijo sin suavidad―, así que vas a tener que permanecer un tiempo alejado de él hasta que lo entienda.
La expresión de Jackson se tornó roja por la furia, sus labios frunciéndose en una mueca de ira mientras trataba de salir de la cama y ponerse de pie.
―¿De qué estás hablando? ―espetó enojado―. ¡Claro que no soy su mamá! ¡Pero que esté confundido no significa que tengas que alejarlo de mí!
Lucas se puso de pie, también molesto por la situación, y lo empujó contra la cama para que no se hiciera más daño.
―¡No deja de llorar y llamarte creyendo que eres su mamá, Jackson, y no lo eres! ¡Su madre es ChenLe, lo va a tener que recordar quiera o no! ―Lucas levantó su voz―. Si hubiera sabido que esto terminaría así, jamás te lo habría dejado a cargo.
Se sintió como una cuchilla para su corazón, su lado omega, tan herido y destrozado que estaba.
Jackson no se lo había comentado jamás a nadie, pero no sentía conexión alguna con esa parte fundamental suya, con ese lado que lo volvía suave y tierno y dulce, excepto en esos breves instantes en los que sostenía a MingHao contra su pecho imaginando que era MinHo, o soñaba con el toque de JaeBum sobre su piel. En esos pequeños momentos se sentía otra vez como ese omega torpe, sonriente y que se acurrucaba contra la gente que amaba porque quería ser protegido y amado.
Los celos, incluso, eran dolorosos y sin placer alguno para sí mismo: su cuerpo se complacía, pero no había pasión, fruición, satisfacción, en su propio toque o en el de Lucas. Su piel ardía, pero su omega, su mente, todo lo demás, estaba helado y frío.
―Dame a JunHui―rogó con la voz quebrada―, Lucas, tráelo para acá...
Lucas lo miró con pena en sus ojos.
Y habló:
―No te acerques a JunHui hasta que yo lo diga, Jackson.
Jackson sollozó, retorciéndose, su omega llorando en señal de protesta.
―¡Vete a la mierda! ―le gritó furioso, con lágrimas cayendo por su rostro―. ¡Eres un hijo de puta, Lucas, un jodido bastardo! ¡No te me acerques más, ¿entendido?! ¡No te quiero ver, bastardo traidor!
Lucas lo soltó cuando YiXuan entró alarmado por los gritos, yendo hacia Jackson que golpeó a Lucas en la mejilla, sosteniéndolo para calmarlo.
Su mente era un hervidero de ideas inconexas que no podía controlar, no podía manejar, y gruñó amenazadoramente hacia su amigo.
―¡No pienses obligarme con esa voz de mierda, traidor! ―le gritó luchando por soltarse―. ¡Lo vuelves a hacer, Lucas, y te mataré, ¿lo tienes claro?! ¡Te mato!
Lucas salió de la habitación, disculpándose en voz baja, y Jackson se derrumbó contra el toque suave de YiXuan, jadeando, odiando a todos esos malditos alfas que sólo lo habían herido una y otra y otra vez.
Una y otra y otra vez, sin descanso alguno.
*****
Cuando la puerta se abrió, JaeBum casi cayó al suelo apenas un cuerpo pequeño chocó contra el suyo, y si no hubiera sido porque MinHo estaba detrás de él, habría acabado sentado de culo con una sollozante RyuJin en sus brazos.
―¿Papá? ―lloró RyuJin contra su pecho―. Papá, ¿dónde estabas? Mamá, ella...
MinHo asomó su cabeza, sintiéndose culpable por haber olvidado a su hermana menor, por no haberla llamado, notando que estaba alterada y triste y sin entender bien lo que estaba ocurriendo.
―¿JaeBum? ―la voz de KyulKyung resonó en la casa, pero el mayor la ignoró, acariciándole el cabello a su hija que seguía llorando―. ¿MinHonnie?
Levantó la vista, observando a KyulKyung de pie en el pasillo, con ojeras marcando su rostro pálido, su cabello desordenado, su mirada cansada, y sintió un leve dolor en su estómago porque días atrás, antes de saber todo, habría ido hacia ella para abrazarla.
Pero ahora sólo podía verla y su mente pensaba en todo lo que había hecho su tía años atrás para poder tener algo de poder, para poder tener una buena posición, para poder ser superior al resto.
Todo lo que le había hecho a su mamá porque Jackson estaba entremedio de sus deseos personales.
―Ves RyuJin ―dijo KyulKyung dando un paso, tratando de sonreír―, te dije que papá y MinHonnie regresarían, ellos no se irán de aquí.
La niña levantó su rostro lleno de lágrimas y JaeBum limpió sus mejillas con evidente cariño.
―Vamos al comedor ―dijo JaeBum sin dirigirse hacia KyulKyung―, hay muchas cosas qué conversar.
RyuJin asintió, vacilante, y dejó que su papá se adelantara, acercándose a MinHo y abrazándolo por el cuello. El chico no dudó en devolverle el abrazo, queriendo calmarla aunque sabía que probablemente toda esa situación no acabaría bien.
Cinco minutos después, RyuJin estaba sentada a su lado, abrazándolo por el brazo mientras JaeBum se sentaba frente a ellos y KyulKyung permanecía de pie, inquieta.
―Bueno ―dijo JaeBum con tono suave―, RyuJin, tu madre y yo nos vamos a divorciar.
RyuJin enmudeció por la sorpresa.
―¿Qué? ―balbuceó KyulKyung con horror en su voz―. ¿De qué hablas, JaeBum?
JaeBum no se giró hacia KyulKyung, mirando sólo a la niña, y le tomó la mano a la omega.
―No quiero que tú y MinHo se culpen de esto ―MinHo no dijo nada, sabiendo que contarle toda la verdad a RyuJin de golpe podría alterarla―, porque es algo que sólo nos incumbe a tu madre y a mí. Además, que nos separemos no significa que los quiera menos o ya no nos veremos más.
―JaeBum, ¿qué estás haciendo esto? ―KyulKyung se acercó con una mirada de rabia―. ¡No puedes tomar esas decisiones!
Por primera vez desde que llegaron JaeBum la miró.
KyulKyung se estremeció al ver odio profundo en sus ojos, una mueca de desprecio en su rostro.
―Los papeles de anulación te los enviará mi abogado mañana ―dijo con tono suave―, espero que estén firmados para la tarde, KyulKyung.
―Si crees que... ―comenzó a decir KyulKyung con tono débil.
―Lo harás ―dijo JaeBum sin perder aquella voz dulce, que le asustaba mucho más porque sabía que si presionaba donde no debía, el alfa sacaría ese lado que daba miedo―, porque si no, KyulKyung, MinHo no se quedará de brazos cruzados.
La mujer se volteó hacia MinHo, que le miraba con ojos inexpresivos, sosteniendo la mano de RyuJin.
―Puedes decirle a la abuela ―dijo MinHo amablemente―, pero si ella actuará en contra de nuestra decisión, entonces puede ir despidiéndose de su Imperio.
KyulKyung no dijo nada, atónita mientras MinHo se ponía de pie, tirando de RyuJin.
―Vayan a buscar sus cosas ―ordenó JaeBum―, nos iremos apenas tengan todo guardado ―cuando los chicos desaparecieron, JaeBum se volteó hacia KyulKyung sonriendo cruelmente―. Puedes quedarte con la casa, KyulKyung. Considéralo mi regalo de bodas.
Antes de que pudiera decirle algo más, JaeBum se marchó del comedor, dejándola en completo desconcierto al ver que todo lo que había construido se estaba derrumbando sin poder hacer algo para evitarlo.
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