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Seungmin quería que Jinhwa le dejara de molestar, pero el alfa parecía no querer rendirse en su torpe coqueteo acosador que ya le estaba cansando.
―Detente, por favor ―le pidió, tratando de que su voz fuera suave, dulce, como el tono de esos omegas perfectos que veía en televisión y que nunca podría ser.
Pero Jinhwa daba miedo cuando se enojaba, y si Seungmin le rechazaba de forma grosera, el alfa no iba a dudar en golpearlo.
Y Seungmin no quería que esa noche quedara arruinada, porque era la fiesta de Seungri, quería relajarse un poco y olvidar todas las cosas que tenía que estudiar para el colegio. Ese maldito, jodido colegio en el que sólo sacaba notas deficientes, como el resto de compañeros omegas que tenía.
―Vamos, vamos, Seungmin ―dijo Jinhwa, su sonrisa desapareciendo―, deja que te folle y te dejaré en paz. Esta noche hueles muy bien.
El alfa lo agarró de la muñeca, pero Seungmin tiró de ella. Sin embargo, el chico se negó a soltarlo, con la expresión divertida en su rostro desapareciendo.
Seungmin estaba algo mareado, la música retumbando en sus oídos, su estómago revolviéndose, como si fuera a vomitar. Sus piernas temblaron.
Jinhwa alcanzó a agarrarlo, acercando su cuerpo, y se estremeció cuando el alfa olisqueó su cuello.
―Oh ―susurró el alfa con expresión de alegría―. ¿Estás en celo?
Seungmin no pudo responder, sólo gimió, desorientado, perdido, queriendo correr, pero sin que su cuerpo respondiera.
Escalofríos le recorrieron cuando Jinhwa tiró de él, llevándolo por el pasillo con rapidez, su lengua lamiendo en su cuello.
―No ―dijo débilmente―, no, no...
Pero el alfa no hizo caso. Su omega estaba entrando en celo repentino, pues olvidó tomar sus supresores los últimos días, así que su cuerpo soltaba feromonas rápidamente, todo en él mareado, confundido, necesitado.
Aunque seguía siendo consciente de lo que ocurría: Jinhwa lo llevó a un cuarto, encerrándolo, tirándolo sobre la cama. Trató de empujarlo fuera, de quitárselo, pero su cuerpo no respondía bien, ya que sudaba, temblaba y se sacudía. Y Jinhwa lo estaba aprovechando demasiado bien, sosteniéndolo de las manos, frotándose contra él para descontrolarlo más.
Seungmin sentía desprecio por su omega: debido a él, los chicos alfas no querían jugar a su lado a los trece años. Gracias a él, le metieron a un colegio de omegas donde aprendió cosas que no le interesaban y ahora estaba fracasando en la preparatoria mixta.
Y ahora, por su omega, estaba siendo violentado.
―No ―insistió, pero la lengua del alfa no se detenía, y comenzó a llorar tanto por el dolor en su entrepierna como por la situación―, por... por favor, no...
―Pequeña puta ―se burló Jinhwa―, en el fondo, quieres que te folle.
Sollozó con más fuerza.
―¿Qué mierda?
Jinhwa se sobresaltó cuando una voz grave habló, quitándose, girándose, y Seungmin se hizo una bolita sobre la cama.
Seo Hyunjin, su hermano adoptivo, estaba bajo el umbral de la puerta.
―¿Seungmin? ―preguntó Hyunjin con una expresión de horror.
Sollozó con fuerza.
Hyunjin apretó su rostro, observando a Jinhwa, que seguía atónito, y su hermano se lanzó sobre el alfa que trató de violarlo, gruñendo de forma amenazante. Un golpe seco resonó en el cuarto, Jinhwa gimió por el dolor, y Hyunjin lo arrastró fuera del cuarto, aguantando el olor de feromonas que dejaba salir el cuerpo de Seungmin.
―¡Pedazo de mierda! ―espetó Hyunjin hacia Jinhwa, tirándolo fuera del lugar―. ¡Jodido bastardo! ¡Voy a...!
Su voz se cortó cuando se dio cuenta de que no estaba sólo Jinhwa fuera del cuarto, sino que también se encontraban otros alfas. El aire estaba cargado de feromonas.
―¿Hay un omega en celo ahí dentro? ―preguntó uno de los alfas, Jiyong.
Hyunjin tuvo que actuar rápido, soltando a Jinhwa, retrocediendo y cerrando la puerta de golpe, girando el pestillo. Pronto, la puerta estuvo siendo golpeada por demasiados alfas, todos exigiendo que abriera para hacerse cargo del omega.
Corrió a abrir la ventana, pero estaban en un segundo piso, y no había ningún árbol cercano como para colgarse.
Su entrepierna se endureció al olisquear la loción de bebé de Seungmin, girándose, viéndolo con expresión afiebrada sobre la cama.
―Duele ―balbuceó Seungmin―, du-duele, Alfa...
Y ese "Alfa" envió un escalofrío por su espina dorsal.
Trató de mantener la mente fría en esa situación, pero los golpes en la puerta se hacían más fuertes, no tenía una salida, no podía pensar bien, y Seungmin...
Seungmin comenzó a tocarse entre llantos.
Lo agarró de las manos, deteniéndolo, sin embargo, Seungmin gimió por el dolor.
―Fo... fóllame, alfa... ―pidió Seungmin.
Hyunjin apretó su mandíbula.
―No, no, Seungmin...
Seungmin lo besó, pero Hyunjin se alejó porque se sentía extraño. Seungmin era su hermano. Adoptivo.
Su alfa se quejó en respuesta, murmurando que desnudara al omega y cogiera con él.
Los golpes se hacían más fuertes, los gritos más desesperados.
Hyunjin pensó terriblemente que, si lograban entrar, era posible que todos allí violaran a Seungmin. Al verlo en celo todos buscarían hacerse cargo, y más si el cuerpo de Seungmin respondía bien. Querrían poseerlo, a menos que... a menos que...
A menos que Seungmin fuera un omega marcado.
Con la marca, el olor a celo de Seungmin bajaría unas horas, haría que el omega apestara a él, y todos sabrían que ya pertenecía a alguien.
Pertenecer. Que palabra tan horrible, despreciable, bajo ese contexto.
Hyunjin tuvo que tomar una decisión en ese instante.
―Perdóname ―le pidió a Seungmin mientras anudaba en su interior, antes de morderlo―, perdóname, Seungmin...
Seungmin no podía recordar ese momento, traumático para él, porque ese día odió ser un patético, imbécil omega.
Cuando entró al comedor, vio a Yongbok observando una película, recostado contra Hyunjin, y se sintió miserable en ese instante.
Ambos alfas se giraron, sonrientes.
―¿Cómo estuvo la película, Seungminnie?
Odiaba ser omega. Odiaba ser un chico necesitado, que no podía imponerse frente al resto, porque la naturaleza quiso que fuera un estúpido omega.
―Estuvo bien ―su voz, extrañamente, salió firme, aunque por dentro temblaba al recordar los labios de Soonyoung sobre los suyos―. ¿Qué han hecho?
―Ver una película ―respondió Hyunjin―, esperarte...
―Estábamos aburridos ―apoyó Yongbok, y Seungmin olisqueó el aire al notar cierta esencia algo suave y atrayente. Hormonas de celo―. ¿No quieres follar, Seung?
Seungmin los observó.
‹‹Ellos no te quieren. Ellos te desean, le dijo Soonyoung cuando lo alejó, minutos atrás. Sólo te quieren por ser omega, Seungmin, ¿por qué no lo ves?››.
―No tengo ganas ―contestó―. ¿Por qué no follan ustedes?
‹‹Anda, si estás tan seguro de sus sentimientos, ¡sugiéreles que cojan entre ellos! Después de todo, ¿por qué ser omega debería marcar la condición de ser tú el follado?››.
Hyunjin y Yongbok se miraron, con sus expresiones cambiando.
―Hacerlo entre nosotros requiere mucha preparación ―se quejó Yongbok―, y queremos algo sencillo, Minnie.
‹‹Te lo digo: van a negarse porque no te quieren. No te aman. Sólo eres su jodido omega al que follar cuando están aburridos››.
Miró el suelo.
―Olvídalo, está cansado ―suspiró Hyunjin, volviendo su atención a la televisión―. Ve a dormir si quieres, Seungmin.
Huir. Huir. Huir.
―Los engañé.
Yongbok se enderezó. Hyunjin abrió la boca.
Seungmin se quedó quieto, observándolos, recordando los labios de Soonyoung sobre los suyos.
―¿Qué? ―preguntó Yongbok, volteándose para mirarlo directamente.
Hyunjin permanecía en silencio.
―Soonyoung se me declaró ―dijo Seungmin―, y me ha besado. Le he besado de vuelta.
Sí, Seungmin contestó a la situación, devolviéndole el beso a Soonyoung, gruñendo contra su boca. Pero no se sentía bien, ni correcto, ni bueno.
Se alejó segundos después, jadeando por la sorpresa, diciendo que aquello fue un error, que eso no estaba bien, que no correspondía porque él quería a Yongbok y Hyunjin, y ellos le querían de vuelta.
Pero Soonyoung sólo le dijo que eso era mentira, que él realmente no les quería.
‹‹Tu omega sólo los busca porque son alfas. Tú no les quieres››.
―Seungmin, ¿esto es una broma de mal gusto? ―preguntó Yongbok.
Seungmin lo observó.
―¿Te ha gustado? ―preguntó Hyunjin, con voz extraña.
El omega no se veía capaz de mirarlo a la cara. No a Hyunjin.
―Ha sido bueno ―contestó, evasivo.
Hyunjin se rió, aunque no había diversión ahí. Parecía fría burla, ira contenida.
―¿Qué quieres probar con esto, Seungmin? ―escupió el alfa―. ¿Qué eres libre de un alfa, que no te dominamos? ―Hyunjin estrechó los ojos―. Si tanto pensabas eso, ¿por qué mierda te dejaste marcar por nosotros?
El omega explotó, confundido, desesperado, sin poder entender sus propias emociones ni sentimientos.
―¡Porque yo no he sido! ¡Porque a mi omega aquello le ha dado la gana, y ustedes parecen hacerle caso más a él que a mí! ―gritó.
A sus palabras le siguió un silencio tenso, duro, los dos alfas mirándose, en tanto Seungmin respiraba con dificultad.
—¿Es eso? —preguntó Yongbok, con su voz plana—. Entonces no quieres de verdad mi marca. Ni la mía, ni la de Hyunjin —soltó una risa seca, poniéndose de pie—. ¿Qué mierda hago aquí?
Seungmin sacudió su cabeza, sin saber qué decir en ese instante. Antes del celo, ser marcado por dos alfas no parecía una mala idea: lo ansió demasiado, la deseaba con desespero cuando lo conversaron, pero después, ahora...
Estaba confundido, sin saber qué hacer, sin comprender cómo las cosas cambiaron tanto.
Yongbok agarró su chaqueta, con su rostro enfurecido, pero sin decir nada más.
—Entenderé esto como el fin de lo que teníamos —escupió Yongbok, mirándolo.
—Bok... —balbuceó Seungmin, su corazón quebrado.
El menor dejó salir un bufido.
—Yo no estaba convencido de ser mordido por otro alfa —le espetó—, pero lo hice porque quería hacerte feliz. Porque tú parecías quererlo mucho. Y al final, eso te valió una mierda, Seungmin.
El chico sorbió por su nariz cuando Yongbok se marchó, cerrando con un portazo.
Se volteó hacia Hyunjin, que tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Te marqué hace tres años —sollozó Hyunjin—, ¿y tú realmente nunca me has querido?
—No —farfulló Seungmin—, yo no he dicho eso... es sólo que... Es-estoy confundido...
—Confundido —repitió Hyunjin—, tres años confundido —frotó sus ojos—. Olvídalo, Seungmin. Creo que has dejado todo claro ahora.
No se vio capaz de detenerlo cuando Hyunjin también se marchó, sin dirigirle otra mirada, y Seungmin comenzó a llorar.
¿Cómo lo arruinó todo?
Yongbok quería llorar, gritar, golpear algo, patear muebles y tirar cosas por la ventana.
Pero sólo se limitó a meterse a la cama de su mamá, acurrucándose a su lado y dejando que el omega le acariciara el cabello con suavidad. No quería moverse de allí, aunque sabía que papá pronto le echaría una vez llegara.
—Hueles tan bien —murmuró Yongbok, con su voz rota.
—¿Es una indirecta para que te deje dormir aquí? —preguntó Jeongin, amorosamente.
Yongbok no contestó, ocultando su rostro en su estómago.
—¿Qué ocurriría si llego a marcar a otro omega? —dijo en cambio, levantando la vista.
Jeongin ladeó la cabeza.
—Tu enlace con Seungmin desaparecería —contestó tranquilamente—. Él lo pasaría muy mal, e incluso... podría morir —puso una expresión pensativa—. Aunque es poco probable. Todo va de acuerdo a los sentimientos.
Jeongin acarició su marca con suavidad, sus dedos rozando los bordes, y sintió una ola de calidez que Chan le envió a través del enlace, anunciando que le extrañaba mucho. Respondió de igual forma, sonriendo levemente.
—Si Seungmin lo supiera, estuviera de acuerdo en romper el enlace, entonces puede que no reaccione tan mal —explicó, ante la mirada inquisitiva de su hijo—. Sería distinto si él te amara mucho y no lo supiera. Cuando un alfa engaña a su omega de esa forma, es cuando el omega más sufre —le levantó el rostro, obligándolo a mirarle—. Pero tú no quieres marcar a otro omega, ¿no es así?
—Lo quiero a él —lloriqueó Yongbok—. A él y a Hyunjin. Los quiero tanto que duele. Pero... pero no puedo obligar a Seungmin a estar conmigo si él no me quiere así, y no sé qué tanto podamos soportarlo con Hyunjin —Jeongin limpió las lágrimas de sus mejillas—. Tal vez lo mejor es que cada uno siga por su camino...
—Ah, cariño... —Jeongin lo abrazó, y Yongbok comenzó a frotar su cabeza contra el cuello de Jeongin, queriendo desesperadamente dejarlo impregnado en su aroma. Le gustaba mucho eso, estar dentro del nido que su mamá creaba cuando se sentía triste, y saber que quedaba marcado por su olor—. Ow, no seas caprichoso...
—Mamá mía —murmuró Yongbok—, papá es tonto.
—Tú le decías "popo feo" cuando te enojabas con él —recordó Jeongin cariñosamente—. Insultabas a cualquier persona que no te agradara.
Yongbok soltó una risotada, divertido, pero pronto su expresión tornándose extraña.
—Papá me contaba que yo era un niño educado con todos —le comentó—. Que a los abuelos les tenía mucho miedo.
El omega rascó su nuca, pensativo.
—Bueno, tú sabes, ellos nunca se portaron bien contigo —contestó Jeongin—. Ninguno de tus abuelos, en realidad... —le revolvió el cabello—. Siempre fuimos tú y yo, nadie más, Bokkie.
Yongbok abultó sus labios.
—Tía Wheein dijo que su papá estaba muerto.
Los ojos de Jeongin relampaguearon con un brillo extraño.
—¿Mi padre? —su tono se tornó raro—. La verdad es que no lo sé. Era un viejo borracho que buscaba sacar provecho de todo. Solía golpearme y gritarme que yo había matado a mamá —el omega se revolvió, algo inquieto, y Yongbok se pegó más a su lado para tranquilizarlo—. Él me echó de casa con trece años...
Frunciendo el ceño, Yongbok abrazó a su mamá con posesión.
—Era malo, entonces.
—Wheein me contó que la muerte de mamá lo golpeó duro —respondió el omega, distraído ahora gracias al dulce olor de su hijo—. Supongo que necesitaba dirigir su ira hacia alguien, y yo parecía un objetivo fácil —un momento en silencio—. Espero que esté muerto, la verdad. Él sólo quería sacarme dinero y hacerme daño.
Yongbok no quería hablar de eso, porque no le gustaba escuchar acerca del pasado de su mamá. Entendía que era una parte vital de él, que le marcó por completo, pero era demasiado doloroso oír aquello.
Jeongin suspiró.
—Pienso que sólo debes darle un tiempo a Seungmin —dijo el omega, cambiando de tema—, para que piense bien las cosas. No te apresures en tomar una decisión, ¿está bien?
—¿Qué tiene que pensar? —preguntó Yongbok sin gana alguna—. Ya dijo todo lo que tenía que decir. Nos ha pedido la marca porque su omega lo quería, no porque...
Jeongin frunció el ceño, sus labios haciendo una mueca adorable, y Yongbok lo sintió como un regaño hacia él, por lo que volvió a ocultar su rostro en su cuello.
—Pues Seungmin está equivocado —dijo enfadado el omega—. ¿Qué es eso de que él no lo quería? Seungmin piensa que humano y omega son dos entidades diferentes, pero no es así, nunca lo ha sido —Yongbok puso una expresión triste—. Las cosas van a arreglarse, sólo no presiones a Seungmin.
La puerta fue abierta y Jeongin sonrió cuando vio el enfurecido rostro de Chan observándolos. Yongbok se aferró más a la cintura de su mamá, gimoteando como un animal herido.
—Fuera —ordenó Chan.
—¡Vete, popo feo! —chilló Yongbok.
Jeongin no sabía cómo había terminado rodeado de idiotas.
Seungmin no tenía idea de cómo acabó en la casa de sus papás, sentado en el sofá, oyendo a Soojin ayudar a Kyungmin con su tarea en el cuarto del menor, y papá Changbin de pie frente a él junto a su tío Jeongin.
Regresó a casa dos días atrás, luego de que Hyunjin le hubiera dejado sólo, y se limitó a sacar sus cosas del departamento lo más rápido que pudo. No contestó los mensajes de Soonyoung, pero se sentía miserable, pues los dos alfas no le enviaron ni siquiera algún mensaje preguntándole si estaba bien.
Aunque no lo merecía, no luego de lo que hizo.
Sus dos marcas ardieron en señal de necesidad, pero las ignoró porque sólo quería llorar.
—Lo siento, tío Innie —se disculpó con tono débil.
Jeongin arrugó las cejas.
—¿Por qué lo sientes, Seungmin? —preguntó, tomando la taza de té que Changbin le ofreció. Eran los únicos adultos en el lugar, ya que Jisung se hallaba trabajando, y ese día le tocaba a Changbin cuidar de sus dos hijos—. A mí no me has hecho nada.
—Porque no he sido un buen omega —sollozó—, porque lo he decepcionado...
Seungmin recordaba muy bien las enseñanzas de la escuela para omegas a la que asistió, enseñanzas que odió siempre, porque sólo iban en beneficio para el alfa.
Un buen omega siempre sigue el principio FOS: Fidelidad, Obediencia y Sumisión. El buen omega tiene que serle fiel a su alfa, hacerle caso en todo, y someterse a él, de esa forma, alcanzará la felicidad.
Pura mierda, dijo Seungmin cuando se lo enseñaron, y terminó en dirección, pues aquello no era un vocabulario correcto para omegas. No le importó en ese instante, pero ahora...
Tal vez su profesor tenía razón. Tal vez...
—¿Un buen omega? —farfulló Jeongin—. ¿De dónde has sacado esa porquería, Seungmin?
Se encogió, ya que a pesar de que Jeongin fuera sólo su tío, se sentía como estar siendo regañado por sus padres. Incluso Changbin parecía querer esconderse.
—Si lo fuera...
—Si fueras un "buen omega" —dijo Changbin, haciendo el gesto de comillas—, no serías Seungmin —suspiró, cansado—. Con papá Jisung nunca quisimos enviarte a un colegio para omegas, pero nos vimos obligados a hacerlo por las leyes del país. Queríamos que Hyunjin y tú crecieran como iguales —frotó su frente—, pero no hemos hecho un buen trabajo, ¿cierto?
—No —gimió Seungmin—, no es culpa de ustedes. Yo sólo... No sé... Mi omega es...
—Tú omega no es ningún desconocido, Seo Seungmin —dijo Jeongin—, tu omega es una parte natural en ti, es un complemento de tu persona, y la expresión más primitiva de tus deseos —Jeongin alzó la barbilla—. Nunca vas a lograr comprenderte si tratas de renegar de tu omega ni te sientes orgulloso de ello, Seungmin.
—¿Orgulloso? —Seungmin soltó una risa despectiva—. ¿Cómo me voy a sentir orgulloso de... de ser un jodido omega que sólo quiere ser marcado y tener sexo con cualquiera? —miró a su tío a los ojos, tratando de contener la molestia—. Después de todo, ¿no se acostó usted con otro alfa para pasar sus celos?
—¡Seungmin! —gritó Changbin con una expresión incrédula, y el omega bajó la vista—. ¿Cómo puedes portarte así? ¡Pídele perdón ahora mismo a tu tío!
—No, está bien —Jeongin sacudió su cabeza en una negativa, con su expresión tranquila, aunque algo dolió al recordar a Junhui—. Somos omegas, Seungmin, lo quieras o no. Y el celo es una etapa natural de la vida, en la que nuestra parte primitiva desea acoplarse a alguien. Pero eso no significa que no puedas controlarlo. Si yo se lo pedí a Junhui, fue porque era consciente de ello —lo señaló—. Y nunca le pedí una marca. Conocía mis propios límites, y una marca de su parte nunca me llamó la atención.
Seungmin soltó un resoplido, aunque una parte suya se sentía avergonzada por lo que dijo.
—No lo entiendo —se quejó—, no a usted, tío Innie. Estuvo... estuvo luchando todo este tiempo en China por sus derechos, pero apenas tío Chan apareció, usted se rindió a él —lo miró, desafiante—. Se convirtió en un omega que sólo quería a su alfa y no pensaba en nada más. Se dejó someter por él, y ahora incluso carga a su bebé.
Jeongin sonrió, sin lucir afectado por sus palabras, y Changbin dejó salir otro suspiro. La verdad era que no sabía manejar esas situaciones, pues no comprendía muy bien la naturaleza alfa-omega, así que parecía mejor que Jeongin manejara la situación. Si lo hacía él o incluso Jisung, podrían terminar peleando.
—Querer a Chan y luchar por lo que considero correcto nunca han sido ideas que puedan estar separadas, Seungmin —contestó Jeongin—. Yo amo mucho a mi alfa, y él me ama como un igual: Chan siempre me ha preguntado por mi opinión en todo, y aunque a veces se ponga posesivo y tonto, es capaz de mantener, la mayor parte del tiempo, sus sentimientos a raya —se inclinó unos centímetros—. Chan no me ve como un omega. Él me ve como Jeongin.
Seungmin se crispó.
—Pues eso está bien —le contestó—, pero Hyunjin y Yongbok no son así. Ellos sólo me ven como un omega al que cuidar y proteger, que no tiene opinión propia, que...
—¿Y cómo pretendes que ellos hagan eso —le interrumpió Jeongin—, si tú tampoco quieres a tu omega? Mientras más lo desprecies, más te va a costar manejarlo. El omega no aparece sólo cuando estás en celo, Seungmin, el omega está presente siempre en todos los aspectos de tu vida, y si tratas de bloquearlo, te afectará mucho más de lo normal —el mayor le acarició el cabello a Seungmin, soltando feromonas de tranquilidad—. Tu omega controla tus emociones más sensibles, pero al mismo tiempo, regula las más pesadas. El dolor, la pena, la tristeza... Tu omega puede hacer que no sufras tanto, Seungmin, pero sólo si se lo permites. Si continúas alejándolo, si continúas oprimiéndolo, tus emociones sólo van a confundirte más.
Los labios del omega menor temblaron mientras lo escuchaba hablar, sintiendo su garganta apretada y sus ojos picar por las lágrimas que estaba tratando de contener. Una parte suya quería correr lejos de allí, pero la otra, su parte más... animal, quería permanecer abrazado a tío Jeongin, porque se sentía cómodo en ese lugar.
—Pero... las marcas... el celo...
—El celo es la demostración de nuestro período fértil, nada más —contestó Jeongin—, pero tu omega sabe bien con quién pasarlo —la voz del mayor se volvió triste—. Cuando Seunghyub me marcó, ¿tú crees que realmente mi omega fue feliz? Estaba en celo, pero yo no lo quería. Yo nunca le quise así —le obligó a mirarlo a los ojos—. Y a pesar de que pasaba mis celos con Junhui, cuando quiso marcarme, mi omega también lo rechazó. Mi omega no quería a ningún otro alfa, sólo ha querido a Chan, a nadie más.
Seungmin comenzó a llorar, ya que recordaba lo que les dijo a Hyunjin y a Yongbok. La mirada herida de Yongbok sobre él, las palabras rotas de Hyunjin cuando le habló, y la culpabilidad y el dolor lo golpearon con fuerza. Su marca ardió.
—Mientras sigas manteniendo a tu omega alejado de esa forma, seguirás sin comprender tus sentimientos, Seungmin —prosiguió Jeongin—, pero por sobre todo, seguirás haciéndole daño a las personas que quieres. Tú haces de tu omega una debilidad, cuando deberías hacerlo una virtud.
Sorbió por su nariz, asintiendo mientras seguía llorando por lo ocurrido, por la forma en la que actuó, por la cantidad de sentimientos negativos que poseía en ese instante.
—No sientas vergüenza de ser quién eres, Seungmin —Jeongin le besó la frente—, siéntete orgulloso mejor.
Hipó entre llantos.
—Es-está bien, tío Innie...
Jeongin sonrió, haciéndole señas a Changbin para que lo fuera a reemplazar, y Changbin no tardó en ocupar el puesto de su amigo. Dejó que Seungmin lo abrazara como un koala para que pudiera llorar en su pecho.
—Ya me debo ir —comentó Jeongin—, Chan pasará a buscarme ahora.
—Gracias, Innie —le dijo Changbin, suspirando por el alivio.
—Gracias, tío Innie —murmuró Seungmin, sin alejarse de su papá.
Hizo un gesto para quitarle importancia, sacudiendo su cabeza, y se despidió de ellos junto con los niños, que seguían en el otro cuarto, haciendo la tarea. Salió segundos después, observando el auto de Chan, y le dio un beso cuando subió.
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó Jeongin.
Chan le dio otro beso, gruñendo contra su boca. Esos últimos días Jeongin estuvo soltando un delicioso aroma materno que le provocaba querer besarlo (y hacerle el amor) en cada momento.
—Agotador —le dijo Chan contra sus labios, y Jeongin soltó una risa divertida al ver su mirada necesitada—. ¿Yongbok está en casa?
—Con Yongsun —contestó Jeongin—, y ella también está molesta por todos los ruidos que hacemos.
Chan resopló.
—¿Un motel? —ofreció Chan, encendiendo el auto.
—Esas cosas no se preguntan —dijo Jeongin, riéndose por la felicidad cuando Chan se apresuró en acelerar.
Yongbok no podía creer lo distintas que se sentían las cosas en el colegio ahora que volvió a clases.
Casi un mes atrás estaba en otro país, ¡en otro lugar! ¡En medio de una guerra civil que dejó cientos de muertos! Y ahora estaba quedándose dormido en la clase de Química.
—Señor Bang, si sigue durmiendo voy a enviarlo con el director —amenazó la profesora alfa.
Yongbok limpió la baba de la comisura de su boca, refunfuñando mientras sus compañeros se mofaban de él, y se obligó a prestar atención el último cuarto de hora, aunque su mente estaba en otro mundo. Habían pasado cinco días desde lo ocurrido con Seungmin, y a pesar de que quería estar acostado en ese instante sin hacer nada, su mamá no se lo permitió.
¡Lo obligó a seguir yendo al colegio, aunque su corazoncito estuviera roto! ¿Qué clase de persona hacía eso?
Además, él odiaba la Química, era tan aburrida y sosa, ni siquiera comprendía que estaban viendo en ese instante...
—Oppa —dijo Nayeon, una omega que se acercó mucho a él las últimas semanas—, no anotaste nada.
Yongbok rascó su nuca, guardando su cuaderno vacío, y suspiró.
—La verdad es que no presté atención porque no entiendo lo que estamos viendo —se excusó, algo enfurruñado.
Las mejillas de Nayeon se colorearon de rojo.
—Yo podría ayudarte, Yongbok oppa —dijo con algo de vergüenza—, podríamos estudiar juntos.
Yongbok la observó un instante, recordando a Seungmin y a Hyunjin.
Nayeon era bonita, amable, graciosa, dulce y tímida. Le gustaba pasar desapercibida por todo el mundo, y se acercó a él sólo para preguntarle si quería comer con alguien, porque la chica tampoco tenía amigos. Yongbok no se vio capaz de decirle que no.
Nayeon podría ser una buena omega, ¿no? Después de todo, Seungmin no lo quería como alfa. Y sin Seungmin, su relación con Hyunjin...
—Suena genial —aceptó Yongbok, sonriendo con suavidad mientras salían del salón de clases.
La chica parpadeó, sorprendida por las palabras del muchacho, y sonrió ampliamente. Se abrieron paso por la multitud de chicos y chicas que caminaban por el pasillo debido al fin de la jornada escolar.
—Podríamos vernos este fin de semana —decía Nayeon—, el examen es la próxima semana, pero si nos ponemos de acuerdo...
—Deberás tenerme mucha paciencia eso sí —dijo Yongbok, avergonzado—, soy algo tonto con estas cosas...
—¡Tranquilo, oppa! —Nayeon le tomó del brazo—. Estoy segura de que podrás aprobar si pones de tu parte.
—Tienes mucha fe en mí —se quejó Yongbok, riéndose.
—Es que eres un chico genial, Yongbok oppa —siguió alabando Nayeon—, de verdad que...
—¿Yongbok?
El aludido se giró cuando escuchó una conocida voz hablar.
Seungmin estaba de pie, detrás de él, con una mirada titubeante y descolocada, observando el agarre de Nayeon alrededor de su brazo.
Yongbok se sintió algo mareado cuando lo miró. A pesar de que no pasó mucho tiempo lejos del omega, su alfa se sentía feliz y exultante de verlo allí en ese instante, y quería abrazarlo, enterrar su rostro en su cuello.
—Oh —Seungmin retrocedió, con su tono volviéndose tímido—. Lo siento, no... no quise interrumpir...
Yongbok observó a la chica.
—Nos vemos mañana, Nayeon —se despidió.
Afortunadamente, la muchacha interpretó bien su tono de voz, pues sólo le sonrió con amabilidad.
—Nos vemos mañana, Yongbok oppa —se despidió, poniéndose de puntillas para darle un beso en la mejilla e irse segundos después.
Yongbok miró el rostro apagado de Seungmin, su posición torpe e incómoda, pero trató de no amedrentarse, de no sentirse mal por ello, a pesar de que la situación no era lo mejor.
—¿Ocurre algo, Seungmin? —preguntó con voz cortés.
Seungmin parecía un niño frente a él, y aún cuando era mayor y alto, en ese instante se veía algo perdido.
—Um, yo... ¿po-podemos hablar en algún lugar más... más privado? —preguntó con tono débil.
Una parte suya quería negarse, decirle que se fuera al diablo, sin embargo, no se vio capaz de ello. No cuando los enormes ojos de ciervo, con los que Seungmin le observaba, ponían a su alfa como un cachorrito.
—Vamos a comer algo —invitó Yongbok—, yo pago.
Seungmin asintió, sonriendo con timidez, y ambos partieron a un local cercano a comer helado. Se sentaron en una de las sillas de fuera, apenas diciéndose algo, con Yongbok esperando pacientemente a que Seungmin quisiera hablar.
El omega limpió sus labios, demasiado nervioso en ese instante, pero sabiendo que tenía que hacerlo.
—Lo siento —se disculpó, bajando la vista—, por lo ocurrido el otro día. Por haber besado a Soonyoung —Yongbok permaneció en silencio—. He estado confundido con... con todo lo que ha pasado últimamente, y la he pagado con ustedes.
—No lo entiendo —dijo Yongbok con voz suave—, todo lo que ha ocurrido. Creí que estábamos bien, que... que tú lo querías.
—Y lo quiero —aseguró Seungmin, sin duda alguna. Lo entendió luego de pensarlo mucho, luego de darle muchas vueltas a las palabras de tío Jeongin—. Es sólo que yo... yo nunca he sido feliz siendo omega, porque creí que ser omega era depender de un alfa. Sentía que... que ustedes sólo me querían por el sexo, por obligación, no porque realmente hubiera algo más.
Yongbok se quedó varios segundos sin decir nada, lo que Seungmin interpretó como una forma de que siguiera hablando.
Humedeció sus labios.
—En la escuela de omegas me enseñaron que... que los omegas sólo sirven para la reproducción y hacer feliz a los alfas —explicó—, y yo en los celos sentía que... que ustedes eran más felices, pues sólo pensaba en follar, en bebés, en complacerlos a ustedes. Mi omega tomaba las riendas de todo, y se veían contentos con ello, con que apenas hablara y pidiera cosas. Sentía que me miraban en menos sólo por ser omega, y me odiaba por eso.
El alfa tragó saliva.
—Lo siento —pidió perdón el alfa—, lamento si alguna vez te hice sentir así, Seungminnie, no fue mi intención, yo... yo sólo quería hacerte feliz —su garganta se apretó—, pero nunca te he mirado en menos. Nunca he... No quería hacerte sentir así. Lo lamento mucho.
Seungmin sentía que iba a llorar, ya que no pensó que Yongbok fuera a disculparse también. Una parte suya decía que todo eso fue sólo un error de él, de nadie más, pero agradecía enormemente que Yongbok fuera capaz de decirle aquello, cuando no lo merecía.
Lo siento, le dijo Hyunjin la noche que lo marcó, mientras le hacía el amor. Se lo dijo cientos de veces, con sus ojos llenos de lágrimas por lo que tuvo que hacer, y Seungmin sólo quería decirle que no lo lamentara. Que lo comprendía y, en el fondo, lo deseaba desde hace tiempo. Deseaba su marca.
—Por otro lado —el alfa contempló su helado—, si tú lo quieres, puedo marcar a otra persona.
Seungmin se atoró con la cuchara en su boca.
—¿Qué? —preguntó entre toses.
Yongbok se encogió de hombros.
—Quitarte mi marca —explicó con voz débil—. Si no la quieres, si no me quieres, entonces puedo...
—¡No! —Seungmin se puso de pie, e importándole poco si estaba llamando la atención, tomó la mano de Yongbok y se sentó en sus piernas de forma posesiva—. No, no, no, no...
Yongbok tuvo que agarrarlo de la cintura para que no golpeara el suelo.
—Seungminnie...
—¡No! —repitió el omega—. No, yo quiero tu marca.
—Pero...
—¡Eres mi alfa! —insistió Seungmin—. Tú y Hyunjin lo son. Son mis alfas —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Siempre lo van a ser, así como yo soy su omega. Nos pertenecemos mutuamente.
Yongbok asintió, con su garganta todavía apretada, pero enterró su rostro en el cuello del omega, respirando profundamente, su aroma calmándolo.
Haciéndolo sentir mejor que nunca en todo ese tiempo.
Chan y Jeongin sabía aprovechar muy bien el tiempo en el que los niños no se hallaban en casa, agradeciendo a cualquier dios existente que Yongsun decidiera salir con unas amigas y Yongbok fuera a estudiar con una compañera.
—Oooooooooooh... —gimió Jeongin al sentir el nudo del alfa en su interior—, mmm...
Chan sonrió ampliamente ante su expresión colorada, con sus ojos llenos de lágrimas de placer, y lo besó con fuerza, sus labios devorando su boca, sus dedos jugueteando en la piel de su cintura.
Jeongin volvió a gemir cuando los dientes de Chan se deslizaron por su piel hacia su cuello, hacia su marca, y mordió posesivamente, oyendo los chillidos del omega ante la situación.
No alejó su rostro, terminando de anudar y lamiendo la marca para dejarlo impregnado en su olor. Luego, frotó su cara contra el cuello del omega, para así también quedar marcado en el aroma a celo que Jeongin soltaba en el sexo.
—Vas atrasado para la cena con tu madre —jadeó Jeongin, respirando aceleradamente cuando el alfa se retiró de su interior.
—Me importa una mierda —gruñó Chan—, se aguantará. Estoy ocupado ahora.
Jeongin tembló al sentir el firme agarre del alfa en sus muslos, pero suspiró con amor cuando Chan apoyó su cabeza en su vientre, frotando su mejilla contra su piel.
—¿Cómo estás, bebé? —preguntó el mayor—. Papá te quiere mucho, ya quiero que nazcas para tenerte entre mis brazos —le dio un pequeño beso a su estómago—. Te amo...
El omega quería decirle a Chan que permaneciera con él, que le abrazara y le hiciera el amor mil veces más, pero sólo suspiró al observarlo ponerse de pie, estirándose para irse a dar una ducha. Jeongin no quería que fuera donde su madre, tenía un horrible presentimiento, pero sabía también que Chan y ella tenían cosas pendientes.
Nunca entendió esa relación extraña que poseían: Chan le contó, cuando estaban saliendo, que su madre sólo se dejó embarazar por la esperanza de dar a luz un alfa puro, por ningún otro motivo, pues su naturaleza alfa rechazaba el ser dominada en la cama. Y aun cuando lo tuvo a él, nunca poseyó el llamado instinto materno: a Chan lo criaron niñeras que duraban sólo un par de meses por el maltrato que recibían por parte de los señores Bang. El alfa no tenía ningún buen recuerdo de sus padres, que casi nunca se hicieron cargo de él, ni de sus necesidades personales o afectivas.
Pero a pesar de ello, Chan afirmó que les tenía algo de afecto: eran, después de todo, sus padres. Sin embargo, aunque existiera afecto, el alfa sabía que eran unas personas tóxicas y a las que era mejor mantener lejos por su seguridad.
Chan salió de la ducha minutos después, si bien limpio, todavía con el aroma de Jeongin a su alrededor. El omega sonrió, observándolo vestirse.
—¿Ocurre algo? —preguntó Chan, abotonando la camisa.
—Eres muy guapo —halagó Jeongin, y su sonrisa tomó más fuerza al notar las mejillas coloradas del alfa—. ¿Por qué no vuelves a la cama, Channie? Tengo ganas de chuparte el pene...
Chan se rió, agarrando su chaqueta, y se inclinó sobre la cama para darle un beso en los labios.
—Te cobraré la mamada cuando vuelva —le dijo, acariciando su labio inferior.
Jeongin hizo un puchero, dándole otro beso y tratando de ahogar la sensación de temor que había en su interior. No quería preocupar a Chan, no de forma innecesaria. De seguro el miedo que sentía era porque no quería ver más a esa mujer, ya que a pesar de que Jeongin se veía capaz de enfrentarla, todavía tenía algo de susto por ella. Después de todo, le hizo demasiado daño con sus acciones y esas cosas no se olvidaban con facilidad.
—Te amo —le dijo a Chan.
El alfa sonrió, feliz.
—Yo también te amo —suspiró el mayor.
Jeongin lo vio salir, asomándose por el balcón mientras el auto se alejaba, y soltó el aire que estuvo conteniendo.
Chan iba a volver, se repitió, pensando en lo que prepararía para comer.
Seungmin se sobresaltó cuando la puerta fue cerrada bruscamente, volteándose y chocando con los ojos apagados de Hyunjin.
La culpabilidad golpeó su estómago, pero se obligó a mantenerse entero y no romper a llorar, pues debía solucionar lo que hizo, así como hizo con Yongbok.
—Pensé que te estabas quedando donde papás —dijo Hyunjin, dejando su abrigo en el colgador.
—Quería hablar contigo —dijo Seungmin, mordiendo su labio inferior.
Hyunjin rascó su nuca, acercándose, pero Seungmin frunció el ceño.
—Hueles a feromonas —le dijo, y entonces parpadeó, con sus ojos abriéndose por la sorpresa—. Oh...
—No —se apresuró a decir Hyunjin, sentándose a su lado—, bueno, salí con un chico omega, pero... pero no hubo nada más —hizo una pequeña pausa, levantando su mano de pronto, y acarició su marca—. Si tú lo quieres, puedo quitártela y...
Seungmin se echó hacia atrás, todo en su interior negándose. No sólo su omega, sino él también.
Hablar con tío Jeongin le ayudó a comprender algunas cosas, aunque seguía un poco confundido también, pues ciertas dudas no serían resueltas por el resto, sino por él. Pero logró entender, un poco, que tal vez tenía que permitirle a su omega tomar las riendas de ciertas situaciones, y no sentir vergüenza por ser más emocional que el resto.
—No, es mi marca —Hyunjin le miró, sorprendido—. Yo la quiero. Siempre la he querido —su voz se tornó vacilante—. Cuando teníamos diez años, tú me marcaste por primera vez.
El alfa pestañeó.
Hyunjin recordaba aquella ocasión en la que ambos estaban jugando a las luchas, girando sobre la cama, gruñéndose y lanzándose mordiscos para tratar de vencer al otro. Jisung les estaba gritando desde la cocina que se detuvieran, que se harían daño, pero ambos no lo tomaron en cuenta.
Seungmin gimoteaba en señal de queja, haciendo que Hyunjin se compadeciera, y el omega aprovechaba aquello para poder vencerlo. Hyunjin sentía, por otro lado, la imperiosa necesidad de morderlo, hasta que logró quedar sobre él, riéndose estruendosamente, y antes de pensarlo dos veces, mordisqueó la piel de su cuello.
Seungmin chilló por el dolor y Jisung apareció, cargando una varilla con la que golpeó su trasero por lo que hizo.
El omega estuvo algo empalagoso y dócil los siguientes días, pero Hyunjin no podía entender bien por qué. Luego, cuando tuvo su primer celo, todo cobró sentido.
—Ese día yo... yo me di cuenta de que quería tu marca —dijo Seungmin, sus labios temblando—. Nunca te lo dije porque me daba vergüenza, porque me negaba a admitir lo mucho que la deseaba —el omega bajó la vista—, pero la quiero, Hyunjin. Siempre la he querido, así como la marca de Yongbok.
Luego de aquellas palabras, Seungmin se apresuró en explicarle todo lo que pasó por su mente esos últimos días, todos los sentimientos malos que tuvo tanto tiempo, todo el miedo y temor que sentía, queriendo hablar para poder soltar aquellas emociones negativas que le estuvieron asfixiando.
Hyunjin tragó saliva.
—Tú nunca... —finalizó el omega—, nunca has sido un mal alfa...
—No digas eso —la voz del chico salió grave—. He usado la voz alfa en ti cuando he podido. Te mereces algo mejor, Seungmin, no...
—Y yo he sido caprichoso, grosero y un imbécil muchas veces —le interrumpió Seungmin—, pero ahí vas tú, aguantando mis actitudes —el omega lo abrazó, enterrando su rostro en su cuello—. Lo siento mucho. Lo siento, Jinnie.
Hyunjin cerró sus ojos un momento, suspirando y llevando sus dedos al cabello desordenado del chico, acariciándole el pelo.
—¿Esto es...?
—Quiero estar contigo y con Yongbok —aseguró Seungmin—, yo sólo quiero que... Me gustaría... —apretó sus labios un instante—. Me gustaría estudiar algo y...
—Lo que quieras —se apresuró a decir Hyunjin—, todo lo que desees —le besó la frente—. Puedes hacer lo que desees y voy a apoyarte, Seungmin.
Seungmin lo abrazó con más fuerza, cerrando sus ojos un instante, dejando que el olor embriagador del alfa lo calmara, y cuando volvió a abrirlos, tenía una decisión tomada.
Le dio un beso pequeño en los labios.
—Voy a salir —le murmuró contra sus labios—. Necesito... Debo hacer algo.
Hyunjin se veía tentado de preguntarle qué era lo que haría, en tanto otra parte se debatía en pedirle que no saliera pues ya estaba anocheciendo, pero se vio obligado a calmarse, asintiendo y confiando en Seungmin.
El omega sonrió.
—No tardaré —prometió—, podrías invitar a Yongbok para que pase la noche aquí —lo besó—. Los he extrañado mucho.
—Y yo a ti —admitió el alfa—, extraño tus quejas, cachorrito.
Seungmin lo golpeó en el costado, pero sólo sonrió.
Segundos después, el omega salió de casa, casi corriendo a paso apresurado para llegar pronto a su destino, algo dentro de él sintiéndose más cómodo que nunca por la decisión que tomó. Mucho más porque logró hablar con los dos alfas sin llegar a gritos, sin pelear, viendo la forma en la que le escuchaban, y su omega era feliz con aquello.
Su omega, por primera vez en mucho tiempo, se sentía contento, cómodo, sin una batalla en su interior que lo atormentara.
Llegó al puente Seongsu, jadeando por la corrida, observando a Soonyoung sosteniendo dos cafés. El omega le sonrió, ofreciéndolo uno, y Seungmin lo agarró por cortesía.
—Creí que me estabas evitando —comentó Soonyoung con voz suave.
Seungmin respiró, recuperando el aire, y llevó el vaso a su boca, bebiendo antes de hablar.
—Lo siento —le dijo en disculpa—, he estado algo... algo ocupado —titubeó un instante—. ¿Qué has decidido, Soondae? —preguntó, observando el río Han.
El chico mordió su labio inferior.
—Me escaparé a Gwangju —dijo Soonyoung—. Mis padres concretarán un matrimonio forzado. Me iré en dos días —le miró de reojo—. ¿Y tú, Seungmin? ¿Has pensado en mi propuesta?
Seungmin miró el café, sus manos calentándose por el líquido.
—Lo siento, Soonyoung —murmuró con dulzura—, pero no te puedo corresponder de ese modo. Yo no... —sus marcas ardieron—. Yo ya tengo a dos chicos que me quieren, y yo los quiero.
Soonyoung asintió, distraído, con una expresión triste en su rostro.
—¿No hay forma de hacerte cambiar de opinión? —preguntó, su voz extremadamente abatida—. Ellos te van a decepcionar. Los alfas no son buenos, Minnie.
Frunció los labios, negando con la cabeza.
—Yongbok y Hyunjin lo son —aseguró—, y ellos son míos, así como yo soy de ellos.
Su amigo volvió a asentir, terminando de beber el café.
—Si me hubieras escogido —dijo Soonyoung, sin perder su tono adolorido—, habrías hecho las cosas más fáciles, Seungminnie, porque yo realmente te quiero.
Seungmin lo miró.
Sus labios se arrugaron en una mueca cuando Yongbok apareció en el umbral del comedor, algo desorientado.
—¿Y papá? —preguntó su hijo.
—Tuvo que salir —respondió Jeongin, un poco distraído.
—¿Pelearon? —Yongbok enarcó una ceja.
Jeongin bufó, sin querer decirle a Yongbok dónde estaba su alfa, ya que sabía que iba a alterarse.
—Algo así —mintió, decidido a cambiar de tema—. Pensé que te vendrías con Yongsun. Ya son las nueve de la noche y no ha llamado —sacudió su cabeza—. ¿Se habrá quedado a dormir con sus amigas?
Yongbok se encogió de hombros.
—¿Estaremos los dos solos? —preguntó, sus ojos iluminándose—. ¿Puedo dormir contigo, mami? —puso un puchero, queriendo verse adorable, y Jeongin se rió.
—¿En la cama dónde tengo sexo con tu padre? —dijo con inocencia el omega.
—¡Mamá, eso es asqueroso! —se quejó Yongbok, pataleando como un niño pequeño.
—Venga, llamaré a Yongsun para ver qué ocurre con ella. Ve a servirte algo para comer, la cena ya está lista.
Yongbok se fue a la cocina, refunfuñando entre murmullos, mientras Jeongin marcaba el número de Yongsun para saber dónde estaba. De verdad, ¿tanto le costaba llamar para decir que no iría a comer? Si se quedaría con sus amigas lo podía entender, pero avisarle no costaba nada.
El celular de la chica estaba apagado.
Arrugó el ceño.
Yongbok volvió, llevando un plato con sopa y sentándose a su lado en la mesa.
—No hagas esa mueca, mamá —regañó—, es muy rara.
Jeongin le pellizcó la mejilla, volviendo a llamar a Yongsun, pero sin tener éxito alguno.
—¿Se habrá quedado sin batería? —preguntó extrañado.
Yongbok se encogió de hombros, dispuesto a comer, sin embargo, su celular sonó en ese instante. Lo agarró, observando el número de Hyunjin, y sonrió.
—Hey —dijo alegremente—. ¿Qué tal...?
—Yongbok, oye —saludó Hyunjin, y notó enseguida que su voz estaba algo ansiosa—. Por casualidad, ¿Seungmin no está contigo?
Sus cejas se arrugaron por la pregunta, confundido.
—¿Seungmin? No —eso llamó la atención de Jeongin, que le miró—. No he visto a Seung desde el jueves. ¿Por qué?
Jeongin recordó que tenía el número de la madre de una de las amigas de Yongsun, y llamó.
—Seungmin salió hace una hora, y me dijo que volvía enseguida —balbuceó Hyunjin—, pero le he llamado porque me preocupé, y no ha contestado. Su móvil está apagado.
—Hola, soy el tío de Yongsun —saludó Jeongin cuando una mujer contestó—, llamaba para saber si ella estaba con su hija. La llamó, pero no contesta.
—¿Yongsun? No, mi hija regresó a casa hace dos horas y ha venido sola —dijo la mujer al otro lado de la línea—. Dijo que cada una se fue a su casa luego de salir.
Jeongin sintió su estómago apretado, dando las gracias y despidiéndose.
Yongbok tenía la garganta apretada.
—No lo he visto —volvió a decirle a Hyunjin—, pero... ¿no te dijo a dónde iba?
—¡No! —Hyunjin parecía a punto de llorar—. Sólo me dijo que debía hacer algo y que volvería pronto. Yongbok, ¿y si... y si nos dejó? ¿Si se fue con ese amigo?
El chico sentía que su mundo se estaba desestabilizando, y Jeongin le agarró del brazo, con sus ojos endurecidos. Rápidamente, Jeongin llamó a Chan.
El número que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio...
Lo intentó otra vez, pero el mensaje volvió a repetirse.
Jeongin apretó su mandíbula.
Bien. Bien. Ahora Jeongin estaba enfurecido.
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