Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✧⁠◝ 08

Seungmin soltó un gemido.

Apretó su mano contra su boca, avergonzado por completo mientras Hyunjin, sobre él, sonreía perversamente, como si disfrutara el verlo así, todo sudado, desnudo y colorado.

—Bastardo —murmuró en voz baja.

Hyunjin se rio, frotando su nariz contra su cuello, y ambos miraron hacia la puerta cuando fue abierta.

Yongbok se quedó quieto, observando a los dos mayores en la cama, obscenamente desnudos y sin lucir asustados por haber sido descubiertos en pleno acto. Las feromonas que Seungmin soltaba no tardaron en llegar a su nariz, sintiendo de pronto calor en su cuerpo.

—¿Necesitan... privacidad...? —preguntó, tratando de lucir impasible, aunque fallando miserablemente.

Hyunjin soltó una risa ronca, volviendo a agarrar la cintura estrecha de Seungmin y tirando de él, penetrándolo un poco más profundo. Seungmin dejó salir otro gemido, su goteante miembro erecto y duro contra su estómago.

—¿No quieres unirte? —preguntó Hyunjin con tranquilidad—. La boca de Seungmin está desocupada y Seungminnie ha estado maldiciendo toda la mañana porque se acabó su leche de fresa.

—¡Sa-sabes que yo... me pon-pongo de mal humor si no... no te-tengo mi le-leche...! —chilló Seungmin, antes de jadear por la nueva embestida.

Yongbok mordió su labio inferior, viendo el lío que eran los dos chicos frente a él, y tragó saliva mientras sentía su propio miembro duro en sus pantalones, sin saber qué hacer. Por, sobre todo, porque si se acercaba, significaba tener su primer contacto sexual.

Sí, Yongbok era un chico virgen, pero no tonto: cuando se sentía caliente, por supuesto, se masturbaba en la oscuridad de su habitación, y nunca antes tuvo contacto de ese tipo con otra persona pues le avergonzaba un poco. Sin embargo, ahora con Seungmin y Hyunjin follando delante de él, sentía la necesidad de desnudarse y permitir que hicieran lo que quisieran con él.

—Yongbok te dará tu lechita, ¿no es así, Bokkie? —gruñó Hyunjin, sonriéndole.

Yongbok fue para conversar sobre ellos sobre el viaje, pero bueno, siempre podía hacerlo después.

Caminó, observando al omega lloriqueando, y abrió la bragueta de sus pantalones. Las manos de Seungmin lo agarraron de la playera, atrayéndolo, antes de atrapar su ropa interior y bajarla lo suficiente como para sacar su polla ya erecta.

Soltó un jadeo bajo cuando la mano de Seungmin envolvió su miembro, húmedo por el líquido preseminal, y el omega lo miró con ojos grandes y expresivos. Parecía fingir una inocencia dulce, que contrarrestaba enormemente con el hecho de que estuviera siendo follado por dos alfas.

—¿Eres... virgen, Bok...? —balbuceó Seungmin, mientras movía su mano de arriba hacia abajo.

Desvió la vista, avergonzado.

—Sí —murmuró, mordiendo su labio inferior.

—Eso es adorable —gruñó Hyunjin, levantando los ojos—. Con Seungminnie nos aseguraremos de que lo disfrutes mucho.

Antes de poder decir algo, Seungmin comenzó a chupar el glande, llenándolo con saliva, mamando de forma superficial, y jadeó por la corriente de placer que recorrió su espina dorsal. Sus manos se deslizaron por el cabello oscuro de Seungmin, oyendo su ronroneo mientras Hyunjin separaba más sus piernas, viendo el momento exacto en el que el alfa se hundía más duro en su interior, gruñendo con excitación.

El omega jadeó contra su miembro, sus ojos llorosos por el placer, para después abrir más su boca. Metió ahora todo el miembro entre sus labios, mientras con su mano lo agarraba de la base para sostenerlo. Hyunjin comenzó a embestirlo de forma seguida, el sucio sonido resonando en el cuarto con cada nueva penetrada, seguido del ruido que provocaban los labios de Seungmin a medida que chupaba más y más.

Yongbok escuchó varias veces a sus compañeros hablar sobre lo genial que era eso, que un omega te chupara el pene, pues se veían sucios y calientes, llenos de lujuria y perversa inocencia que podía hacerlos correr sólo con una probada. Sin embargo, nunca les dio demasiado crédito a aquellas historias hasta ese momento. Aunque, por otro lado, Yongbok estaba seguro de que era la boca de Seungmin la que lo estaba provocando de esa forma, porque si hubiera sido cualquier otro omega, habría salido corriendo por el miedo.

Pero si eran Hyunjin o Seungmin quienes lo tocaban de esa forma, entonces estaba bien.

Mordió su labio inferior con la cabeza de Seungmin subiendo y bajando por el largo de su miembro, al ritmo de las embestidas que recibía su culo, viendo cómo se auto-lubricaba sin problema alguno. Al levantar la vista, Hyunjin lo agarró del cuello de la camisa, tirando de él, y de pronto los labios del alfa mayor estaban sobre los suyos en un beso sucio, caliente, dominante, y le siguió el ritmo torpemente, sintiendo como metía la lengua en su boca sin encontrarse resistencia alguna.

Al separarse, un hilo de saliva conectaba sus labios con los de Hyunjin, que sonreía salvajemente mientras follaba a Seungmin. El chico no dejaba de jadear y gemir con la polla metida en su garganta, y al oír el gemido del omega cuando se corrió, terminó eyaculando en su boca también, respirando aceleradamente antes de recibir otro sucio beso de Hyunjin.

Se alejó, tratando de recuperarse, viendo a Hyunjin corriéndose sobre el estómago de Seungmin, y el omega gimoteó con su rostro manchado de blanco, obscenamente sucio y contento.

Antes de poder decir algo, Hyunjin lo agarró del brazo y tiró de él, sentándolo en la cama.

—No... no tuvimos que hacerlo... —murmuró Yongbok, aturdido.

Hyunjin gruñó en señal de desaprobación, sorprendiéndose cuando Yongbok contestó también con un gruñido: a veces olvidaba que Yongbok era alfa.

Seungmin jadeó.

—Hagan eso otra vez —soltó el omega—, es caliente.

El mayor rodó los ojos, sacudiendo su cabeza.

—Ve a limpiar tu rostro, bebé —le dijo y Seungmin le sacó la lengua, obedeciendo—. No sé por qué dices eso, Bokkie. Seungmin y yo estuvimos de acuerdo.

Yongbok le miró, temblando.

—Pero es tu omega —dijo con voz débil—. Seungmin es tu omega, no el mío, tiene tu marca, no la mía, ¿no ves que...?

—¿Lo puedes marcar por accidente? —terminó de decir Hyunjin, con una expresión impasible.

El menor asintió, pero antes de darse cuenta, el alfa estaba sobre él, sobre su cuerpo, entre sus piernas, volviendo a sonreír de forma astuta. Yongbok parpadeó, tragando saliva, para después humedecer sus labios, y Hyunjin agarró su labio inferior, con sus ojos oscurecidos.

—Seungmin es nuestro, así como tú eres de nosotros y yo soy de ustedes —dijo con voz ronca.

Yongbok jadeó, sintiendo los labios de Hyunjin contra su boca, sin poder dejar de mirarlo.

—He estado haciendo algunas averiguaciones —prosiguió Hyunjin—, y en algunos países existen alfas que comparten omega, marcándolo los dos al mismo tiempo. Podríamos intentarlo —los ojos de Hyunjin brillaron—. Podríamos estar los tres juntos si sale bien.

Yongbok sintió su garganta seca por las palabras de Hyunjin, su alfa interior quejándose por lo que planteaba el mayor. Yongbok no era tonto: sabía que sentía una inusual atracción por Hyunjin, por querer ser tocado, y su corazón latía como desbocado al tenerlo tan cerca. Pero sabía también que esa otra parte, su lado alfa, no estaba totalmente de acuerdo por lo que significaba: los alfas eran dominantes por naturalezas, salvajes y posesivos, y ser dominado por otro, ser el sumiso, significaba total y absoluto rechazo.

—¿Se van a besar otra vez? —preguntó Seungmin, entrando al cuarto con su rostro ya limpio—. ¿Por qué están coqueteando cuando yo no estoy aquí? Son horribles.

Hyunjin se quitó de encima, echándose a su lado mientras Seungmin se acercaba, colgándose del cuerpo del alfa más grande. Yongbok pensó, por un momento que, si quizás no tuvieran esas naturalezas, todo sería más fácil.

Jodidamente más fácil.

Jeongin a veces se recordaba a sí mismo cuando acababa de llegar a China, desorientado, perdido, sin saber qué hacer con su vida de ahora en adelante.

Se recordó bajando del avión, viendo los rostros desconocidos de todo el mundo, como su omega gritaba en señal de auxilio, pero sólo respondía el silencio. Esa noche durmió en el aeropuerto, siendo consciente del dinero que tenía, y a pesar de que en el bolsillo estuviera la llave del viejo departamento que Hyub compró tiempo atrás, no sentía la fuerza necesaria para ir hacia allá.

Además, ni siquiera sabía en qué zona de Pekín quedaba, y mucho menos sabía cómo hablar chino.

Era un inútil, un bastardo inútil, un maldito omega de sólo dieciocho años que lo perdió todo y no sabía qué más hacer.

Al día siguiente, gracias a las vagas indicaciones que logró conseguir, llegó a la embajada coreana de la ciudad, inventando una vaga historia sobre su alfa muerto y el comienzo de una nueva vida lejos de su lugar de origen. Logró que lo aceptaran en un curso gratuito para aprender chino, con la promesa de conseguirle un empleo lo más pronto posible, y luego partió a buscar el departamento, agradeciendo al controlador de Hyub cuando llegó por haberlo amoblado.

Pero, por supuesto, se derrumbó por completo cuando se dio cuenta de que incluso la habitación que iba a ser de Yongbok estaba amoblada, con una cuna, ropa y juguetes.

Los días siguientes fueron un remolino de oscuridad, lágrimas y dolor, sin salir del departamento ni de la cama, levantándose sólo para beber agua e ir al baño. Era incapaz de hacer otra cosa excepto llorar y dormir, rogando para que todo eso acabara, para que esa pesadilla desapareciera.

También escribió muchas cartas, llenas de pensamientos y divagues sin sentido que ni él mismo podía comprender en su totalidad. Pedía perdón a Yongbok por haberlo dejado, tratando de explicarle que lo amaba, que siempre lo amaría, que era su pequeño bebé precioso que amaba más que a nada en el mundo. No las envió enseguida, por supuesto, porque estaba tan sumido en su mierda que no hacía nada, absolutamente nada, sólo permanecer acostado.

Sólo cuando se dio cuenta de que no había más comida, tomó la fuerza suficiente para bañarse: fue dos semanas después de haber llegado. Olía asqueroso, lo sabía, pero no le interesaba, y cuando terminó de ducharse salió a la calle, buscando algún supermercado cercano en el que comprar cosas para la alacena.

Fue allí cuando se encontró por primera vez con Liu YiFei, cuando estaba siendo agredida por su alfa en mitad de la calle y nadie la estaba ayudando. Ese bastardo la estaba abofeteando, sosteniéndola del cabello, ignorando su llanto y sus súplicas, y Jeongin se quedó quieto mientras el resto de las personas caminaban. Fingían no ver a la pareja, a pesar de los gritos de la pobre omega, y algo hirvió en su interior.

Algo hirvió porque se vio a sí mismo en YiFei.

Sí, quizás Hyub nunca fue tan agresivo como ese alfa, quizás Hyub nunca lo golpeó de tan brutal manera frente a otras personas (pero a veces lo hacía, como cuando salían a comer y Jeongin tropezaba, o se reía, o se comportaba como un niño malcriado según Hyub), pero reconoció el miedo que exhalaba YiFei, porque él también sintió tanto miedo que, a veces, era como ser consumido por completo.

Así que, antes de darse cuenta, estaba agarrando una roca, gruñendo por el odio, y golpeó a ese alfa en el rostro. Lo aturdió el tiempo necesario como para agarrar la mano de YiFei, corriendo lejos de allí entre todas las personas atónitas, hasta su departamento donde estarían a salvo.

—Deberías dejarlo —le había dicho Jeongin a YiFei, pero la omega sólo lo contempló, atónita, diciéndole con esa mirada que no le entendía.

Jeongin se limitó a servirle un té, sin decir otra cosa, y YiFei tampoco se molestó en mantener una conversación.

La chica se marchó horas más tarde y Jeongin no la vio de nuevo diez años después, cuando estaba trabajando en la biblioteca y la mujer entró con una expresión decidida.

—¿Zheng HaoXi? —le preguntó YiFei.

Jeongin la miró, parpadeando: cinco años atrás decidió usar el nombre que le ofreció el Ministerio de Migración, sólo adaptar su nombre a la fonética china, porque eso simplificaba un montón los trámites, pero, por sobre todo, le ayudaba a fingir ser otra persona que no fue pisoteada miles de veces.

—¿Sí? —preguntó, parpadeando.

YiFei le sonrió ampliamente, antes de comenzar a recordarle quién era ella, y si quería formar parte un movimiento social que luchara por los derechos omegas.

YiFei siempre le sonreía, aunque todo estuviera mal. Incluso antes de morir, YiFei le sonrió y dicho que estaba orgullosa de él.

Jeongin frotó sus ojos llenos de lágrimas cuando recordó a YiFei, su pecho ensangrentado, la vida escapándose de sus ojos, pero con la sonrisa en su rostro, y se maldijo por seguir siendo tan débil. Por seguir llorando cuando ya no podía hacer nada, por seguir siendo, en el fondo, ese tonto omega sensible y asustadizo del que todo el mundo se aprovechaba.

—¿Dóne etá mamá? —escuchó decir a Chenle en mitad de la noche.

Sus ojos revolotearon por el vagón que usaban como dormitorio, siendo consciente que casi todas las personas estaban durmiendo. En medio de la oscuridad vio la figura de Junhui sosteniendo a Chenle, mientras entraban para acomodarse entre TzuYu y CaoLu. Fingió dormir para así no ser descubierto, sus dedos picando por el deseo de sostener al pequeño niño en sus brazos.

Se estaba haciendo difícil. Sin Chenle a su lado, su omega lucía más perdido y muerto que nunca: el pequeño servía como una especie de ancla para mantener a raya a esos sentimientos confusos y deprimentes que le invadían de vez en cuando, pero ahora, al tenerlo lejos...

Bueno, se sentía más débil y desorientado que nunca.

—Mamá está fuera, Lele, ya va a volver —le susurró Jun en voz baja, recostándose y dejando al niño sobre su pecho.

—No —sollozó Chenle—, mamá etá aquí. ¿Po qué no me... no me deyas con ella?

Jeongin quería romper a llorar también.

—Jeongin no es tu mamá, mi vida —murmuró Junhui con cariñ—no lo ha sido, no lo es y no lo será, ¿está bien? Jeongin es sólo tu tío.

Pelo...

—Vamos, a dormir, Lele.

Luego de eso, sólo hubo silencio.

¿Por qué Jeongin sentía que las cosas sóloestaban empeorando?

—¡Están locos!

Seungmin y Hyunjin se sobresaltaron cuando Jisung gritó, enojado, mientras Changbin se encogía en su asiento tratando de hacerse pequeñito y desaparecer. Yongbok, por otro lado, miró a Chan cuando éste se lanzó al suelo, como si quisiera ocultarse de la ira del beta de pie frente a ellos.

—Papá... —balbuceó Hyunjin.

—¡¿Creen que iba a dejarlos ir, así como así?! —le interrumpió Jisung, colorado por la rabia—. ¡Se los prohíbo, no van a acompañar a Yongbok a China!

—Pero tío Chan ya compró los pasajes... —dijo débilmente Seungmin.

—¡Me importa una mierda! —escupió Jisung—. ¡No tienen nada que hacer allí! ¡Y menos...! —Jisung tomó aire, tratando de calmarse—. ¿Saben lo que ocurrió la última vez que nos metimos en medio de todo este embrollo?

Hubo un silencio tenso en el comedor.

—Papá Sung tiene razón —apoyó Changbin con cuidado—. Si la madre de Chan o Wheein se entera de que están involucrados, no van a tardar en meterse en nuestra familia otra vez.

—¡No pueden hacer eso! —gritó Seungmin—. ¡No vamos a dejar a Yongbok solo!

—Sus padres están en lo cierto —secundó Chan, poniéndose de pie—. Voy a devolver los pasajes, así que-

—¡No! ¡Iremos con Yongbok! —estalló Hyunjin, enojado.

—¡No nos grites, Seo Hyunjin! —gruñó Jisung.

—¡No es justo! —gritó Seungmin.

—¡A callar! —levantó la voz Changbin.

—¡Yongbok es también mi alfa! —soltó Seungmin.

Jisung palideció y Changbin se atoró con su saliva. Chan parpadeó por el aturdimiento. Avergonzado, Yongbok bajó la vista.

—¿Qué? —balbuceó Jisung—. Oh, dios, ¿estás bromeando, Seungmin? ―el beta dio un paso, tomando por el hombro a Seungmin, pero el omega se echó hacia atrás con una expresión enojada. Jisung, al ver que no iba a conseguir nada con su hijo, se giró hacia Hyunjin—. ¿De qué está hablando? ¡¿Vas a dejar que Yongbok lo marqué?! ¡Saben lo peligroso que es eso!

—¡Puedo tomar mis propias decisiones, papá! —gritó Seungmin, enfurecido—. ¡Hyunjin puede ser mi alfa, pero si quieres saber sobre mí, sólo debes preguntármelo!

—¿Por qué mejor no nos calmamos? —balbuceó Yongbok en voz baja.

—Papá, lo estás malinterpretando, es que... —Hyunjin habló con tono nervioso—, es que los dos queremos a Minnie, y Seungminnie nos quiere a los dos, y yo también quiero a Yongbok y Seungmin, y Yongbok nos quiere también, ¿bueno?

El beta parecía a punto de desmayarse por las palabras que le estaba diciendo Hyunjin, y Changbin estimó conveniente ponerse de pie para sostenerlo.

—Oh mierda... —murmuró Jisung—, y yo creía que la relación de Chan y Jeongin era complicada...

—¿Disculpa? —farfulló Chan.

Jisung se sentó en el sofá mientras Changbin le imitaba, sosteniendo su mano para tratar de calmarlo un poco. Se notaba que estaba realmente afectado por la situación, y nadie dijo nada por varios minutos, esperando a que el matrimonio se calmara lo suficiente.

—¿Lo han hablado? —preguntó repentinamente Jisung en tono duro—. ¿Han hablado sobre cómo lo harán? —una pequeña pausa—. ¿Son conscientes de que, si Seungmin quedara embarazado, sus instintos alfas se alteraran si no saben quién es el padre?

Seungmin parpadeó, abrazándose, mientras Hyunjin bajaba la vista y Yongbok mordía su labio inferior, afectados por las palabras que estaba diciendo el beta.

Jisung levantó la vista.

—Ya son grandes —declaró, mirando a sus dos hijos—, así que supongo que ambos sabrán lo que están haciendo —se giró hacia Chan—. Si no los cuidas, Chan, prometo cortarte las bolas y obligarte a comerlas, ¿está bien?

Chan se atragantó con su saliva, pero asintió lo más rápido que pudo.

Jisung apretó su mandíbula.

—Espero que cenen con nosotros esta noche —dijo Changbin con tono firme hacia sus hijos—, ¿a qué hora partirán mañana?

—A las diez de la mañana —contestó Yongbok.

—Bien —Changbin suspiró, poniéndose de pie y dirigiéndolos hacia la puerta de salida—. Espero que seas consciente de tu decisión, Yongbok.

Yongbok no sabía cómo decirle que no estaba seguro ni siquiera de ese viaje.

Asintió, fingiendo una confianza que no sentía, y arregló la corbata de su traje mientras salía detrás de su papá hacia el auto, subiéndose al asiento del copiloto.

Jugueteó con sus manos, en tanto su papá se ponía a conducir camino a la casa de sus abuelos. Iban directo a esa jodida última fiesta, donde de seguro se aprovecharían para comprometerlo con Serim, y miró de reojo a Chan, que lucía tranquilo a pesar de todo.

No lo soportó por mucho tiempo.

—¿No dirás nada? —preguntó, y no pudo evitar el tono acusador—. ¿Sobre mi relación con Hyunjin y Seungmin?

Su papá le observó por el rabillo del ojo, sin cambiar su expresión, a pesar de que Yongbok luciera algo alterado.

—¿Quieres que te dé un consejo acaso? —dijo Chan—. Creo que ya estás bastante consciente de tus decisiones, Yongbok y, sobre todo, de lo que quieres para ti —hizo una pequeña pausa, pero Yongbok no dijo nada porque sabía que su papá no acabó de hablar—. ¿Deseas realmente estar en una relación con otras dos personas?

Yongbok humedeció sus labios, inseguro, pensando en el rostro sonrojado de Seungmin, en su toque descarado y juguetón, en sus labios envueltos en su miembro, mientras le miraba inocentemente. Pensó en la boca de Hyunjin sobre la suya en ese beso tan demandante, tan duro, tan exigente, y cómo su interior se removió ante el pensamiento de que el alfa lo dominara: una parte suya se negaba a aquello, pero tenía que admitir que también lo deseaba.

Pero...

Pero, ¿era suficiente como para una relación?

—No lo sé —admitió.

Chan asintió, comprensivo.

—No soy nadie para juzgarte, Bokkie —prosiguió su papá, estacionándose fuera de la casa—, así que sea la decisión que tomes, voy a apoyarte —miró la fachada del hogar para luego hacer una mueca—. Ahora, acabemos con toda esta mierda.

Yongbok asintió, saliendo del auto, y le envío un breve mensaje a Yongsun deseándole las buenas noches. Chan y él acordaron no llevarla a esa fiesta de mierda, sabiendo que era lo mejor para que Wheein o su abuela no la usaran y la pasara mal. Ambos la iban a proteger, así que la dejaron en el hotel con la promesa de volver temprano, y al día siguiente, si todo salía como lo planearon, se quedaría con Changbin y Jisung hasta que volvieran.

Volvió a arreglar su corbata, siguiendo a su padre hasta la puerta, y un mayordomo abrió. Caminaron en silencio hacia el salón donde ya estaba lleno de gente, contemplando como la expresión de Wheein cambiaba de los nervios al alivio al verlos allí.

Hyejin apareció con una mirada de piedra.

Espero que hayan recapacitado en sus decisiones —dijo con tono duro—. Ahora, Chan, ve con tu esposa. Yongbok, acompáñame.

Yongbok miró a Chan, viendo como apretaba su mandíbula por la rabia. Pero sin decir nada, su papá caminó hacia Wheein que fingió una sonrisa de cariño, saludando a las personas con las que hablaba.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando una mano se apoyó en su hombro.

—¿Has decidido hacer lo correcto? —le preguntó su abuela.

Yongbok la observó.

—Sí —dijo con seriedad.

Su abuela sonrió.

—Vamos.

La siguió por entremedio de la multitud en silencio, deteniéndose frente a Serim, que estaba entre sus padres. Saludó a los mayores educadamente, con su garganta apretada, y besó la mejilla de Serim, notando sus ojos asustados. Detrás de ella, por supuesto, estaba Moonbyul, seria y alerta.

Humedeció sus labios.

—Yongbok le propondrá matrimonio esta noche —dijo Hyejin.

Yongbok soltó un gruñido, llamando la atención de su abuela.

—No me casaré con Serim —le dijo con dureza—. Lo siento, abuela, pero no lo haré.

Los padres de Serim lo miraron con incredulidad, mientras su abuela entrecerraba sus ojos, furiosa. Pudo notar a su amiga un poco más asustada, pero cuando la miró, pudo ver en su rostro que le iba a apoyar de ser necesario.

—Yongbok tiene razón —dijo Serim—, yo tampoco quiero casarme con él. Lo quiero como un hermano, pero no más que eso.

La madre de Serim, una alfa hermosa, la miró despectivamente.

—¿Tú crees, Serim, que todo esto se trata de amor? —dijo en voz baja y enojada—. ¿Tú crees que yo me casé con tu padre porque lo amo? Todo esto son negocios.

—Sora tiene razón —apoyó Hyejin con tono duro—. ¿Realmente creen que nos interesa si se llegan a amar? Tus padres también se casaron por negocios, Yongbok.

Yongbok sonrió con los labios apretados, sin mostrar sus dientes.

—¿Mis padres, abuelita? —preguntó dulcemente.

Pudo notar que ella interpretó el mensaje que le quiso dar con sus palabras.

La mujer mayor soltó un bufido despectivo.

—Vamos a conversar de esto a otro lado, para que ustedes hablan y así recapaciten —espetó ella, tratando de ocultar la rabia en su voz. Se giró y fue seguida por los padres de Serim.

Una vez quedaron solos, Yongbok se volteó hacia Serim.

—Pensé que tus padres serían más comprensivos —comentó con pesadez.

Serim suspiró, tomando una copa de champagne que un camarero le ofreció.

—Tal vez mi padre sí, pero mamá insiste en esto —contestó Serim, derrotada—. He tratado de decirles de miles de formas que no lo quiero...

Yongbok asintió, agarrando también una copa, y tomó un sorbo. Lo alejó con una mueca de asco, recordando porque el alcohol no le gustaba tanto, pero necesitaba despejarse con algo para no estallar.

—No nos casaremos —insistió Yongbok—, no pueden obligarnos a decir el en el altar —Yongbok miró hacia atrás, donde Moonbyul le observaba—. Bueno, y siempre Moonbyul puede raptarte y huir contigo.

La alfa sonrió, divertida, mientras Serim se reía por sus palabras.

Al otro lado del salón, Chan iba a golpear a alguien definitivamente. Tal vez a Wheein, que sonreía complacida al tenerlo allí, fingiendo que seguían casados cuando los papeles de divorcio ya estaban en trámite. Frente a ellos, un alfa les hablaba sobre negocios y un montón de mierda que no le interesaba.

Observó por el rabillo del ojo a Yongbok, que estaba conversando con Serim en una esquina del salón, sólo los dos, y pensó que debían estar poniéndose de acuerdo para cortar con todo ese lío que su madre creó.

No pudo evitar pensarlo, pero se dijo que Yongbok maduró demasiado en esas últimas semanas luego de enterarse de la verdad. Antes, obedecía en todo a Wheein y a su abuela, queriendo complacerlas para ganarse su aprobación y sin discutir en nada. La personalidad completa de un omega en un alfa, siendo callado, silencioso y manteniendo a raya sus emociones. Y, a pesar de ser su hijo, no podía ver nada de Jeongin en Yongbok hasta entonces, porque ese niñito malcriado, exigente y salvaje desapareció cuando Jeongin se marchó.

Pero ahora, al verlo por primera vez haciendo algo que deseaba y luchando por ello, pudo notar que Yongbok era la viva imagen de Jeongin, a pesar de que el omega hubiera sido durante tanto tiempo tímido y complaciente. Sin embargo, entendía que Jeongin lo hizo para sobrevivir. E irse, a pesar de haberle causado un gran dolor, a pesar de que significó abandonar a Yongbok, era lo que Jeongin necesitaba hacer para poder resurgir.

—Chan, ¿en qué piensas?

Se volteó, mirando el fingido dulce rostro de Wheein, e hizo una mueca notando que se quedaron a solas.

—¿Realmente te interesa? —preguntó tranquilamente. Wheein asintió, sonriendo—. Pensaba en la expresión de Jeonginnie cuando le hacía el amor en la cama.

Wheein estuvo a punto de dejar caer su copa con alcohol.

Observó cómo trataba de controlar la expresión llena de ira en su rostro. Sonrió con diversión, complacido de verla rabiar.

—Eres un imbécil —espetó ella—. ¿Catorce años y sigues pensando en eso? Eres patético, Bang Chan.

No se inmutó ante sus palabras, indiferente.

—Me parece más patético que sigas insistiendo en toda esta mentira —le dijo con calma, girándose hacia la mesa para agarrar su copa de champagne—. ¿No lo crees, Wheein? Catorce años insistiendo en un matrimonio que es más falso que tu inocencia —la miró con burla—. Más de catorce años queriendo que te marque, pero ni siquiera obteniendo un beso mío, ¿no es eso lo patético? Una omega de treinta y nueve años, casada, con hijos, pero sin una marca. Qué patético.

La mujer parecía estar conteniéndose para no tirarle el líquido de su copa.

—Si sólo te dieras cuenta de que yo-

—No, Wheein —le interrumpió, ahora duramente—. Nunca te voy a amar. Nunca te voy a siquiera querer. Para mí, tú no eres más que una mosca molesta que no puedo aplastar, nada más, ¿entendido? Y si no hubiera sido por Yongbok, por Yongsun, te habría matado hace años, aunque eso vaya contra mis principios.

Wheein no dijo nada, apretando sus labios, y Chan soltó un bufido, volteándose para buscar a Yongbok. Sus ojos escanearon el cuarto, lleno de gente, pero ya no estaba en la misma esquina de antes. Serim tampoco estaba.

Arrugó el ceño, pensativo. Pasados unos segundos, llevó la copa a sus labios, y volvió su vista a Wheein. La mujer le observaba en silencio.

Un rápido pensamiento cruzó su mente.

Sonrió una vez más, bajando la copa con burbujeante alcohol, notando los nerviosos ojos de Wheein en él.

—¿Realmente, Wheein? —preguntó en voz baja—. ¿Realmente pusiste algo en mi copa?

El rostro de Wheein palideció. Chan dejó la copa sobre la mesa.

—No sé de qué estás hablando —balbuceó la omega.

Ladeó la cabeza, tranquilo.

—¿Qué es? ¿Algo para dejarme aturdido? No, espera, ya sé —soltó una risa seca—. Algo para ponerme caliente, para que mi alfa se active, ¿no es así? Y tú vas a estar allí, perfecta para que te folle, para que te marque y me quede contigo, ¿eh?

—Dios, Chan, eso es...

—¿Enfermo? —se acercó, intimidándola—. Algo típico de ti, ¿no lo crees? —su expresión se oscureció—. Eres una bastarda y, aun así, esa palabra queda corta para ti, pero no quiero ofender a las putas y a las perras diciendo que te pareces a ellas, porque eres peor que eso —vio como ella temblaba—. ¿Dónde está Yongbok, Wheein?

Ella retrocedió, asustada.

—Chan...

Sin importarle si estaban en medio de esa estúpida reunión, que hubiera más personas allí, Chan dio dos pasos y la tomó de la muñeca, haciendo que soltara la copa que cayó al suelo y se rompió en cientos de pedazos. Wheein chilló, espantada, antes de jadear cuando la mano de Chan se cerró alrededor de su cuello, tirando su rostro contra la mesa. Un espantoso ruido seco resonó en el cuarto, todo repentinamente en silencio, pero a Chan le interesaba una mierda.

—Yongbok, Wheein. ¿Dónde está mi hijo? —preguntó con tono suave.

Wheein sollozó, un hilo de sangre escapando de su nariz.

—No... no lo sé... —lloró, espantada.

Chan soltó hormonas alfas, diciéndole a todo el mundo que no se acercaran o iban a recibir un golpe. Pudo escuchar como los omegas salían del cuarto, asustados, seguidos de sus alfas.

—Es la última vez que te lo preguntaré, Wheein —insistió, sin perder aquel tono—. Dónde. Está. Yongbok.

—¡No lo sé! ¡No lo sé! —balbuceó.

Chan hizo una mueca, agarrando su copa de champagne, y la rompió contra la mesa, sosteniendo el fuste del objeto. Acercó el vidrio roto a Wheein. Pudo notar su pánico, el miedo, el terror en sus ojos, en su aroma, pero Chan no sintió compasión alguna.

—Te di la oportunidad, Wheein —dijo tranquilamente.

La agarró del cabello, tirando de su cabeza para atrás, exponiendo su cuello, y presionó el vidrio contra su garganta.

—¡El cuarto de tu madre! ¡El cuarto de tu madre! —chilló, espantada.

Chan sonrió, soltó los restos de la copa y la empujó contra el suelo, hecha un desastre.

—Gracias, Wheein —dijo, calmado—, espero la firma en los papeles de divorcio mañana.

Wheein sollozó.

Salió del salón, furioso, adentrándose en esa horrible casa que fue su hogar durante su infancia, y yendo directamente hacia el pasillo donde su madre dormía. Por supuesto, se la encontró junto a los padres de Serim, el cuarto cerrado, y los mayores le miraron con sorpresa.

—¿Chan? —dijo Hyejin, sorprendida—. ¿Qué demonios haces aquí?

No se detuvo: la alcanzó, importándole poco que fuera su madre, que también fuera alfa, y la agarró del cuello, tirando de ella contra la pared.

—Se acabó. Todo esto se acabó —le gruñó con un tono alfa fuerte—. Si te sigues metiendo en nuestras vidas, te mataré con mis propias manos, así como acabo de matar a Wheein.

Los ojos de Hyejin se abrieron por el espanto.

—¿Tú... qué?

La hizo a un lado, gruñéndoles a los padres de Serim, y abrió el cuarto.

Por supuesto, ya se esperaba la escena.

Yongbok jadeaba, semidesnudo, con el rostro colorado mientras Serim gemía sobre la cama, inducida en su celo, sólo con la ropa interior puesta. Ignoró a la pobre muchacha, tomando a Yongbok del brazo que soltó un gruñido, pero Chan sólo rodó los ojos, devolviéndole la amenaza.

Yongbok pareció aplacarse con la imposición de Chan, bajando la vista, y lo aprovechó para sacarlo del cuarto, sin importarle si estaba sin la camisa ni los zapatos.

—Nos vamos —dijo, tirando de Yongbok.

—Yo... Se-Serim...

No le hizo caso.

Al bajar al primer piso, vio a su madre sosteniendo a una destrozada Wheein, con sangre en su rostro.

—¡¿Estás loco?! —gritó Hyejin, enloquecida—. ¡¿Cómo se te ocurre hacer esto frente a todo el mundo?!

—Tienes razón —concedió Chan—, tuve que haberla matado.

Wheein soltó un gemido de espanto.

—¡Bang Chan!

Ignoró el grito de su madre, saliendo de la casa mientras Yongbok le seguía a tropezones, con el frío aire de la noche despejando un poco su drogada mente.

—Serim, ella... Ella se sentía repentinamente mal y la llevé al baño porque Moonbyul no estaba, sus papás la llamaron y de pronto...

—Calma —le dijo, sin enfado en su voz—. No es tu culpa, Bok.

—Pero... pero ella necesita... Serim quería...

Lo subió al auto, cerrando la puerta mientras Yongbok seguía balbuceando cosas sin sentido, y segundos después se sentó a su lado, pero sin encender el auto.

Suspiró, mirando a Yongbok, que apretaba sus manos en su regazo.

—¿Crees que Seungmin quiera venir a ayudarte con tu problema? —preguntó, apuntando a su obvia erección.

Yongbok enrojeció, avergonzando y cubriendo el bulto en sus pantalones.

—No —dijo colorado—, podría... podría marcarlo...

Chan asintió, suspirando, y encendió el auto saliendo de ese horrible lugar, sintiéndose aliviado de que todo eso hubiera terminado. Sabía que su madre y Wheein quizás seguirían insistiendo, pero ahora que atacó a la mujer abiertamente, que hubieran querido drogarlo, que le hubieran hecho eso a Yongbok, las cosas estaban ya acabadas para él.

—Vas a llegar a tomar agua y a dormir —le dijo a Yongbok mientras conducía—, recuerda que mañana tenemos nuestro viaje.

Yongbok asintió, todavía con las mejillas rojas y permaneció un momento en silencio.

—La odio.

Chan no se volteó a mirarlo.

—Lo sé —dijo Chan.

—No creí que... Que ella fuera realmente capaz de hacer algo así —dijo Yongbok—. De hacerle eso a Serim o a mí. Serim ni siquiera me quiere como alfa, pero estaba en celo y Moonbyul no estaba y... —Yongbok soltó un quejido—. Y tía y la abuela querían que la marcara, ¿no es así? —Chan asintió—. Que la marcara y la dejara embarazada, como contigo, para... para que no me fuera, para que no buscara a mamá...

—Ellas juegan así —dijo Chan, haciendo una mueca―. Juegan sucio para conseguir lo que quieren. Al menos, me di cuenta a tiempo ahora, porque antes tampoco las creía capaz y eso ayudó a que mi relación con Jeongin se acabara.

Yongbok asintió, apagado, los efectos de la droga todavía presentes, pero ya no tan insistentes, y miró a Chan.

—Haremos que vuelva con nosotros —dijo, ganándose la atención de Chan—. Él volverá con nosotros y le dará su merecido a tía Wheein.

Chan sonrió, imaginándose esa perspectiva, yasintió con diversión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro