─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter eight. ❫ ▒▓

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ERA NOCHE DE LUNA LLENA. La luna se hizo dueña del oscuro firmamento cuando llegó a su punto más ágil, teniendo a las estrellas como su séquito más fiel, como cada noche. Agatha se encontraba tumbada en su cama, mirando al techo, donde unas estrellas que brillaban en la oscuridad también simulaban la inmensidad del firmamento real... llevaban pegadas ahí prácticamente desde que nació, pues aquella habitación había sido la de invitados pero donde más tiempo pasaba cuando era pequeña. Pegarlas ahí fue un capricho que le cumplió Joshua cuando cumplió cinco añitos. Ahora, habiendo pasado más de diez años, seguía admirando aquello. Quizás para algunos era una tontería, pero para ella seguía siendo uno de los mejores regalos que alguien podría haberle hecho.

Una vez más, Joshua Uley había ejercido como padre sin tener la obligación de hacerlo. Gracias a él, su vida había sido mucho mejor, no podía negarlo.

Sin embargo, tras toda la información obtenida en las últimas horas no era capaz de conciliar el sueño. No porque tuviera miedo, sino por la decepción que se había llevado al saber que sus mejores amigos no habían tenido la confianza de contárselo. Nunca habían tenido secretos y ahora no entendía la razón por la que se lo habían ocultado. Tampoco sabía si ya habían tenido la primera transformación, que era la más dura y más dolorosa. De haber sido así, le hubiese gustado estar con ellos... ayudarles, brindarles el cariño que siempre le habían brindado a ella.

Daba vueltas en la cama incapaz de dormir. Además, había otra cosa rondando por su cabeza. La curiosidad por leer la carta que su madre le había dejado dentro del libro de su familia, como si supiera que, en el momento idóneo, entraría en el despacho que siempre había tenido prohibido entrar. Sería el caso que... ¿su madre era conocedora de que las leyendas Quileute eran ciertas? ¿Conocía el secreto mejor guardado que rodeaba la Reserva? De ser así, ¿por qué nunca le había confirmado que las leyendas eran reales? ¿Qué sus amigos descendían de aquellos guerreros espirituales?

Escuchó como unos susurros salían de la habitación contigua a la suya. Seguramente era Sam. Aunque estaba demasiado enfadada por el reciente comportamiento del chico que no quería ni verle. Pero, dentro de ella, sentía la necesidad de ayudarle siempre. Como habían hecho toda la vida: cuidarse mutuamente, sin importar si se separaban. Así lo prometieron con seis años y ahora, aunque sea por el capricho de la rabieta de la rusa, no lo estaba cumpliendo.

Susurros. Jadeos. Como si quisiera ahogar los gritos en la almohada.

Eso fue suficiente, era como sentir el dolor dentro de ella. Literalmente también dolían sus huesos, pero hasta el momento había ignorado dicho dolor. Se levantó, pero sin prisa alguna, y abandonó su habitación sin hacer ruido. Sabía lo mucho que los Uley odiaban que saliera de la habitación para meterse en la de su hermano, por lo que ser silenciosa era primordial. Unos pasos bastaron para adentrarse en la habitación del varón, cerrando la puerta tras ella.

—Sam... —susurró, todavía en la puerta—. Escuché tus jadeos... ¿estás bien?

Un leve sí se escuchó, pero sabía perfectamente que mentía. Negó con la cabeza, peleándose consigo misma por estar siendo tan blanda con él, mas, era inevitable. No podía hacer como si no pasase nada. Se acercó lentamente al varón, que yacía incómodo en la cama. Inconscientemente, recordando lo leído anteriormente, tomó su temperatura colocando una mano en su frente.

—Estás ardiendo, lobito —intentó bromear la morocha, agachándose a su altura—. No sé si querías protegerme o si pensabas que no lo descubriría nunca, pero no soy tonta, Samuel.

Ella no usaba nunca el nombre completo del chico Uley, salvo cuando estaba enfadada o preocupada. Esa era su manera de demostrar sus sentimientos ante él, puesto que nunca había sido muy buena para gestionarlos. Llevó su índice a su labio pidiéndole silencio cuando iba a hablar, ya que eso no le ayudaría a encontrarse mejor.

—No importa, no estoy enfadada —mintió ligeramente, pues sí lo estaba un poquito—. Me quedaré contigo, sé que son días complicados para ti.

Depositó un beso en la frente impropia, sentándose a su lado. No le importaba si no dormía esa noche, se quedaría más tranquila si se quedaba a su lado. Aunque estaba hirviendo y su temperatura corporal también le producía calor a la joven Zorkin, ésta se quedó junto a él, dejando leves caricias en su cabeza.

Se dio cuenta que aquellos rizos que una vez caracterizaron a su hermano, habían desaparecido. Se había rapado.

"Costumbres lobunas" pensó.

No era más que un detalle sin importancia.

Y entre caricias y mimos, como cuando ella tenía sus días de chicas, como decía Allison Uley, terminó acostándose a su lado cuando éste le dejó un hueco en la cama, quedándose adormidos abrazados.

* * 

n/a. agatha no podrá nunca dejar que su orgullo sea más fuerte que ella cuando se trata de sam (o si, ahre spoiler). ¿qué os parece la relación que tienen ambos? son inseparables en la vida del otro pero a su vez pelean más de lo que se refleja entre estas líneas, js.

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