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Capítulo 75.


─┈ꗃ ▓▒ ❪ act four ― chapter twelve. ❫ ▒▓



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ISABELLA SWAN POV.


LA BATALLA ESTABA POR COMENZAR. Isabella no sabía de quien se trataba, ni quien le había dado las indicaciones para realizar todo lo que le había pedido para poder ser transformada en vampiro y saborear la inmortalidad que tanto anhelaba desde que conoció el secreto de los Cullen.

En su mente, Bella se veía como una diosa inmortal. Le otorgaba una belleza infinita que superaría a la de Rosalie, una velocidad y unos reflejos que ni el propio Emmett Cullen jamás tendría. Y, por supuesto, una fuerza extremadamente incrementada respecto a la que tenía en su vida mortal, para poder asesinar, con sus propias manos, a la bastarda de Agatha Zorkin.

Más, todo eso solo era real en su mente. Una realidad distorsionada. Un mundo onírico que se había creado la Swan en su cabeza, sin importarle si ya no encontraba el límite entre lo real y lo que estaba en su subconsciente.

Esa fue la razón por la que dejó una carta a su padre, diciéndole que la habían aceptado en la Universidad de Seattle —la cual cosa era totalmente mentira, pues en realidad todavía no había recibido ninguna respuesta por parte de las universidades a las que se había postulado para seguir estudiando— y que se mudaba ahí, donde había encontrado un apartamento que compartiría con otros estudiantes de la misma universidad.

Subida en su pick-up, Swan dejó atrás el hogar en el que había vivido durante el último año y medio y también Forks, donde juró que no volvería a no ser que fuese para alcanzar lo que le habían robado: el amor eterno de Edward. Su Edward. Su vampiro.

Siguió las instrucciones que ese vampiro le había dejado por escrito, sin saber que, en realidad, estaba yendo directa a la boca del lobo. Llegó a Seattle en menos de cuatro horas, como de costumbre solía tardar en llegar, y aparcó a las afueras, cerca del mar, tal y como le habían pedido. Y ahí esperó.

No supo el tiempo que tardó pero lo último que notó antes de que todo fuese oscuro, fue un golpe en la cabeza que la hizo caer al suelo.


* * * *



EL MOMENTO HABÍA LLEGADO. LOS neófitos estarían al caer, Alice les avisaría cuando llegasen y todo acabaría tan rápido como cuando sus tíos la dejaban quedarse en casa cuando estaba resfriada. Esos días pasaban más rápidos que los días a los que asistía a la escuela, aguantando todas las horas lectivas del día.

La manada estaba cerca y Agatha lo sabía. A pesar que estaba en su forma humana, al haber copiado el don de Edward, podía escucharles pensar, por lo que no debían estar demasiado lejos si escuchaba sus voces en su cabeza.

Sam les daba órdenes como el alfa que era, repasando las pocas estrategias que junto a Carlisle Cullen habían pensado estos últimos días. Los metamorfos eran el factor sorpresa en esa batalla y, por supuesto, como bien dijo Jasper una semana atrás, no conocerían su existencia y les daría una gran ventaja al Clan Olímpico. A pesar que le habían prohibido a Seth Clearwater estar presente en la batalla, el más pequeño de los lobos se había quejado diciendo que era injusto. Y es que Agatha tampoco estaba contenta con su decisión final, sabiendo que hubiese acudido de todas formas si no aceptaban que viniera, pero también comprendía que quisiera luchar. Él era parte de la manada, por mucho que tuviera tan solo quince años.

Y es que esa valentía que el niño tenía, era digna de admirar.

—Están por llegar —anunció Alice.

Carlisle miró a Sam, que asintió con el hocico y guio a los demás hasta el punto en el que esperarían a los neófitos, para no ser notados antes de lo estipulado.

Edward miró a Agatha, quien también era observada por Jasper. Ambos estuvieron totalmente en contra de que su pareja participase activamente en la batalla, mas, no pudieron hacer nada para impedirlo. Además, como bien se defendió la híbrida, ella era más fuerte que nadie en el clan en esos momentos, debido a su reciente transformación. Entonces, para evitar discusiones innecesarias, finalmente accedieron a que la terca y obstinada Agatha Zorkin estuviese batallando junto al resto.

—Si no vais a dejar de mirarme, al menos besadme —gruñó la loba, soltando una risita.

Y maldito fue el momento en el que lo mencionó, pues ambos hicieron caso a sus palabras. Antes de que empezase todo, Edward Cullen le robó el aliento con el beso que le había dado, así como Jasper Hale lo alargó tanto como pudo, hasta que la loba necesitó respirar de nuevo.

—Ten cuidado, mon amour —fue lo único que le pidió el sureño.

—Vosotros también —susurró, fijando su mirada en Alice, que estaba pensativa con la mirada al horizonte.

—Dos minutos.


La ansiedad regresó a los vampiros, que se colocaron en fila. Agatha entre Jasper y Edward. Alice, al otro lado de Jasper, seguida de Alain, que tomó su mano, reconfortándola. Sabía que no necesitaba su apoyo, era buena defendiéndose, pero no quería perderla. Al lado de Edward, se encontraban Carlisle y Esme, también atentos a la llegada del ejército de neófitos. Y, finalmente, junto a ellos, Emmett y Rosalie. El fortachón, con ganas de patear traseros de vampiros novatos. La rubia, con más seriedad que su marido, pero podía notarse el nerviosismo persistente en ella.

Agatha cerró los ojos por unos segundos, notando como su conexión con la manada se incrementaba. Ellos también podían escucharla en sus mentes desde ese momento, habiéndola conectado con la de todos ellos. Escuchó pasos de varias personas acercándose a gran velocidad, haciendo que abriera, nuevamente los ojos.

El primer neófito saltó de entre los árboles y, detrás de él, vinieron los demás.

La morocha corrió al mismo tiempo que los demás. Por instinto básico, arrancó la cabeza del primer neófito que quiso lanzarse contra ella, sabiendo que era la más poderosa del clan. Luego de éste, vinieron varios más. No paró en ningún momento. Con cualquiera que tuviera la intención de atacarla, no dudaba en arrancarle las extremidades y la cabeza, juntándolas en una pila que iba dejando tras su rastro. Escuchó los gruñidos de la manada, que también pateaban los traseros de los neófitos, como decía Emmett.

Utilizaba la elasticidad que la natación practicada durante años le había dado para engancharse de los neófitos, usándolo como apoyo para saltar y caer de pie detrás de éstos, impidiéndoles así que tuvieran tiempo de girarse.


— ¡Alice! —gritó a la chica de aspecto duende, haciendo que se girase.

Una neófita iba a aplastarla por la espalda. La vampiresa se agachó justo a tiempo para golpear sus piernas, de modo que la desestabilizó y Agatha aprovechó eso dándole un golpe de gracia con uno de sus puños, usando toda su fuerza de híbrida, destrozando así el rostro de la neófita por la mitad.

Ambas siguieron juntas los próximos minutos. Su agilidad les daba ventaja y que luchasen juntas, codo con codo y espalda con espalda las hacía más escurridizas y letales de lo normal, provocando, en algún que otro neófito, burlas por su pequeño tamaño. Unas burlas que terminaron con su vida, en realidad.

Se separó de Alice pasados varios minutos, coincidiendo en que había perdido de vista a Jasper y a Edward. Ambos le habían prometido que estarían cerca en todo momento por si les necesitaba, más, desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.

Jadeó sorprendida al sentir que algo le jalaba su pierna derecha e intentaba hacerla caer. Una neófita de pequeño tamaño —más delgada y baja que ella—, consiguió hacerla caer y ponerse encima de ella, intentándola golpear. Agatha se movía con destreza y cada golpe que iba para ella, golpeaba contra el frío suelo cubierto de nieve. Finalmente y fijando su mirada en ella, visto que no podía quitársela de encima, optó por usar el don de Jane Vulturi, que había copiado durante uno de los entrenamientos que había compartido con la Guardia.

"Dolor."

Al mismo instante que la neófita se retorcía en dolor, un enorme lobo negro se tiró encima de ellas, mordiendo el hombro con fuerza de la vampira recién nacida. Se la quitó de encima a su hermana, a la par que le daba un segundo mordisco, arrancándole la cabeza. Agatha se levantó con rapidez y agilidad, manteniéndose al lado de Sam. Ambos peleaban tan sincronizados como si llevasen toda la vida entrenando juntos. Atacaban a los que querían atacarles, las cabezas y extremidades volaban de un lado a otro.

Usó el don de Alec en dos neófitos a la vez, momento que fue aprovechado por Leah Clearwater y Jared Cameron, que arrancaron sus cabezas de un mordisco.

La pelea llegó a su fin. Nadie del Clan Olímpico ni de la manada había resultado herido, por lo que el resultado había salido a su favor. Todo parecía haber ido viento en popa, al menos por el momento.


Agatha se acercó a su familia política tras tirar una última cabeza junto al resto de cuerpos desmembrados, antes de que Emmett soltase un mechero, calcinándolos. Miró curiosa al patriarca del clan, que estaba junto a Esme hablando con una chica que aparentaba tener unos dieciséis años, incluso quince, como Seth.

— ¿Quién es, Carlisle? —los ojos, ahora de color ámbar, de Aggie se posaron sobre los rojizos de la neófita.

—Le ofrecimos asilo, no ha peleado —contestó el patriarca.

—Uhm, Carlisle... los Vulturi no aceptarán otro miembro al clan con tanta facilidad y los reyes quieren saberlo todo —murmuró, en un tono casi inaudible, cubriéndose los labios para que no les escucharan hablar.

Se quedó junto a Bree, según le habían dicho que se llamaba. La neófita menor se quedó en silencio, sorprendida de que los lobos no fuesen una amenaza y todavía sorprendida con su existencia. Entonces, escuchó a Alice. ¿Cómo era que los Vulturi iban a venir?

— ¿Cuánto van a tardar? —preguntó Edward, acercándose a su hermana.

—Unos minutos, tal vez unos diez —fue la única respuesta que obtuvo.

—Iros —ordenó Agatha, mirando a la manada—. Los Vulturi no aceptan los tratos con los hijos de la luna y que seáis metamorfos, no creo que eso entre en la cabeza de Caius, dudo que sepa la diferencia —intentó bromear la híbrida, sabiendo que si el rey se enteraba de lo que había dicho, no dudaría en lanzarse sobre ella.

Jacob Black salió de entre los árboles, siendo el último en llegar. Al ver que sus hermanos de manada estaban ilesos y que no faltaba ninguno, suspiró aliviado. O eso creyó, pues un neófito había salido de la nada —posiblemente tenía un don— y Leah intentó atacarle.

— ¡Leah! —gritaron Jacob y Agatha al unísono.

Soltó a Bree, alejándose de ella, pero el Black había sido más rápido. Sin embargo, no siguió lo que habían estado entrenando y el neófito lo había tomado por la espalda, estrujándolo por los costados. Sus huesos crujieron y, por desgracia, todos los miembros de la manada sintieron el dolor.

Con rapidez, Agatha llegó hasta su hermanito, apretando su mano.

—Tenéis que llevarlo a casa de Billy —pidió, ocultando las lágrimas que habían sido retenidas en sus ojos—. Los Vulturi no os pueden ver. Iremos con Carlisle tan pronto como nos sea posible.


Cuando la manada desapareció de nuevo por el bosque llevándose a Jacob a cuestas con mucho cuidado, los vampiros del clan Olímpico junto a Agatha se juntaron. Minutos más tarde, los Vulturi llegaron.

La híbrida ocultó las ganas de blanquear los ojos; eran demasiado dramáticos y solo ella se había acostumbrado a que fueran así.

—Parece ser que han hecho todo el trabajo por nosotros —habló Jane, casi bromeando con ellos—. Impresionante, jamás vi a un clan salirse con la suya ante un asalto de tal magnitud.

—Tuvimos suerte —comentó Carlisle, con humildad.

—Lo dudo —Alec rebatió y Jane arqueó una ceja—. Parece que nos hemos perdido una buena y entretenida pelea, hermana —añadió.

—Si solo hubiesen llegado antes, podrían haber completado su propósito aquí —habló Edward, ganándose un fuerte golpe por parte de Agnetha, que llegó a tiempo para espetarle un cállate muy enfadada.

Miró a Carlisle que, con una simple mirada, comprendió lo que iba a hacer. Agatha se encargaría de hablar con la Guardia, porque ese era su trabajo y eso solo lo sabía el líder del Clan; era su secreto.

—Está todo controlado aquí, Jane —se metió Agatha, con su habitual sonrisa tan carismática—. He de decir que vuestros dones han sido realmente apreciados esta mañana —canturreó, provocando que ambos gemelos sonrieran ligeramente.

—Pero se les escapó una —protestó, nuevamente, Jane.

—Ahora está con nosotros —avanzó unos pasos la híbrida—. Los reyes lo dejaron claro, patito —susurró lo último, mirándola fijamente—. Estados Unidos y Canadá son mi jurisdicción, yo respondo por ellos. Bree no luchó y nos ha contado todo, puedes decirle a Aro que la mandaré con los Denali al norte, para que se acostumbre a nuestra dieta.

—Si se enfada, estarás en problemas, mamá pato —murmuró la rubia, antes de darle un corto abrazo. La loba también saludó al resto, lanzándoles un beso.

—Responderé ante ellos, porque está todo controlado y confían lo suficiente en mí —insistió, tras besar la frente de Jane—. Saludarlos de mi parte, ¿queréis? Que vaya bien el viaje de regreso a casa, prometo ir pronto a veros. ¡Adiós, chicos!

"Adiós, mamá pato" corearon a la vez, antes de alejarse del prado.


La familia Cullen-Hale la miró, sorprendidos.

— ¿Qué voy a decir? —preguntó, con una sonrisa angelical—. Me adoran, porque soy un ángel.



FIN DEL CUARTO ACTO.




* *

n/a. ¡sorpresa! quise alargar un poco más el acto pero, finalmente, pensé: ¿por qué hacerlo si solo iban a ser capítulos de relleno? así que aquí lo tenéis, con este capítulo finaliza el cuarto acto.

¿qué os ha parecido el capítulo? es el primero que contiene dos POV (Isabella y tercera persona/narrador omnisciente). se me hace extraño, pero no tenía sentido hacerlo en dos capítulos diferentes. 

¿cuál es vuestra teoría al respecto? ¿qué pasará con bella? ¿morirá o finalmente cumplirán el propósito de morderla? ¡dejadme vuestro feedback en los comentarios!

¡y en nada empezamos con el último! no sabéis lo que se viene, y no solo es hype, de verdad que tengo muchas ideas.

os confesaré algo: cuando empecé con el cuarto acto, tenía en mente que aggie estuviese embarazada para la batalla, más, eso significaba tener que hacer varios capítulos de interacción con edward y jasper, y meter otro lemon/smut antes de la batalla (y no quise escribirlo), así que todavía no habrá bebé por aquí.


Próxima actualización: domingo, 11 de agosto.


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