Capítulo 58.
─┈ꗃ ▓▒ ❪ act three ― chapter eleven. ❫ ▒▓
────── ๑ ໒৩ ๑ ──────
AGATHA SE ENCONTRABA SENTADA SOBRE su cama, con las piernas cruzadas en la posición flor de loto, y justo delante de ella una caja reposaba sobre la colcha de color lavanda. Un largo suspiro se escapó de sus labios, mientras que con los dedos acariciaba el cierre de la caja. Pasó sus finos dedos por la tapa, para después llevarse ambas manos a su cuello. Desató el collar que siempre llevaba puesto, insertando la llave (pintada de colores por ella misma unos años atrás) en la cerradura.
—Es momento de hacerlo —se susurró a sí misma, dándose esa fuerza que no tenía.
Habían pasado cinco días desde fin de año. Desde que recibió la llamada de Rose y Emmett. Cinco largos días que había dedicado a sus patrullas, bloqueando sus pensamientos y así impidiendo que la manada pudiera ver lo que pensaba, y a avanzar con los exámenes que se avecinaban antes de las vacaciones de Pascua. Cinco días en los que pensó mucho; mucho más de lo que a los metamorfos les gustaba. Únicamente Emily parecía comprender la encrucijada en la que se veía la joven de cabellos azabaches.
Giró la llave dentro de la cerradora, escuchando un suave click, indicándole que la caja fue abierta. Suspiró, al ver las cartas, lo que Rosalie le había dejado en posesión y las llaves. Tanto las de la casa como las del coche que Carlisle y Esme le regalaron por su decimoctavo cumpleaños, unos meses atrás. Dejó esas llaves a un lado de la cama, para empezar a leer las cartas.
"Chiquitina.
Si estás leyendo esto, es que Jasper nos terminó convenciendo de irnos por un tiempo. No sabemos cuánto, pero te prometo que volveremos. Es decir, ¿cómo podríamos dejarte ir sin luchar por ti? Te convertiste en nuestra luz, el sol que iluminaba nuestros días y nuestras rutinas. Alguien imprescindible.
Todavía recuerdo los golpes que Rosalie le proporcionó a su mellizo cuando comunicó su decisión. Créeme, desearías haberlo visto para pegarlo tú también. Fue su saco de boxeo personal, por no hablar de todas las malas palabras y miradas asesinas que le dedicaba a cada rato. Siempre tan amigable, la rubia.
Todos te vamos a extrañar. No dudes que volveré a por ti, enana. Alguien tiene que cantar a todo pulmón junto a mí las canciones de Queen, pues uno de los dos debe ser el que no sabe cantar y, por supuesto, ese no soy yo.
Espero que puedas ser feliz en nuestra ausencia, no podría vivir una vida sabiendo lo mucho que te estamos lastimando.
Je t'aime.
Alain Cullen."
Agatha limpió una lágrima traicionera que recorrió su mejilla, desbloqueando su teléfono móvil. En la aplicación de música, Spotify, le dio al play de la lista de reproducción donde sus canciones favoritas de Freddie Mercury empezaron a sonar.
Soltó otro suspiro, esbozando una pequeña sonrisa al escuchar las primeras notas de Somebody to love. Aquella canción siempre había sido una de sus favoritas. Su madre siempre se la ponía en el coche para ir al colegio o cuando viajaban por el continente. Era imposible no sonreír, aunque fuese una sonrisa muy sutil que pocos verían en su rostro.
Cogió la siguiente carta. El olor que desprendía era del perfume de Rosalie. Ese olor a fresas y vainilla era inconfundible. La perfecta combinación que iba a la perfección con la de cabellos rubios como el sol. Aquella vampira vanidosa y ciertamente egoísta, pero también valiente, luchadora y protectora. La echaba muchísimo de menos. Su mamá osa.
"Desde el primer momento en el que te vi, hace unos años, supe que serías importante para mí. No aparecí en el momento exacto pero cuando me dijiste que aquel abrazo que te brindé te ayudó a seguir hacia delante, algo en mi interior me dijo que sí había sido el momento indicado.
Desde el primer momento, te consideré mi hija. Mi mejor amiga. Mi hermana pequeña. Y no sabes el dolor que me ha causado tener que dejarte, sin siquiera despedirnos de ti. Es algo que dolerá por mucho tiempo, lo sé. No necesito tener el don de Alice para ver el futuro, es algo que una madre siente en su interior cuando es obligad a separarse de su hija. Y ojalá no sea para siempre, no podría concebir una vida sin ti.
Que me llamases madre, por primera vez, hace unos meses fue algo inesperado. Perdóname si no supe reaccionar bien o, por una vez en la vida, me quedé sin palabras. Cuando era humana, siempre deseé tener una familia. Casarme con el amor de mi vida y formar una familia, tener dos hijos: niño y niña. Entonces, cuando te vi, pensé en aquella niña que nunca tuve porque mi vida fue arrebatada. No he tenido el valor suficiente para contarte mi historia, mi pequeña osita, pero no encontré la felicidad hasta que conocí a Emmett. Y no volví a encontrarla, nuevamente, hasta que te conocimos. Eres nuestra osita, Agatha, y te extrañamos mucho. Desde antes de partir, ya te extrañábamos.
Por ello, aun sabiendo que nada será suficiente para que nos perdones, quiero que sepas sobre mí. La verdad que esconde la verdadera Lilian, como te gusta llamarme muchas veces. Yo tenía la vida perfecta siendo una humana. Mi familia era de clase alta y mi padre una persona importante en la ciudad. De los chicos que conocí, el mejor fue Royce King, el hijo y heredero del banquero más reconocido. Parecía que teníamos una relación perfecta y nos íbamos a casar en pocos días cuando todo sucedió. Aquella noche me despedí de mi mejor amiga, tras celebrar el cumpleaños de mi sobrino. Era de noche, casi no había iluminación en las calles cuando me crucé, volviendo a casa, con mi prometido. Estaba borracho, junto a sus amigos. Me atacaron, me tocaron sin mi consentimiento... me violaron, dejándome tirada en un callejón oscuro y sin salida, moribunda. Fue Carlisle quien me encontró en ese lugar, muriéndome desangrada por la violencia en mis partes íntimas. Me mordió, me transformó.
Siempre le estaré agradecida por salvarme la vida, en cierta manera. Es algo que nunca le podré agradecer del todo, pues gracias a eso conocí a Emmett, que es mi alma gemela, y te conocí a ti.
Pero con la ponzoña recorriendo mi sangre, con ese veneno que me mataba a cada segundo que pasaba, no solo murió Rosalie Hale. Aquella noche cambié. Perdí mi vida humana, perdí la oportunidad de formar una familia. Perdí todo lo que una vez fue la risueña Lilian que todos conocían.
Y por eso, cuando te conocí, sentí esa conexión que solo tiene una madre con sus hijos. Es inexplicable, soy consciente de eso, pero así se sintió. Desde el minuto cero, cuando mi mirada se conectó con la de Emmett, decidí que serías mi protegida. Mi pequeña.
Espero que algún día puedas perdonarme, osita.
Te aman, con todo su corazón,
Mamá osa y papá oso."
Un sollozo se escapó de sus labios al terminar de leer la carta. Sintió un nudo en su garganta que le impedía hablar. El pasado de Rose era tan profundo y traumático, que no le sorprendía que en la actualidad siempre se escudase ante esa actitud reacia y contra el mundo. Le dolía en el alma lo que había pasado, comprendía a la perfección que ella no quisiera ser un vampiro y que, si hubiese podido elegirlo, no lo hubiese sido. Pero, lo que más le dolía y le molestaba era el odio que quería tener hacia ella por haberla abandonado. Se odiaba a sí misma por no poder odiarla, porque, en el fondo, tenía ese corazón tan puro que le era imposible odiar, de verdad, a alguien.
Dejó las dos cartas en el interior, para después abrir la pequeña caja que Rosalie Hale le había dejado en su habitación antes de partir. Estaba abierta y no necesitaba de ninguna llave para abrirla. De su interior, sacó una serie de fotografías con ella y con Emmett. También había alguna con Alain. Las fotos del baile de primavera ambientado en Montecarlo. Una lágrima recorrió su mejilla, que fue quitada al instante. Sonrió inconscientemente al recordar todos esos momentos. No podía negar que les echaba mucho de menos pero, a su vez, también había comprendido porque se fueron.
Los Cullen actuaron como la familia que son, sin importar las razones. Y se fueron tal como llegaron: como una familia.
Se levantó de la cama y colgó las fotos que más le gustaron junto al resto de fotos que tenía en la pared de delante de su escritorio. Había fotos con Sam, con Emily, con Jared, con Paul... con sus tíos y, por supuesto, las de su cumpleaños. Miró por encima las cosas que había dejado durante los últimos días sobre la mesa, encontrándose con ese post-it recordándole que tenía que llamar a Volterra.
"IMPORTANTE, NO OLVIDAR: LLAMAR A TÍO MARCUS. CONTACTAR CON LOS VULTURI."
Y entonces, decidió salir. El sol iluminaba el bosque y el prado, que había más allá del claro del bosque, donde siempre pasaban tiempo con la manada. Aunque ella hacía tiempo que no iba con ellos. Suspiró pesadamente, abandonando la casa donde vivía, adentrándose al bosque que tanto conocía.
Tarareaba una canción de Queen mientras caminaba, saltando las enormes raíces que sobresalían de los árboles y anunciando su paso al pisar las hojas secas del suelo. No se dio cuenta que no era la única que se encontraba ahí. A pocos metros, Isabella también estaba parada en mitad del prado. Ocultó las ganas de resoplar, al notar la presencia de alguien más. Al otro lado del prado, acercándose a una velocidad inhumana.
Vampiro.
Sacó su teléfono móvil del bolsillo trasero de sus jeans, mandando un mensaje al grupo de la manada.
"un vampiro en el prado, rápido. Isabella está en medio también."
Agudizó sus sentidos y pensando en Charlie, se aprovechó de sus habilidades gracias a su condición de loba, avanzando con rapidez para colocar a su media hermana detrás de ella.
—Cállate y no digas nada, ¿escuchaste? —gruñó la loba, intentando cubrir el olor de la humana. Nauseabundo cuando se trataba de seres sobrenaturales, ahora comprendía lo que decía Edward de su sangre. Tenía razón; llamaba mucho la atención.
Entrecerró los ojos al ver quién era. No podía ser.
— ¿Laurent?
* *
n/a. uh-uh- apareció Laurent. ¿qué creéis que pasará ahora? lo único que os avanzo es que se viene mucho drama en los próximos capítulos. y que quedan cinco capítulos para terminar el tercer acto.
VOTE | COMMENT | FOLLOW ME
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro