Capítulo 47.
─┈ꗃ ▓▒ ❪ act three ― introduction, part IV. ❫ ▒▓
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ISABELLA SWAN POV.
VIO A EDWARD ALEJARSE, SIN darle tiempo a reaccionar. Se dejó caer, las rodillas se rasparon contra el suelo de tierra y ramas de árboles que sobresalían del subsuelo. Y, entonces, gritó. Gritó tan fuerte como pudo, se desgarró por dentro. Y no sabía si de tristeza, de rabia o de impotencia. Lo tenía hecho, se había pegado a Edward. Él era suyo. Ella era suya. Eran de ellos, el uno del otro y viceversa. Y nada de eso tenía sentido.
La vista se nubló y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Apoyada en el tronco del árbol donde antes estuvo Edward, lloró entre mis piernas, escondiendo la cara entre las rodillas. No supo el tiempo que estuvo ahí, solo que anocheció. Era ya de noche cuando consiguió levantarse y dirigir sus pasos hacia casa. Por suerte, no estaba lejos.
Entró, escuchó a Charlie hablarle pero no era el momento, por lo que hizo oídos sordos a sus palabras. No quería hablar. No quería escuchar a nadie. Solo quería despertar de esa horrible pesadilla que estaba viviendo. Se encerró en la habitación, deseando por una vez tener un pestillo para que nadie pudiera entrar. Inconscientemente y deseando que Edward volviera, dejó la ventana abierta. Como siempre hacía, porque entraba por ahí todas las noches desde que la conoció.
―Vuelve a mí... ―susurró, en repetidas ocasiones, hasta que el sueño la venció. Hasta que Morfeo la abrazó, dejándola en un profundo sueño.
La mañana siguiente, irónicamente, amaneció soleado en Forks. Resopló molesta, pues eso significaba que los Cullen no se dejarían ver por ninguna parte, no saldrían de su casa. No tenía ganas de nada, mucho menos de ver a Charlie y que empezase a hablarle sobre su llegada tan tardana a casa. Y con ese aspecto deprimente.
Edward no vino anoche, estaba convencida de aquello. No necesitaba tener cámaras en la habitación para saberlo. La joven se acercó a la ventana y pasó la mano por el alfeizar. Ni siquiera había habido viento durante la noche y las ventanas seguían en la misma posición. La cerró, suspirando. Y fue al baño. Se despojó del pijama ―que no era más que un pantalón largo de un viejo pijama de hacía varios años y una camiseta de tirantes blanca, muy básica y desgastada― y entró a la ducha. No solucionaría nada pero tampoco podía dejar que su padre sospechase que ocurría alguna cosa.
Se fijó, entonces, en las rodillas. No se había dado cuenta que estaban raspadas, no dolían. Las limpió antes de ducharme y, al terminar, se cambió de ropa por algo cómodo. Estaba decidida, encararía a Edward esta misma mañana.
Esa fue la razón por la que condujo hasta las profundidades del bosque, siguiendo por la carretera hasta llegar a la casa de los Cullen. Justo cuando llegó, aparcando la pick-up cerca de la entrada, también estacionó otro coche, en el garaje privado de la casa. Según pudo ver, Jasper conducía el automóvil. Sacudió la cabeza, eso no era la prioridad en esos momentos.
Se armó de coraje y salió de la camioneta, encaminándose hacia la entrada de la casa. Respiró profundo, dejando que los pulmones se llenasen de aire y después lo soltó, dejando salir el aire de poco a poco. Tranquilizándose. O intentándolo. Y llamó al timbre.
Pero no fue lo que esperaba. Unos minutos más tarde, la puerta fue abierta.
― ¿Qué haces tú aquí? ―gritó Isabella.
―Acabo de volver de unas vacaciones con mi compañero, ¿dónde quieras que esté? ―se burló Agatha, riéndose―. ¿Qué quieres? Me están esperando, Jasper y yo le trajimos regalos a la familia.
Apretó los puños, clavándose las uñas en las palmas de las manos. No quería gritar más, eso no le hacía quedar bien ante los Cullen.
―Quiero ver a Edward. Dile que salga ―ordenó, como si pudiera hacerlo.
― ¿De verdad crees que acataré una orden de alguien inferior a mí? ―la mirada de la loba se oscureció, avanzando unos pasos hacia la otra hija de su padre―. Eddie no está aquí ahora mismo aunque, si estuviera, tampoco saldría. Ya me han puesto al día, Isabella. Ahora lárgate por dónde has venido, aquí no pintas nada.
Y cerró la puerta en sus narices, antes de darle tiempo a replicar.
"¿Por qué tenía que meterse en medio de todo? ¿Y qué hacía ahí? ¿Les estaba obligando a permanecer a su lado, al saber su secreto? ¿Qué tenía Agatha que ella no tuviese?" Igual que cuando la conoció, seguía preguntándose porque todos preferían a Agatha, y no a ella.
Soltando improperios por la boca y sin importarle si la escuchaban los vampiros que vivían en la casa, terminó subiéndome a la pick-up y volvió, de nuevo, a casa. Había hecho el viaje en vano hasta ese lugar y, encima, estaba más enfadada de lo que estaba antes.
* *
n/a. último capítulo de transición y ya mismo entramos en el tercer acto en todo su esplendor. os puedo hacer un spoiler, porque ya lo tengo decidido: no van a celebrar el cumpleaños de Bella pero, los Cullen desaparecerán, igualmente, de Forks.
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