Capítulo 44.
─┈ꗃ ▓▒ ❪ act three ― introduction, part I. ❫ ▒▓
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EL VERANO LLEGÓ AL POCO tiempo del baile de primavera, entrando en vacaciones. Se había pasado los últimos días patrullando prácticamente día y noche, con tal de poder irse unas semanas con Jasper a Isla Esme. Si bien Sam insistía en que tampoco era necesario que las hiciera todas, Agatha se había empeñado en hacerlo, pues sabía que con su viaje serían sus amigos quienes se comerían las guardias y patrullas mientras no volvía. Esa fue la razón por la que no hizo la maleta hasta la noche anterior, antes de ir hasta la línea del tratado, donde Jasper Hale ya esperaba a su novia, ligeramente emocionado para irse juntos, lejos, los dos.
―Estás hermosa, lobita ―susurró en su oído el sureño, después de haberla besado.
―No tanto como tú, mon amour ―susurró, también, justo antes de empezar a andar―. Me muero por dormir una noche entera, llevo tantas patrullas que mi horario de sueño se fue al garete. Y antes que digas nada ―siguió hablando, al ver que iba a interrumpirla―. No fueron impuestas por mi hermano, él insistió en que no era necesario. Fui yo quien quiso quitarles la carga de hacerlo a mis hermanos.
―No iba a decir nada ―se burló, alzando las manos en son de paz―. Así que llegaremos rápido a casa, te prepararé un baño y dormirás hasta el alba, que pondremos rumbo a nuestro verano de ensueño.
―Te amo, Jazz. No me sueltes nunca, no seas uno más de los que me lastimaron.
Soltó un suspiro y dejó que su pareja se encargase de la gran maleta que había preparado, subiéndose a su espalda. Había comprendido, leyendo entre líneas, que llegarían en cuestión de segundos si se movían a velocidad vampírica. Y así lo hicieron, en un abrir y cerrar de ojos, mientras la corriente ventrisca chocaba contra su bronceada piel del rostro, llegaron al hogar de los Cullen. Ahí, Jasper le preparó el baño tal y como le había prometido, a la par que Alice le entregaba una pequeña maleta, con ropa nueva, que junto a Rosalie habían preparado. Tras darse un relajante baño, donde casi se queda dormida entre tanto silencio y tranquilidad, cenó lo que Esme le había preparado, mientras charlaba con sus cuñados sobre temas triviales. Resultó que, con el pasar del tiempo, ella se unió más a Emmett y Alain, compartiendo la pasión por los automóviles e incluso por las bromas.
La morocha bostezó; estaba agotada.
―La charla está interesante pero esta lobita necesita dormir, como mínimo, diez días seguidos ―exageró, soltando una risita―. Buenas noches, Alain ―besó la mejilla del mayor, para después abrazar a Emmett con fuerza―. Buenas noches, papá oso.
―Buenas noches, Aggie/osita ―hablaron a la vez los dos hermanos.
Y Agatha, cansada como nunca, cayó redonda cuando se metió en la cama.
( . . . )
La mañana siguiente se despertó muy temprano. Jasper le dijo que quería aprovechar el día, por lo que decidió darse una ducha rápida mientras él le preparaba su café matutino, despejándose así para parecer una persona normal. Vestida y arreglada, arrastró las dos maletas hasta el salón, con cuidado de no romper las ruedas mientras bajaba las escaleras que llegaban a la entrada, escalón por escalón, resonando. En una situación diferente, se hubiese sentido mal por despertar al resto pero, sabiendo que los vampiros no dormían, poco le importó. Es más, se esforzó de más en hacer mucho más ruido, para que escucharan mejor con su audición mejorada.
Algún día, toda esa maldad perversa y divertida, se lo devolvería.
Pero, por el momento, se divertía con aquello. Le encantaba molestar a sus cuñados, específicamente a Alain, el marido de Alice. Era tan sencillo de hacerle enfadar que no podía evitarlo, cada ocasión que tenía la aprovechaba para meterse con él. Y, con la ayuda de Emmett, padre e hija molestaban con sus travesuras al vampiro de origen francés.
― ¿Estás lista para marcharnos, mon amour?
Agatha se llevó la mano al pecho, asustada. Cualquier día, la matarían de un infarto de miocardio. Se giró rápidamente y le pegó en el pecho, con un puchero en sus labios.
―Te compraré un cascabel para tu cumpleaños, Jazz. ¡Ya deja de llegar sin hacer ruido! ―exclamó, cruzando los brazos sobre su pecho, indignada―. Pero sí, estoy lista para irnos ―contestó a su pregunta una vez recuperó la compostura, como si aquel acto infantil no hubiese tenido lugar.
La pareja dejó atrás la casa de los Cullen, recorriendo las carreteras a una velocidad inalcanzable, como quien decía, hasta llegar al aeropuerto más cercano, en Seattle. De ahí, un avión privado les llevó a Brasil y, mediante un barco, llegaron, finalmente, a su destino: Isla Esme. La morocha no sabía el tiempo que le habían dedicado al viaje pero, como siempre decía, estar rodeada de mar la hacía sentir como en casa. Adoraba nadar, adoraba el mar y le recordaba muchísimo a su mamá. Extrañaba mucho a su madre, sobre todo en aquellas fechas cuando se acercaba el aniversario de su muerte.
―Gracias por todo esto, Jazz ―agradeció, una vez más, cuando se acomodaron en el sofá del salón principal, antes de ir a ver toda la estancia.
* *
n/a. el tercer acto ha empezado, YAY. tengo muchas ideas y creedme, no va a seguir la historia al 100% como la conocemos. porque así soy yo, siempre cambiando todo a medida que avanzan las subtramas del plot principal.
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