─┈ꗃ ▓▒ ❪ act two ― chapter five. ❫ ▒▓

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TRAS ESE ENCUENTRO EN LA cafetería y habiendo salido acompañada de Rosalie riendo a carcajadas, se dirigió hacia el gimnasio. Rosalie tenía francés junto a Jasper, mientras que ella le tocaba educación física, que compartía con Emmett. No tardó mucho en cambiarse de ropa y ponerse ese conjunto deportivo que tanto odiaba, pues, como en otros tantos sitios, el chándal de las mujeres era mucho más provocativo que el de los hombres. Consistía en un pantalón más bien corto de color azul oscuro y una camiseta de manga corta blanca. Y si bien Agatha siempre negaba que le gustaba lucirse con aquel outfit, nadie podía negar lo bien que le quedaba puesto.

Ya en la pista, cuando todos los alumnos llegaron, el profesor también les esperaba, impaciente. Empezó la clase con algo de calentamiento, para que todos ejercitaran su cuerpo y éste se acostumbrase al deporte. Siguieron los ejercicios en parejas después de haber estado corriendo durante diez minutos. Finalmente, tal y como habían empezado al inicio del cuatrimestre, jugarían a voleibol.

―Zorkin, serás capitana de uno de los equipos ―dijo el entrenador, que siempre la halagaba por su actitud en sus clases―. Cullen, lideras el otro ―Emmett iba a discutir, mas, antes que abriera la boca, añadió―. Edward Cullen.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de la morocha, que le impidió no sacarle la lengua, jugando, al menor de los Cullen. Edward conocía más de lo que muchos pensaban a Agatha. Había sido el último en acercarse a ella, tampoco tenía una razón para no hacerlo, simplemente notó una especie de tirón extraño en su interior. No consideraba que fuese su tua cantante; tampoco su alma gemela, ya que era la de Jasper. Pero, ¿por qué se sentía como tal? Es lo que llevaba preguntándose varios meses.

El equipo formado por Agatha Zorkin, lógicamente, iba a salir campeón de aquel juego. No le sorprendería a ninguno, así como sí les sorprendía que aquella joven no formase parte del equipo del instituto, puesto que era realmente buena en ese deporte. En ese y en la gran mayoría, en realidad. Desgraciadamente para el chico Cullen, Isabella Swan tuvo que quedarse en su equipo al ser la última en ser escogida. Cosa que no le gustaba, no después del altercado en la clase de biología.

"Esa humana tiene una sangre muy llamativa" les contó durante el receso a sus hermanos, evitando que Agatha pudiera escucharle.

El balón pasaba de un lado al otro de la red sin caer en el suelo, o al menos eso intentaban los jugadores del equipo de Cullen. Era complicado evitarlo cuando Agatha jugaba como rematadora, siendo su remate prácticamente letal. Todos sabían eso. También era complicado superarla cuando tapaba el remate de su equipo, aunque no lo consiguiera con facilidad.

Los dos vampiros que jugaban tenían que controlar su fuerza, algo que se aplicaba en la loba también. Al tener una fuerza superior, podría exhibirlos ante los humanos, cosa que realmente tenían los tres prohibido. Por diferentes razones, pero prohibido.

El partido fue avanzando con una clara victoria por parte del equipo de Agatha, que llevaba ganados dos de los tres sets jugados. Si ganaban el cuarto, podrían dar por terminado el partido. Y es que, a pesar de lo agradable que todos veían a Agatha, su media hermana no la veía igual. Isabella Swan solo recibía balones fuertes cuando estaba en el campo de juego, siempre mandados por la morocha. Y es que Agatha lo encontraba divertido, al ver lo negada que era para los deportes. No quería verla montada en una tabla de surf, como cuando siempre acudían a la Push para surfear, o jugando a béisbol, viéndola capaz de tragarse la pelota por no poder darle con el bate. El último punto: iban 24 a 8. Ya lo decían, el remate de Agatha Zorkin es letal.

―Es tuya, Aggie ―gritó Jessica Stanley, al dar el segundo toque antes de pasársela.

Siendo una de las reglas del voleibol que solo podía haber tres toques antes de pasar el balón hacia el otro lado del campo, la loba flexionó sus rodillas cuando la pelota fue lanzada en su dirección, para después saltar sobre sus talones y rematar el balón blanquecino y usado hacia el mármol, cruzando la red. Había empleado una fuerza perfecta, golpeando la pelota con la palma de su mano derecha ―obviamente, pues era diestra― y el impacto fue el suficiente para que el esférico chocase contra el suelo.

El pitido final del entrenador daba por terminado el partido, de manera que, una vez más y siendo imbatible, la de ascendencia rusa había ganado otro match más.

( . . . )

Al terminar las clases, Edward se había ofrecido a llevarla de vuelta a casa, aun sabiendo que tenía su coche donde el hogar del jefe de policías del pueblo. El chico Cullen necesitaba aclarar unas dudas, antes de irse unos días a Alaska. No se lo había comentado a nadie más que a Carlisle, quien había apoyado la decisión de su hijo si eso era lo que realmente necesitaba.

Ambos se dirigieron hacia el bosque más cercano a la casa de los Swan, donde habían jugado un partido de béisbol anteriormente con su familia, siendo la Zorkin una invitada, antes de conocer su condición lobuna. Para Agatha fue algo sorprendente, no se esperaba algo así, mas, no dijo nada y mantuvo sus pensamientos ocultos, para que el lector de mentes no pudiera verlos.

―Necesito decirte algo antes de que me vaya ―confesó el varón.

― ¿Irte? ¿Por qué? ―preguntó, frunciendo ligeramente el ceño, la loba.

―Necesito irme unos días. Visitaré a unos amigos de la familia, los Denali, en Alaska ―comentó, yéndose de tema por unos segundos, contestando así a su pregunta―. Esta mañana, en biología... el olor de la sangre de Isabella es muy atrayente, Aggie. Siento ganas de beber su sangre, dejarla sin una gota.

"Hazlo, no me importaría perderla de vista" pensó para sus adentros, aunque no desbloqueó su mente. Ese era un don que tenía desde su transformación, Edward se lo había dicho unas semanas atrás cuando, de un momento a otro, bloqueó sus pensamientos, echándole de su mente.

― ¿Y...?

―No quiero serlo, nos denominamos vegetarianos porque bebemos sangre de animales ―suspiró el menor de los Cullen―. De todas formas, quería saber algo... Sé que sonará injusto, que ni siquiera debería pensarlo sabiendo que estás saliendo con Jasper, pero... hace unas semanas, porque lo extraño es que no fue cuando te conocí, sentí un tirón muy fuerte, atrayente. Como el vínculo de las almas gemelas.

―Oh... ―musitó Agatha, mordiéndose levemente el labio inferior―. Creo que tengo una posible respuesta, pues he sentido algo parecido. Sin embargo, no se ha dado porque mi ancla tampoco ha encontrado a la suya todavía.

―Aggie, ¿qué dices? ―inquirió Edward, impaciente. Era algo que ambos compartían, la poca paciencia que poseían para algunas situaciones, como esa.

―Impronta, es el vínculo de la imprimación ―susurró―. Los metamorfos poseen una impronta. Los licántropos, así como los vampiros, tienen a su alma gemela. Los lobos diamante, como yo, tenemos ambas.

―Es una ley lobuna, creo recordar ―interrumpió.

―Pero, como Sam, siendo mi ancla, no ha encontrado a su impronta, yo tampoco puedo desbloquear este vínculo ―terminó de explicarse, soltando un largo suspiro―. Eddie, lamento el dolor que ese tirón puede provocarte. Imagino que se intensifica con el olor de Isabella, tu tua cantante. Emmett me ha contado sobre ello, antes de conocer a Rose, terminó matando a sus tua cantantes, sin querer hacerlo. Por eso su sangre es tan llamativa para ti.

Y con esa confesión, dejando a un Edward muy confundido, éste la acompañó hasta su coche, dejándola ir hacia la Reserva. Debería ser un motivo suficiente para no irse pero, lastimosamente, Edward Cullen seguía siendo un chico y, como la gran mayoría de chicos, era un estúpido.

* *

n/a. en este capítulo salen a la luz algunas cosillas importantes, como la imprimación. Obviamente, no se va a desarrollar todavía. Isabella debe meterse en la ecuación, suceden otras cosas antes de que llegue ese vínculo, etc.

¡en el próximo capítulo, POV de Edward desde Alaska! seguirán apareciendo cositas varias sobre su relación con aggie, los lobos diamante y una tanya con ganas de conocer a Agatha.

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