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Capítulo 25.


─┈ꗃ ▓▒ ❪ act two ― chapter three. ❫ ▒▓



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ISABELLA SWAN POV.


DEJAR ARIZONA QUIZÁS NO FUE la mejor decisión que Bella podía tomar pero, sabía que su madre y Phil necesitaban estar solos y disfrutar de la nueva vida de cónyuges, después de haberse casado un tiempo atrás. Además, con lo de Phil jugando al equipo de béisbol y teniendo que viajar cada dos semanas para los partidos que no jugaban en casa, sabía que su progenitora quería acompañarlo y así disfrutar juntos.

Forks era tan diferente de Arizona. Habían pasado muchos años desde que se fueron con Renée, también desde que dejó de venir en Navidades. No había cambiado, seguía siendo el mismo pueblo pequeño, sin sol la gran mayoría de días del año y lluvioso. El avión aterrizó en Seattle, por eso, y Charlie fue a recogerla. Al poco rato, sabiendo que no estaba muy lejos del pueblo con nombre de tenedor, un letrero daba la bienvenida al pueblo.

"Bienvenidos a Forks."

―Tu cabello está más largo ―habló su padre, aprovechando que un semáforo estaba en rojo.

―Hm, me lo corté desde la última vez que nos vimos ―respondió, secamente, la fémina.

―Oh, creció otra vez ―murmuró.


El camino llegó finalmente a su fin. Bajó del asiento del copiloto, recogiendo sus dos maletas y el bolso del maletero, a la par que Charlie avanzaba hasta la puerta. Éste gritó al abrirla, diciéndole a una tal Agatha que habíamos llegado.

Le siguió, quedándose ambos en la entrada, donde una chica, de su edad seguramente, y de tez oscura se acercó. Frunció ligeramente el ceño.

―Charlie ―saludó la morocha, llegando a la puerta―. Dejé la cena preparada, no dormiré aquí hoy.

―Bella, ella es Agatha ―habló su progenitor, presentándola. Ese nombre tampoco le decía nada―. Mi primogénita.

Su cara se descompuso. ¿Por qué su padre tenía otra hija? ¿Y primogénita? Significaba que era mayor que ella. No sabía si vivía con él aquí, pero esperaba que no. Aunque a simple vista no lo pareciera, era feliz en su burbuja de familia disfuncional, siendo hija única.

―Diría que es un placer, pero estaría mintiendo ―detectó el sarcasmo en sus palabras, aunque ella ni siquiera le dirigió la mirada a la recién llegada―. Dormiré en casa de Jasper, ya mañana vendré a recoger mi coche ―añadió.


Y con esas palabras, aquella chica desapareció para irse al interior de la casa. Isabella miró a su padre buscando respuestas; unas respuestas que, por ese momento, no obtuvo. Subieron las escaleras hasta el primer piso, parando delante del baño.

―Hay una repisa para ti ―dijo, para después abrir la puerta de la quera mi habitación―. Cora y Agatha escogieron la ropa de la cama, también vinieron a pintar ―la verdad es que no había cambiado casi nada, solo que se veía más nueva―. Te gusta el morado, ¿verdad? ―le preguntó a su hija.

―El morado está bien, Charlie... gracias ―intentó poner de su parte, aunque no sonó para nada convincente.

Tenía la suerte que su habitación daba justo delante del baño, por lo que no tendría problema en ocuparlo primera. Charlie suspiró, nuestra relación era más bien lejana, bastante fría.

― ¿Y el ático? ―le preguntó, tras unos minutos de silencio incómodo, pues la puerta que se veía desde su habitación parecía nueva.

―Es el rincón de Agatha. Lo han reformado, tiene muebles nuevos y también está pintado ―explicó, a lo que se sintió realmente ofendida; se había esmerado más en esa reforma que en cambiar su propia habitación―. La verdad es que quise pagar la reforma yo, pues fui el que le ofreció tener una habitación aquí para cuando lo necesitase, pero es terca como su tío. Todo fue a cargo suyo y, qué decir, quedó hermoso. Tiene muy buen gusto..


Su padre se fue, bajando las escaleras, a la par que Bella se metió en su habitación. Ahora estaba cansada del viaje, por lo que no deshizo las maletas, tampoco colocó nada en su respectivo lugar. Además que Renée tenía que mandarle algunas cosas por mensajería, por lo que tampoco podía decorarla a su gusto con las pertenencias que le faltaban. La muchacha de tez pálida escuchó voces a través de la ventana en el piso de abajo, así que decidí bajar. Un hombre de edad parecida a su padre se encontraba ahí, hablando con él.

―Bella, ¿te acuerdas de Billy Black? ―le preguntó Charlie a su hija. Respondió con un animado sí, saludándole con cierta alegría, aunque en realidad no me acordaba demasiado bien de él.

―Luces bien. . . ―empezó a hablar, pero una voz me interrumpió.

― ¡Tío Billy! ―aquella chica se acercó con efusividad al hombre, casi tirándose a sus brazos, con emoción―. Siempre es bueno verte.

―Cariño ―la saludó de vuelta, depositando un beso en su mejilla―. ¿Te llevamos a casa?

Isabella chirrió los dientes, irritada por la atención que Agatha recibía. Se supone que habían ido a verla a ella. No a esa. ¡Ella era la recién llegada!

―No, gracias. Dormiré con mi pareja hoy ―sonrió la fémina, acercándose después al chico. Bella sonrió, todavía se acordaba de él―. Enano, tienes prohibido seguir creciendo.

― ¡Aggie! ―negó con la cabeza el adolescente, para después soltar una carcajada―. No es que yo crezca mucho, es que tú tienes el tamaño de un minion ―se burló, logrando que soltase yo también una carcajada.

Sin embargo, al ver la mirada asesina de Agatha, la joven sintió un escalofrío. Parecía inocente e inofensiva, mas, daba miedo aquella mirada tan oscura. Aunque intentó mantener la compostura, mostrándose firme, tan solo soltó una carcajada.


"Patética" pensó.

Pero la ignoró de nuevo. Todos lo hicieron.

―Tío, es malo conmigo ―dramatizó la morocha, entre risas―. Bueno, basta de charla. ¡Llego tarde! ¡Adiós! Tienes cena en el horno, Charlie ―dijo mirando a su padre. Después añadió―. Y recuerda que mañana Harry traerá pescadito frito de Sue.

Cuando la tal Agatha se marchó, subiéndose a un ¿Jeep?, la atención volvió a mí. Charlie dio un par de pasos, luego me miró.

― ¿Y? ¿Qué te parece? ―preguntó.

― ¿El qué? ―preguntó, también, sin comprender.

―Tu regalo de bienvenida ―señaló un automóvil, parecía muy caro.

― ¿El azul? ―inquirió, esperanzada.

―La pick-up ―corrigió, golpeando ligeramente la puerta de la camioneta naranja que había al frente. Sonrió falsamente, lógicamente el coche no sería suyo, ni en sus mejores sueños.

―El coche es de Aggie ―corrigió Jacob, sonriendo―. Ni siquiera pienses en acercarte a él, te va a matar. Literalmente ―sus palabras no parecían ser exageradas y recordando la fría y oscura mirada de antes. . . sí, lo mejor sería no tentar a la suerte.

―Se la acabo de comprar a Billy ―finalizó Charlie―. Jacob arregló el motor, está como nueva ahora ―añadió. Isabella giró, de nuevo, la cabeza hacia su viejo amigo, sonriéndole agradecida.

―Tienes que pisar dos veces el acelerador pero, fuera de eso, todo está en orden ―indicó el moreno, mientras yo me sentaba en el asiento del conductor.

― ¿Quieres que te lleve a la escuela? ―se ofreció, amablemente, pues era lo mínimo que podía hacer. La miró sonriente, y negó con la cabeza.

―Estudio en la Reserva.

―Oh, me hubiera gustado tener un amigo ahí ―admitió, ligeramente avergonzada, notando como el rubor teñía las mejillas de color carmesí.

Unos diez minutos más tarde, Billy y Jacob se fueron, dejando a padre e hija solos. Mañana empezaría las clases e Isabella Swan solo esperaba que todo fuera bien.



* *

n/a. y llegó isabella, de ahí que tenga preparados un par de capítulos siendo su POV. esa es mi manera de introducirla al fic, sin alterar demasiado el canon perteneciente a Stephenie Meyer.

cómo podéis ver, la relación entre hermanas será más bien de odio-no tolerable peeero ¿quién sabe? quizás eso cambia con el paso de los capítulos y los actos. ¡ya veremos, voy a mantener la magia y el misterio! JAJAJA


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