Capítulo 19.
─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter nineteen. ❫ ▒▓
────── ๑ ໒৩ ๑ ──────
LOS DÍAS PASARON PARA AGATHA. Entre las clases, sus entrenamientos y las patrullas que realizaba junto a los metamorfos, no había tenido tiempo para pensar. Así como, también, mantenía sus pensamientos ocultos cuando estaba en su forma lobuna, puesto que todavía no se sentía preparada para contarles lo que sucedía con ella y, a su vez, sobre su raza, que era distinta. Esa era una conversación que mantenía apartada hasta que llegase el momento adecuado para tenerla, puesto que también quería que los ancianos de la tribu estuvieran presentes.
Una tarde de diciembre, digna de ser recordada por ser una de las más lluviosas, Agatha se encontraba junto a Jasper. El vampiro decidió tener una cita con su alma gemela, por lo que ambos se encontraban solos en la casa Cullen. El resto habían ido a jugar un partido de béisbol, aprovechando la tormenta que caía en Forks. Según lo que le contó Emmett, con ese tono de entusiasmo y diversión que tanto le caracterizaba, los días de tormenta eran los mejores para jugar al deporte favorito de los vampiros, como decía el Aquelarre Olímpico. Así, dejando la casa sola, ambos pudieron disfrutar de una tarde maravillosa. Una tarde de confesiones, puesto que la Zorkin se abrió ante Jasper Hale; no quería una relación basada en las mentiras.
—Jazz —susurró la morocha, mirándole fijamente—. Tienes que saber algo sobre mí —añadió.
El empático notó como la emoción que predominaba en su compañera era el nerviosismo, incluso algo de temor que camuflaba tan bien como podía para que nadie lo notase. Sin embargo, no contaba con que el vampiro tenía el don y era un empático, por lo que no salió demasiado bien ocultar sus emociones.
—Te dije, el otro día, que conocía mucho de Forks y la Push, ¿recuerdas? —el de cabellos rubios asintió, por lo que prosiguió—. Soy una Zorkin, mi familia desciende de un reconocido linaje de lobos. No como los metamorfos, tampoco como los hijos de la luna. Hace tiempo se decía que los Zorkin éramos la realeza lobuna, por el nombre de especie que nos caracteriza. Lobos diamante.
— ¿Te has transformado ya? —preguntó el vampiro, sorprendido por aquello. Al fin de cuentas, eran enemigos naturales y a la joven parecía que aquello no le importaba, pues no le daba la importancia que el resto parecía darle.
—Cuando mi ancla lo hizo, también lo hice yo —admitió—. Si bien me transformo cada luna llena, cuando mis huesos se rompen uno a uno hasta que mi cuerpo pasa a ser al de una bestia, también puedo convertirme el resto de días del mes, como los metamorfos. Mi ancla, en este caso, es Sam.
Sin dejar que siguiese hablando, Agatha se quitó la camiseta, zapatos y pantalones, dejándolo en el sofá. Quería que supiera más de ella, que no fuesen desconocidos. Así que, pensando en su forma lobuna, la joven adolescente se convirtió en un enorme lobo de pelaje marrón oscuro, con unos ojos amarillentos que parecían los de los vampiros Cullen. Jasper quedó asombrado ante la confesión final, no dudando en ir a acariciar la parte de detrás de la oreja de su pareja. Si bien todavía no lo habían formalizado, sabía que era su futura esposa. Nada ni nadie le quitaría ese privilegio ni ese lugar en la vida de Agatha Zorkin.
Fue entonces cuando el resto de miembros del Aquelarre Olímpico entraron a la casa. Agatha, que estaba muy relajada con aquellas caricias que Jasper le daba, no se dio cuenta de aquello, siendo vista por todo el clan.
"Maldición" exclamó en su interior, como si se diera una palmada mental en la frente. Había sido muy descuidada, podría tener problemas por ello.
— ¿¡Por qué hay un chucho en el salón de casa!? —exclamó Rosalie, pegando un grito al cielo, sin saber que era su amiga.
—Rose... —intentó tranquilizarla Jazz, usando su don en ella—. No digas nada de lo que puedas arrepentirte...
— ¡Un maldito chucho en casa! ¡Lo dejaste pasar! ¡Son unas bestias! Unos monstruos, Jasper —siguió gritando ella, asqueada.
Jasper pensó en su compañera, sin saber cómo iba a reaccionar ante aquello. Por su parte, Agatha giró su cabeza, mirando a Edward. A pesar que él era la única persona con la que no tenía relación, supo por Carlisle que era un lector de mentes, por lo que se comunicó con él telepáticamente.
"Agatha. Soy Agatha. ¿Podrías coger la ropa que hay en el sofá y dejarla en el baño?"
"¿Agatha? Pero, cuándo. Por qué."
"Solo hazlo, os lo explicaré a todos."
—Es Agatha, Rose —dijo Edward, acercándose al sofá para coger su ropa.
Rosalie se horrorizó. ¿Por qué su mejor amiga, prácticamente su hija, no le había contado que era un lobo?
Alice, en cambio, sonrió. Ella había visto a Agatha en su forma lobuna, por eso no se sorprendió, cosa que hizo que tanto Alain como Jasper tampoco se sorprendieran, debido a las visiones que la vampira pixie tenía.
Unos minutos más tarde, una vez volvió a su forma humana y se vistió de nuevo, Agatha volvió al salón. Agachó la mirada, estaba aterrada por la reacción de Rosalie. No pensó que reaccionaría así. Tenía miedo de perderla ahora que la había recuperado.
—Soy un lobo diamante, la última de mi linaje —dijo, finalmente, tras soltar un largo suspiro—. Y somos la realeza lobuna, como son los Vulturi para los vampiros. Enemigos naturales dirían los Quileute, pero yo no me rijo por sus normas. Si bien pertenezco a la manada, por así decirlo, no tengo las mismas normas ni soy la misma especie que ellos. Estoy muy orgullosa de mi linaje y si a alguien eso le impide seguir manteniendo una relación, lo voy a entender pero, no por ello, dejaré de ser quien soy..
Agatha abandonó el hogar de los Cullen en un abrir y cerrar de ojos, dejando su coche ahí y saliendo trotando en su forma lobuna, sin importarle nada más. Tenía las emociones a flor de piel, no quería convertirse de nuevo frente a la familia de su alma gemela, por lo que irse corriendo fue su mejor opción. No era un monstruo, aunque Rosalie lo dijera. No lo era.
Llegando al límite del tratado, Agatha dio un salto que llegó al otro lado del bosque, para seguir corriendo. Pensaba en Jasper, lo bien que se sentía con él. A ella no le importaba que fuese de otra especie, podía ser ella misma y nada más le importaba. Entonces, también pensó en Edward. Aquel vampiro de cabello cobrizo que también la hacía sentir cosas. Una extraña sensación que no sabía cómo descifrar ni describir. Como si fuera su centro, su sol. La misma sensación que tuvo con Jasper, pero con más intensidad. ¿Sería que él sería su impronta? Así se lo dijo el viejo Ateara, que tendría dos parejas por ser un lobo diamante, como todos los anteriores miembros de su linaje habían tenido. Mas, ¿por qué ambos tenían que ser vampiros? ¿Por qué la vida se le complicaba tanto? ¿A caso merecía eso?
Sin saberlo, cerca de ella se encontraba Jared. Jared escuchó los pensamientos de su amiga, sorprendiéndose porque no les había contado nada. Se sintió traicionado en cierta manera, mas, a su vez, también comprendía a la muchacha. . . no debía ser fácil para ella.
"No te preocupes, Aggie, todo estará bien" murmuró en su cabeza Cameron, asustando a la loba.
"¿Jared? ¿Escuchaste mis pensamientos, capullo?" gritó por sus adentros, soltando un gruñido. Había sido muy poco precavida.
"No diré nada, pero tienes que contarnos todo... no podrás mantener tus pensamientos para ti para siempre, así como también pueden verlo en mí" murmuró de nuevo, gruñendo en respuesta.
Ambos lobos volvieron a su casa, compartiendo el secreto. Agatha sabía que mañana tendría que contarles todo, coincidiendo con una de las hogueras de la tribu.
* *
n/a. un nuevo capítulo ya está aquí y puedo decir que el final del primer acto se acerca, solo quedan tres capítulos para terminarlo y puedo decir que otra bomba explotará entre la manada, que no se resolverá hasta el segundo acto.
VOTE | COMMENT | FOLLOW ME
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro