Capítulo 16.
─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter sixteen. ❫ ▒▓
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LOS DÍAS PASABAN A UN ritmo increíble, más rápidos de lo que alguna vez imaginó. Los días se convirtieron en semanas y ya estaba cerca de llevar tres meses en el Instituto de Forks. No había tenido un acoplo fácil, tampoco una integración sencilla pero, de lo que sí podía sentirse orgullosa, era de las notas que estaba sacando. No era de extrañar, pues era todo un cerebrito si se lo proponía, por lo que su rendimiento escolar no se vio afectado por la incorporación de la licantropía a su vida. Quizás si se notaban más sus cambios de humor y como ingería más chocolate o dulce de lo habitual, mas, aquello calmaba sus nervios y evitaba que perdiera el control, manteniendo así oculto el secreto que tenía.
Durante esas semanas, a medida que avanzaba el tiempo y Agatha hacía todo lo posible para sentirse a gusto en el centro académico del pueblo, su relación con Rosalie fue mejorando. Ambas mantenían secretos escondidos que, muy probablemente, se contarían con el tiempo. Pero, como era de esperar, congeniaron de maravilla. Para la loba, la mujer de cabellos rubios como el sol era como su hermana mayor, ejercía el papel de madre, hermana y mejor amiga a la vez. Sin lugar a dudas, podría decirse que era su pilar fundamental en aquel lugar.
También tenía que mencionar a Ángela, quien se había convertido en una de las personas más cercanas que había a su alrededor. Siempre notaba que tenía algo especial, su aura era relajante y ayudaba a controlar sus constantes ganas de transformarse. Aquella muchacha había sido también un pilar en cuanto a socializar se trataba, acompañándola siempre a las clases los primeros días y dándole un lugar en la mesa del comedor, así como también compartían varios gustos personales e incluso eran compañeras de proyectos en las clases que tenían juntas.
Jessica Stanley, en cambio, era todo lo contrario. No se había rebajado nunca a su nivel, habiendo sabido interpretar a la perfección su personalidad y su manera de ser. Era una chica volátil, con baja autoestima y celosa, queriendo ser siempre el centro de atención en un instituto donde era una más del montón. Con sus comentarios despectivos y sin sentido, conseguía quedar en ridículo cada vez que abría la boca. Era, simplemente, insoportable. No la toleraba y no dudaba nunca dejarla en evidencia cada vez que la molestaba.
Rosalie y ella se encontraban en el aparcamiento esa tarde. Unas tres semanas después de su llegada y de saber que Jasper era su alma gemela —así como también encontraría a su impronta pronto, seguramente—, Agatha Zorkin decidió ser sincera con la chica Cullen. Si bien aquello era algo personal y le costó decirle, la mayor sorprendentemente solo sonrió y, literalmente, le dio la bienvenida a la familia. Se sorprendió ante ese gesto, sin comprenderla demasiado, pero Rose le restó importancia.
A su charla se les había unido Alice, alegando que el próximo fin de semana deberían ir de compras.
—Tengo el presentimiento que seremos un buen pack —comentó la morocha, mirando a las otras dos.
—Sé que será así, lo he visto —comentó la duendecilla, sonriente y risueña como siempre. Pensó que lo decía en broma, siguiendo únicamente la conversación, sin saber que las visiones de Alice Cullen, por norma general, se cumplen siempre—. ¿Quieres venir a casa para hacer el proyecto de tecnología?
— ¿No molestaré? —preguntó la loba, sintiéndose ligeramente cohibida ante su presencia entre el clan entero de vampiros—. No quiero ser una molestia.
—No eres una molestia, Atha —replicó Rosalie, con dureza.
Pese a que no era habitual en la Zorkin ser insegura, desde su primera transformación notaba como sus emociones y sus sentimientos se habían incrementado. No solamente cuando se encontraba rodeada de los alumnos y sus compañeros, sino en su rutina diaria. También era verdad que, en algunas ocasiones, notaba como si sus emociones cambiasen de un momento a otro, como si por arte de magia se tratase.
—Iremos en tu coche, así te guiamos hasta nuestra casa —sonrió Alice, que después se dirigió a Alain—. ¿Te llevas el coche? Emmett que lleve a Jasper a casa en el Jeep. Nosotras iremos con Agatha.
La pareja se despidió con un beso, para después despedirse Rosalie y Emmett también. Sin embargo, el beso de estos últimos era más intenso y duradero. No se separaron hasta que la loba carraspeó, mirando después a la pareja inocentemente.
—Oh, ¿os interrumpí? Creo que me estoy resfriando —dijo, con un rostro angelical, como si no hubiese hecho nada. En respuesta, Emmett soltó una carcajada y Rosalie la miró mal.
( . . . )
El camino hacia la casa de los Cullen no fue demasiado largo. Tenía el mismo tiempo hasta la Push, por lo que no se le hizo complicado. Después de unas cuantas curvas y ver como la vegetación se hacía cada vez más abundante, una hermosa, grande y elegante casa se alzaba entre la arboleda. La residencia de los Cullen la dejó con la boca abierta, estacionando cerca de la entrada. Nada más salir, sintió el nerviosismo florecer en su interior. Estaría rodeada de vampiros, sus enemigos naturales, sin tener la protección del resto del alumnado del Instituto de Forks, y estaba aterrada, aunque sus rasgos faciales no lo demostrasen.
Se quedó en la puerta del coche, entreabierta, pensando.
"No sé cómo demonios me he dejado convencer para venir..." pensó para sí misma, dejando escapar un pequeño suspiro. "Espero que los señores Cullen no se encuentren también, probablemente ellos descubrirían mi origen con facilidad" deseó, internamente.
Alice enlazó su brazo con el de ella, obligándola a cerrar el coche, poniendo rumbo a la entrada de la casa. Y es que, detrás de las tres chicas, llegaron el resto de integrantes de la familia Cullen. Con ello, una ola de tranquilidad la invadió, como otras tantas veces había notado durante las clases.
¿Quién provocaba aquellas sensaciones? No podía negar que era agradable cuando la tranquilidad invadía y dominaba su persona, mas, quisiera saber el motivo o la persona que lo hacía. . . y tenía el leve presentimiento que esa persona era su alma gemela.
— ¡Te va a encantar nuestra casa! —exclamó Alice, una vez abrió la puerta del hogar.
El olor a panqueques con miel llegó a sus fosas nasales, lo cual le indicó que alguno de los adultos estaba cocinando en casa. Cocinando para ella, evitó decir en voz alta, sabiendo que los Cullen no podían comer debido a su condición de vampiro. Todo lo contrario a ella, que parecía ser un pozo sin fondo. Daba gracias a su buen metabolismo, puesto que por mucho que comiera, no engordaba ni un gramo.
Caminaron por el pasillo y llegaron al salón, donde el olor se intensificó. La cocina estaba justo al lado, al más puro estilo americano. Una sonrisa se dibujó en su rostro, dejando su bolso caer en el sofá, tal y como le habían indicado. A pesar que Alice insistió en que se sintiera como en casa y que Rosalie ya la viera como una cuñada —aunque solo había tenido conversaciones cortas con Jasper, la propia Agatha ya pensaba cómo Rosalie Hale se imaginaba la futura boda, la cual juró preparar hasta el más último detalle—, la loba se sentía ligeramente cohibida.
—Tú debes ser Agatha —habló una voz femenina, asustándola—. Yo soy Esme Cullen, la madre de todos estos —añadió, hablando de sus hijos.
—Es un placer conocerla, señora Cullen —afirmó la morocha, con una sonrisa ladina—. Sus hijas hablan maravillas de usted y de su esposo.
—También hablan mucho de ti en casa, cariño —comentó la matriarca del clan—. Siéntete como en casa, y llámame Esme. Eres parte de la familia, nunca nadie había venido a casa. Mis hijos son bastante recelosos a la hora de entablar amistades, por lo que eres especial.
—G-gracias... —susurró, agachando la cabeza. Sus mejillas se tornaron de color carmesí y esperaba que hubiesen hablado cosas buenas de ella, porque si no se moriría de la vergüenza.
La muchacha se sentó en el sofá a esperar a Alice, quien le había pedido unos minutos para ir al aseo. Pero, pensando que ella estaba de vuelta, no se esperó a Jasper Hale con un plato de panqueques.
—Ángela me contó que son tus favoritos, Esme los ha preparado para ti —dijo el empático, dejando la merienda sobre la mesa del centro.
—Oh... gracias, Jasper —agradeció la chica, con una sonrisa—. Tienen una pinta deliciosa y seguro que saben igual de bien.
Acto seguido, no tardó en comprobarlo. Eran perfectos, los mejores que había comido nunca. Parecía ser que Esme tenía un don para la cocina y si era así con cualquier otro plato, Agatha pasaría mucho tiempo en esa casa, degustando cada delicia que la matriarca preparase.
—Está delicioso —susurró, y rápidamente limpió su mejilla, al ver como el varón le indicaba que tenía restos de sirope—. A veces no te entiendo, Jasper.
El vampiro se tensó, también frunció el ceño.
—Quiero decir. Un día me hablas, el otro te alejas y vuelves a hablarme como si nada —se explicó, encogiéndose de hombros—. Sé que notaste el tirón la primera vez que nos vimos en Literatura, así como yo también lo sentí. No intentes negarlo, Hale, porque no soy tonta ni ajena a lo que rodea Forks.
La morocha alzó su mirada, fijándola en el vampiro, sin saber que Carlisle Cullen estaba entrando por la puerta.
—Me he criado en la Push, conozco muchas más cosas de las que muchos creen saber y también escondo secretos —ladeó una sonrisa, levantándose—. Ese tirón solo sucede en un caso: cuando dos almas gemelas se encuentran. Y querido, yo no soy una simple humana.
Con aquellas palabras y tras haber terminado la merienda, Agatha cogió el bolso de nuevo y dejó el salón atrás, topándose con el doctor más codiciado del pueblo. Carlisle.
El rostro del médico no podía empalidecer, porque su condición no se lo permitía, pero parecía como si hubiese visto un fantasma. La loba suspiró, todavía había mucho que desconocía de sus orígenes y la relación que sus antepasados, todo el linaje de lobos diamante, mas, siguió las escaleras arriba hasta el estudio de Alice, sin decir nada más.
Abajo, Carlisle mantendría una conversación con Esme, revelándole varias cosas importantes sobre Agatha y su origen.
* *
n/a. otro domingo más que viene con una nueva actualización, no sabéis lo feliz que me hace seguir el horario y escribir sobre agatha, ay.
¡en el próximo capítulo se desvelan cosas sobre los zorkin! con un pov especial de Carlisle.
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