Capítulo 10.
─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter ten. ❫ ▒▓
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CUANDO EL DÍA DEJÓ ATRÁS la lluviosa noche que había habido en la Push, Agatha se levantó con parsimonia. Todavía quedaban un par de semanas antes de empezar el nuevo curso, pero Charlie le había pedido que fuera a visitarle antes de empezarlo. Si bien no tenía demasiadas ganas de hacerlo, así lo habían acordado y lo haría. Además, que podría aprovechar para coger el coche que permanecía en el garaje de su casa y darle un paseo, pues lo necesitaría para ir al Instituto cuando empezase.
Se desperezó, estirando sus brazos, y salió de la cama. Se hizo un recogido con su larga melena, que empezaba a molestarle porque necesitaba un lavado urgente, y bajó al salón. Todavía pensaba en la carta que su madre le había escrito, necesitaría hablar con los jefes de la Tribu para comprender un poco más la situación. Sin embargo, no le había quitado el sueño tampoco. Era como si algo dentro de ella ya lo supiese, pero que siempre se había mantenido oculto por su seguridad. Era como si su loba interior fuese su mejor protección.
Un simple bol de cereales con leche y un café recién hecho era suficiente para activarse un poco. Parecía que hoy solo Allison y ella estaban despiertas a esas horas, pese a que ya pasaban de las nueve de la mañana. A su tía no le comentó nada, prefirió guardárselo para contarle a Joshua en cuándo le viera, tal y como acordaron antes de irse a dormir. Al terminar, lavó los cacharros y los metió el lavaplatos, para después subirse de nuevo al piso de arriba. Se metió en la ducha, aprovechando que Sam seguía durmiendo o estaba en el bosque, ocupándola por un largo rato. No le importó estar más de media hora debajo del agua, pero salió como nueva.
Al poco rato, ya lista, salió de la casa, despidiéndose de su tía adoptiva. Entró a su casa pasados cinco minutos, alcanzando el garaje y encontrándose con su bebé. Un Astra OPC que estaba como nuevo, de un color azul metalizado. Del bolsillo de su bolso sacó la llave, encendiéndolo pocos minutos después. La puerta del garaje empezó a subir y, segundos más tarde, el ruido del motor se hizo presente. Una sonrisa de orgullo se dibujó en su rostro y, poco a poco, arrancó el coche.
Salió del garaje y emprendió camino hacia la carretera que separaba la Reserva del bosque, encontrándose con un entusiasmado Jared que entrenaba. A pesar que no era tan cercana a él como lo eran Sam y Paul, si le caía bien y le consideraba un buen amigo.
— ¡Jared! —Exclamó la fémina, bajando la ventanilla del copiloto—. ¿Qué haces entrenando a estas horas? ¡Es sábado! —aturó el automóvil en seco, sabiendo que eso no era lo adecuado, pero no le importó en demasía.
— ¿Y tú dónde vas, bellísima piccolina? —bromeó en italiano el joven, riendo.
—Voy a Forks, quedé con Charlie —se encogió de hombros, para después añadir—. No me apetece demasiado, pero no me queda otra opción.
— ¿Quieres compañía? —Preguntó, apoyándose en el coche—. Tienes razón, es sábado y ya entrenaré en otro momento.
Con una sonrisa se lo agradeció, sabiendo que no tenía la obligación de acompañarle. Pero el viaje sería más entretenido, aunque estuviesen a veinte minutos del pueblo. No sabía la razón por la que estaba ahí, puesto que tampoco parecía demasiado sudado, por lo que algo le decía que no era casualidad que se hubiesen encontrado. No obstante, decidió hacer oídos sordos a sus pensamientos y condujo hasta Forks. Sabía que la casa de Charlie quedaba a unos diez minutos del instituto, por lo que era bueno también que hiciera ese recorrido para aprendérselo de memoria una vez empezasen las clases.
Llegaron al domicilio del jefe de policías y estacionó en la acera de enfrente, notando que el aparcamiento era uno de sus puntos débiles. Se lo dijeron el día que se examinó, y seguía siéndolo tres meses más tarde. La joven estaba nerviosa, no entendía la razón de aquella visita tan imprevista, puesto que no se había preparado mentalmente para un encuentro tan pronto. Llamó al timbre, notando como Jared la cogía de la mano y se la apretaba con suavidad. Aquel chico era un cielo.
—Charlie —saludó, con su mejor sonrisa, cuando el mayor abrió la puerta—. Él es Jared, ha querido acompañarme cuando nos hemos cruzado antes de dejar la Push atrás.
—Jefe Swan —saludó el mencionado.
—Pasad, pasad —dijo el hombre—. No quiero ser indiscreto, pero... ¿es tu novio? —preguntó, llegando al salón.
Ambos jóvenes se miraron y soltaron una carcajada al unísono.
—No te preocupes, Charlie —comentó la fémina—. Solo somos amigos, es el mejor amigo de mi hermano Sam.
Charlie Swan sabía que los Uley habían sido la familia de Agatha por mucho tiempo, pero todavía tenía la esperanza de que algún día su primogénita le considerase como tal. Sin embargo, intentó dejar eso de lado.
—Sé que no esperabas mi llamada, pero quiero hacer reformas en casa y... —pausó la frase, mirando a la chica—. Hay un ático en la casa, de hecho ahora debe haber montones de cajas viejas, pero pensé que te gustaría tener una habitación aquí, por si algún día la necesitabas.
La joven se sorprendió, pillándola totalmente desprevenida. No esperaba una confesión como esa, tampoco esperaba el detalle que el hombre estaba teniendo con ella. Pese a que estaba haciendo un gran esfuerzo para acercarse a Agatha, no esperó en ningún momento que quisiera darle un espacio en su hogar. Le pareció tierno y dulce ese detalle, por lo que por unos momentos pensó en eso. Podría ser buena idea.
—En todo caso, pagaré yo el coste de la remodelación del ático —aceptó, sonriendo levemente—. No tienes por qué hacer esto, pero puede ser buena idea.
— ¡No! Nada de pagarlo. Ha sido idea mía, yo pagaré las obras —replicó el adulto, ante la negativa de la adolescente.
—Charlie, no. Por favor... es tu casa, pero si va a ser mi habitación, quiero pagarlo yo —protestó, cruzándose de brazos—. Tengo mucho dinero, la herencia que me dejó mamá es inmensa. Y si bien hay una parte destinada a mis estudios, a la universidad en la que quiero egresar en unos años, también tengo para pagar muchas otras cosas. Como el nuevo coche que compré —musitó, pensando en su nuevo bebé.
Minutos más tarde y tras una pequeña discusión en la que parecieron padre e hija, pero totalmente y como si hubieran vivido juntos toda la vida, finalmente Charlie Swan aceptó que sería Agatha quién pagaría la costosa reforma que se llevaría a cabo en el ático de su casa, próximamente.
* *
n/a. ¡sorpresa! poco a poco, la relación padre e hija se irá desarrollando y, por el momento, tendrá un sitio donde dormir en forks cuando lo necesite. obvio, agatha es terca y orgullosa, no dejará que charlie gaste un centavo en ella si puede evitarlo, jejeje.
Para que os hagáis una idea sobre el coche de Agatha, es este de aquí:
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