Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo VII

Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. BinWoo.


—Yujin, ¿estás lista?

La chica levantó la vista de su bolso, mirando a Taeyong arrodillado frente a ella, y sorbió por su nariz.

—¿A dónde iremos? —preguntó con la voz temblando.

—A un hotel — dijo Taeyong, limpiando sus lágrimas. — ¿Estás triste porque papá y mamá se van a divorciar?

La omega negó con la cabeza, tratando de calmarse gracias al toque dulce de Taeyong.

—No, Taeyongie, no soy tonta — dijo en voz baja —, sé que papá no quiere a mamá y ellos... uh... Ellos son un desastre juntos — Taeyong asintió, dándole la razón en silencio. — Pero tengo miedo, ayer mamá... ella... ella estaba enojada y la abuela estaba aquí y peleaban a gritos....

Taeyong la tomó de la mano, mirándola con cariño porque sabía cuánto miedo le daba a Yujin su abuela, el temor que sentía por equivocarse frente a ella y llevarse una reprimenda.

En el fondo, Taeyong también le tenía mucho miedo, pero no iba a demostrárselo pues sabía que eso sería alimentar su ego.

—¿Qué estaban diciendo? — le preguntó con voz suave.

Yujin sollozó.

—La abuela le decía a mamá que tenía que hacerse marcar por papá, aunque lo forzara, y tener otro bebé — lloró la niña —, y luego habló algo sobre hacerte entender a la fuerza que nosotros somos tu familia — Yujin hipó —. No lo entendí bien, Taeyongie, ¿qué quería decir con eso? ¿Nos vas a dejar? ¿Me vas a dejar?

Taeyong la miró, alarmado de que hubiera escuchado esas cosas, y la abrazó con fuerza, sintiéndola sollozar contra su cuerpo. Su pequeña, dulce y amable Yujin, que no le hizo nunca daño a nadie, ni tampoco se volvió mala o petulante cuando tenía toda la atención sobre ella en los años que creían que iba a ser alfa.

Yujin no era su hermana, pero, así como Moonbin tampoco era su papá, a Taeyong no le importaba.

—Claro que no te dejaré — le dijo con voz seria —, ¿cómo puedes creer eso de mí? Eres mi bonita princesa. Sólo voy a dejarte cuando llegue un alfa decente y quiera casarse contigo, que espero que sea nunca.

Yujin soltó una risa baja, asintiendo, y Taeyong le dio un beso en la mejilla antes de ponerse de pie, tirando de ella a su lado para bajar juntos la escalera. Moonbin ya los esperaba abajo, llevando también un bolso mientras Hyewon le suplicaba que se quedara, que no se marchara, pero su papá parecía decidido a ignorarla.

—¿Yujin? ¿Taeyong? — Hyewon los miró con lágrimas en los ojos —. No le hagan caso a su papá, quédense aquí, ¡somos una familia!

—Lo mejor es esto, mamá — dijo Taeyong con voz vacilante.

—Y vendremos a verte — añadió Yujin, asustada.

—¿Tú también, Yujin? — Hyewon dio un paso, pero Taeyong tiró de su hermana menor detrás. — ¡Soy tu madre! ¡La madre de ambos! ¡No pueden...!

Moonbin se movió, separando a Yujin de Taeyong, y tiró de la niña contra su cuerpo, caminando hacia la salida.

—Te espero fuera, Taeyong — le dijo sin voltearse, saliendo de la casa con rapidez.

Hyewon miró a Taeyong, secando su rostro de las lágrimas. Compuso ahora una mirada de ira, y Taeyong mordió su labio inferior.

—¿Realmente me harás esto? — preguntó Hyewon en voz baja y furiosa — ¿Luego de haberte criado como un hijo mío? ¿Después de haberte criado como si fueras mi bebé?

La mandíbula de Taeyong se apretó.

—No tendrías que haberlo hecho si por tu culpa mamá no se hubiera ido — espetó Taeyong con rabia contenida. — Si no hubiera sido por ti, papá y mamá estarían juntos y habríamos sido felices.

—No eres más que un mocoso desagradecido — escupió Hyewon —, y si cruzas por esa puerta, Taeyong, te lo prometo, voy a matar al imbécil de Dongmin y lo haré frente a tus ojos para que veas que no tuviste que irte. Haré que lo violen frente a ti y luego prometo matar–

Taeyong se movió antes de que pudiera terminar de hablar, gruñendo por la furia, tomando a Hyewon de los hombros y empujando de ella contra la pared. El choque de la cabeza de la mujer contra la pared fue seco, y Hyewon jadeó por el dolor, temblando al ver los ojos llenos de enojo del menor.

—No lo harás — le gruñó sin poder controlarse, llevando una mano al rostro de Hyewon y apretando sus mejillas para obligarla a sostener su mirada —, te lo prometo, tía, si te atreves a tocarle un solo pelo, yo voy a descuartizarte y daré de comer tus restos a los perros, aunque estoy seguro de que ni los pobres perros querrían comer una basura como tú.

Los ojos de Hyewon se llenaron de lágrimas, pero Taeyong no sintió compasión alguna, demasiado enfurecido por ver a la persona que más quería amenazada por esa mujer que lo engañó.

—¿Lo entiendes? — preguntó, sin soltarla — ¿Lo has entendido?

—S-si — sollozó Hyewon espantada, soltando feromonas de miedo porque nunca antes Taeyong le habló así.

El menor la soltó, sin dejar de gruñir en voz baja, para después voltearse y salir de esa horrorosa casa. Casi corrió hacia el auto de su papá, tratando de no sentirse mal por haber actuado como un animal.

Moonbin lo miró, pareciendo adivinar lo que ocurrió allí dentro, pero no dijo nada, y comenzó a conducir para alejarse pronto de allí.

—Supongo que sabes el motivo por el que estás aquí, ¿no, Jun? — preguntó Song YuQi con tono suave, aunque una mirada fría estremeció al alfa sentado frente a ella.

Junhui levantó la vista, mirando de reojo a Dongmin sentado al lado de YuQi, y sonrió con algo de ironía.

—Por haber abusado de Dongmin — contestó, antes de mirar a Tzuyu, sentada al otro lado de YuQi, pero la chica no lo observó.

—Has roto la confianza con Dongmin, Jun, y no sólo con él — prosiguió YuQi en medio del silencio de la sala, donde los omegas, alfas y betas más cercanos al círculo interno de la líder del movimiento estaban allí —, sino que también has traicionado todos los valores de nuestro propio grupo al haber actuado así — la voz de YuQi se tornó dura —. ¿Cuál es la primera promesa que deben jurar los alfas al ingresar aquí?

El alfa tragó saliva, abochornado.

—No imponerme. No puedo usar la voz alfa con omegas ni con betas a menos que sea un caso de extrema necesidad — respondió seriamente. — Es por ello que la usé.

Dongmin se tensó, apretando su mandíbula y sin bajar los ojos ante la molesta mirada de Jun.

No, ningún alfa lo iba a doblegar otra vez.

—¿Necesidad? ¿Fue necesidad el imponerte porque Dongmin iba a discutir contigo? — preguntó YuQi con desprecio —. ¿O fue tu orgullo herido porque Dongmin no iba a ceder ante ti? Pudiste hablarlo con calma antes de usar esa voz, pero decidiste usarla enseguida, pues sabías que sería más sencillo para ti.

Junhui la fulminó con los ojos.

—Dongmin es terco como todos los omegas en este lugar, y poner los recuerdos de mi hijo en peligro porque Dongmin no sabe mantenerse lejos no está en mis prioridades — replicó Jun —. No permitiré que Chenle olvide quién es su verdadera madre, así como ustedes parecieron olvidarlo.

Murmullos se hicieron escuchar en la sala, pero el rostro de YuQi no se inmutó, mientras Dongmin soltó un gruñido bajo.

—Acabemos con esto — espetó Dongmin —. Usó su voz alfa conmigo, tienes lo que querías, Jun. No pienso acercarme a Chenle. Listo. Vete a la mierda.

Quería salir de allí, encerrarse y romper algo por toda esa situación, pero YuQi no pensaba lo mismo, pues mandó a callar a todo el mundo con un chistido.

—Jun merece un castigo también por su actuar — dijo YuQi —, para que aprenda a nunca más usar esa voz con un omega — ladeó la cabeza —. Arrodíllate frente a Dongmin, Jun, y pídele perdón con la vista gacha.

Dongmin se volteó hacia YuQi, parpadeando, mientras Junhui soltaba un ruido de incredulidad por la orden de la mujer. Todo el mundo pareció contener el aliento ante las palabras de YuQi, sin atreverse a decir algo.

—Debes estar de joda — escupió Jun —. Yo no pienso...

—¿Arrodillarte ante un omega? — completó YuQi con tono amable. — Porque es humillante, ¿no es así, Jun? ¿Tan humillante como haberte impuesto a Dongmin y obligarlo a algo que él claramente no quería? — YuQi soltó una risa carente de diversión. — ¿Por qué es humillante que tú te arrodilles ante un omega, pero que un omega lo haga no lo es?

Jun apretó su mandíbula, enfurecido, y Dongmin permaneció quieto en su lugar, aturdido por lo que estaba pidiendo YuQi. Nunca, en sus treinta y dos años de vida, un alfa se arrodilló alguna vez frente a él.

No. No, estaba equivocado.

Se estremeció cuando un viejo recuerdo llegó a su mente: Moonbin llorando, abrazándolo por las piernas, rogando por su perdón luego de que se enterara que dejó embarazada a su hermana. Moonbin no dudó en arrodillarse, en llorar frente a él, en pedirle disculpas, a pesar de ser sólo un omega.

Moonbin pudo haberse impuesto ese día, obligarlo a no abandonarlo, pero no lo hizo. Moonbin jamás se impuso a él.

Volvió a estremecerse, su omega gimiendo por el dolor.

—¿No es contradictorio, Jun? — prosiguió YuQi, ignorándolo —. Tú dices luchar por nosotros, dices entendernos, dices que nos respetas, pero a fin de cuentas, eres incapaz de pedirle perdón a un omega por haberte equivocado, porque en el fondo, nos sigues considerando inferiores. En el fondo, sigues siendo un alfa criado con los estándares que esta sociedad te ha impuesto. Por eso no te permito estar adelante en nuestros discursos, en nuestras marchas. Puedes unirte a nuestra lucha, pero no ser protagonista de ella, porque, a fin de cuentas, Jun... a fin de cuentas, tú nunca has sido reprimido como nosotros — YuQi le sonrió con pena —. La sesión ha terminado. Espero que pienses sobre estas cosas, Jun.

Dongmin no se movió mientras la gente se marchaba, murmurando en voz baja, y sólo cuando Tzuyu se acercó con una sonrisa triste, sacudió su cabeza.

—¿Quieres que revise tu pierna, Dongminie? — preguntó Tzuyu en voz baja.

—Lo haré yo.

Jun estaba de pie frente a él con una mirada tranquila, aunque podía notar su expresión avergonzada.

Dongmin quiso odiarlo.

Odiar era mucho más fácil, era mucho más sencillo, que sentir todo ese manojo de sentimientos sin explicación que lo estaban sacudiendo por dentro. Una parte suya despreciaba a Jun por lo que hizo, pero otra parte quería sólo abrazarlo y llorar en su hombro por todo el dolor que sentía, pedirle que no le abandonara, que le quitara toda esa carga de los hombros.

Tzuyu parecía indecisa, sin moverse, y Dongmin sintió como ese instinto maternal que sentía muerto en su interior florecía otra vez al ver el joven rostro de la omega. Tzuyu tenía sólo veintitrés años, pero lucía de dieciocho, y ya estaba metida en toda esa lucha contra los alfas del país.

Le sonrió con dulzura.

—Luego iré a verte y podemos conversar — le dijo, como si no estuvieran metidos a kilómetros bajo tierra, ocultándose de los policías, y con apenas algo que comer.

Pero Tzuyu parecía feliz sólo con eso, asintiendo para marcharse.

Dongmin extendió su pierna, levantando el pantalón. Mostró el vendaje sobre su piel, y espero a que Jun acercara una silla para cambiar las vendas, sin embargo, para su total sorpresa...

Jun se arrodilló delante de él, apoyando su pierna sobre sus rodillas.

Dongmin parpadeó.

—No me gusta tu papel — dijo Jun en medio del silencio —, te prefiero como Dongminie, no como Li Dongmin.

El omega ladeó su cabeza, sin mover su cuerpo mientras las duras manos del alfa acariciaban su desnuda piel.

—No sé de qué estás hablando — respondió Dongmin con tono impasible.

Jun observó su herida, horrible y con puntos. De seguro le quedaría una cicatriz. Una más a su colección. A Dongmin no le importaba: no iba a permitir que nadie más tocara su cuerpo.

Apretó sus dientes cuando Jun limpió la herida con desinfectante.

—Te prefiero como el omega antes que al líder — explicó Jun, levantando la vista. — Como mi amigo antes que...

—Tú y yo ya no somos más amigos, Jun — le interrumpió Dongmin con voz amable —, yo no soy amigo de alfas que se imponen.

El mayor tensó su mandíbula, vendando otra vez su pierna con una nueva gasa.

—Dongmin...

—¿Alguna vez te impusiste ante Minghao? — le preguntó Dongmin —. Pero no para salvar su vida, sino porque él estaba haciendo algo que no te gustaba o no querías que hiciera.

Jun bajó la vista, avergonzado.

—Sí — admitió a regañadientes.

—¿Te explicó cómo se sentía? ¿Cómo el omega parece encogerse y volverse un niño? ¿Cómo una parte racional parece ser encerrada dentro de una caja que se va haciendo más y más pequeña? ¿Cómo tu interior se niega, pero tu cuerpo actúa? ¿Cómo pierdes el control de tus acciones y ya no eres tú, sino un títere? ¿Te lo explicó?

Jun no dijo cosa alguna por varios segundos.

—Lo siento — murmuró.

Dongmin quiso romper a llorar.

—¿Sabes que es lo más terrible? — dijo con la voz temblorosa —. Que acepto tus disculpas, pero eso no significa que las cosas se arreglen.

Dongmin lo sabía muy bien, porque Moonbin le pidió perdón miles de veces y Dongmin ya no lo odiaba, lo perdonó tiempo atrás, pero su relación entre ellos estaba rota y destrozada.

Y Dongmin le pidió perdón a Taeyong en cada carta que le envió, sin embargo, nunca hubo respuesta alguna.

Yujin estaba llorando frente a él, hipando y frotando sus ojos con un pañuelo para alejar las lágrimas. Taeyong suspiró, bajando la vista y Moonbin dejó salir el aire de sus pulmones, abrumado.

—¿No... no so-somos... her-hermanos...? — balbuceó Yujin, sin dejar de llorar.

Taeyong mordió su labio inferior, tomándole la mano a la menor, que sorbió por la nariz.

—Sí lo somos — insistió Taeyong, acariciando sus mejillas —, tú siempre serás mi hermanita, Yujin, no importa que no compartamos sangre. Eres mi hermanita menor, nunca dejarás de serlo.

La omega asintió, sin dejar de sollozar, para luego mirar a Moonbin.

—¿Y tú... tú, papá? — farfulló con la voz temblando.

El mayor la miró, confundido.

—¿Yo qué? ¿Si seguiré siendo tu padre? — Yujin lloró con más fuerza. — ¿Qué estás diciendo, princesa? ¿Acaso quieres que no sea tu papá para que así no me deshaga a tus futuros pretendientes?

Las lágrimas de Yujin aumentaron y no dudó en lanzarse a los brazos de Moonbin, desconsolada, buscando protección en aquellos brazos que nunca le hicieron daño alguno y siempre estuvieron para allí a pesar de todo.

Moonbin le acarició el cabello a la niña, sintiendo sus hombros sacudiéndose por el llanto contra su cuerpo, y miró a Taeyong con una sonrisa de lado, luciendo ahora mucho más relajado. No importaba que Yujin tuviera la sangre de Mingyu, ella era su hija y lo sería siempre.

Además, estaba seguro de que Mingyu no estaba enterado de que tenía una hija: Hyewon, a pesar de haberle confesado horas atrás que Yujin era hija de ese hombre, no dijo cosa alguna sobre si él lo sabía. Por otro lado, Moonbin averiguó que Mingyu contrajo matrimonio con un omega varios años atrás, un hombre llamado Wonwoo, y eran felices con su reciente hijo.

Una mierda. Moonbin tenía que contenerse para no increpar a ese bastardo y matarlo por haber jodido su vida y la de Dongmin.

—¿Te sientes mejor ahora, princesa? — le preguntó a Yujin cuando notó que la chica se calmó.

—S-sí — asintió Yujin —, pe-pero papá... Tengo mi-miedo de mamá...

Apretó sus labios, siendo consciente de que Hyewon no iba a rendirse tan fácil. Esa maldita perra astuta haría lo posible para atarlo de nuevo, y sabía que era capaz de utilizar a Yujin para ello. Debido a eso, Taeyong decidió contarle la verdad, pero aun así...

El móvil de Taeyong sonó.

Observó el número, arrugando el ceño, y se puso de pie caminando hacia el cuarto donde dormiría, dejando a Moonbin y Yujin en el comedor.

—¿Seulgi? — contestó con tono incrédulo.

Recordó que la última vez que la vio, semanas atrás, en esa fiesta donde su abuela lo nombró heredero, intercambiaron números en caso de extrema emergencia. Ambos no querían ese tonto compromiso que sus padres insistían en firmar, primero que todo, porque Taeyong no sentía algo más que amistad por Seulgi, y segundo pero más importante, Taeyong sabía que Seulgi estaba enamorada de una de sus guardaespaldas, Joohyun.

—Estoy preocupada — dijo Seulgi al otro lado de la línea en voz baja. — Tu abuela vino a ver a mis padres y están conversando sobre nuestro compromiso.

Dejó salir un ruido de incredulidad, sorprendido porque su abuela fuera tan descarada para seguir atándolo e impedir su huida.

—¿Los estás espiando? — preguntó Taeyong, preocupado.

—¿Quién crees que soy? — se burló Seulgi —. Quieren anunciarlo en unos días, ¿puedes creerlo? Creen que voy a decirte que sí — soltó un bufido —. No te ofendas, Taeyong, eres lindo y todo, pero demasiado dulce para mí.

Dejó salir una risa burlona.

—¿Dulce? Eso es porque no me has conocido en privado — le gruñó.

—Oh, dios, ¿me estás coqueteando? — Seulgi se rió —. Chico malo — hizo una pausa pequeña.— No me quiero casar, Taeyong, de verdad.

Taeyong no cambió su expresión.

—No nos casaremos — aseguró con firmeza —, prometo que no lo haremos.

Pudo oír su exhalación de alivio.

—Está bien, confío en ti — suspiró Seulgi — Nos vemos entonces, Yong.

—Cuídate, Seulgi.

Cortó la llamada, maldiciendo en su interior porque sabía que las cosas se estaban complicando con el pasar de los días, y deseó haber partido a China lo más pronto posible, pero en el fondo sabía que eso no era posible. Tenía que solucionar un montón de cosas, comenzando por Yujin, antes de ir a buscar a Dongmin.

La puerta del cuarto sonó y Moonbin entró, arrugando el ceño ligeramente.

—Dime que esa llamada no tiene relación alguna con la que acabo de recibir — murmuró, fastidiado.

Taeyong miró a su papá.

—¿Mi compromiso? — aventuró, apretando su mandíbula.

Moonbin soltó un gruñido.

—La abuela acaba de llamarme y me dijo que teníamos una fiesta en cinco días, y que debíamos ir si no queríamos hacerla enojar.

El menor hizo un gesto de odio.

—Es el día antes de que viajemos — calculó, antes de mirar a Moonbin — ¿Cómo la soportaste tanto tiempo, papá?

Moonbin lo miró con una mueca en su rostro.

—¿Por qué crees que me fui de casa a los dieciocho? — bufó, rodando los ojos —. No es necesario que vayamos, adelantaré el viaje o–

—No — su papá parpadeó ante su interrupción —. Iremos y acabaremos con esto de una vez por todas. No voy a huir de tía Hyewon o de la abuela. Se acabó. No más juegos entre nosotros. Esto ha llegado a su fin.

Si ven algún error ortográfico o de nombre pueden decirme

¡Muchas gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro