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50: Inalterable ↪Extra

Inalterable...

Sí, esa era la palabra.

Lee TaeMin lucía inalterable incluso cuando SeokJin estaba mirándolo de esa manera que consiguió que JiMin se removiera incómodo, casi intimidado por el hecho de que su privacidad estaba siendo violada con una sonrisa satisfecha y felicidad en los ojos de su 'agresor'.

Aunque su alfa no había dicho mucho más que un sencillo: —Me gusta follarlo de cualquier forma. Arriba, abajo, de lado, usando mi voz, sin ella. —; mientras se encogía de hombros engreídamente para responder la pregunta del otro alfa, pensó que era sumamente vergonzoso exponer semejante cosa.

Su sexólogo simplemente no parecía verlo así.

—Asumo que no tiene ningún problema para hablar sobre su vida sexual, Kim SeokJin-ssi.

—No son cosas de las que hablaría con un proveedor, ni con mi madre. Pero usted es un sexólogo, ¿no? —Bufó cortésmente. —Supongo que su cuestionamiento sobre si me siento cómodo en nuestras prácticas como pareja requiere de una respuesta sincera y no me molesta conversar libremente sobre ello con alguien que se dedica a su profesión.

TaeMin sonrió. —No es un pensamiento común, a pesar de que es el correcto. ¿Ha asistido a terapia antes?

—Sí, algunas veces en la adolescencia.

—¿Debido a qué?

—Problemas de autoestima. —Respondió.

JiMin volvió los ojos al alfa.

SeokJin le había contado un par de cosas hace algunas semanas, sin embargo, continuaba siendo extraño escuchar que una persona como él realmente había dudado de sí mismo en el pasado. Que había estado atemorizado de quien era, lo que hacía y todo ese cóctel de emociones que las hormonas habían traído a su cabeza. Por todos los cielos, era jodidamente devastador saber que pasó por toda esa situación prácticamente solo.

Afortunadamente, ahora estaban juntos y JiMin estaba decidido a apoyarlo en cualquier momento, estar con él: con inseguridades o sin ellas.

TaeMin hizo un ruidito cualquiera.

—Eso es interesante. —Habló suavemente. Continuó. —¿Cuando decidieron comenzar a usar la voz en la intimidad?

—¿Decidimos? —SeokJin preguntó, un deje divertido en la voz. —Nosotros solo lo hicimos desde el primer momento de conocernos.

JiMin se sonrojó con los ojos del sexólogo que fueron hasta él mientras el hombre fruncía la nariz en un gesto delicado, sintiendo las manos sudarle sobre el regazo y una avalancha de emociones subiendo por su garganta por la sensación extraña que le decía que la manera en la que SeokJin y él se conocieron era supremamente malinterpretable, lo que podría conseguir que lo mirarán y sacarán conclusiones erróneas; dios, no se creía capaz de soportar lo mismo que su tío TaeHyung. No, no. Sería terrible tener que afrontar las especificaciones de su interés monetario que, en realidad, era inexistente.

Vamos, la gente amaba hablar. Amaban los cotilleos. Lamentablemente en algún momento alguien diría eso... Alguien hablaría de cómo había usado al amor de su vida para escalar socialmente.

Joder.

El mundo era tan enfermo.

JiMin carraspeó, saliendo del enredo de pensamientos que se apretaron graciosamente porque, cielos, no eran aterradores con respecto a lo que podría haber hecho mal, sino que eran aterradores por lo que el resto de las personas podían hacer.

Como Lisa.

Aunque intentaría no pensar en cuántas personas como ella realmente existían.

Sólo... Se quedaría en la parte del mundo que era preciosa, que tenía buenas intenciones. Se quedaría con SeokJin, con HyungSik o el señor Han.

Con HueningKai.

Sí, se quedaría con ellos: con las partes buenas.

Y sería malditamente optimista.

—Fue imprevisto. —Dijo. SeokJin rodeó sus hombros con un brazo relajadamente. —Simplemente sucedió.

—¿Alguno de los dos lo había intentado antes? —TaeMin cuestionó.

JiMin asintió. —Yo sí. Un par de veces, a pesar de que mis antiguas parejas nunca cooperaron demasiado.

—Por mi parte, tengo problemas para controlar el impulso de usar mi voz cuando estoy en exceso molesto. —Confesó. JiMin sonrió sin sentido. —Así que siempre fue parte de mi vida, incluso llegue a intentarlo durante el sexo. —Se encogió de hombros. —No puedo quejarme, es... ¿divertido? Placentero, también.

—¿Han conversado sobre ello alguna vez?

SeokJin suspiró.

—Para mí es bastante normal, aunque para JiMin-ah es un poco difícil abrirse sobre ello. —Dijo distraído.

—Me es complicado verlo común. —JiMin aclaró. —Es incómodo cuando trato de conversarlo entre nosotros o con alguien más.

—¿Por qué? —El doctor Lee preguntó. —En el caso de tu pareja, ¿por qué sería incómodo hablar algo banal en comparación a entregar tu cuerpo a esa persona? Confías lo suficiente como para decir que lo amas, pero no puedes hablar de algo tan poco sentimental y más físico.

—¿No es evidente?

—No, en realidad no lo es. —TaeMin aseguró. —Así que creo conveniente que nos los digas, ¿verdad, Kim SeokJin-ssi?

—Sí, yo también quiero saber.

Entonces, JiMin lo pensó.

Pensó y pensó, claramente. Sin embargo, no encontró una respuesta lógica a su comportamiento tímido al hecho de escuchar las opiniones de SeokJin en base a su gusto, pues le avergonzaba hablarlo más permitía que lo hiciera de todos modos en un acuerdo tácito, y ahora le parecía ridículo. Una cosa tonta que no había deseado ver porque era mejor no hacerse ese tipo de preguntas para no dudar de sus pasos. Para no dudar del camino que había estado eligiendo todo este tiempo.

Por todos los cielos.

Se dió cuenta, que en ese momento realmente estaba pensándolo como no lo había hecho antes, quizás porque siempre necesitó que una persona le preguntara sin escrúpulos.

—No lo sé.

TaeMin ensanchó la sonrisa en su boca suavemente, como si hubiese logrado lo que quería, pero se esforzara por no demostrarlo.

—¿No lo sabes, Park JiMin-ssi o la respuesta acaba de perder sentido?

Tragó. —Perdió sentido.

—La vida se cimienta en estas revelaciones. En un segundo lo que tenía más sentido que cualquier otra cosa, lo pierde. ¿Sabes debido a qué sucede?

—No. ¿Qué se supone que es?

—El ser humano tiene la preconcepción de que algo básico a nuestro alrededor existe y como es sencillo, no hay porque explicarlo. —JiMin lo miró confundido. TaeMin se rió. —Qué es verdaderamente el respeto, ¿lo puedes decir? No lo que haces para respetar, sino lo que es.

—El respeto es cuando tú... —Dudó, sin saber que decir. —Oh.

—Exacto. —Golpeó el bolígrafo en la mano contra la libreta en su regazo, enfatizando. —El respeto es un concepto básico para la vida, pero no tiene un significado definido. Puede determinarse por la religión, la cultura. Hay miles de actos que son irrespetuosos según estas cosas, más no según otras. —Dijo. —Es lo mismo contigo. Debes dejar de aferrarte tan fuertemente a las ideas prefabricadas de la sociedad, porque lo que está bien y lo que está mal cambia todo el tiempo dependiendo de la perspectiva.

—Perspectiva. —JiMin suspiró profundamente. —Todo es cuestión de perspectiva.

—Lo es. —Concordó. —Hay numerosas comunidades de aficionados al BDSM, donde su práctica sexual está bastante normalizada. Es algo que estas personas acostumbran a ver, mientras que otras se mantienen en el espectro de la sexualidad mucho más convencional. Es decir, una mujer arraigada a lo que todos hacen podría decir que es una locura o incluso que es imposible que un hombre le pegue y ella obtenga placer sexual a través de ello, pero una mujer que ponga el marcha el sadomasoquismo, no lo verá lejos de su día a día. —Se inclinó hacia adelante. —Eso es lo que provocan perspectivas diferentes.

—Vaya... —Juró y exhaló una respiración temblorosa.

SeokJin encarnó una presumida ceja. —¿Eso quiere decir que nosotros tenemos un mismo enfoque con respecto a lo sexual?

—Sí, eso es correcto. —TaeMin chasqueó la lengua jovialmente. —Aunque todavía habrán otras prácticas que podrían emplear como experimentación y varias en las que no estén de acuerdo. —JiMin miró distraídamente al reloj en la pared. TaeMin carraspeó. —Entonces, yéndonos a otro tema. ¿Estás listo para hoy, JiMin-ssi?

Park JiMin tragó nerviosamente porque sabía a lo que se refería, por todos los demonios que lo hacía y la mirada de SeokJin sobre él le demostró que tenía la misma pregunta danzando en su boca. Impaciente por saber, por obtener una respuesta que le dijera si realmente estaba preparado para hacer algo como eso; eso, el cierre definitivo de un ciclo que solo esperaba que no tuviera que revivir jamás, no teniendo que regresar a ese pasado tenebroso nunca. Eso, dando el último paso dentro de ese capítulo antes de enviarlo a un lugar lejano en su cabeza para siempre, pasándolo por una sencilla mala experiencia de juventud.

Todo antes de avanzar...

—Sí. —Asintió para un énfasis innecesario. —En algún momento tendría que afrontarlo de todos modos.

—No debes sentirte obligado, si no deseas hacerlo puedes ignorarlo. —TaeMin recordó. JiMin suspiró.

—Lo sé, pero quiero... —Resopló frustrado. —No creo que haya una forma de explicarlo, simplemente siento que es lo correcto para mí, para mí estabilidad. Aunque parezca que sigo cayendo en lo mismo.

—Tendrás que averiguarlo por ti mismo, pero recuerda: si resulta asfixiante, sal de ahí. Intenta evitar la rueda de pensamientos agobiantes, no dejes que ella entre en tu cabeza. —Entornó los ojos. —Tú tienes el poder.

JiMin sonrió, pensando que realmente era de esa manera.

Y eso era todo.

Estaba listo.

—Los gritos y el uso de palabras altisonantes son acciones que están prohibidas, no pueden tocar el vidrio en ningún momento durante la conversación y a la primera señal de agresión la reclusa será confinada nuevamente. Son cinco minutos los permitidos y habrá un guardia vigilando en todo el transcurso de la visita, ¿está claro? —La robusta policía preguntó. Su voz una nota cansada mientras sudor le resbalaba de la frente.

JiMin asintió en un gesto lento, tratando de no mirarla demasiado y detallar el asombroso metro ochenta de la Omega que la hacían una mujer realmente grande... Siendo sinceros, era gigante y cielos, trató fuertemente de no pensar en lo hormiga que lucía al lado de una persona como ella, llena de puro músculo grueso que se ocultaba por el traje gris que se aferraba a su figura encorvada en una postura que seguramente era jodidamente incómoda, pero necesaria para mantener a los reclusos en orden.

Sacudió levemente la cabeza, alejándose de los pensamientos torrenciales sobre el tamaño de la Omega y su capacidad para aplastarlo igual que a un maní.

No, era demasiado aterrador ir allí.

Tembló.

«Joder».

La mujer se aclaró la garganta encarnando una ceja. —Bien, es por aquí.

Ella salió con pasos largos para guiarlos entre las rejas y portones que componían la cárcel para omegas, y JiMin sencillamente la siguió. Anduvo tras la policía empujando los hombros tensos hacia atrás, apartándose del embrollo de su mente y yéndose a lo importante con cada paso que avivó su convicción de hacer esto, de encontrar razones tras los actos despiadados de este ser humano.

Puede que fuera iluso, incluso tonto. Ridículo y absurdo. Idiota o todos los adjetivos existentes para denotar estupidez, pero no importó. No importó para eso que corría por sus venas por su madre, lo que inundaba su cabeza de dudas que su carrera deseaba responder.

Razones. Pensamiento.

Perspectiva.

Eran muchas cosas, más estaba dispuesto a escuchar cada una de ellas de la persona que lo lastimó sin contemplaciones. Estaba dispuesto, porque necesitaba saber.

Lisa podría callar sus comentarios sobre la mayoría de aquellos temas, sin embargo, de todas formas era mejor una mentira a medias que una a enteras.

Suspiró. Deteniéndose cuando la mujer frente a él lo hizo, señalando hacia un cubículo entre tantos otros con un teléfono pegado a la pared lateral a la derecha de color amarillo y una sencilla y rústica silla de metal que, aunado a una mesa plateada que se separaba por un vidrio a la mitad, se replicaba del otro lado.

Se sentó y dirigió un simple gracias a la oficial que lo había acompañado hasta ahí, aferrando las palmas sudadas de su pantalón suavemente. Sumamente calmado, relajado ante la pronta presencia de nadie.

Lisa se dejó caer en la silla del otro lado.

JiMin alzó los ojos a los suyos, tomando el teléfono amarillo y llevándolo a su oído al mismo tiempo que ella hacía lo mismo.

Cinco minutos, tenía que hacer valer estos cinco minutos.

—JiMin-ah. —Empezó, con el deje destrozado en sus ojos volviéndose peor. —¿Cómo estás?

—Bien. —Rápidamente contestó. —¿Y tú?

—Lo mejor que en un lugar como éste está permitido. —Rió triste. —Gracias por venir. Sé que no había ninguna razón por la que deberías acatar mi petición.

—Sí. —Se encogió de hombros. —No fue una decisión fácil, pero aquí estamos.

Lisa suspiró. —He estado viendo al psicólogo de la prisión, ¿sabes? Él dijo que esto me ayudará a sanar.

JiMin tragó y se forzó a preguntar: —¿Qué cosa?

—Es... —Se detuvo, dudando. Comenzó de nuevo. —Dijiste que estoy rota y era verdad. Cuando era una niña vivía en Tailandia, junto con mis padres. —Tomó una respiración profunda. —Él la golpeaba, todos los días y yo solo podía escuchar a mamá rogar que se detuviera escondida en mi habitación. Ella decía que debía quedarme ahí, que papá solo estaba demostrándole su amor.

Los nudillos se JiMin se volvieron blancos por el paso impedido de la sangre cuando sostuvo todavía más la tela rasposa de su pantalón de mezclilla, las uñas clavándosele en las palmas a través de la ropa por el agarre brutal.

Lisa pensaba que él se parecía a su madre, concluyó y la conclusión dolía como un fuego quemándole la piel. Una brasa ardiente que dejó calor por todas partes.

Furia, también.

—Un día, después de cumplir los catorce, mi padre trajo un niño a casa. Era su hijo. —Apretó los dientes y JiMin pensó que podía oír el chirrido de ellos tronando juntos cuando continuó: —Su pequeño bastardo tenía once años y era un Omega igual que yo. Lamentablemente, su madre murió en un accidente de auto y papá lo tuvo que llevar a casa porque servicios sociales lo obligó. —Suspiró. —Había sobre población en los orfanatos, por lo que el gobierno no permitió réplicas al ver su historial limpio y una estabilidad económica. Así que éramos el bastardo y yo cada vez, en cada golpe, en cada grito.

JiMin abrió los ojos de par en par, congelado en una repentina revelación...

—¡Estábamos solos! —Ella desesperadamente explicó. —Nos apoyábamos y yo no pude evitarlo, él estaba ahí. Él se convirtió en todo para mí en algún punto y ya no hubo marcha atrás.

—Lisa. —Intentó.

—Me enamoré sin querer. —Prosiguió. Llorosa. —Y estaba mal y era sucio porque él era mi hermano, pero sucedió antes de que pudiera contenerme. Entonces la situación con mis padres empeoró, mamá finalmente odiaba a mi padre por engañarla y restregarle a su hijo ilegítimo en la cara. —Llevó una mano nerviosa a su mejilla, acunándola con gesto perdido. —Esa noche, no alcanzamos a escondernos y papá lanzó el primer golpe. Luego otro. Mamá estuvo en el suelo antes de que pudiéramos salir de allí. —Sus ojos nadaron a los suyos lentamente. —Ella me miró desde el suelo y dijo que lo sentía, al papá lanzar la siguiente patada a su estómago ella lo sostuvo del tobillo y lo forzó a caerse. Papá se golpeó con la mesa del salón en la cabeza y murió.

JiMin parpadeó perplejo, haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no romperse.

Lisa se humedeció los labios.

—Hubo un juicio, investigaciones. Afortunadamente, mamá salió libre por defensa propia puesto que el abogado alegó que la intención era evitar la patada. —Sonrió. —Mi madre era una buena mujer, así que acogió a mi hermano todavía cuando quien era la lastimaba más que nada. Con el tiempo, crecimos y lo hizo de la misma manera mi asquerosa obsesión por él. «¿Por qué no podía darse cuenta de que lo amaba?», «¿por qué no podía corresponder aunque era prohibido?»; me pregunte cada noche hasta que él se fue con... Ese. Ese deshecho humano.

—¿Deshecho humano? ¿Un alfa?

Lisa borró la sonrisa en su boca. —Sí. —Dejó de mirarlo. —Apareció muerto un año después y su novio fue encontrado culpable de ello. ¿Lo peor? Mi hermano intentó escapar desde el primer momento en que lo agredió, pero no lo consiguió. —Se mordió un labio, mirando con ojos inundados en lágrimas. —Tú me recordaste a él cuando te conocí: vivaz, alegre. Habías pasado por la muerte de tus padres y te enfrentabas a la vida con una visión optimista aún así. Me acerqué a ti, porque quizás era lo único tan cercano a mi hermano que iba a conseguir. Pero me di cuenta, cuando empecé a enamorarme de ti, que seguía siendo despreciable. Así que me enfoqué en tus problemas, en tu día a día. —Exhaló una respiración temblorosa. —Luego vino tu confesión y tuve miedo de... Perderte. De que te pasara lo mismo que a él. «¿Por qué las personas buenas eligen al tipo equivocado?» Pensé, tomando en cuenta a mi madre que tenía un gran aunque tonto corazón y en él, que fue mi esperanza cuando ya veía todo perdido.

Lisa miró apresuradamente el reloj en la pared y se aclaró la garganta, hablando más rápido.

—Así que pasaste de ser mi hermano, a ser mi madre cuando no deseaste escapar. Cuando amabas algo que deberías odiar. —Sacudió la cabeza. —No podía permitir que trajeras al mundo más personas como yo y era mucho más fácil juzgarte a hacerlo conmigo, pero castigarme a través tuyo.

—Mostrándote lo que el mundo te haría si alguien se enterara de tu pasado.

—¿Pasado? —Resopló, una expresión irritada cubrió su cara. —Está muy en mi presente, JiMin-ah. Siempre. Tú haces difícil que pueda olvidar cualquier cosa.

JiMin suspiró. —¿Yo? No, no soy yo, Lisa. —Afirmó. Ella lo miró extrañamente. —Eres tú. Jamás dejaras de ser tú.

—¿Disculpa?

—¿Aún no lo entiendes? —Apretó los dientes juntos. —Yo no soy tu jodida madre, tampoco tu hermano muerto. Nunca te dije que me gustara que me pegaran y todavía lo asumiste, ¿por qué? La respuesta es simple: tu cabeza necesitaba aferrarse a algo, necesitabas una razón para sentirte bien ayudando a los demás aún cuando nadie pidió tu ayuda.

—¿Nadie? Tus ojos me suplicaban.

JiMin se rió con un regusto amargo en la boca, encogiéndose de hombros.

—¿De verdad era así o es lo que te gusta pensar? —Dijo. Sacudió la cabeza. —No te pedí ayuda, no la necesitaba antes y tampoco ahora. Dañabas personas en tu camino y no te importó, porque estabas demasiado decidida a compararme con los fantasmas que te atormentaban. —La observó fijamente a los ojos. —Los que hasta hoy te atormentan. Pero olvidaste lo más importante en todo esto.

Su voz tembló cuando le preguntó en un hilo: —¿Qué cosa?

Se inclinó lo poco permitido por el cristal hacia ella, aferrándose al teléfono con fuerza bestial.

—Sobre todas las cosas, no soy tú. —Escupió furioso. —No actuaré como tú pensaste que actuarías en una situación similar. No, por dios que no. ¿Sabes por qué? Porque soy mejor que eso. Porque tuve una familia amorosa y hermosa a pesar de las dificultades y porque definitivamente me enamoré de alguien que valía la maldita pena. Mis intenciones no eran complacer a nadie, ni siquiera a ti. —Bufó. —Prefería quedarme solo el resto de mi vida a estar insatisfecho, pero ¿tú? Tú deseabas que el mundo te aceptara, que los demás te adorarán aún cuando todo esto saliera a la luz. Pensaste que si eras lo suficientemente buena, la gente no te señalaría.

—¿Cómo puedes... Saberlo?

—Porque estuve ahí. —Admitió. —Porque hubo muchos momentos en mi vida que simplemente quería ser lo que los demás pedían, sin ser consciente de que el resto de las personas a mi alrededor no me estaban pidiendo nada. Mis tíos no lo hacían, mi abuela tampoco. Y mi novio... Todos ellos solo deseaban mi amor, no un muñeco de fábrica.

Lisa se congeló en su silla con el rostro pálido y la mano floja casi dejando de sostener el teléfono. Mirándola fijamente y evocando los rastrojos de recuerdos rotos y borrosos, se pregunta: ¿valió la pena llegar a este punto? ¿valió de algo tanto sufrimiento?

Las respuestas fueron devastadoras, porque no. No era necesario hacer todo esto; JiMin la habría aceptado incluso si le contaba esto que ella consideraba lo más oscuro de sí misma ya que era una niña, ya que quizás había confundido el apoyo y la comprensión como amor. Por todos los cielos, JiMin la pudo haber abrazado, dado palabras de aliento y ayudarla a seguir adelante tras todos aquellos eventos traumáticos.

Ahora ya no podía. Ahora ya no importaba.

Era demasiado tarde para que JiMin la ayudara, aunque no para que Lisa se ayudara a sí misma.

Suspiró entonces, volviendo el teléfono a su lugar en la pared y levantándose luego todavía con sus ojos fijos en ella.

—Adiós, Lisa-yah. —Tragó el nudo incómodo, armándose de valor. —Espero que puedas hacer algo por salir de allí.

Y se marchó. Anduvo hasta la puerta con la robusta guardia siguiéndole y se permitió reírse un poco, borrando con cada paso ese dolor; claramente, no lo olvidaría, pero no tenía porque continuar a su lado como una cadena que estaba destinado a arrastrar, un pecado que se aferraba a su alma. No.

Era momento de avanzar.

Dejaría todo eso, todo ese cóctel explosivo, atrás...

SeokJin le sonrió apoyado contra una de las puertas del Mercedes Benz de aquel atractivo color esmeralda cuando salió de la prisión. El sol en lo alto que anunciaba el mediodía lo hizo también, sus rayos calentando su piel repentinamente fría.

Y a partir de ese segundo en que sus miradas se encontraron, JiMin pensó, que finalmente podía sentirse inalterable. De una vez por todas, lo relacionado a Lisa dejaba de importarle pues iniciaba una nueva etapa de su vida.

Una en la que lucharía por él y ya no estaría solo. Una, en la que la cama ya no estaría vacía y las palabras no tendrían porque resonar contra las paredes.

Una, en la que no volvería a permitir que el lío aterrador en su cabeza, lo venciera.

Completamente inalterable a todo ello que le hacía daño.

▪▫❤▫▪
Los amito 💜
Pdt: Nos vemos en los agradecimientos.

Nota del 2024: Realmente, ella no estaba enamorada de su hermano en ese sentido, ¿saben? Lisa confundió sus sentimientos de amor fraternal por la situación que vivían (una en la que tomó una responsabilidad total de la estabilidad emocional de su hermano menor), sobre todo porque ella estaba obsesionada con la idea de que alguien que vivía su misma situación la entendía, dependía de ella. Cuando dejo de ser la encargada de su hermano, se sintió desplazada. Al él morir, Lisa pensó que había sido su culpa por no seguir encargándose de la vida de su hermano. Por eso quería manejar/manipular la vida de JiMin.
Por la explicación que acabo de dar, pueden ver qué su situación no justifica sus actos. Lastimar a otros para sentirnos llenos, ¿es lógico?

Espero que les guste la reflexión, aunque llegue unos años tarde 😊.

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