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42: Roto

JiMin se sentía... Disperso. No era un tipo de disperso bueno o tranquilo, solo era disperso en un sentido extraño. Era como estar en un lugar y no hacerlo al mismo tiempo; como si su cabeza tuviera miles de pensamientos y ninguno a la vez.

Además, parecía que la liebre que jalaba las agujas del reloj se hubiese acordado de su trabajo y estuviera apresurada en recuperar todo el tiempo que el mundo se había perdido por su poca colaboración y «vaya, era mucho tiempo» pensó, mirando como si estuviera loco la hora en su reloj de muñeca.

El Omega estaba seguro de que hace poco se había levantado de su cama, dado una ducha y vestido antes de ir a trabajar a la clínica -no clínica. - con toda la disposición de hacer las cosas bien, de disfrutar del ambiente ajetreado de un centro de ayuda como en el que trabajaría como psicólogo después de graduarse y tener la experiencia necesaria. Sin embargo, ahora estaba ahí. Sorprendido. Confundido.

Disperso...

Era una sensación vacía que no tenía que ver con la nada, porque la 'nada' era cariñosa y juguetona y esta emoción rara surgiendo en su cabeza era todo lo contrario. Era una sensación que lo dejaba inquieto y lo alteraba sin razón, que lo distraía y lograba que su día se le escurriera de los dedos con una rapidez tenebrosa.

Sí, estaba malditamente inquieto.

Luego de su conversación con Lisa su cabeza se había mantenido así y era jodidamente devastador que unas palabras de ella pudieran afectarlo tanto, que pudieran agregar peso a la balanza que finalmente estaba cerca del equilibrio y destrozarlo todo. Por todos los cielos era horrible la sensación de tener demasiado en lo que pensar, pero no poder ir más allá de la mitad antes de desviarse a otro problema.

Su vida no se basaba en solo problemas, ¿cierto?

Su vida no podía ir de un mal evento que no podía controlar a otro sucesivamente...

¿Verdad?

-Bebito, ¿En qué piensas? -Preguntó. JiMin dió un respingo, sonrojándose sin sentido antes de girar a su tío.

Park JungKook le sonrió bonito, con el hoyuelo en la mejilla casi desaparecido desde que JiMin tenía quince y su tío se había vuelto 'más alfa' según su abuela. Todavía recuerda ese momento, con las hormonas de los chicos de su edad por todos lados y él con la cabeza loca por el gusto a lo duro, a lo que llegó a pensar como sucio; que no tenía manera de confirmar hasta que ese amigable alfa de su misma edad que le gustaba uso su voz para mostrarle su nueva habilidad y le hizo prometer que no le diría a nadie.

Im JaeBum había sido transferido un mes después por el trabajo de sus padres y JiMin nunca volvió a verlo. Sin embargo, lo que él le había enseñado no lo olvidaría jamás...

Así como SeokJin.

No había manera en que JiMin olvidará jamás todo lo que el alfa le había enseñado con un par de gestos confiados y esa aura insuperable que resultaba ardiente incluso después de tanto tiempo. Sinceramente, JiMin ya no podía acobijarse en el hecho de que su encanto duro y dominante era todo lo que deseaba como en un principio, porque ahora había más. Ahora estaba la manera en que SeokJin era fuera de la cama. La manera en que era realmente.

Y le encantaba.

Le encantaba SeokJin.

Pero demonios. Era difícil estar así de enamorado y todavía no poder aceptarse, no poder ir y ser él mismo sin contemplaciones porque el miedo aberrante seguía ahí. Esperando el momento para atacarlo. Manteniéndose lejos solo para acallar sus dudas y ser aún más aterrador con su sigiloso ataque.

JiMin pensó, que tenía que mantenerse estable el mayor tiempo posible y concluyó que tendría que tomar citas más seguidas con TaeMin para evitar otra crisis que él no estaba seguro de poder... Soportar.

No, JiMin no sabía si soportaría otra crisis.

-Ya tengo canas, Park JiMin. -Su tío le golpeó con un dedo en la frente. -¿En qué estás pensando ahora? Chico, yo a tu edad no pensaba tanto.

JiMin chilló. -¡Claro que sí! Una vez casi me caigo desde lo alto del tobogán en el parque porque estabas pensando seriamente en alguna cosa.

El alfa carraspeó sonrojado. JiMin se rió genuinamente distraído positivamente por primera vez en el día.

-Tenías once años, creí que ya eras grande como para saber jugar en el tobogán. -Refunfuñó. -No es mi culpa que hayas querido lanzarte de pie, bebito.

-¡Era un niño!

-Desde que dejaste de usar pañales para mí dejaste de ser un niño. -Sonrió.

JiMin bufó. -Entonces deja de decirme bebito, tío Kook.

-No.

La respuesta fue rotunda, sin un atisbo de duda para poder quejarse y JiMin hizo un puchero, estirando sus labios mientras entornaba los ojos a su tío divertidamente. Evitó con todas sus fuerzas patalear como un infante, pues eso no sería realmente adecuado para su sitio de trabajo, además no quería ver la sonrisa de satisfacción de su tío.

Parecía que sus tíos siempre lo verían como el bebé de la familia sin importar cuanto envejeciera.

Cielos.

-Vale, ustedes son demasiado insistentes con eso.

Park JungKook se rió, encogiéndose de hombros. -No deberías intentar contradecirnos cuando cambiamos tus pañales.

JiMin levantó una ceja.

-Yo no usaba pañales a los siete.

-¿No?

-¡Tío Kook!

JungKook soltó una carcajada y JiMin se encontró levantándose de su silla mientras sacudía la cabeza en una negativa con una sonrisita antes de que su tío le pidiera que lo siguiera y saliera con paso presuroso a la cafetería todavía riéndose.

Aún con las risas y la distracción alegre, había algo que picaba en su espalda inquietantemente y JiMin se volvió, mirando por la sala vacía para tratar de saber que era.

No encontró nada...

JiMin pensó que había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado ahí. Sus ojos recorriendo las cuatro paredes pintadas de un rojo oscuro e intenso, el suelo alfombrado y su amor platónico -Dios, ese televisor no lo superaría jamás. - firmemente empotrado a la pared frente al coqueto conjunto de sillones.

Pero cuando Kim SeokJin hundió la boca en su cuello y aferró las manos con fuerza bestial de su cintura, todo se volvió un borrón ridículo y su cabeza solo pudo cavilar que simplemente estaba en el cielo.

¿En qué momento se había permitido ser tan cursi? No tenía ni idea, sin embargo la sensación era tan tonta que lograba sonrojarlo sin el mínimo sentido; porque JiMin solo era capaz de percibir pobremente las manos que resbalaron por su pecho, la exquisita emoción de precipitación ardiente a una...-

-Bebé, ¿eres tú? -JiMin saltó y sintió a SeokJin hacerlo también. -¿Qué hiciste con las alcachofas que traje aquí ayer? ¿Las tiraste?

El alfa bufó, soltándolo con un empujoncito enfurruñado mientras se escuchaban los pasos largos de Kim SoYeon enfundada en sus tacones un momento antes de que saliera de la cocina.

Ella los miró, abriendo los ojos de par en par y boqueó.

-¿Oops?

-Mamá. -SeokJin llamó. -Recuerdo decirte que aunque tengas tu propia llave deberías avisarme si vas a venir. Era en serio.

La otra Omega se encogió de hombros y JiMin soltó una risita divertida con lo que sea que estaba viendo. Aunque eso podía resumirse fácilmente en una pequeña disputa entre madre e hijo, que parecía más la rabieta de un adolescente contra una despreocupada adulta.

La señora Kim estaba engalanada en un vestido blanco con un agregado de collares y anillos que la hacían ver muchos años más joven, su maquillaje sencillo acentuándose cuando se alejó hacia la puerta de la cocina de nuevo y sacudió una mano en el aire, restándole importancia a lo que SeokJin estaba diciéndole con una sonrisita de labios color crema.

¿Ya había dicho alguna vez que amaba a Kim SoYeon con todo su corazón? Porque lo hacía y podría incluso decirle a SeokJin que ella era su Kim favorita...

De verdad.

Kim SoYeon se rió tras una refinada mano. -Bebé, yo te traje a este mundo. Créeme que si te encontrara en una situación indecorosa no me espantaría lo que pudiera ver. -Su voz tomó un toque juguetón. -De todos modos, no creerás que te hice a partir de arcilla, ¿verdad? Yo conozco lo que es el sexo y...-

-Es suficiente, fuera. -SeokJin resopló, sobándose el puente de la nariz. -No quiero oírlo.

JiMin observó a la señora Kim guiñarle un ojo, andando hasta él y poniéndole una mano suavemente en el brazo para alejarlo de SeokJin lo suficiente para que el alfa gruñera, queriendo saber que iba a decirle.

Su madre no se lo permitió, girándolos para darle la espalda.

-Déjame decirte que no siempre es tan difícil. -Dijo, sonriendo. -Parece duro con su madre, pero él no puede vivir sin mí.

-Lo que sea que te esté diciendo es mentira. -SeokJin habló desde atrás.

JiMin soltó una carcajada y Kim SoYeon frunció el ceño indignada, girando la cabeza y señalando a su hijo con una recortada uña.

-¡Ya cállate! -Masculló.

SeokJin cerró la boca y cruzo los brazos sobre el pecho. Definitivamente, JiMin también sintió deseos de callarse a pesar de no haber dicho nada cuando la Omega negó fervientemente con la cabeza y lo miró.

Cielos, ¿siempre pudo hacer eso? Esa cara terrorífica... Sí, JiMin ya tenía una competencia para la sonrisa diabólica de HyungSik.

Recordaría nunca hacer enojar a la madre de nadie.

-Se estresa con facilidad, -La Omega continuó. -pero es un angelito.

«Vaya angelito» JiMin divertidamente pensó. Completamente seguro de que no había ninguna posibilidad de que Kim SeokJin fuera calificado de 'angelito'.

Nunca. Jamás.

Ni siquiera cuando lo conoció JiMin fue capaz de clasificarlo como alguien mínimamente agradable: su engreída sonrisa, sus arrogantes cejas encarnadas y esa aura de demonio que consiguió que estuviera asustado -y excitado, pero ese no era el punto.- en más de una ocasión, eran razones suficientes por las que muchas personas no lo veían como un angelito.

Al conocerlo... Bueno, seguía sin ser un angelito, más no era tan malo como parecía. En pocas palabras, no era malo sino simplemente complicado.

Por todos los cielos, a JiMin le gustaba lo complicado.

Kim SoYeon dio una ojeada disimulada a SeokJin de nuevo y jugó con un rizo rubio, alzando ambas cejas.

-Es mi bebé, lo hice así de maravilloso. -Alabó. JiMin se rió poquito. -Aunque ya no es un niño y él necesita algo más. Cariñito, ¿podrías cuidarlo?

El Omega tragó. -¿Uh?

Los ojos de la Omega huyeron al mechón rebelde entre sus dedos mientras soltaba una risita, un deje de admiración difícil de ocultar en la voz cuando volvió a hablar casi en susurros.

-Es solo... Desearía que lo cuidarás como tus padres desean que él te cuide a ti. -JiMin lanzó los hombros rígidos hacia atrás. SoYeon pareció pensar un momento, haciendo un ruidito. -Pienso que ustedes tienen algo especial que funcionara siempre que aprendan lo que toda pareja debe. El cuidarse el uno al otro es parte de ello, por eso quiero que lo cuides porque sé que él te cuidará si lo dejas.

JiMin parpadeó, dudoso en su loca cabeza de si su madre podría haber sido tan suavecita y linda como esta mujer que tenía delante. Preguntándose (aunque no quería que el arrepentimiento por no poder tenerlo nunca lo golpeara), si su propios padres hubiesen tratado de asegurar a su hijo para que recibiera el menos dolor posible desde lo que podían permitirse.

Kim SoYeon estaba parada a su lado, hablándole con un amor entre cada palabra porque estaba segura de que él podría cuidar a SeokJin... Ella confiaba en él para ello.

Un celular sonó.

-Ese es mío. -La otra Omega habló suavemente. Le palmeó la espalda con una delicada mano. -Debo irme, Rosé nunca ha sido muy paciente.

-Eso me recuerda a alguien.

Ambos omegas miraron a SeokJin.

El alfa encarnó una arrogante ceja y preguntó: -¿Qué?

SoYeon se rió y JiMin la secundó, despidiéndose de la Omega cuando ella atravesó el salón a pasos presurosos, apretó una de las mejillas del alfa y se fue con el celular entre su oreja y el hombro.

Entonces SeokJin lo miró.

El mar azul de sus ojos inundados en un tsunami oscuro lleno de deseo y JiMin se estremeció, sintiendo sus piernas volviéndose gelatina y obligándolo a sujetarse del borde su camisa para tener algo que lo mantuviera cuerdo.

Demonios, necesitaba algo que lo mantuviera malditamente cuerdo solo por su mirada, ¿qué tan malo era eso? Porque JiMin estaba seguro de haberse hecho una pregunta similar antes y que la respuesta que pudiera tener ahora era la misma para ese momento.

Jodidamente malo.

-No voy a preguntar. Eso lo voy a hacer después de follarte. -SeokJin dijo. JiMin levantó una ceja. -Con amor, claramente.

-Eso suena mejor.

-Y se sentirá mucho mejor que como suena.

-Eso es interesante...

-¿También mediocre? -Rió. -Creo que es una descripción mediocre para lo que quiero hacer durante toda la noche.

-¿Toda la noche?

-Definitivamente.

-Entonces es suficiente descripción para mí.

SeokJin soltó una carcajada que terminó en un gemido, aventurándose a largas zancadas hasta alcanzarlo para ponerle las manos en la cintura y jalarlo contra su pelvis cubierta de ropa; con el choque que fue sensual y el calor de su cuerpo un manjar que JiMin disfrutó mientras deslizaba sus manos por sus hombros, clavándole las uñas en la espalda al sentirlo besarle el cuello y chupar quedito.

Jadeó extasiado, las manos del alfa aferrándose a sus piernas y alzándolo para llevarlo a la pared. Besándolo bien, besándolo tan bueno que su cabeza se volvió brumosa y solo era capaz de discernir las manos corriendo por sus muslos, la saliva que compartida iba de un lado a otro. De una boca a otra.

Pero por todos los cielos, JiMin recordaba esos desafortunados -desgraciados, horribles e irritantes de una forma odiosa. - momentos de su vida en los que dijo con facilidad que nunca tenía suerte. ¡Aparentemente era demasiado pedir! Y el destino decidió que tampoco tendría esa suerte traicionera ahora porque su vida era medianamente feliz.

El comunicador de la mansión emitió un pitido.

SeokJin se alejó, estirando el bendito y precioso cuello hacia atrás mientras su manzana de Adán subía y bajaba.

-¡Esto debe ser una broma!

JiMin le acarició el pecho sobre la camisa, notando los ojos rojos en fuego líquido, el abrasivo olor a anís por todas partes y los bestiales colmillos sobresaliendo de su boca. Era pura fuerza alfa en su mayor esplendor provocada por la aproximación del celo con un compañero disponible y, a pesar de lo desalentador de la situación, JiMin tuvo que reprimir una sonrisa contenta. Realmente feliz. Alegre. Porque su Omega saltaba ansioso y complacido por ser la opción de apareamiento de un alfa apto para cachorros fuertes.

Era embarazoso, pero no iba a avergonzarse por cosas de naturaleza.

Por ahora.

-No voy a abrir. -SeokJin desveló una sonrisa colmilluda. -Quien sea puede esperar a que llegue mañana.

-¿Y si es tu mamá?

SeokJin lamió su barbilla, acercándose a su boca con un éxtasis morboso. -Que agende una cita con mi secretaria.

-¡SeokJin! -JiMin chilló, reteniendo una risita.

El alfa bufó.

-Yo quiero follar.

Vale, SeokJin no estaba en su estado más lógico y JiMin sencillamente no podía culparlo. Era un simple y básico animal demasiado cerca de su celo.

Obviamente solo deseaba una cosa.

JiMin recordó sus anteriores celos, absolutamente convencido de que no era muy diferente a esto. Incluso, días antes de que su celo arribara estaba restregándose en una almohada para calmar el calor.

Después tenía que lidiar con el hecho de verse como si lo hubiesen atacado y la imborrable memoria de su cara de lunático al abusar de la pobre almohada... Pero esto no se trata de JiMin. Es sobre SeokJin.

-Follaremos. -SeokJin alzó increíblemente alto las cejas en su frente con deleite. El comunicador pitó nuevamente. -Cuando no haya alguien esperando en la puerta.

-¿Lo prometes?

JiMin gimió, aferrándose de la ropa del otro al sentir el lubricante natural escurriendo de su culo.

-Dios, sí.

-Tardaré un segundo, lo juro.

JiMin lo sostuvo con más fuerza cuando el alfa quiso moverse y sacudió la cabeza con una sonrisa. -Primero cálmate un poco, ¿esta bien? Muéstrame que puedes hacerlo.

Era instinto alfa intentar complacerlo, así que no tuvo que esperar mucho para que SeokJin respirara hondo y disminuyera el animal que se tambaleaba muy cerca. Los colmillos no desaparecieron; sin embargo, los ojos rojos sí y era un logro del que el Omega se sintió orgulloso un momento antes de que SeokJin lo soltara y corriera a la puerta.

El surco entre sus cejas que apareció al ver el comunicador, a JiMin no le gustó. Además, repentinamente, SeokJin pareció más racional también.

-¿Puedes ir a la habitación un segundo? -Preguntó. Un tono extraño en la voz.

No pudo decir que no.

JiMin frunció el ceño, apresurándose a la habitación de SeokJin y sentándose en la cama. Era raro. Sentía que algo no estaba bien.

Suspiró y cerró los ojos, escuchando las voces ahogadas tras la puerta que finalizaron en un sonido congestionado. JiMin se mordió un labio e indispuesto a no saber se acercó a la puerta y la abrió, mirando fuera.

Habían dos hombres junto a SeokJin.

Ambos policías.

-¿Qué? -JiMin observó a SeokJin sacudir la cabeza en un gesto confundido.

-Señor Kim, hay testigos.

-¿Y de que se me acusa?

El policía que aparentemente era más alto que el otro le entrego una hoja, aclarándose la garganta.

-Usted está siendo arrestado por presunto incumplimiento del estatuto ciento doce, proclamado el día diecinueve de abril del año dos mil cinco.

Boqueó.

El estatuto ciento doce...

«Imponencia o uso indiscriminado de voz alfa».

JiMin se rompió y se sintió tan roto; tan despedazado y derrumbado, que era imposible.

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