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35: Rame

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*Rame: Algo caótico y hermoso al mismo tiempo.
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-El amor es complicado de entender. -El viejo alfa se acomodó en la piedra sobre la que estaba sentado, dirigiendo su bastón hacia el mar. -Es tan doloroso como puede ser reconfortante. Solo los más fuertes sobreviven a sus efectos.

SeokJin se sorbió la nariz, teniendo los ojos inundados de lágrimas que se negaba a soltar. -¿Qué quieres decir, abuelo?

El anciano lo miró, una sonrisa comprensiva estirando sus labios arrugados por el paso de los años; aún así, el señor de los Kim no parecía débil en lo absoluto, con una expresión resuelta y los más astutos pensamientos que no evitaba seguir. SeokJin no pudo resistir pensar, incluso cuando estaba dolido, que su abuelo era más fuerte que un roble y se veía tan vivaz como siempre a pesar de que al anciano notablemente no le quedaba mucho tiempo.

La vejez era así: un día simplemente ya no podías moverte bien y te enfermas con facilidad al siguiente.

El pequeño alfa sintió su corazón estrujarse un poco más ante la idea.

-Jin, -Llamó. Tantos años que habían pasado desde que entró en la adolescencia y seguía llamándolo con el apodo que le daba de cachorro. -quiero que seas de los supervivientes. Eres joven, te faltan cosas por aprender y un largo camino por recorrer, así que deseo que me prometas que jamás te reusarás a la idea del amor por más doloroso que haya sido en el pasado. -Sonrió. -Estar enamorado es una cosa caótica al mismo tiempo que es hermosa. De repente, dejas de preocuparte solo por ti y quieres saber de esa persona, asegurarte de que está bien y, aunque suene a locura, ser consciente de que haces feliz a alguien que te importa, comienza a hacerte feliz también.

-¿Y por qué me siento como si hubiese hecho algo incorrecto? -Preguntó. El viejo alfa le acarició la espalda. -No pido ser correspondido solo porque sí, pero no creo que merezca ser tratado así.

-Tienes razón, es bueno que lo sepas. Si amas no debería sentirse incorrecto de ninguna manera, no debería hacerte daño. -Suspiró. -El amor no es un pretexto para lastimar, todo lo contrario. Con el amor se crece, se madura, es importante que lo entiendas.

-No lo entiendo.

Él soltó una risita. -Con el tiempo lo harás, muchacho. Puede que ahora en tu cabecita llena de hormonas creas que este es el final de tu mundo, pero no lo es. Hay que atravesar muchos obstáculos antes de encontrar la verdadera felicidad y este es uno de ellos. -Dejo caer el bastón, apoyándolo del suelo para levantarse. -Ama, vive, sueña y un día, aparecera alguien en tu vida que no querrás dejar ir, que al mismo tiempo que te intriga, te encanta. Alguien que compartirá ese sentimiento contigo. Hasta entonces, no te avergüences de lo que sientes, únicamente disfrútalo, a pesar de todo y todos.

-Lo prometo.

El viejo Kim sonrió, asintió con veracidad y murmuró un corto: -No me falles. -; antes de emprender su caminata por la orilla y alejarse unos pasos.

SeokJin pensó en eso, en lo que acaba de decirle su abuelo y lo que quería hacer para lograr que su madre estuviera orgullosa. Las lágrimas se alejaron y él gritó al mar, dejando ir lo que fuera que tenía atrapado dentro, sin remordimientos por expresarlo a viva voz, frente a cualquiera que quisiera verlo, lejos o cerca.

Ahora tenía muchas cosas claras como antes no lo hacía, cosas que le hacían sentir bien y le permitían no avergonzarse de ser todo lo que Kim SeokJin implicaba.

Había aprendido de su madre la fuerza y de su abuelo la valentía.

La libertad.

Nunca lo olvidaría, incluso si la arena se distorsionó cuando se levantó y siguió a su viejo abuelo, riéndose con él; incluso, cuando el mar parece un recuerdo lejano y, aún cuando tristemente, jamás volvió a ver a ese venerable señor tan lucido.

SeokJin abrió los ojos, mirando el techo de la habitación mientras el calor encima de su pecho era perfecto y cariñoso. Su alfa aulló, haciendo un escándalo que dejó que se deslizara por su cuerpo, encendiendo cada pequeño músculo y abrazó la pequeña figura entre sus brazos, acurrucando al Omega imposiblemente más cerca.

Era lindo y sentía bien, pensó.

Suspiró profundamente.

Park JiMin había resultado complejo en una medida que no se esperaba y solo estaba algo congelado en el momento, rememorando cada frase una y otra vez en su cabeza, como una canción de nunca acabar. Una canción que le gustaba, que le hacía feliz y enorgullecía a su animal tanto como para que moviera su imaginaria cola y no parara de ladrar de alegría. Por todos los cielos, le encantó cada parte, cada palabra. Le encantó que viniera justamente de esa persona.

«¡Creo que estoy enamorado de ti!»

SeokJin hundió el rostro en su cuello, aspirando el olor a canela que causó aún más estragos en su revuelto alfa y no pudo evitar el pensamiento de que todo esto era raro, de que parecía ridículo que hayan pasado toda clase de circunstancias para quedar en una situación como esta. Una situación que no estaba seguro de que hubiese sido posible que se desarrollara de otra forma, porque si lo hubiese dejado ir, si se hubiese obligado a olvidarlo, no habría descubierto que se sentía así, un así que incluía ganas abismales de besar al hombre entre sus brazos, tenerlo cerca. Hacerlo feliz.

Era caótico. Endemoniadamente caótico. Sin embargo, extrañamente, seguía siendo bonito. Maravilloso.

Hermoso.

No sabía que algo pudiera sentirse de semejante manera. No había tenido idea de que una sola cosa pudiera ser tan contraria en sí misma, de que forzara a dos emociones completamente diferentes a enfrentarse la una a la otra. Pero ahora que resultó de ese modo, solo podía sacudir la cabeza y bufar, sintiendo que estaba haciendo lo correcto. ¿Qué era lo correcto y cómo lo sabía él? Era mejor no preguntar, porque definitivamente no tenía una respuesta para eso más allá de lo que gritaba su instinto y el sentimiento etéreo que se extendía por su pecho.

Sin embargo, las cosas no podían mantenerse de esa manera mucho tiempo desde que Park JiMin se había unido a su vida. Desde ese instante, se dio cuenta de que siempre había algo para arruinar el momento.

Hoy no era la excepción.

-Bebito, el desayuno esta...- Oh. -Park JungKook abrió la puerta, alternando la mirada entre ambos.

JiMin se removió todavía dormido y apretó el puño contra su camisa.

-Volveré después.

SeokJin apretó los labios y asintió. -Gracias.

La puerta volvió a cerrarse y SeokJin juró, luchando contra la diversión burbujeante en su garganta. Tomo una respiración profunda y empujó con un dedo la cara del Omega fuera de donde estaba acurrucado, acariciándole la mejilla con la mano un momento antes de zarandearlo con suavidad; cuando JiMin entreabrió los adormilados ojos, la imagen fue aún más extraña, porque no recordaba que verlo despertar fuera de esa manera. Que lo hiciera sentir de esa manera.

Era desastroso que se sintiera tan ridículo, como si las palabras huyeron de su boca en un intento desesperado de que no dijera una estupidez, todo eso a la vez que se le arremolinaba un aplastante orgullo en el pecho. Un orgullo profundo que le transmitía su lobo, contento de ser, entre tantos, el macho que el Omega escogió y la emoción le hacía verse ilusoriamente más fuerte, alto, ancho, viril y útil.

Sobretodo útil y viril.

Muy viril.

SeokJin sacudió la cabeza, jalando el cuello de su camisa para despejarse del repentino calor en la habitación, luego bajo los ojos devuelta a JiMin, observando al Omega mirarlo desde su posición en la cama con los ojos abiertos de par en par y la boca ligeramente abierta en algo que parecía como si se debatiera entre decir una cosa y no hacerlo. Por todos los cielos, si se veía tan bonito él no podía ser tan cruel. No, por supuesto que no. Era imposible. Así que le hizo el favor de lanzarse a su boca, metiéndole la lengua hasta que sintió que estaba increíblemente lejos en su garganta, con el cálido músculo consiguiendo que el otro gimiera y aferrara sus dedos todavía más en su camisa.

JiMin era suave, no se cansaría de repetirlo para sí mismo. Por lo que no evitó el camino que sus manos marcaron por su cuerpo, metiéndose entre su ropa para sentir esa suavidad en sus dedos. Apretó en todas partes, clavando las manos como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento y JiMin jadeó difícilmente, rodeándole la cintura con una larga pierna. En esta ocasión, hubo un hecho diferente en su beso, como si ambos no desearan apartarse del otro por el sentimiento descubierto y aceptado que se compartía, como si los sentidos se intensificaron gracias a las emociones.

Era glorioso, tanto como aterrador.

JiMin le puso una mano en el pecho, empujándolo con una sonrisa estirando sus labios. -¿Buenos días?

-Definitivamente. -SeokJin gruñó.

JiMin soltó una risita.

-Ya lo creo.

El alfa correspondió la risa, con un deje de maldad oculto cuando dijo: -Tu tío quiere que bajes a desayunar. -; en un tono de voz tan sencillo que JiMin ladeo la cabeza, intentando procesarlo entre las brumas de sueño que aún lo aturdían.

SeokJin disfrutó cuando gritó bajito, genuinamente aterrado cuando la idea dejo su verdadero impacto en la cabeza del Omega, aunque no tanto cuando saltó tan de pronto que los empujó a ambos al suelo y se le escapó un gemido por el golpe en la espalda contra el suelo alfombrado. JiMin se disculpó, quitándose de encima para levantarse y ayudarlo, a pesar de que SeokJin prefirió quedarse en el suelo el tiempo suficiente para quejarse y forzar nuevo aire a sus pulmones, antes de ponerse en pie.

Frunció el ceño, poniéndose una mano en la espalda y volviendo a gemir mientras la empujaba hacia adelante, convirtiendo su cuerpo en una curva.

-Park JiMin, ¿por qué tardas... -YoonGi abrió la boca, sorprendido con la pose de viejito que SeokJin estaba haciendo. -tanto? Madre Luna, te dije que no te metieras con ancianos. ¿Tiene veintiocho y ya posee problemas en la espalda? A los cincuenta tendrás que cargarlo y ponerle un pañal.

-¡Tío! -JiMin quejumbró.

SeokJin iba a quedarse callado, de verdad, pero Park YoonGi resultó insoportable cuando rodó los ojos y volvió a hablar. Sencillamente, su lobo sensible no soporto el insulto.

-¿Qué? Solo digo que deberías encontrar a alguien que pueda cuidarte, no a quien cuides.

-Estaría en mejores condiciones si él no me hubiese tirado de la cama. -Sonrió. Casualmente, la expresión fue demasiado lobuna. -Hay mejores formas de despertar, sin embargo el prefiere hacerlo cayéndome encima.

JiMin abrió los ojos de par en par, abriendo y cerrando la boca mientras se sonrojaba. Su tío, soltó una respiración indignada y entrecerro los ojos hacia su sobrino, presionando una mano en un puño.

-Dime que no dijo eso, en el contexto en el que estoy pensando.

-¡Claro que no, tío!

-Dependerá de la percepción. -SeokJin acotó, soltando un rápido silbido que disimulaba una risa. -JiMin-ah es torpe, obviamente no lo hizo con intención, si eso es lo que estaba pensando. -Corrigió divertidamente, aunque sabía que Park YoonGi no estaba pensando en que lo empujó por el simple gusto de hacerlo.

JiMin se removió en su lugar, acercándose al alfa para golpearlo un poco con el codo. SeokJin se rió, encogiéndose de hombros a la par que el otro alfa suspiraba, realmente aliviado por la aclaración, y vamos, SeokJin no iba a avergonzarse por devolverle el golpe al tío de JiMin; mucho menos cuando el otro carraspeó, sonrojándose antes de girarse hacia la puerta.

-Por supuesto que no. ¿Quién podría pensar tal cosa?

Cuando YoonGi lo miró por sobre el hombro, SeokJin asintió, con la sonrisa aún en la boca.

-Bueno, es hora de desayunar. -Irguió la espalda, tratando de ocultar la vergüenza. -Bajen.

Park YoonGi cerró la puerta tras su espalda y la habitación quedó en silencio, con JiMin que parecía perdido en su cabeza como las innumerables veces anteriores en las que estaban juntos. Pero cuando despertó, por todos los demonios, cuando finalmente volvió de sus pensamientos, la mirada que le dirigió fue absolutamente aterradora, algo entre indignación y recelo que se desbordó de sus ojos en una acusación muda, fría y directa. Estaba molesto. Furioso. SeokJin podía saberlo con solo verlo, con observar la manera en que que frunció las cejas y cruzo los brazos sobre el pecho, parpadeando con lentitud malintencionada, y el alfa no estaba seguro de haberlo visto así antes, justo como ahora: enfadado, brutalmente sexy. Quizás que se viera tan caliente no era parte del plan o tal vez, sus alborotadas hormonas Alfa definitivamente se habían vuelto locas y estaban comenzando una revolución sin su permiso, haciendo que el Omega frente a él se convertiera en la imagen más sensual que pudiera recordar sin poseer fundamento lógico alguno. Sea como fuera, no pudo evitar que la boca se le secara y que su animal deleitado corriera de un lado a otro, incendiado de placer que su parte humana obligó a retroceder, porque sencillamente no era el momento. No, por supuesto que no. Lo peor que podía pasarle en ese instante era tomarlo y follarlo ahí, cuando estaba notablemente disgustado. Aunque a su alfa le gustaba la idea, le gustaba mucho. Un mucho muy grande. Un «mucho» espeluznante.

Endemoniadamente espeluznante.

JiMin tragó y SeokJin, tan descolocado como se encontraba, rastreo el movimiento de su garganta y su manzana de Adán, hasta que desapareció.

Se humedeció los labios involuntariamente.

-¿Podrías no hacer eso? -JiMin preguntó, tomando una respiración profunda. -Me pone de los nervios.

-¿Qué cosa?

JiMin se pasó una mano por el alborotado pelo. -No lo sé, es que siento que hay un indicio de que no te llevarás bien con mi tío y eso nunca es bueno.

SeokJin ladeó la cabeza. -También creo que me será difícil relacionarme con él, pero no voy a hacer juicios antes de tiempo. -Se encogió de hombros. -Veremos como se desarrolla a largo plazo, puede que nos llevemos una sorpresa.

-Eso sonó muy metódico y debo admitir que es ligeramente incómodo que ambos tengan algunas actitudes en común.

SeokJin encarnó una perfilada ceja ante el comentario que JiMin cerró con una risa nerviosa, arreglándose la ropa con las manos para quitarle la mayor cantidad de arrugas que pudiera. El Omega suspiró, también, anduvo a la puerta y la abrió, haciéndole un gesto con la cabeza para que lo acompañara a salir del cuarto que, aunque fue solo una fracción de segundo, SeokJin tuvo la oportunidad de fijarse, notando en ese corto instante el color vibrante en las paredes, los libros en la estantería y los pocos peluches amontonados en la esquina, mirando hacia la puerta. Para él, la habitación reflejaba muchas cosas que JiMin demostraba en su carácter y personalidad, como el toque suave y sensible que se le escapaba con frecuencia y ese lado maduro y sensual que supuso que se agrego en su adolescencia. A pesar de no saber mucho sobre psicología o el significado de gran cantidad de objetos que podrían determinar a una persona, el alfa sentía que simplemente a JiMin le quedaba el lugar. Que iba con él, con quien era: ambas caras que quisiera mostrar; aunque no las consideraba muy diferentes entre sí.

Bajaron las escaleras y SeokJin se preparó para volver a enfrentar a Kim TaeHyung, quien le había dicho idiota con libertad. En su cara. Frunció el ceño, consciente de que todavía quedaba esa conversación pendiente con Park JiMin, porque su entrometido tío había aclarado que el pensamiento era suyo.

SeokJin no recordaba haber sido un "idiota", porque sencillamente no lo fue.

¿Cierto?

-¡Buenos días, dulzuras! -TaeHyung saludó. La abuela agitó una mano en su dirección. -Siéntense, los estábamos esperando.

Entornó los ojos, siguiendo el movimiento relajado de JiMin que, mientras se dirigía a la mesa, también observaba receloso la sonrisa esplendida de su tío político, por la sencilla y obvia razón -que llenaba la cabeza de SeokJin. - de que ese hombre era una boca andante, sin filtros o un mínimo porcentaje de vergüenza. Sin embargo, una vez que se sentó y espero el comentario burlón, nunca llegó; por su parte Kim TaeHyung guardo silencio y reservó para sí mismo una sonrisa complacida hasta que el desayuno terminó y se retiró a su habitación con la ayuda de su alfa, tan sospechosamente callado que incluso JiMin hizo una mueca confundida.

Park ShinHye se rió del asombro de ambos y se acomodó en su silla. -Cosas de embarazados sensibles.

-Eso tiene más sentido, porque estoy totalmente seguro de que habitualmente, en su posición está mañana, habría bromeado sin parar. -JiMin contuvo visiblemente una risa.

-Por supuesto. -Ella asintió. -TaeHyung-ah no es de ninguna manera tan calmado, menos en las mañanas. -Sonrió y agregó felizmente, con un pequeño deje sarcástico: -Pero bien, ¿quién soy yo para animarlo si prefiere quedarse en silencio?

JiMin se rió, encogiéndose de hombros y al siguiente instante ambos estaban despidiéndose de la amable anciana Park, preparados para marcharse. SeokJin observó al Omega hacer algunos comentarios finales a su abuela, prometiendo visitarla de nuevo pronto y pidiéndole que transmitiera su despedida a su tío JungKook que había vuelto a su propia casa por la mañana temprano, poco después de haber pasado por la vergonzosa escena en la habitación, cuando los encontró juntos mientras JiMin dormía; pero SeokJin, citando a Park ShinHye, no creía que él fuera quien para decirle al otro que el alfa había pasado por su cuarto antes de irse y los había visto acurrucados. No, JiMin no soportaría eso sin morir de la pena, así que no iba a arruinar su buen ánimo o matar a su Omega.

Su Omega.

Sonaba genial, a su alfa le encantaba.

SeokJin se humedeció los labios, tratando de aminorar el estado eufórico que provocaba a su animal a correr, a estirar sus patas y dejar que el aire se deslizara por su pelaje. En parte, esperando este momento, había hecho que su mansión tuviera un patio maravilloso, en consideración a que, desde la creación de la ciudad y la costumbre de la ajetreada vida en civilización, las transformaciones se habían perdido, con la mayoría de las personas demasiado ocupadas como para enseñarle a sus crías a hacerlo o simplemente por la falta de espacio, porque a sus animales no les hacía mucha gracia el cemento o el concreto, tampoco a los ciudadanos les gustaba tener un loco lobo corriendo en medio de la carretera, con demasiados autos propensos a accidentes. Sin embargo, el deseo de convertirse cuando surgía la oportunidad de apareamiento y unión era inevitable; a pesar de que muchas personas tenían a su animal tan dormido que no era un instinto tan fuerte, SeokJin había procurado siempre mantener una conexión estable con su lobo aunque no se transformara, lo que hacía que el instinto fuera bruto, que golpeara tan fuerte contra su pecho que era difícil ignorarlo.

Tragó, soltando un pequeño gruñido para sí mismo, al mismo tiempo que se forzaba a respirar. Cuando la crisis por la transformación retrocedió, aunque sabía que era brevemente, se permitió sentirse aliviado, apurando su cordial despedida e intentando que no sonara increíblemente desesperada.

Al subir al auto, JiMin dejó caer la cabeza en su asiento y se mantuvo callado por un largo trecho del camino a su casa, hasta que, repentinamente, se removió en el asiento y suspiró profundamente, antes de girar a verlo con una cosa extraña en los ojos, una cosa que durante toda su vida SeokJin había llamado de una sola forma: impulso. Puro y salvaje impulso. Eso que lograba que no pudieras entenderte a ti mismo, pero que aún así, te obligaba a hacerlo.

-Voy a ir con una sexóloga. -Dijo.

SeokJin encarnó una ceja, todavía mirando el camino mientras conducía. -¿Qué?

-Voy a ir con una sexóloga.

El alfa parpadeó, incrédulo y condujo la cortísima distancia que faltaba hasta su destino en silencio, orillando el auto frente al edificio del Omega. Entonces, se encontró pensativo, sopesando la idea lo suficiente para algo tan importante como eso: ir con un profesional ayudaría y aumentaría bastante las probabilidades de que JiMin superara el pensamiento de que no era normal; además, lograría que se adaptara a lo que quiere, como lo quiere y cuando lo quiere, sin dudas que carcomieran su cabeza luego. Sería libre. Libre para expresarse, para amarse y cumplir cada una de sus metas.

Sería libre para conocerse y saber realmente que es lo que desea. Para ser feliz en su totalidad.

Y eso era lo que SeokJin más quería en el mundo.

SeokJin asintió, convencido. -Si es lo que decidiste, estoy de acuerdo. -El alfa no evitó reírse un poco cuando JiMin abrió los ojos de par en par, como si acabara de darse cuenta de lo que dijo. -Te ayudaría a progresar, a avanzar para alcanzar la estabilidad que necesitas. Tu bienestar emocional es muy importante y hablar con una persona que sepa comprenderte absolutamente y que este acostumbrada a este tipo de cosas, también que te aconseje, es perfecto para mejorar eso.

Así como su abuelo. Nunca le agradecería lo suficientemente todo lo que le había hablado, usando las palabras adecuadas para calmar su malestar cuando sufrió su primer rechazo, cuando soporto que todo el mundo se burlara de él y no solo eso, el señor de los Kim le había enseñado a jamás rendirse o resentirse con el amor. Simplemente, le instruyó para disfrutarlo por más difícil que fuera el recuerdo cuando todo acabara.

Él quería ser esa persona para JiMin e iba a conseguirlo, iba a ser quien le apoyara en las decisiones que lo merecían y quién le ayudara a ver que otras no eran tan buenas. Iba a ser un hombro para sus lágrimas, un abrazo para sus dudas y un beso para sus logros, así como iba a quitarle las manos de los ojos y empujarlo con suavidad a recorrer todo el camino que necesitaba.

Este era el primer paso: dejarlo desahogarse con un experto.

-¿De verdad lo crees? -JiMin tartamudeo.

SeokJin le sonrió, acomodándose en el asiento para mirarlo mejor y deslizar un dedo por su mejilla suave, consolando su indecisión. El Omega se relajó, encogiéndose entre sus hombros.

-Sí. -Afirmó. -Siempre que tú estés seguro y dispuesto a hacerlo.

El Omega volvió a dejar que el silencio cayera, perdiéndose en su cabeza sin dejar de mirarlo. SeokJin no debería haberse sentido tan especial por tener sus ojos encima, tontamente enamorado lo hizo y JiMin aceleró su corazón un poco más al estirar los labios en una sonrisa tímida, parpadeando tranquilo.

-Quédate. -Habló suavemente. SeokJin ladeó la cabeza. -Podemos hacer alguna cosa, solo quédate conmigo.

«Hoy y toda la vida, si deseas compartirla conmigo» pensó y, aunque comprendió que se refería a quedarse con él en su apartamento lo que restaba de día, no se contuvo el regocijarse en el pensamiento de que le estuviera pidiendo eso. De que lo amara tanto que no quisiera irse jamás.

Porque, SeokJin concluyó, a pesar de que el amor era caótico, Park JiMin era malditamente hermoso y vivirlo con él, valía la pena.

Lo valía demasiado. Absolutamente.

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