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33: Tres citas y tres reglas (Parte 2)

[P O R]

Desde ese momento, Park JiMin debió saber que todo iría de mal en peor; definitivamente, tendría que haberlo sabido, pero no lo hizo y ese quizás fue su peor error.

Vaya error.

-¡Tío! -JiMin chilló, avergonzado. -¿Qué cosas dices?

TaeHyung rodó los ojos. -Nada. -Admitió a regañadientes, luego ensanchó la sonrisa. -Solo que es sexy y entiendo porque te gusta.

Vamos, que su tío no podía ser menos imprudente. JiMin lo adoraba, lo quería con todo su corazón desde que lo conoció a los siete, quizás medio año después de que sus padres murieran. Sin embargo, adorarlo no lo hacía ignorante de la manera en la que pasar encerrado en su estudio con solo sus pensamientos y gente de su confianza rodeándolo siempre, había ocasionado su recurrente boca floja. Una boca muy, muy floja.

Tan malditamente floja.

-Admito que la primera vez que me contaste sobre él, cuando me dijiste que era un idiota, de verdad esperaba patearlo si lo conocía alguna vez, pero no se puede patear a alguien con esa cara.

Kim SeokJin volvió los ojos a los suyos, una nota atónita cuando dijo, pausadamente, como si quisiera resaltar cada palabra: -¿Debería ofenderme o halagarme por eso?

TaeHyung se encogió de hombros, aunque el alfa no lo estaba mirando. No, claro que no. El mar turbulento que eran ellos estaban más concentrados en observarlo fijamente, apacibles y, a la vez, diciendo tantas cosas que resultaba aterrador.

-Lo que prefieras, cielo. -TaeHyung, levantándose difícilmente y andando a la cocina, habló suavemente. -¿Quisieras té, SeokJin-ssi? Últimamente he estado prendado de la manzanilla, funciona de maravilla para los nervios.

-Ya lo creo. -El alfa susurró. Dejo de mirarlo y carraspeó hacia su tío. -Sí, por favor.

TaeHyung esbozó una sonrisa gigante y JiMin se estremeció inevitablemente. Su sonrisa no indicaba nada bueno. No, por supuesto que no. Era una sonrisa malévola, burlona y escalofriante, que se hizo un recuerdo aún peor cuando el Omega los invito a sentarse a la mesa, prometiendo volver después de un momento. SeokJin cruzo los brazos sobre el pecho, entonces, mirando hacia el arco que hacía de la puerta de la cocina, más no dijo nada, guardando un sospechoso silencio que, si bien JiMin quiso romper, no pudo porque sencillamente no sabía que decir. Honestamente, le había dicho idiota antes y negarlo ya que le gustaba ahora, no tendría sentido; por lo que prefería guardar silencio a mentirle.

Aunque no dejaba de ser vergonzoso e incómodo.

Cuando el otro Omega regresó, con dos tazas de té de manzanilla y la misma sonrisa, supo que seguiría siendo de ese modo.

Dios, iba a seguir siendo así.

-Bueno, SeokJin-ssi, agradezco que hayas traído a Minnie a casa. -Sonrió. Señaló su barriga de ocho meses. -Este cachorro no coopera mucho que digamos cuando se trata de escaleras, razón por la que estaba desinformado.

-No fue ningún problema.

TaeHyung alzó ambas cejas con un deje pillo. -Solo espero que no se haya interrumpido nada.

JiMin se sonrojó, apresurándose a decir:

-No lo hizo.

-Un poco. -SeokJin dijo, casi al mismo tiempo. JiMin lo miró, abriendo los ojos de par en par. -Nada que no se pudiera arreglar. -Sonrió. -Podemos tener esa cita en otro momento.

«Lo está haciendo a propósito, JiMin concluyó. Después de todo, era fácil notar la intención de hacer que se avergonzara cuando el alfa le lanzó una mirada, ocultando una sonrisa que tiraba de las comisuras púrpuras de su boca. El Omega lo maldijo en silencio, odiando esa parte engreída que tanto le encantaba y que seguía haciéndolo incluso en ese momento, porque era, de una manera que JiMin no podía comprender, sensual. Travieso. Un tipo de travieso que consiguió que sonriera poquito, girándose a su tío. Ese poquito, por segunda vez en el día, se convirtió en un mucho, al notar las mejillas enrojecidas de TaeHyung y la forma en la que miró a otro lado, guardando sus graciosos comentarios por un largo tiempo.

Fue un instante que se sintió extraño, como una mezcla entre incómodo y tranquilo que resultó perturbador. No había razones, simplemente era difícil decidir si lo mejor era hablar o quedarse callado en su asiento; por lo que solo se acomodó en la silla, dejando las manos en su regazo y... Esperando.

¿Esperando qué? No lo sabía, pero algo era mejor que nada.

Algo, se volvió todo al sonar el celular en el bolsillo de JiMin. Lo tomó, bajo los observadores ojos de su tío que de repente lo miraban y contesto la llamada al notar el número de su tío YoonGi en la pantalla. Había un poco de ruido del otro lado, más era suave, tal vez pasos o quizás algunas palabras que se ahogaban al fondo. Sin embargo, la voz del alfa sonó fuerte y clara cuando habló, saludando primero.

-Bebito, hola. -Suspiró. -¿Estás con Tae?

-Hola, sí, estamos juntos. ¿Cómo está la abuela?

YoonGi chasqueó la lengua. -Bien, solo se le bajo la tensión. Nos alteramos un poco, pero el médico asegura que todo está en orden y podemos ir a casa dentro de unas horas, luego de mantenerla en observación un poco más. Por seguridad.

El peso en los hombros del Omega, que no había notado que tenía, se aligeró y la tensión en sus músculos se hizo más soportable de un instante a otro, en el cual el alfa agrego algunas cosas sobre su abuela, aseguró que volverían pronto y pidió que le pasara a su tío.

-Vale, nos vemos luego. -JiMin se despidió. Paso el celular a TaeHyung.

El Omega le sonrió, asintió genuinamente compresivo y respondió al celular, cogiéndolo con ambas manos. Mientras él hablaba con la boca fruncida, JiMin sintió la mano de SeokJin en la rodilla y giro a verlo, poniendo también su mano sobre la del alfa.

Ninguno esperaba que TaeHyung se levantara, pero lo hizo. Plantó difícilmente una mano en la mesa que crujió por el peso y dijo algo al teléfono sobre su embarazo, después rodó los ojos y se perdió en la cocina de nuevo. Luego de tantos años conociéndole, JiMin comprendió que era su manera de alejar los nervios que su tío sentía. En otras circunstancias -donde estuviera menos embarazado. -, Kim TaeHyung habría estado caminando de un lado a otro como un loco, tratando de reducir la angustia que no saber de su abuela le causaba; también, se dio cuenta, el otro Omega había hecho un estupendo trabajo manteniéndose tranquilo por el bien de su cachorro.

JiMin se sintió mínimamente avergonzado, consciente de que, a pesar de haber intentado manejarlo, los nervios lo habían devorado vivo. La sensación había sido en un principio algo que no podía definir, era como sentir que no podía respirar y que el pánico de que su abuela jamás volviera a casa, así como sus padres, lo destrozaba, colmándolo de un miedo tremendo que le cerró la garganta, impidiéndole hablar. Ahora, esa emoción apabullante logro retroceder, confinada a una parte de su cabeza que se sentía mejor al tener esa nada extraña que le traía paz. Bendita paz, para un momento en el que de verdad la necesitaba desesperadamente.

JiMin no recordaba la última vez que se había sentido así de asustado. Con el alfa, había sido diferente, era un dolor sordo que creció de la imposibilidad de ser correspondido, sin embargo, en esta circunstancia, lo que sentía era más un miedo aberrante a perder a alguien otra vez, como lo había hecho hace mucho tiempo. Había perdido a sus padres cuando era demasiado pequeño para recordarlos: no recordaba el aroma de mamá,
sus voces, ¿cómo se reía papá? JiMin no tenía ni idea, aunque no significaba que no le dolía, así que, si le dolía alguien que casi no conoció, ¿cómo no lo haría alguien a quien sí? El asunto era brutalmente diferente porque conocía a su abuela. Ella lo crió, creció con ella y sus tíos como su único soporte; lo apoyo cuando más lo necesito y lo consoló cuando las lágrimas venían en cada aniversario de muerte de sus padres. Preocuparse era algo válido, pensó y, por todos los cielos, tenía derecho a sentirse asustado por perder a cualquiera de ellos. A cualquiera de su manada, de su familia.

Suspiró profundamente, sorprendido de lo mucho que necesitaba ese pensamiento; se estremeció y dejó ir lo último que quedaba de ese miedo que lo asfixiaba. A pesar de que la preocupación iba a seguir allí, estancada, por lo menos lo dejaría respirar. Cuando regresó de los enredos de su mente, SeokJin había ladeado la cabeza en su dirección y sobó su rodilla con la palma caliente de la mano, para hacer que lo mirara.

-¿Está bien? -Preguntó. JiMin le sonrió, ahora no tan flojo.

-Sí, solo fue una baja de tensión. Está todo bien en este momento.

SeokJin asintió y permitió escapar una exhalación profunda. -Eso es maravilloso, cariño. Me alegra que ya haya pasado el susto.

-Estuve a punto de desmayarme. -JiMin burló. -También tenía la cara entumecida.

-¿De verdad? -SeokJin se acercó y le puso ambas manos en las mejillas, palpándole con cuidado. -Estás frío, amor.

JiMin tembló por el apodo, inseguro de si SeokJin se abría dado cuenta de que los usaba. Claramente, no se le estaban escapando todo el tiempo, así que JiMin concluyó que en algún momento tendría que decirlos de forma consciente, lo que lo llevó a la siguiente pregunta: ¿Por qué? El alfa no usaba apodos cuando estaban juntos antes -si se le podía llamar "juntos" a eso que se supone que tenían. -, por lo que usarlos ahora le resultaba extraño en más de una medida.

Lo peor, era que no podía preguntarle. No sabía cómo hacerlo y, quizás, si lograba reunir el valor suficiente, SeokJin dejaría de decirlos.

No, no. A JiMin le gustaban y perderlos sería decepcionante, sobre todo cuando ya había conseguido tenerlos luego de tanto. También eran un estímulo para continuar con lo que decidió antes, por lo que ensanchó la sonrisa en su boca y dijo, con Kim SeokJin todavía mirándolo:

-Uh, no sabía. Deben haber sido los nervios. -Rió, acobijandose en su toque. -Nunca me había pasado.

-¿No? -Preguntó. JiMin negó. -Estás un poco pálido, ¿seguro qué estás bien?

-Sí, ya estoy bien, en serio.

SeokJin le dio un beso pequeño en la boca, después frotó sus manos en sus mejillas y acarició con los pulgares sus pómulos. Era una caricia cariñosa, casi preocupada por la manera en que el alfa frunció las cejas, manteniendo la boca en una línea apretada.

-Vale. -Concedió. -Sé que esto es difícil, así que no te obligues a calmarte. Es mejor si dejas salir toda la preocupación que puedas sentir, ¿entiendes?

-Lo entiendo, SeokJin.

El alfa gruñó con satisfacción y cuando volvió a hablar, JiMin agradeció su intento de distraerlo.

-Aún me debes una cita. Seré piadoso y contaré está.

JiMin encarnó una ceja, divertido. -¿Estás ansioso por ella? Solo falta una regla. -Soltó una risita, poniendo su mano sobre la del otro, jugando con un dedo entre la línea de los suyos.

-No demasiado. -Confesó. -Me gusta hablar contigo.

El Omega se sonrojó.

-A mí también.

-Eso es bueno. -SeokJin sonrió. -Podemos hablar mucho todo el tiempo.

Dios, ¿era normal que JiMin amara que dijera eso? Porque lo hizo, amo cada palabra en esa oración, amo el significado oculto que, tal vez sí o tal vez no, estaba ahí. Entre cada letra.

Ese que decía que iban a verse por un largo tiempo, incluso cuando estás citas acabarán.

-Eso es perfecto. -JiMin alabó. -Absolutamente perfecto.

Se acercó y le dio un beso en la mejilla al alfa, alejándose cuando su tío entro en la habitación. Kim TaeHyung alzó una ceja con una sonrisa gigante y se sentó, devolviéndole el celular mientras se apoyaba para volver a sentarse.

-Que alivio, todo está genial en el hospital.

JiMin lo miró, al mismo tiempo que SeokJin aparto las manos de su cara. -¿Sí?

-¡Claro, bebito! Cuando Yoonie dejo de hablar mamá ya estaba despierta. Hablé con ella un poco. -El Omega se sonrojó y carraspeó. -Iba a pasártela, pero el médico entró en la habitación para darles el aviso del alta. Deben estar por venir.

JiMin sacudió una mano en el aire, sonriendo.

-No hay problema. Me alegra saber que está mejor y que no hay nada por lo que preocuparse. -Suspiró. -Fue un susto horrible

-Cielos, sí. -TaeHyung secundó. -Me asusté un montón.

El Omega mayor sacudió la cabeza, abriendo los ojos de par en par. JiMin se rió, mucho más calmado que antes.

Lamentablemente, estamos cerca del principio. La razón por la que su cabeza recapitula cada momento en ese día.

Y recuerda perfectamente que la primera llamada a que todo se volviera un desastre, fue cuando sus tíos y su abuela aparecieron por la puerta, justo el instante en que TaeHyung y SeokJin hablaban sobre libros. El alfa había comenzado el diálogo con un comentario inocente, preguntándole al Omega mayor si de verdad era escritor, cuando JiMin cuestionó a su tío sobre el avance de su nuevo libro y él respondió que el embarazo y su gruñona suegra no le habían sido de gran ayuda, pero había adelantado después de un corto periodo de bloqueo. Entonces, los tres se internaron en una conversación sobre sus libros, la inspiración para ellos y los estudios que habían sido llevados a cabo para ser lo más veraces posibles.

-Hablé con parejas que eran almas gemelas y casualmente uno cumple todas las expectativas del otro y viceversa. ¿Ella lo soñó rubio? Él era rubio. ¿Él lo soñó de baja estatura? Su pareja era de baja estatura. -TaeHyung relató, un segundo antes de que la puerta principal sonara, cerrándose.

Los murmullos llegaron al instante.

-Dije que me sueltes, Park YoonGi -Su abuela quejumbró. -Tengo setenta y seis años, puedo caminar sola. He caminado sola toda mi vida.

-Mamá, acabas de estar en el hospital.

-Tiene razón, mami. Deberías dejarnos estar preocupados.

-Preocupados mi pie. -Juró, entrando al comedor.

JiMin se levantó, corriendo a abrazarla. La anciana Park regreso el abrazo, rodeándolo con sus brazos y palmeándole la espalda con una mano.

-Hey, me he encontrado un hermoso cachorro. -Ella dijo y se rió en su cuello.

JiMin se ocultó en ella, llenándose de su aroma a madera y vejez, sabiduría. Luego se apartó, tomándola del brazo suavemente para invitarla a sentarse.

Sus tíos jadearon y se quejaron al mismo tiempo, diciendo: -¡¿Por qué a él si lo dejas?!

Park ShinHye les gruñó, sentada a la mesa. -Parecen niños y, si lo desean, les daré con el cinturón de su padre para que recuerden su infancia con gusto, mocosos.

TaeHyung aplaudió. -¿Yo también puedo? Quiero darles con el cinturón.

-Sí, estás manos viejas necesitan ayuda. -Su abuela respondió.

La segunda señal para el desastre, ocurrió cuando su tío YoonGi gruñó hacia SeokJin. El alfa menor no se inmutó y JiMin comprendió que el parpadeo de rojo en los ojos de su tío y que enseñara sus colmillos se debió a que había otro alfa en el territorio de su familia. Junto a su Omega embarazado.

-¿Y tú quién se supone que eres? -YoonGi preguntó, en un rugido bajo.

JiMin pensó en acercarse y cubrirlo con su cuerpo hasta que su tío reconociera que SeokJin no era una amenaza, pero TaeHyung se adelantó.

-Es el novio de JiMinie. ¿A qué es apuesto?

El Omega se congelo en su sitio, al lado de la silla de su abuela, mirando a su muy embarazado tío. Debía admitir que eso no se lo esperaba, de ninguna manera, en ningún contexto posible. ¿Estaba, acaso, Kim TaeHyung loco? ¿Era su manera de vengarse por el corto momento vergonzoso de antes? Porque JiMin sintió sus mejillas sonrojadas a más no poder, aunque no podía verlas. Sintió la vergüenza calar cada uno de sus huesos y los dedos de las manos temblarle cuando los tres pares de ojos de sus familiares recién llegados lo miraron.

Park JungKook parpadeó, notándose sorprendido. -¿En serio?

-Yo...-

-¿Cómo que "novio"? -YoonGi frunció las cejas. JiMin pensó que podía escuchar el chillido de sus dientes juntos hasta donde estaba. -¿Desde cuándo tienes edad para novios?

TaeHyung bufó, rodando los ojos. -Desde que tiene dieciséis, o por lo menos a esa edad fue el primero. -Sonrió con malicia. -¿Cómo se llamaba? ¡Oh! Era JaeHyun. Ese lindo beta era tan tímido.

YoonGi apretó ambas manos en puños y, cuando JiMin observó a SeokJin, el alfa torcía los labios, un deje molesto en los ojos, quizás provocado por el olor territorial que su tío estaba liberando, tratando de ahuyentarlo. Park JungKook, indispuesto a participar en lo que sea en lo que iba a convertirse eso, retrocedió.

-Voy ordenar algo para comer. -Excusó, antes de salir corriendo fuera de la habitación.

JiMin deseo haber tenido la oportunidad de huir con él.

De verdad.

El Omega tragó con fuerza la saliva en su boca, antes de hablar. -¿Tío? -Intentó.

Pero vamos, ¿Había dicho JiMin alguna vez que Kim TaeHyung tenía la boca floja? ¿Sí? Vale, era el triple de floja que eso.

-El segundo creo que se llamaba Lucas. -Dijo, riéndose. Giró a mirar a SeokJin. -SeokJin-ssi, creo que serías el sexto o séptimo novio en la lista. No son muchos si los cuentas, así que no hay nada por lo que sentirse mal.

SeokJin encarnó una ceja, genuinamente confundido; lo que demostró -si el rostro decepcionado de TaeHyung no lo había hecho ya. -, que el intento de ponerlo celoso o alguna otra cosa no había funcionado. JiMin comprendió su confusión, diablos si lo hizo, porque traer a los fantasmas de sus ex novios no era apropiado, tampoco gracioso.

Mucho menos, cuando Park YoonGi volvió a gruñir. Un gruñido que nació de lo más profundo de su garganta.

-¡Vale! -El alfa se pasó una mano furiosa por el pelo. -¿Qué estás diciendo, TaeHyung?

El Omega ensanchó la sonrisa. -Nada.

-Si eso es nada... -Su abuela habló, después hizo un ruidito acusador. -¿Saben que sus modales son un asco? No pensé que te había criado así, Park YoonGi.

-¡Mamá, yo no hice nada!

-¡Otra vez el "nada"! -Ella sacudió la cabeza, frunciendo la nariz. -Primero que todo, deja de apestar mi comedor. Segundo, siéntate y tercero: cállate.

Aunque su tío refunfuñó, hizo lo que su madre le dijo y agregó una mueca sobre su boca, como si estuviera cerrándola con dos dedos y asegurándola con llave. JiMin respiro mejor, alegrándose del repentino silencio que dejó que su cabeza procesara mejor lo que acababa de pasar, por lo menos en el corto momento en que su abuela se acomodó en su silla y sonrió, un deje amable en sus ojos cuando los dirigió a SeokJin.

-Hola. -Ella dijo. -Me disculpo, los embarazos son delicados para una pareja.

-Está bien. -SeokJin respondió, esbozando una sonrisa pequeña que casi no alzaba las comisuras púrpuras de su boca. -Creo poder entenderlo.

La anciana Park ladeó ligeramente la cabeza con suavidad. -Soy Park ShinHye, la abuela paterna de JiMinie. -Se presentó. -El loco que estaba gruñendo es mi hijo mayor, YoonGi y, el Omega embarazado, su esposo: TaeHyung. El que se escapó, -La mujer entornó los ojos con diversión. -es mi hijo menor, JungKook.

-Es un placer. -El alfa ensanchó un poco la sonrisa. -Yo soy Kim SeokJin.

-¿Kim? -YoonGi se atragantó.

TaeHyung le golpeó en las costillas con el codo. -¿Algún problema, amorcito?

El alfa mayor sacudió la cabeza en una feroz negativa, apretando los labios y guardando silencio de nuevo. Kim TaeHyung pareció contento con eso, regresando la sonrisa esplendida a su boca.

JiMin sabía que cuando sonreía así, no podía pasar nada bueno.

Tenía razón.

-¿Qué edad tienes, SeokJin-ssi? -Su tío preguntó. Luego se acomodó en la silla, empujándose hacia atrás para hacerle espacio a su barriga, contento cuando su alfa le coloco una mano encima y sobó sobre la ropa con cariño.

-Acabo de cumplir veintiocho.

-Oh. -Rió. -Minnie cumplirá veinticuatro en unos días.

SeokJin se vio incómodo. -¿Sí?

-¿No lo sabías? Cumple el trece.

YoonGi bufó. -¿Cuánto llevan saliendo?

JiMin parpadeó, inquieto y abrió la boca, dispuesto a responder. Pero por un demonio, su tío no podía callarse.

-Ajám, -TaeHyung dijo, un reclamo evidente en la voz mientras giraba a ver a su marido. -te recuerdo que tardaste tres años en recordar mi cumpleaños, alfa.

El «alfa», no sonaba nada halagador en ese tono. Un tono cargado de reproche oculto detrás de una sonrisa brillante, lo que era sinceramente escalofriante.

A pesar de ello, su tío YoonGi no guardo silencio.

-¡Eso no es cierto!

-¿Sí? -TaeHyung gruñó. -Porque yo recuerdo que te cerré la puerta en la cara y tuvimos que ir al hospital para revisar que tu nariz no estuviera rota en nuestro primer año juntos.

-¡Eras violento! -YoonGi gritó. -No es nada por lo que enorgullecerse.

-¡Oh, Park YoonGi, voy a volver a darte con la puerta y esta vez no fallaré en fracturarte la nariz!

-¡Ya basta! -ShinHye golpeó la mesa con ambas manos, irritada. -No estábamos hablando sobre sus problemas maritales, así que cierren la boca los dos.

-¡Pero mamá...-!

-¡Cállate! -Ordenó.

YoonGi lo hizo, TaeHyung también.

La anciana Park suspiró, giro a ver a SeokJin y rodó los ojos, intentando sonreírle.

-¿Familia? -Tentativamente preguntó. SeokJin se rió. -Vale, chico. Déjame decirte que esta familia es así todos los días.

-Mi familia es igual, incluso peor.

-Tu mamá es un amor, no te quejes. -JiMin refunfuñó, rodando los ojos.

-Por supuesto, ella y Rosé son magníficas, ¿cierto? -SeokJin entornó los ojos. El Omega se encogió de hombros.

-Sí, lo son.

-Ajá. No compartimos opinión.

JiMin alzó una ceja. -Quiero una puerta, ¿te pondrías detrás de ella, SeokJin-ssi?

Su abuela reventó en una carcajada justo en el instante en que Park JungKook entraba por la puerta con dos bolsas amarillas en las manos. El alfa recién llegado sonrió, abrió las bolsas difícilmente y colocó sobre la mesa una caja de almuerzo para cada persona en la habitación; las secciones dentro del envase tenían trozos de sushi con diferentes acompañamientos: alga, arroz, tortilla de huevo y otra cosa que desde su posición JiMin no podía distinguir.

-Bebito, siéntate. -JungKook jalo una silla entre él y SeokJin, sentándose al mismo tiempo que lo invitaba a hacerlo.

Cuando JiMin tomo asiento, su tío destapó el envase de su madre y luego el suyo, rebuscando en la bolsa por los palillos desechables. La estancia quedó en silencio por ese instante en que todos tomaron lo que se les ofrecía y se concentraban en la comida.

Pero ya sabemos que el asunto no termino ahí.

JiMin recuerda no haber llevado el primer bocado de sushi a su boca cuando su tío TaeHyung plantó los codos en la mesa, mirándolos a él y a SeokJin atentamente desde su sitio.

-Veamos, ¿cómo llegamos aquí? -Él preguntó. -La última vez no estaba esto muy bien que digamos.

JiMin sintió cada una de sus extremidades volverse rígidas, tensas por lo que esas palabras significaban. Quizás su tío no se había dado cuenta de lo personal que era eso para él o de la mirada desesperada que se adueñó de sus ojos a penas lo dijo; su Omega chillando de vergüenza en las profundidades de sí mismo. Aunque TaeHyung no iba a decir lo que JiMin pensaba que iba a decir, ¿verdad? No podía ser tan cruel como para revelar frente a todos que la razón de su aparición repentina y sus llantos durante dos semanas enteras había sido el alfa justo a su lado, ¿cierto?

¿Por qué JiMin no estaba seguro de ninguna de las respuestas a esas preguntas en su cabeza? ¿Por qué había tantas preguntas, en primer lugar?

JiMin tragó, nervioso y se obligó a respirar. Después miró a su tío, pidiendo compasión y sorprendiéndose cuando el Omega encarnó una ceja en su dirección, genuinamente confundido, pero antes de que JiMin pudiera apoyarse en eso para cambiar de tema un jadeó se escuchó de su tío JungKook.

-Hey, ¿están hablando sobre «eso»? -El alfa frunció el ceño. -¿Cuándo te desmayaste en la entrada y luego lloraste por las siguientes dos semanas?

SeokJin lo miró, apretando los labios y JiMin se dio por perdido.

Muy malditamente perdido.

-¿Cómo? -YoonGi cuestionó, furia palpable en sus palabras. Señaló a SeokJin con un dedo. -Por favor, dime que no. -Sacudió la cabeza, ojos atónitos en su cara. -¿Él tuvo que ver?

-No. -Se apresuró a responder.

Tal vez demasiado rápido.

-JiMin. -Sus tíos llamaron.

Los tres. Al mismo tiempo.

«Demonios».

-Dije que no. -JiMin habló. -No es no y no hablaré de eso ahora.

-No estaba hablando de eso, -TaeHyung se rió. JiMin noto que estaba tratando de disimular, dejando su habitual felicidad derramarse por todos lados. -de verdad.

La habitación volvió a caer en silencio, sin embargo, este silencio era pesado e incómodo, y JiMin solo era capaz de usar una palabra para describir lo que estaba pasando ahora.

Fatal.

JiMin miró la casa donde había crecido, fijándose en el tapiz floral que su abuela insistía en cambiar cada año y la pequeña lámpara de pared que alumbraba parte del comedor. Recorrió con los ojos después la mueca divertida y completamente feliz de su tío TaeHyung y los ojos enojados y la boca fruncida de su tío YoonGi; antes de ir a su tío JungKook que, incómodo, trataba de encogerse en su asiento. Su abuela no estaba mejor, revolviendo con los palillos lo que había en su plato, pero al alzar los ojos a SeokJin, se dio cuenta de lo rígido de sus hombros y los labios apretados y se percató de lo mal que estaba todo.

Definitivamente, la peor cita del mundo.

¿Siquiera podía llamarle a esto «cita»?

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Maratón 3/4.

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